«Alguna vez lo he dicho y más de cien lo he pensado: la libertad de los cinco revolucionarios cubanos no la podemos dejar en manos de un poder judicial que está contaminado por la prepotencia del poder ejecutivo del imperio.» Alguna vez lo he dicho y más de cien lo he pensado: la libertad de los cinco revolucionarios cubanos no la podemos dejar en manos de un poder judicial que está contaminado por la prepotencia del poder ejecutivo del imperio.
A estas alturas la felicidad que nos embargó el 9 de agosto pasado fue sólo para que imaginemos por última vez que aquel sistema funciona tal cual lo trató de diseñar Montesquieu en su “espíritu de las leyes”, el cual a la sazón debe estar pidiendo la palabra desde la tumba. Él sólo no. Toda la Ilustración debe estar en huelga. Allí en los flamantes y democráticos Estados Unidos de Norteamérica, paradigma de la libertad y la democracia, no hay tres poderes equilibrados e independientes. El imperialismo sólo cuenta con la arrogancia del que más tiene. O sí, hay tres poderes que a la larga convergen en uno, a saber: dinero, cañones y micrófonos.
El exilio más hostil que haya existido se arropa en el sur de la Florida, el que más odia a su nación de origen. Allí le tienen alergia crónica a la integridad en los principios. Y esa dosis se las brindaron con creces cinco cubanos hace poco más de un lustro. No pueden entender que cinco hombres comunes del pueblo se dejen encarcelar en nombre de la verdad y no se vendan. Sus neuronas no están dotadas para la dignidad y caen en crisis histérica inmediatamente. Esperemos que esto no provoque una transmutación genética y que los futuros descendientes de la Florida contengan los genes recesivos de sus antepasados, aquellos que ayudaron a la fundación del Partido Revolucionario Cubano de José Martí y no los de la desdichada y oprobiosa Fundación Cubano-Americana.
Gracias a esta incapacidad de asumir los principios es que gozamos los revolucionarios de la vida de Fidel Castro. Se lo dijo Fidel a Diego Armando Maradona en la celebre entrevista de hace unos días. No lo quieren matar por intereses ideológicos, lo quieren matar por dinero y entonces… sencillita la cuenta; si mueren en el empeño no disfrutan del beneficio.. Los suicidas árabes matan… pero por principios, pues entregan sus vidas en el intento.
La efímera alegría del 9 de agosto, cuando en el Onceno Circuito de Apelaciones de Atlanta, después de años de deliberaciones y suscribir unánimemente un documento de 93 cuartillas se le dio la bienvenida a la justicia, duró sólo unos días en que “se entendiera” por una corte federal que no fue correcta la labor de estos tres jueces y el 31 de octubre se acepta la apelación de la fiscalía para volver a revisar la apelación de la defensa. ¿Un nuevo juicio con todos los elementos e irregularidades, donde se han sumado las más oprobiosas vejaciones a los presos en estos siete años? ¡Ni que estuvieran locos o ebrios! No lo permitirán sin usar todas sus artimañas.
Se lanzó por la borda en esos instantes la opción legal. Y ahora lo que nos queda es un círculo vicioso de apelaciones de las partes. Durante ese tiempo seguirán presos y humillados nuestros hermanos, a diferencia de Posada Carriles, asesino confeso, y a pesar de que está probado el uso de la tortura y de la muerte en cárceles norteamericanas, los cinco cubanos no tienen derecho a nada más que a la humillación.
Reconozco, como todo mi pueblo y los hombres honrados del mundo, el trabajo titánico de los abogados de la defensa, pero ya no me queda ni un guisante de fe en recurrir a esos métodos para obtener justicia. Desbarata nuestros nervios y el de las bellas esposas que ven año a año una arruga más en la frente sin poder saber el futuro de sus compañeros. Algunos podrían no volver a ver vivos a sus padres. De hecho a dos de las esposas ni siquiera le permiten verles tras las rejas. ¡Basta ya!
A las instituciones jurídicas de Estados Unidos no podremos apelar sin que nos quede el sabor de la duda por dentro. Imagine usted que los tres jueces que revocaron el juicio están tildados de castristas. ¡Ni el documento hubieron de haberse leído donde incluso se señalan ciertas críticas a mi revolución! Si seguimos tan sólo la jugarreta legal no alcanzarán los psicofármacos para seguir la pista a tanto irrespeto al sentido común.
