Las elecciones del próximo 23 de octubre, que renovarán parcialmente las legislaturas locales, provinciales y nacionales, apenas están despertando el interés de las familias obreras, cuyas preocupaciones (salario, empleo, salud, educación, vivienda, Las elecciones del próximo 23 de octubre, que renovarán parcialmente las legislaturas locales, provinciales y nacionales, apenas están despertando el interés de las familias obreras, cuyas preocupaciones (salario, empleo, salud, educación, vivienda, etc) están completamente ausentes del debate electoral.
Ninguna diferencia de fondo entre los candidatos
Dada la vaciedad de los discursos y polémicas es realmente difícil apreciar diferencias sustanciales entre lo que proponen Kirchner y Duhalde, Macri, López Murphy, los radicales o Carrió.
Todos acuerdan en el pago de la deuda pública ($20.000 millones anuales, el 4% de la riqueza del país, el PBI), lo que implica un ajuste similar en los presupuestos de salud, educación, pensiones y salarios de los empleados públicos. Defienden la renovación de las concesiones y privatizaciones de los servicios públicos, y los subsidios de miles de millones de pesos a los empresarios locales y extranjeros.
Nadie los escuchó hablar a favor de las luchas obreras por el salario y el empleo, o exigir el blanqueo bajo convenio de todos los trabajadores "en negro", la mitad de la fuerza laboral argentina. Ni hablar de un seguro de desempleo universal para todos los desempleados. Todos plantean la reducción progresiva de los planes sociales manteniendo la miserable cantidad de $150 mensuales.
En política exterior, a excepción del ARI (si bien éste de una manera tímida, cobarde e hipócrita) todos acordaron en reforzar el alineamiento con el imperialismo norteamericano: envío de tropas a Haití, aprobación de leyes "antiterroristas" a pedido de Washington que suponen un cercenamiento de los derechos democráticos, apoyo tácito a la ocupación imperialista de Iraq, etc.
En la represión a los luchadores sociales, todos aplaudieron o guardaron un silencio comprometedor (ARI).
La política económica del gobierno de Kirchner, que ninguno de sus oponentes burgueses desafía, fue caracterizada espléndidamente por el dirigente de la principal asociación patronal argentina, Héctor Méndez de la UIA: "Nunca nos sentimos protegidos como ahora" (Clarín, 9 agosto). Y no es sorprendente cuando las ganancias empresariales están aumentando un 50% más cada año.
Las mejoras obtenidas por los trabajadores y jubilados en sus haberes, allá donde se han producido, fueron fruto exclusivo de las extraordinarias luchas obreras que han sacudido el país en el último año y medio, o fueron decretadas desde el gobierno como resultado directo de las mismas para intentar desactivar la protesta social.
Perspectivas electorales
Kirchner ha tratado de explotar demagógicamente el rechazo instintivo de millones de trabajadores a las políticas de ajuste y privatizadoras del pasado para enfrentar a sus oponentes de derecha. Es verdad que Kirchner ha gobernado a favor de la burguesía y los monopolios extranjeros, pero ha tenido un cierto éxito en diluir esta política con pequeñas concesiones a los trabajadores y jubilados en el contexto de un crecimiento económico que permitió un aumento del empleo y subas salariales generalizadas por primera vez en más de una década, aunque muy insuficientes para recuperar todo el poder adquisitivo perdido en los últimos años. En la medida que a su izquierda no existe un referente que aparezca ante las amplias capas de la clase obrera y la juventud como una alternativa fuerte y confiable, pese al número cada vez mayor de trabajadores y jóvenes desencantados con la hipocresía de su política, un sector importante de la clase obrera sostendrá con su voto a los candidatos kirchneristas, sin gran entusiasmo y porque no ven otra alternativa.
En la provincia de Buenos Aires, el principal distrito electoral del país, se da por descontada una victoria holgada de Cristina Kirchner. El duhaldismo quedará seriamente debilitado y perderá el control del aparato peronista bonaerense. En Capital, aunque es probable que Macri pueda ser el candidato más votado, globalmente será superado en votos por Carrió y Bielsa. En otro de los distritos importantes en disputa, como la provincia de Santa Fe, probablemente el peronismo sufrirá una derrota humillante a manos de la coalición de socialistas y radicales.
