El gran paro nacional convocado por la CONAIE y otras organizaciones campesinas – indígenas terminó el 30 de junio, después de 18 días de lucha, con la firma de un acta que contiene importantes concesiones por parte del gobierno. Es importante analizar este extraordinario movimiento que se enfrentó a la brutal represión policial y sacar las lecciones necesarias para seguir avanzando.
Los principales puntos del acuerdo (que se puede leer abajo) han sido: la suspensión del estado de excepción, la reducción del precio del galón de gasolina y diesel en 15 centavos de dólar cada uno; la prohibición de minería en áreas protegidas y territorios ancestrales, en zonas arqueológicas y de protección hídrica; soporte al sistema de salud para entrega inmediata de medicinas y insumos a los hospitales y centros de salud; el bono de desarrollo humano pasa de 50 para 55 dólares; subsidio para fertilizantes; etc.
El acuerdo solo se alcanzó después de que en un primer momento el gobierno rompiera las negociaciones. El banquero presidente Lasso había sobrevivido a la moción de muerte cruzada en la Asamblea Nacional con la votación del 28 de junio. Los diputados de la derecha (BAN y PSC) se unieron para salvar al presidente que representa sus intereses de clase. De manera cínica, entonces Lasso volvió a decretar el estado de emergencia, que había levantado durante el debate de la moción, en varias provincias.
El mismo día el presidente anunció el fin del diálogo con las organizaciones convocantes y desconoció a Leonidas Iza como interlocutor. ¿La excusa? Un enfrentamiento la noche del 27 de junio entre manifestantes y un convoy de combustible escortado por el ejército en la provincia de Sucumbíos que dejó a un militar muerto. Contrariamente a la versión del gobierno, fueron los militares los que abrieron fuego y provocaron el enfrentamiento.
Sin embargo, a pesar de las bravuconadas de Lasso, el gobierno no estaba en una posición de fuerza y se vio obligado a volver a la mesa de negociaciones, aunque el presidente nunca se sentó en la misma.
La iglesia representada por la Conferencia episcopal vino a socorrer al estado burgués, convocando a una mesa de negociación y va a participar del acompañamiento del acuerdo y resolución de temas pendientes mediante una dicha mesa técnica. Existía el peligro que el paro nacional empezara a mostrar signos de cansancio, después de 18 días de lucha, con seis muertos y cientos de heridos, con miles de personas desplazadas a la capital desde sus provincias de orígen. Si el movimiento no era capaz de dar un paso adelante cualitativo podía empezar a retroceder y verse obligado a firmar en peores condiciones o volver a casa sin nada. El 30 de junio, la dirigencia decidió firmar el acta de paz que recogía una parte sustancial de los 10 puntos de la plataforma del paro nacional.
¿Qué significa?
En estos 18 días el movimiento tuvo que enfrentar la brutal represión del estado, que empezó por encarcelar su principal dirigente, Leonidas Iza el primer día, que dejó 6 muertos y cientos de heridos. Además, hubo una campaña de criminalización y racismo por parte de los medios y los voceros oficiales. Pero ni la represión ni la propaganda doblegaron el paro nacional.
El acta que selló el fin del paro contiene concesiones importantes al movimiento, es por lo tanto una victoria, parcial, sí, pero una victoria, a diferencia de octubre de 2019. El propio Leonidas Iza señaló que el acta dejaba un “sabor agridulce” y que el acuerdo no era «seguramente no en los términos que queríamos».
Pero es importante resaltar que la conclusión que millones han sacado es que la lucha sirve y la lucha es necesaria. El paro ha fortalecido las estructuras del movimiento, no solamente del movimiento indígena-campesino sino también de la juventud estudiantil y de los barrios de Quito.
Correctamente, Leonidas Iza resaltó el carácter de clase del movimiento, también en respuesta a los ataques racistas por parte de los medios burgueses que les acusaban de ser “indios vandálicos”. «Esta lucha no tiene color porque es de los runas, de los blancos, de los mestizos, de los cholos, de los montubios, de los afros, de todos los que estamos jodidos económicamente».