Tampoco tengo demasiada fe en que el “pueblo” de Estados Unidos en tiempo prudencial tome rápida conciencia de la injusticia, tan sólo porque el New York Times publique de cuando en vez una nota. Estamos hablando de tiempos reales para la vida y no de tiempos abstractos. Tiempo para que Gerardo y Adriana puedan tener un hijo, o que no sean mis compañeros tan viejos que no puedan ayudarnos a llevar adelante esta empresa en los momentos difíciles que el futuro le depara.
Os propongo otra acción paralela a la jurídica y a la campaña inmensa de solidaridad: Quiero contar en primer lugar con las fuerzas revolucionarias y contestarias del mundo, y por supuesto la de Estados Unidos. En contar con el movimiento que ha levantado Cindy Sheehan contra la guerra; que ellos nos ayuden en esta campaña esta parte comprometida del pueblo norteamericano, porque nuestros hermanos luchaban para que no hubiesen más jóvenes muertos en el mundo entero, en levantar carpas sin miedo y con pertinencia nuestras auténticas consignas, en soluciones revolucionarias como la que hizo sacar a Fidel de la cárcel en Isla de Pinos.
Organicemos movilizaciones masivas usando nuestras banderas, la vida ha demostrado lo que es capaz de hacer el verdadero poder de las masas en movimiento.
Porque el enemigo hace su campaña política con sus banderas, y a veces pienso que nosotros queremos hacerla con el reverso de ellas. Si ellos dicen terrorismo, nosotros antiterrorismo, si dicen democracia , nosotros antidemocracia. Pues no. Nosotros debemos desplegar nuestros legítimos estandartes y no usar un espejo del enemigo, colocando el “anti” delante de su propia jerga. Dijo Martí en Política insuficiente: ”Mucho daño hace en este mundo la cobardía; mucho la indecisión; mucho la lírica gubernamental y la política importada.”
¿Así que nosotros leales a un sistema judicial, cumpliendo con las normas y los tiempos a pesar de que no permitían en muchos casos a los reos ver a sus abogados? ¿Así que generales y doctores declarando la imposibilidad de que nuestros compañeros fueran agentes 07 de Castro frente a las autoridades norteamericanas, y ellos jugando a la política y olvidándose de las leyes? ¿Así que nosotros no podemos hacer campaña política y ellos están apoyados por el poder político del estado más poderoso de la Tierra? ¿Así que Posadas Carriles es tratado por el Convenio de la Tortura y recibe el dulce exilio del pretendido emperador, después de haber torturado él mismo a diestra y siniestra? ¿Así que nos debemos conformar con poder apelar, para que ellos apelen, y para luego volver a apelar nosotros? Dicen ellos que Cuba es un país terrorista que los amenaza, y es por este canon que juzgan sin dudas a nuestros compañeros, y no por apego a la ley. No saldremos nunca de ese círculo vicioso.
Pues bien, el que a hierro mata que a hierro muera. Pienso que debemos lanzar una campaña política responsable para que consideren a nuestros compañeros cinco compañeros presos políticos internacionales. Así con esas palabras y levantar el globo del mundo en peso si fuera necesario por su liberación. No es imposible: Imposible e insensato sería seguir confiando en un sistema corrupto que juega con nosotros con fantasmagóricas consignas, o esperar por no sé que milagro.
El pueblo norteamericano de alguna manera está abducido. Lo he dicho ya alguna vez. Es la víctima primera del imperialismo. Ya sé que la popularidad del presidente Bush va disminuyendo paulatinamente, mas el 38 % de ese país son decenas de millones de personas que por demás tienen los tres verdaderos poderes bien lejos de los que decía Montesquieu: Las armas, el dinero y los medios de prensa. Es contra esos poderes contra quienes propongo echar la pelea.
Estoy convocando a la lucha a todos mis compañeros militantes de todos los partidos revolucionarios del mundo y a todos los movimientos sociales a que juntemos nuestras armas y levantemos una potente campaña a favor de cinco presos políticos.
La justicia en Estados Unidos, a diferencia de lo que piensan muchos compañeros, no es de fiar. ¡Y no ahora! Cuando parece que todo intento de mantener separados los poderes es baldío, no ahora, que el presidente juega a las escondidas con el Senado y el Parlamento para aprobar cualquier barbaridad, no ahora cuando la constitución de ese país será considerada dentro de poco un documento anarquista, y tan sólo serán importantes “verdades mayores” como seguridad nacional, guerra preventivas y demás atrocidades. No. Mucho antes. José Martí hizo una hermosa crónica en La Nación en 1891 en relación a los italianos asesinados en New Orleans. Dice Martí: ”Y pocas horas después del que jurado de norteamericanos los absolvió, la junta de notables nombrada por el alcalde para ayudar al castigo del asesinato, la junta capitaneada por el cabecilla de uno de los bandos políticos de la ciudad convoca a motín a los ciudadanos. (…) Era verdad que New Orleans, con la ley en sus manos, se volvía contra su ley. El gobernador del estado, dueño de la milicia, abandonaba la capital del estado al motín. Los cabecillas del motín contra el tribunal, eran de tribunales, eran magistrados, fiscales, defensores. (…) Ni una voz de piedad, ni una súplica de mujer, ni un ruego de sacerdote, ni una protesta de la prensa. ¡A matar los dagos!”