Es verdad que, debido a la heterogeneidad de la geografía política del país, los resultados pueden variar de un sitio a otro. Pero la tónica general es que los candidatos referenciados con el pasado de corrupción y de las políticas saqueadoras de los 90 serán derrotados o quedarán en minoría, siendo superados por el “kirchnerismo” y el "centroizquierdismo" en sus diferentes variantes. Estos últimos no expresan en absoluto una salida de independencia de clase de los trabajadores, sino el "mal menor" por el que optarán millones de trabajadores ante la falta de una genuina referencia política de clase.
Como sucede en cada cita electoral, los candidatos burgueses están desplegando toda su demagogia explotando las preocupaciones e incertidumbres de millones de trabajadores y sectores populares. Además de utilizar descaradamente los recursos públicos reciben el apoyo de los principales grupos empresarios del país para financiar sus campañas. En cambio, la izquierda es discriminada en los medios de comunicación y su fuente de financiamiento proviene del esfuerzo y el sacrificio de sus militantes y simpatizantes.
Desde El Militante planteamos que ningún trabajador con conciencia de clase, ningún joven comprometido con la justicia social puede dar ningún tipo de aval a estos políticos burgueses por muy "progresistas" que se quieran pintar algunos de ellos. Sean quienes sean de entre estos candidatos los que se sienten en las bancas de las diferentes legislaturas, su política les será dictada por la burguesía nacional y los monopolios extranjeros.
La izquierda se boicotea a sí misma
Los marxistas siempre hemos señalado los límites de esta falsa democracia. Se permite que la gente opine (más o menos) lo que quiera, siempre que las decisiones fundamentales las tomen los grandes empresarios, banqueros y terratenientes. Las conquistas fundamentales: las libertades democráticas, un salario digno o (en una etapa superior) la transformación socialista de la sociedad siempre fueron, y serán, fruto de la organización, la conciencia y la lucha de las masas en las fábricas y las calles, y no la obra de ningún parlamento. Pero no somos anarquistas. Es necesario participar en unas elecciones y alcanzar una representación parlamentaria, para utilizarlo como una tribuna que lleve nuestras ideas a las más amplias masas de la población, vinculando la lucha por reformas a favor de la clase trabajadora con la lucha por la transformación socialista de la sociedad.
A pesar de todo, la coyuntura política ofrecía una gran oportunidad para que un genuino frente electoral de la izquierda hubiera obtenido un resultado significativo que hubiera multiplicado su actual (y minúscula) bancada en el Congreso. Es una ley histórica que la clase obrera no entiende de organizaciones pequeñas. Siendo las diferentes agrupaciones de la izquierda pequeños grupos sin gran inserción de masas, era ésta la única manera en que podían haber tenido un eco en cientos de miles de trabajadores, desocupados y jóvenes que están buscando una alternativa a las políticas capitalistas de los partidos y gobiernos patronales. Lamentable e irresponsablemente, por mezquinos intereses de aparato, por el oportunismo sin principios de unos y por el sectarismo inveterado de otros, esto no fue posible una vez más.
Desde El Militante no aceptamos el chantaje "de facto" que nos obliga a posicionarnos a favor de una u otra lista electoral, contribuyendo a diluir y dividir el voto de izquierda, profundizando el enfrentamiento entre los compañeros de base y la periferia de las diferentes agrupaciones que interpretarán un voto a favor de una lista como un voto contra las demás. Los intereses generales de la clase obrera están primero, y demandaban una lista única con un programa común. De ahí que hagamos un llamamiento general a votar críticamente a la izquierda sin comprometernos con ninguna lista específica.
La vida continúa después de las elecciones, que por sí mismas no resolverán ninguno de los problemas que preocupan a los trabajadores y la juventud. Debemos avanzar en nuestra organización como clase. Dentro de los sindicatos, dando pasos adelante en el desarrollo de la Corriente Sindical de oposición a las actuales conducciones burocráticas que están impulsando cientos de activistas obreros en todo el país. Y políticamente, agrupando en un frente común a todos los trabajadores y jóvenes que sinceramente deseen avanzar en la emancipación de los trabajadores de la explotación capitalista, deslindando con el oportunismo centroizquierdista y el sectarismo ultraizquierdista.