“Un día histórico”. Así lo describían los trabajadores de Inveval, y ciertamente lo era. El lunes 28 de Noviembre ha marcado un nuevo paso adelante en la larga lucha de los trabajadores de la antigua Constructora Nacional de Válvulas hacia la reapert “Un día histórico”. Así lo describían los trabajadores de Inveval, y ciertamente lo era. El lunes 28 de Noviembre ha marcado un nuevo paso adelante en la larga lucha de los trabajadores de la antigua Constructora Nacional de Válvulas hacia la reapertura de la empresa bajo cogestión de los trabajadores.
Hoy la juez encargada del caso ha iniciado con la procuradoría un inventario en la fábrica, que luego de contrastado con el inventario que se hizo en el momento de la expropiación de la empresa llevará a la entrega de las llaves a los trabajadores que son ahora propietarios de la empresa junto con el estado.
Han venido a apoyarles camaradas del PCV, de la radio comunitaria Voz de Guaicaipuro, un concejal del MVR del Carrizal que es un antiguo trabajador de la CNV, y los camaradas de la Corriente Marxista Revolucionaria que han acompañado la lucha todo este tiempo.
Para muchos trabajadores era la primera vez que volvían a entrar en la empresa en varios meses, después de esta larga lucha de cuyo inicio se cumplen ya tres años este mes de diciembre. Tres años desde aquél paro-sabotaje patronal de la economía organizado por los patronos oligarcas contra la revolución bolivariana. El empresario golpista Sosa Pietri no solamente paró la empresa (aunque nos comentan los trabajadores que sólo lo hizo 8 días después del inicio del supuesto “paro cívico”, hasta en eso puso sus beneficios por delante de otras consideraciones), sino que trató de que fueran los trabajadores de CNV los que pagaran los daños causados.
Sosa Pietri es un buen representante de la burguesía venezolana, particularmente parasitaria y apátrida. Siendo presidente de PDVSA y dueño de la CNV que fábricaba válvulas para PDVSA, tuvo por muchos años un negocio redondo. “Él se pagaba y se daba el vuelto” como nos explica Jorge Paredes, dirigente del Comité de Conflicto y ahora elegido por la asamblea de trabajadores para ser el presidente de la empresa.
Durante más de dos años (con una sola interrupción cuando la lucha decayó por hambre y ausencia de expectativas) los trabajadores mantuvieron ocupada la rampa del portón de la empresa, soportando las inclemencias del tiempo, la lluvia, el viento que se llevaba las carpas, y refugiándose de ellas en un viejo autobús que tomaron.
Ni siquiera la expropiación fue el fin de las dificultades a las que se enfrentaron estos trabajadores. En el primer proyecto de acta de constitución de la empresa que les presentaron, la representación de los trabajadores en la junta directiva no aparecía por ninguna parte. Más tarde se consiguió una representación de 2 miembros para los trabajadores y 3 para el estado, pero finalmente, por insistencia del propio presidente Hugo Chávez, se decidió que el presidente fuera también elegido entre los trabajadores, dejando así a 3 trabajadores (uno de ellos ocupando un puesto que es del estado) y dos representantes del estado en la Junta Directiva. Han sido siete meses de lidiar con trabas burocráticas y legales de todo tipo.
Ahora, al entrar por primera vez en la empresa desde que hace unos siete meses el presidente Hugo Chávez firmó el decreto de expropiación, los trabajadores nos enseñan orgullosos los lugares dónde durmieron, vivieron, comieron, hasta cultivaron su propia comida durante aquellos dos largos años de lucha. En la “válvula bolivariana”, una gran válvula a medio camino de la rampa de acceso que los trabajadores pintaron con los colores de la bandera nacional y en la que colocaron un pequeño santuario, el grupo de trabajadores hacen un alto y cantan emocionados y puño en alto el himno nacional. “Abajo cadenas”! Y ciertamente rompieron con las cadenas de la explotación capitalista.
