A escasos cinco meses de haber iniciado el gobierno de la Gran Alianza Nacional (GANA) encabezado por Óscar Berger, la burguesía guatemalteca es confrontada por los trabajadores y campesinos pobres por medio de una huelga general de 48 horas en los d A escasos cinco meses de haber iniciado el gobierno de la Gran Alianza Nacional (GANA) encabezado por Óscar Berger, la burguesía guatemalteca es confrontada por los trabajadores y campesinos pobres por medio de una huelga general de 48 horas en los días 8 y 9 de junio. Los principales reclamos que motivaron la movilización fueron las exigencias para que el nuevo gobierno de derechas frenara los desalojos contra campesinos sin tierras que mantienen invadidas fincas privadas, que durante los últimos meses han sumado 23 y en varios han terminado en choques con las autoridades, y rechazar la propuesta gubernamental de ampliar el pago de impuestos a sectores de la población que por sus escasos ingresos están exentos. También la huelga se desarrolló como un acto de repudio al acuerdo de libre comercio (CAFTA) firmado recientemente por los diferentes gobiernos de Centroamérica, entre ellos el de Guatemala, con el imperialismo yanqui.
Con esa política en pocas semanas Berger dejó al descubierto su verdadero rostros echando por tierra cualquier resquicio de ilusiones que entre algunas capas de la población existían ante la instalación del nuevo gobierno.
De acuerdo a los informes de la prensa guatemalteca, las protestas provocaron bloqueos de carreteras, manifestaciones frente a sedes del gobierno y una importante paralización de servicios como el transporte y la educación. También hubo bloqueos de las rutas que conducen a las fronteras con México, Honduras y El Salvador; lo mismo sucedió con varios puntos de la carretera del litoral sur, la que comunica con el principal puerto en el Atlántico y el altiplano occidental. Sólo el aeropuerto internacional La Aurora se mantuvo en operaciones debido a que fue acordonado por la policía para asegurar su funcionamiento. Las diferentes manifestaciones de protesta fueron acompañadas por movilizaciones masivas en las principales ciudades guatemaltecas, especialmente en la capital.
El acatamiento de la convocatoria a la huelga y las dimensiones logradas por la misma nos permiten asegurar que en general la jornada de lucha fue un éxito, la cual incluso no pudo ser frenada por las intimidaciones y las amenazas del régimen sobre el uso del ejército y la policía para impedir que los trabajadores y campesinos se manifestarán.
Lo anterior por sí mismo es un verdadero logro de parte del campesinado y lo trabajadores guatemaltecos pues estamos hablando de una nación en la que la burguesía está acostumbrada a eliminar de tajo cualquier muestra de descontento por medio de la represión más brutal.
Pero aun queda mas: la huelga general obligó a Berger a desistirse de sus planes y su gobierno se comprometió públicamente a frenar los desalojos contra campesinos y dejar de lado su propuesta para extender el cobro de impuestos a las capas más pobres del país.
En síntesis, en Guatemala hemos asistido a un capitulo de la lucha de clases en el que ha quedado en claro la fortaleza de los trabajadores del campo y la ciudad, al lado de la debilidad de la burguesía y su gobierno los cuales fueron paralizados por la voluntad de las clases explotadas. La clave fue la acción unificada de aproximadamente cien organizaciones campesinas, sindicales, indígenas, estudiantiles, colonos, pequeños comerciantes, etcétera, todas ellas aglutinadas en un sólo frente por medio del cual lograron cohesión, así como la coordinación de diferentes iniciativas para preparar y desarrollar la huelga.
Los trabajadores de Centroamérica y de todo el mundo debemos ver como una fuente de inspiración y una escuela a seguir la forma de lucha que los sectores oprimidos en Guatemala han usado para defender sus intereses.
La larga pesadilla capitalista.
A lo largo de su historia como país independiente Guatemala, como toda nación atrasada que se integra al capitalismo, ha sido sometida a una enorme dependencia respecto a las potencias imperialistas, particularmente a los EE.UU. Su riqueza natural y su fértil suelo la pusieron en la mira de las trasnacionales las cuales para obtener mas que jugosos beneficios se abocaron a la tarea de imponer su voluntad bajo distintos medios, entre ellos los mas violentos basándose en férreas dictaduras militares. Todo ello al amparo y con la complicidad de la atrasada y degenerada oligarquía guatemalteca.
Uno de los capítulos mas funestamente celebre, que incluso tuvo un especial significado para el conjunto de toda América Latina, fue el golpe de estado contra el presidente constitucional Jacobo Arbenz el 18 de junio 1954, planificado por la CIA como respuesta a la nacionalización de las plantaciones de la United Fruit Company.
Con el golpe de estado es colocado en el poder el coronel Carlos Castillo, quien puso fin a las reformas agrarias. Tras este acto se iniciaría una larga escalada de terror y masacres que formalmente se extendió hasta 1996 (con los acuerdos de paz firmados por el gobierno y la guerrilla) y que dejó como saldo a cuado menos unos 200 mil muertos y desaparecidos a cargo del ejército, la policía y los escuadrones de la muerte.
