Defender los intereses de los capitalistas a costa del pueblo. Poder incrementar los márgenes de ganancia de la clase capitalista –de la que forman parte importantes sectores de la dirigencia bolivariana en la actualidad-, es a lo que siguen apostando desde el gobierno. Las exigencias del empresariado y de la dirigencia bolivariana devenida también en clase capitalista, han sido plasmadas por el presidente Nicolás Maduro en estas dos medidas.
Por un lado el inicio del año escolar, y por el otro, la eliminación de la semana radical, que no sabríamos decir si solo fue radical en el discurso, porque para muchos efectos concretos tal cosa nunca existió realmente.
La reapertura de la economía capitalista
Lo que fue llamado por el gobierno “semana radical”, fue el control de facto del tránsito y la actividad comercial por parte de los hombres armados del Estado burgués venezolano, que cobraban su santísima vacuna a pequeños comercios y empresas para permitirles trabajar. En realidad nunca importó el cumplimiento de los parámetros de bioseguridad, la prevención de contagios, ni la protección de la vida y salud de los trabajadores, todo ello bajo la bendición de los gobiernos nacional y locales.
Las medidas de flexibilización total del tránsito y la actividad económica, junto con el reinicio de las actividades escolares, se han tomado de forma absolutamente irresponsable, en un momento en que ha habido un importante repunte de casos de Covid-19 en la región central del país.
El auge de casos obligó al propio presidente Nicolás Maduro a reconocer la posibilidad de una nueva tercera ola, aunque, para poder defender las medidas, también señaló que han supuestamente logrado controlarla –supuestamente, porque en realidad desde el inicio de la pandemia ha habido un sub registro de casos de contagio en el país-. Para concluir, en balde el presidente pidió prudencia, y cuidarse más ante la pandemia.
Las contradicciones sobre esta medida son harto evidentes y están a la orden del día. Por un lado el gobierno debe hacer prevalecer el interés que tienen los capitalistas en reactivar la economía para incrementar sus ganancias, mermadas con la aguda crisis que ha marcado en anterior lustro, y por el otro, ello implica tomar medidas que continúan golpeando las devastadas condiciones de vida de las masas trabajadoras, lo que tarde o temprano, provocará una ruptura con su base social de apoyo. Por los momentos, el gobierno se muestra aún fuerte, incluso de cara a las venideras elecciones municipales, pero esto no continuará de forma indefinida.
Lo anterior, demuestra que el gobierno busca mostrarse ante la burguesía como un gobierno burgués serio. Un gobierno capaz de garantizarles su felicidad tanto a los empresarios del país, como a los del mundo. Dicho en otras palabras, el gobierno del presidente Maduro y de la dirección del PSUV, buscan mostrarse claramente como garantes del orden burgués establecido, por lo tanto, los capitalistas pueden confiar en ellos.
El reinicio de clases presenciales
La fecha para la nueva y definitiva orden de inicio -25 de octubre-, fue decidida por el gobierno nacional de forma unilateral, sin que importase el estado deplorable en que se encuentran los establecimientos educativos; ni la ausencia de implementos para poder cumplir con los parámetros de bioseguridad.
Asimismo, se han reiniciado las clases obviando las recomendaciones que a nivel nacional hicieron los trabajadores del sector educativo que era imposible iniciar el año escolar, dada la escandalosa negligencia del gobierno, que prácticamente abandonó las instituciones escolares durante más de un año.
La responsabilidad de cubrir los gastos necesarios para cumplir con las medidas de bioseguridad o reparar las instituciones educativas, ha quedado en manos del deteriorado salario de las familias trabajadoras, al igual que ocurre con buena parte de los costos de recuperación y mantenimiento de estas instituciones. El «gobierno del pueblo», le da un ejemplo a los capitalistas de cómo los trabajadores deben seguir asumiendo la crisis, mientras a ellos les garantizan que los recursos del Estado son para favorecerles, para que sean ellos -una clase históricamente parásita, atrasada e incapaz de desarrollar las fuerzas productivas del país-, el sujeto económico y social responsable de crear una economía feliz y saludable.
Las amenazas y el fantasma de la represión policial se hacen presentes en este inicio de año escolar. El gobierno no puede aceptar que los trabajadores digan que no hay condiciones para el inicio del año escolar. La Ministra del Poder Popular para la Educación, Yelitza Santaella, ha recorrido el país para instruir a los jefes de región cómo deben actuar. Con prepotencia y siguiendo las órdenes que bajan de Miraflores, les dice a las madres y padre de familias trabajadoras que las clases serán presenciales, sin proveer ayuda para implementar el protocolo de salud necesario para este inicio escolar.
Por otro lado, con el inicio del nuevo año escolar no hay ningún aumento salarial, que de acuerdo al acta firmada con las federaciones del sector educativo, debían revisarse cada tres meses y ante lo cual el gobierno debía tener una repuesta. Sin embargo, hasta hoy no han dicho nada, mientras que aprueban leyes y decretos para favorecer al empresariado.
