En su discurso ante el Conseil d’Etat (Consejo de Estado) el 4 de marzo de 1806, Napoleón dijo la famosa frase: «No veo en [la religión] el misterio de la encarnación, sino el misterio del orden social, la asociación de la religión con el paraíso, una idea de igualdad que impide que los ricos sean masacrados por los pobres...». Más de dos siglos después, ayudar a mantener el orden social sigue siendo la función fundamental de la Iglesia.