En lo que respecta a las condiciones de vida de los guatemaltecos, las cosas se han ido empeorando con forme pasa el tiempo. A estas alturas, de acuerdo con un par de informes de la BBC la miseria ha obligado a un millón de niños a trabajar; además la concentración de riquezas al lado de la pauperización social que se experimentan en Guatemala difícilmente encuentra comparación en el orbe ya que de entre sus 12.3 millones de habitantes (ONU 2003) el 2% de la población controla alrededor del 58% de las riquezas mientras el 90% de la gente vive bajo la línea de pobreza.
En el campo se vive una situación similar: de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) el 80% de la tierra cultivable en Guatemala está en poder de grandes propietarios, que representan el 2% de la población.
Todos estos factores son los que hacen que cada año, más de 90.000 guatemaltecos abandonen el país en busca de trabajo, de acuerdo a los datos que ofrece la Organización Internacional para la Migración (OIM
Pero en lo que corresponde a los derechos humanos, a pesar de los acuerdos de paz este sigue siendo un fenómeno lacerante para los trabajadores del campo y la ciudad pues tan sólo durante la administración del Frente Republicano Guatemalteco (FRG) dirigida por Alfonso Portillo (2000-2004), como lo informa el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), en total se presentaron 12.656 violaciones de los derechos humanos.
El débil gobierno de Berger.
Óscar Berger se instaló en el poder el 14 enero pasado tras un proceso electoral que requirió una segunda vuelta pues en la primera contienda ninguno de los aspirantes logró el 50% mas uno de los votos. No obstante ello, esa primera vuelta fue utilizada por las masas para cerrarle el paso al viejo dictador, el general José Efraín Ríos Montt quien fue gobernante de facto entre 1982 y 1983, tras protagonizar un golpe de Estado contra Romeo Lucas. Su gobierno es recordado como uno de los más sangrientos en la historia del país. Así, al conseguir menos del 20% del sufragio, el Frente Republicano Guatemalteco (FRG), partido de Ríos Montt, también de paso fue echado del poder.
Ya en la segunda vuelta, en diciembre, Berger consiguió el 54,16% de los votos. Sin embargo este resultado alcanzado a pesar del enorme apoyo otorgado por los empresarios, analizado al lado de otras cifras, expresa la debilidad con que el actual mandatario y la alianza que encabeza llegaron al poder: por principio de cuentas en esa vuelta el candidato de lo caracterizado por algunos como centro-izquierda, Álvaro Colon, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), logró el 45.84% de los votos. Pero un dato que es más que relevante es el del abstencionismo: ya en la primera vuelta el 40% de los guatemaltecos con derechos a voto no acudió a las urnas, pero para la segunda vuelta ese porcentaje se incrementó hasta casi el 60%. Ese nivel de abstencionismo refleja por una lado la falta de una alternativa que exprese más nítidamente las aspiraciones de las masas pobres, pero por otro lado ilustra la enorme falta de credibilidad en el nuevo gobierno de GANA.
Berger es consciente de ello y, dado que no implementará ninguna acción seria para beneficiar en algo a los sectores oprimidos, ha iniciado una campaña desesperada en búsqueda de mayores simpatías basándose en aspectos que a primera vista podrían parecer útiles para lograr un efecto positivo en mejorar su imagen
Así es como una de las primeras medidas lanzadas ha sido la persecución contra el odiado FRG y sus principales cabezas. Ahora el reciente ex presidente Alfonso Portillo y algunos integrantes de su administración son investigados por corrupción y malversación de fondos públicos. De hecho el ex ministro de gobernación, Byron Barrientos, ya ha sido arrestado por esta razón.
La casería se ha extendido hasta el propio Ríos Montt el cual desde marzo pasado está bajo arresto domiciliario acusado de homicidio culposo, ya que según una denuncia, fue el instigador de una protesta en la que un periodista perdió la vida el 24 de julio del año pasado.
También la desesperada búsqueda de imagen ha obligado a Berger a tomar algunas medidas en el ejército, por ejemplo en mayo clausuró la base militar de Santa Cruz del Quiche, conocida por el papel que jugó durante los 36 años de guerra civil en el país. Grupos de derechos humanos aseguran que la base clausurada fue utilizada por el ejército para detener y asesinar a líderes rebeldes y sus seguidores.
También ha anunciado un plan para reducir las tropas de las 27.000 plazas actuales a 15.500. Incluso la Corte Suprema de Justicia decidió ratificar una sentencia de cárcel contra un ex coronel involucrado en el asesinato de la antropóloga Myrna Mack en 1990. De esta forma el ex oficial Juan Valencia deberá regresar a prisión para cumplir una condena de 30 años de cárcel. Hasta ahora este es el oficial de más alto rango procesado por la justicia por su participación en la guerra sucia.