Es además importante recordar que existen dos tipos de escuelas. Las de educación privada, que aunque son subsidiadas por el gobierno, son exclusivas para las familias que puedan darse el lujo de costear los gastos mensuales correspondientes, y las públicas, raquíticamente sostenidas por el Estado, y también subsidiadas en buena medida por las familias de los trabajadores. Dos caras de un sector donde el gobierno muestra su interés en favorecer a la clase dominante; a los oligarcas de siempre, y a los nuevos también.
La educación y la economía atrapadas entre el lucro y el virus
A pesar de los discursos gubernamentales, no se ha visto ninguna ayuda real a las comunidades educativas, en lo que respecta a la distribución de máscaras, tapabocas, alcohol, gel, jabón o agua para poder enfrentar la pandemia. Solo el estéril llamado vacío a cuidarse, sin medidas concretas que lo acompañen. ¿Cómo se controlarán a los alumnos durante los recesos, o en la calles de regreso a casa, sin los implementos necesarios para ello?
El objetivo de este inicio de clases no responde al interés de desarrollar una educación pública incluyente, innovadora o consecuente democrática, menos aún socialista. El interés fundamental es darle repuesta a las demandas de los empresarios, que tengan dos meses de ganancias seguras y de felicidad económica. Los burgueses son hoy los verdaderos favorecidos por el gobierno que preside Nicolás Maduro.
No puede descartarse tampoco, que la medida de reinicio de actividades escolares presenciales, obedezca a la propia propaganda del gobierno de cara a las próximas elecciones municipales. Es posible que el reinicio forzado de clases presenciales sea un medio para mostrar a la población, que su política ha permitido resolver la crisis de la pandemia de forma exitosa, a pocos días de iniciarse la campaña electoral.
Los trabajadores debemos responder en las calles a las políticas burguesas del gobierno
Frente a esta política de clase que favorece los intereses de los capitalistas, los trabajadores del sector educativo y de todos los sectores económicos del país, deben darle al gobierno nacional una respuesta política con contenido de clase y una orientación anticapitalista. ¡Movilicémonos a las calles por el derecho a la salud, a la vida y a una educación de calidad bajo condiciones de bioseguridad adecuadas!
El capitalismo parásito de nuestro país, pero también en todo el mundo, se encuentra en franca bancarrota. Si no fuera por el apoyo de los gobiernos de turno, ya sean de izquierda reformista o de derecha, a los capitalistas, el proletariado estaría en condiciones políticas suficientes para barrer al sistema capitalista en un país tras otro. Eso es lo que también vemos hoy en Venezuela. El gobierno promulga decretos y otorga financiamientos a la burguesía, a fin de incentivar y reactivar la economía capitalista, pero, la realidad es que a lo largo del último medio siglo, los capitalistas han conducido progresivamente al país al estado de barbarie, y no hay otra cosa que puedan ofrecerle al conjunto de la sociedad.
Es necesario, en medio de la pandemia y los programas de austeridad, levantar un programa que oriente a los trabajadores, a la juventud, a las mujeres, a los pensionados y jubilados, a las mujeres, a la clase media y demás capas pobres del país, a una lucha sin cuartel contra el sistema capitalista y parásito que es incapaz de resolver en lo más mínimo de las necesidades básicas de las masas trabajadoras: educación, salud, alimentos, medicinas, viviendas, salarios y trabajos dignos, y servicios públicos de calidad.
Mientras el capitalismo parásito y podrido siga manteniéndose en pie, conoceremos en carne propia a qué condiciones de degradación nos puede llevar. Lenta o rápidamente, pero, eso sí, cada vez con más crudeza, la degradación del sistema capitalista se expresará en guerras, catástrofes, hambre y empobrecimiento agudo. En pocas palabras, la putrefacción del sistema condenará a la sociedad a la barbarie.
La burguesía nos somete de forma cotidiana a una humillación y agonía permanentes, con tal de obtener sus ganancias: sufrir y llorar la pérdida de un familiar, o ver enfermo a un ser querido y no poder comprarle una bombona de oxígeno, ni las medicinas, ni los alimentos necesarios, mientras los dueños de la economía se hacen cada vez más ricos.
Es hora de construir, bajo un programa marxista genuino, una alternativa de los trabajadores que nos permita avanzar en la destrucción de este sistema capitalista putrefacto y parásito, así como en la creación de un gobierno de las y los trabajadores.
Un gobierno que nos permita cambiar el actual régimen de producción que solo ofrece muerte y miseria, como señalara el Presidente amigo Hugo Chávez, por un régimen de producción socialista al servicio de las mayorías, en cual que se planifique la economía en beneficio de todos. Que las masas trabajadoras tengan verdaderas oportunidades de bienestar y realización humana, muy distintas a las que nos imponen las políticas capitalistas del gobierno de Nicolás Maduro, que son parte de la historia de horror sin fin del capitalismo. Esta debe ser nuestra respuesta a la crisis, la de los trabajadores, la juventud, los pobres.