Aunque el paro contó con la participación de miles en las ciudades, y la juventud estudiantil apoyó masivamente, la clase trabajadora organizada estuvo en gran medida ausente. Ni siquiera el FUT llegó a convocar a huelga general. Esa fue una importante debilidad del movimiento.
El paro nacional, al igual que el de octubre de 2019, adquirió algunas características insurreccionales, con la toma de dos gobernaciones, la destrucción de UPCs, etc, pero quizás estas no fueron tan avanzadas como en aquél entonces. A diferencia de entonces, no hubo en esta ocasión intento de instalar una Asamblea de los Pueblos como organismo de doble poder.
Este fue otro límite importante en la estrategia del paro nacional. La dirección no tenía una perspectiva revolucionaria y resistió con toda su autoridad la consigna de «Fuera Lasso, fuera» que las masas en las calles coreaban. Esta actitud, de no plantear la cuestión del poder, provocó una respuesta airada de las bases en algunas asambleas, y además está en contradicción con el análisis general que hace Leonidas Iza en su libro «Rebelión» sobre octubre de 2019.
Sin embargo, por su coraje, por haber enfrentado a la represión, por haber mantenido la unidad del movimiento, y finalmente sobretodo por haber logrado un acuerdo que contiene concesiones importantes, la autoridad de la dirigencia de la CONAIE y otras organizaciones convocantes, y particularmente la de Leonidas Iza que representa a la izquierda de la CONAIE, sale del paro nacional muy fortalecida.
Leonidas Iza ha participado todo el tiempo de las asambleas en la Universidad Central de Ecuador, en la Casa de Cultura y sin duda era el principal dirigente. En vísperas del acuerdo ha consultado a las bases sobre lo que sería discutido en la mesa de negociación.
El día de la firma, cuando las columnas del paro nacional se retiraban de Quito, se podía ver en las calles el apoyo que Leonidas Iza tenía, tornándo se un personaje importante en el escenario político de Ecuador para el próximo periodo.
Por el contrario, la derecha del movimiento campesino-indígena, representada por la bancada parlamentaria de Pachakutik vaciló ante la moción de muerte cruzada (que exige la destitución del presidente de la República, y la disolución del Congreso y llama a nuevas elecciones). Finalmente votaron a favor ante la presión de la base, pero incluso así dos de ellos se abstuvieron. La derecha del movimiento sale por lo tanto debilitada y desacreditada
El presidente Guillermo Lasso, que entró al paro con un bajísimo nivel de popularidad, sale todavía más debilitado. Este gobierno solamente fue elegido por la errada política del “voto nulo ideológico” por parte de Pachakutik-Conaie en la segunda vuelta de las elecciones. No tiene ninguna base sólida en la población y tampoco cuenta con una mayoría parlamentaria propia. El problema para la clase dominante, es que por ahora esto es lo mejor que tienen
Las concesiones contenidas en el documento van a durar poco, barridas por la ola de la crisis capitalista mundial, agravada en un país dominado como Ecuador, preparando las condiciones para un nuevo movimiento de las masas. Además de eso, una vez las masas movilizadas vuelvan a sus provincias, el estado volverá a la ofensiva criminalizando a los dirigentes del movimiento (Iza está todavía pendiente de juicio).
¿Se podía haber logrado más?
¿Se podía haber logrado más? Sí y no. En las condiciones dadas (18 días de lucha, un cierto desgaste de la iniciativa, sin una perspectiva de tumbar al gobierno y sin la participación decisiva de la clase obrera en las ciudades) era difícil. ¿Qué faltó? La participación decisiva del movimiento obrero y una estrategia de poder por parte de la dirección. En su libro Rebelión, Iza plantea la necesidad de una estrategia anti-capitalista, de toma del poder, y señala que ese fue uno de los fallos de la rebelión de Octubre. Pero en este movimiento ese factor también faltó.
Las masas campesinas, indígenas y populares demostraron de nuevo el más enorme coraje y disposición a la lucha. Una vez más se constata la falta que hace una dirección revolucionaria con una estrategia clara para la toma del poder. Es importante discutir las lecciones de octubre de 2019 y de junio 2022, para prepararse para los nuevos estallidos que inevitablemente se prepararán, en Ecuador y allende sus fronteras.