Todo ello no ha servido de nada para los fines de Berger, esto a pesar del enorme odio compartido por los campesinos, indígenas y trabajadores guatemaltecos contra el FGR y el ejército. Así inmediatamente tras la toma de poder el Berger se vio sometido a una ultimátum de cien días impuesto por diferentes organizaciones sociales para demostrar congruencia con sus promesas de campaña. Pero en ese mismo plazo al mismo tiempo que Berger inició la campaña propagandística antes mencionada, también una feroz ofensiva contra las tomas de fincas provocando la ira del campesinado la cual se expreso, vencido el plazo, en marzo pasado por medio de una monumental movilización de protesta en la que también participaron sindicalistas y estudiantes.
De este modo el fin de la tregua, tras el intento de imponer el pago de impuestos a la población más empobrecida, llegaría a su clímax por medio de la huelga general de junio con los resultados más arriba descritos.
El futuro es de lucha
La crisis política y económica de Guatemala es producto de la crisis general del capitalismo en Centroamérica, en esta región durante la pasada década la maquila fue uno de los principales motores de la economía y aun hoy siguen siendo un factor de relevancia para el destino de esos países. Pero la crisis de la economía mundial y de la de los EE.UU. en particular ha tenido profundas secuelas sobre ese sector de la economía centroamericana el cual ha perdido cuando menos unos 90 mil empleos desde 2001 a la fecha.
De cara al futuro el panorama no se presenta nada halagador para la maquila pues a la par de que en el 2005 se termina el acuerdo de multifibras (lo cual liberará la producción mundial de este rubro creándose con ello un ambiente que le permitirá a China inundar con mas facilidad que nunca los diferentes mercados textiles), el CAFTA eliminará las tarifas arancelarias de más del 80% de las exportaciones estadounidenses a Centroamérica en un periodo de diez años. Ambos elementos inyectarán una enorme presión a las maquilas centroamericanas provocando quiebras y, por consecuencia, el incremento de los despidos.
Berger ante ese panorama, como todo buen lacayo de la burguesía y del imperialismo, tratará a toda costa que los trabajadores paguen los platos rotos. Y para eso, también como lo hicieron sus antecesores, si lo necesita intentará apoyarse en la fuerza bruta. Al respecto de esto último tenemos que decir que su programa hacia el ejército esta integrado por medidas cosméticas que no pretenden ir a fondo. Por ejemplo, a pesar de la reducción programada de tropas el ejercito guatemalteco se mantendría como el más grande de Centroamérica.
Tampoco ha dicho nada serio, ni lo hará, sobre el Estado Mayor Presidencial (EMP), el principal cuerpo de élite militar vinculado a la guerra sucia y sobre el cual en los acuerdos de paz está estipulada su desaparición.
A la par de esa política represiva está el reciente acuerdo con G.W. Bush para enviar 100 soldados del ejército yanqui a territorio guatemalteco como auxilio en el “combate al narcotráfico” El imperialismo también se está preparando, hoy envía a cien hombres y maña serán 300 y pasado mañana otros 500 y así sucesivamente, porque el “combate al narcotráfico” lo requiere.
Pero por su parte la clase obrera y el campesinado pobre por medio de la exitosa huelga general han dado sobradas muestras de que ya no están dispuestos a seguir tolerando más ataques y que el temor a la represión no es un factor que los limite en la lucha. Todo indica que más temprano que tarde en Guatemala, dadas las enormes contradicciones de clase que se viven, veremos confrontaciones con dimensiones superiores hasta las ahora alcanzadas. En estas circunstancias resulta doblemente urgente la construcción una alternativa que pueda conducir a una victoria contundente y definitiva a la clase trabajadora y el campesinado pobre. Una alternativa que pueda unificar a la izquierda revolucionaria y que al mismo tiempo le permita establecer lazos mas que estrechos con los trabajadores de la ciudad y el campo y sus organizaciones tradicionales y transformarse en un referente de masas.
Nos referimos al programa del socialismo pues la única manera de solucionar los problemas de la inmensa mayoría empobrecida de Guatemala y evitar al mismo tiempo una nueva escalada sangrienta a cargo de la burguesía, los terratenientes y el imperialismo es por medio de la expropiación de la banca, la industria, los latifundios, las cadenas mercantiles; en suma la expropiación de los principales resortes de la economía para ponerlos bajo el control democrático de los trabajadores y campesinos pobres.
Pero las cosas no pueden parar ahí, la lucha contra la opresión, la explotación y la represión en Guatemala sólo puede tener éxito en la medida que la revolución se extienda al conjunto de los países de la región. De este modo los trabajadores de Centroamérica unidos no sólo serán más fuertes contra la oligarquía regional y el imperialismo, sino que además por medio de la economía planificada podrán unir sus enormes recursos naturales y lo económicos para construir una Federación Socialista de Centroamérica y con ello dejar en el pasado el hambre, el desempleo, la insalubridad, el analfabetismo y otra serie de aberraciones producto del capitalismo que por ya muchos años han lacerado a los pueblos de Centroamérica.
30 de Junio, 2004