En nombre de la Tendencia Marxista Internacional, deseo expresar nuestra más cordial solidaridad con el pueblo de Cachemira en estos momentos difíciles. El sufrimiento del pueblo cachemir, que ha durado décadas y es una mancha en la cara de nuestro p En nombre de la Tendencia Marxista Internacional, deseo expresar nuestra más cordial solidaridad con el pueblo de Cachemira en estos momentos difíciles. El sufrimiento del pueblo cachemir, que ha durado décadas y es una mancha en la cara de nuestro planeta, ha quedado cruelmente al descubierto por esta terrible catástrofe. A las heridas infligidas por el hombre hay que añadir los golpes crueles de las fuerzas naturales incontroladas.
La visión de tantos niños huérfanos, madres y padres agraviados, tantos muertos y heridos, tantas vidas rotas, ha conmovido el corazón de millones de personas en todo el mundo.
En estos momentos de desesperación colectiva, la tendencia natural de los hombres y las mujeres a la solidaridad humana y la acción colectiva, representa la única luz tenue en la oscuridad. Es una prueba viviente de que el espíritu humano contiene dentro de sí todo lo necesario para elevarse por encima de las mayores tragedias y triunfar ante los obstáculos más terribles.
Los trabajadores del mundo están unidos para apoyaros. Están enviando comida y medicina, tiendas de campaña y ropa. Estas son las necesidades inmediatas para vuestra supervivencia física. Algunas de estas cosas son enviadas por el pueblo de la India, que considera propios vuestros sufrimientos. Los trabajadores y campesinos tienden sus manos en señal de amistad, desafiando todas las barreras artificiales y monstruosas levantadas por sus opresores para mantenerles divididos y débiles.
Este es el verdadero mensaje de esperanza para el futuro de Cachemira y toda la humanidad. Es necesario fortalecer estos vínculos de hermandad y solidaridad que unen a los trabajadores de todos los países, garantizarlos y protegerlos, hacerlos crecer en un terreno sólido y duradero.
Hoy luchamos juntos contra los golpes crueles de la naturaleza. Mañana lucharemos juntos contra golpes aún más crueles infligidos sobre nuestras cabezas por los opresores, los terratenientes y los capitalistas, los burócratas y los militaristas que son responsables de la mayoría de los problemas que acosan a la raza humana.
La vieja clase dominante ha demostrado su total incapacidad para resolver los problemas más apremiantes de la población. Esta incapacidad ha quedado al descubierto de la manera más cruel y bárbara en el curso de esta actual calamidad. ¿Cómo puede la clase dominante, que ha sido incapaz de solucionar el desempleo y la pobreza, el analfabetismo y la enfermedad, en tiempos normales, resolver problemas tan grandes como los creados por esta catástrofe?
¿Cómo puede un sistema que es incapaz de proporcionar a la población viviendas decentes en tiempos normales cobijar a millones que están congelándose en las frías montañas junto a sus casas en ruinas? No puede haber futuro para la población bajo un sistema que siempre sitúa los beneficios de unos pocos antes que las necesidades apremiantes de la mayoría.
¡Pueblo de Cachemira! Hoy es vuestro lamento, vuestros muertos y el cuidado de vuestros heridos. La clase dominante pronuncia discursos hipócritas sobre ayuda y solidaridad. Pero no se puede confiar en ellos. Como siempre, ellos buscarán sus propios intereses, dejarán a los pobres y desamparados valerse por sí mismos.
El heroico pueblo de Cachemira ha demostrado que es capaz de sobrevivir a este gran sufrimiento con coraje y estoicismo. Este pueblo merece un destino mejor que el que ha tenido que aceptar durante más de medio siglo. Sin duda se recuperará de las actuales calamidades y regresará al camino de la lucha. Pero ¿la lucha contra qué y quién?
Durante muchos años el pueblo del subcontinente fue educado en el odio a las personas de otras naciones y religiones. Se pretendía que aceptara el dominio de su “propia” clase dominante, sus “propios” terratenientes y capitalistas, que les roban, estafan y desangran.
Ahora le dicen a la población que el enemigo es la naturaleza. Pero la gente sabe que los problemas a los que ahora se enfrenta no proceden de la naturaleza sino de una infraestructura espantosa: malas carreteras, mal transporte, malas casas que se derribaron a la mínima sacudida, la ausencia de médicos y otro personal especializado. Estos son problemas creados por el hombre que imposibilitan hacer frente a desastres naturales como el que ha sacudido el corazón de Cachemira.
Toda la historia demuestra que la raza humana es muy resistente. Los hombres y las mujeres se recuperan incluso de los desastres más terribles. Del infierno actual la gente saldrá fortalecida. En medio de esta tormenta están aprendiendo lecciones.
La lección más importante es que no se puede volver a la anterior situación de calamidad. Hace falta un terremoto social y político que acabe con un sistema corrupto y corrompido, es necesario sustituirlo por algo más limpio, mejor y más humano.
La catástrofe actual es un desastre humano sin paralelo. Pero también ha sacado a la luz la incapacidad criminal del orden social. No sólo ha sacudido los cimientos de los edificios. También ha sacudiendo los cimientos del orden social y político criminal, ha puesto las bases para su derrocamiento.
La única salida para los oprimidos y los que sufren en Cachemira es la lucha por el socialismo. Los trabajadores y los campesinos deben tomar el poder en sus manos, poner fin a toda la injusticia, explotación y opresión, poner las bases para un futuro mejor y más brillante en una Federación Socialista de todo el Subcontinente.
Londres, 14 de octubre de 2005