Eso fue en New Orleans. Ahora quien está diseñando la política contra mis hermanos es Miami, pero con una gran diferencia: No creo que en 1891 el presidente Benjamin Harrison y sus aliados estuviesen tan implicados en el asunto de los siete italianos asesinados, como la administración actual en el de los cinco cubanos. Las decisiones sobre mi país se toman a expensas de unas decenas de familias mafiosas del sur de la Florida con la complicidad evidente del gobierno federal.
¿Y de qué nos asombramos? Los escándalos de cárceles ilegales, donde la tortura es permitida, el consentimiento para los asesinatos, la cacería de los mexicanos en el río Bravo, son ejemplos. Nada en ese país funciona con su propia legalidad.
La monstruosidad de ese sistema se devora sus propias formalidades y a los jueces no le queda ni la toga.
Os propongo pensar de nuevo en la historia. Veamos el caso de dos italianos más: Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, dos emigrantes italianos que llegaron a Estados Unidos y fueron acusados de asesinato y robo. Los hallaron culpables y los asesinaron, en 1927, pues fue asesinato, al no ser demostrada claramente su culpabilidad. ¿Por qué los acusaron? ¡Ah! Por la sencillísima razón de ser inmigrantes y sobre todas las cosas por ser revolucionarios, en este caso anarquistas.
A los revolucionarios cubanos no los han asesinado, pero los tienen secuestrados… técnicamente secuestrados, mas ¿qué importa? Son “terroristas” de un país terrorista y esas leyes (si es que existen) no están diseñadas para nosotros.
La gran campaña internacional por la liberación de Sacco y Vanzetti llevada a cabo por los socialistas y los revolucionarios de todo el mundo es la que deberemos desplegar. La batalla legal: muy bien; la solidaridad en congresos y eventos: muy bien, pero siento que en esta batalla nos está faltando una esmerada batalla roja, como la que “desempañamos” cuando Sacco y Vanzetti. Nuestros cinco compañeros sufren por haber sido capaces de penetrar a la mafia más prepotente de Estados Unidos, sufren porque ellos evitaron más desgracias a nuestro pueblo y a otros, porque en Miami no sólo se atenta contra Cuba, se atenta contra cualquier brote de revolución, sufren porque en sus propias narices no se dejaron vender.
Inocentes hay muchos en las cárceles dispersas en el mundo entero, pero estos cinco inocentes tal cual Sacco y Vanzetti están pagando condena extra tan sólo por ser militantes convencidos de la revolución cubana. Es un asunto que nos compete a todos los hombres honestos del mundo, pero en particular a los revolucionarios.
Llamemos pues a nuestros camaradas de Estados Unidos y de todas partes, despleguemos una campaña de masas sin apelar a una inexistente justicia. Convoquemos a los sindicatos, levantemos nuestras banderas rojas, negras, rojinegras , y todas las buenas banderas revolucionarias del mundo porque tenemos cinco militantes internacionalistas presos acusados falsamente de espías.
En la terminada cumbre de los pueblos el compañero Chávez acaba de decir que el Sur es un término político, entonces en Estados Unidos hay un Sur también. El huracán Katrina lo demostró. Hay Sur en Francia, donde se está desplegando una rebelión popular entre los jóvenes de las calles de París, y en Venezuela también hay Norte, pues y todos esos ladrones del golpe del 11 de abril del 2002 están al Norte. Y entonces es así: la tierra se divide entre explotados y explotadores, entre los que están dispuestos a vivir más allá de su camisa y quienes no.
Sur se escribe con s, con la s de socialismo. Y es a los socialistas (o si prefieren a los no capitalistas) del mundo, a los que convoco hoy ha organizar movilizaciones de masas , tal cual en la década del 20 por los italianos anarquistas para que hagamos una campaña por cinco de nuestros compañeros de lucha. Cinco comunistas del mundo y no sólo cubanos que se atrevieron a desafiar al imperio. Es más dos de ellos tienen nacionalidad norteamericana.
Unámonos en esta campaña y en las que están por venir todo el verdadero “Sur” de la Tierra.