Algunos trabajadores llegan a decirnos que si vieran hoy a Sosa Pietri en cierto sentido le darían las gracias. Las gracias porque en esta larga lucha los trabajadores de la antigua CNV se han transformado. Ahora entienden que la clase obrera es una sola, que como nos dice Luisa “sin permiso de los trabajadores no se mueve una fábrica, ni se prende un bombillo”. Son diferentes de aquel grupo de trabajadores que fueron empujados a luchar por Sosa Pietri. Mejores en muchos sentidos. Más humanos, con una conciencia colectiva y social. Sobretodo han aprendido que los trabajadores son capaces de gestionar las empresas sin necesidad de patronos, “porque en realidad es lo que hemos hecho toda la vida”.
Para demostrarlo, los propios trabajadores se dividen por areas de la empresa para llevar a cabo el necesario inventario. ¿Quién mejor que ellos conoce la empresa por dentro, habiendo pasado allí 10, 12, 15 o más años de sus vidas”.
Un ejemplo que nos dan de esa nueva conciencia generada en la lucha, es el de cómo han roto la tradicional división entre obreros y empleados que siempre había potenciado el patrón para mantener a los trabajadores divididos. A partir de ahora, nos explican, no va a haber más diferencias y todos van a cobrar el mismo salario.
Cuando les preguntamos si el que la nueva Cooperativa Nacional de Válvulas Bolivarianas sea dueña del 49% de la empresa significa que ahora los trabajadores van a convertise en dueños capitalistas, la respuesta es unánime: “de ninguna manera”. “Cómo dijo el presidente, no se trata de quitar un capitalista para poner a 60”. José Gregorio Quintero, otro de los dirigentes de la lucha y ahora miembro de la directiva de Inveval, insiste: “las puertas de la empresa van a estar abiertas a las comunidades. Queremos poner aquí un Barrio Adentro 2, ayudar a la escuela La Granja, organizar eventos culturales, …”. Que la empresa esté realmente vinculada a la sociedad y sus beneficios se utilicen en beneficio de esta. “No se trata solamente de producir y cobrar 15 y último”.
Jorge Paredes nos pone el ejemplo de la empresa cerámica Zanón en Neuquén, Argentina,bajo control obrero, dónde los trabajadores reciben sus salarios y prestaciones y dedican todo el excedente a un fondo de solidaridad para otras luchas, mejoras para las comunidades etc.
Solidaridad de Invetex
A media mañana se presenta una visita. Unos 20 trabajadores de Invetex han recorrido los varios cientos de quilómetros que separan Tinaquillo, estado Cojedes, de las alturas del Carrizal, dónde se encuentra la antigua CNV. La solidaridad entre ambos grupos de trabajadores se solidificó en una reciente visita de una delegación de Inveval a Invetex. Allí discutieron los problemas a los que se enfrentan los trabajadores de Invetex, y trataron de buscarles soluciones sobre la base de la propia experiencia. Esa discusión se renueva. El modelo de “cogestión” que se está proponiendo en Invetex es uno en que los antiguos empresarios (que cerraron ésta empresa textil y la mantuvieron abandonada por 12 años) y el estado se repartan la propiedad de la nueva empresa (los empresarios aportando la maquinaria y las instalaciones que no usaron por 12 años, y el estado el capital necesario para reactivarlas). Los trabajadores en todo esto juegan el papel de meros espectadores, aunque está previsto que el estado, después de dos años, transfiera progresivamente su propiedad a los trabajadores. Incluso en estas condiciones tan ventajosas para los antiguos empresarios, estos se han resistido a firmar el acta de constitución, tratando de conseguir mejores condiciones.
Los trabajadores se empiezan a preguntar si no hubiera sido mejor tomar la empresa ellos mismos y haber exigido la expropiación desde el principio. La diferencia es que en aquel entonces no estaban organizados ni conscientes. Esto ahora ha empezado a cambiar, y ha sido, en parte, por las discusiones con otros grupos de trabajadores como los de Inveval y en el Encuentro Latinoamericano de Empresas Recuperadas por los Trabajadores. En primer lugar, los trabajadores de Invetex empiezan a pedir que se les de por lo menos un representante en la nueva junta directiva.
De esta nueva solidaridad de clase que empiezan a aprender surge la idea de un encuentro deportivo de empresas en cogestión que se celebrará en Inveval el 9 de diciembre. Los trabajadores de Invetex están al principio un poco temerosos de la idea: “¿pero vamos a jugar a beisbol o a softball?”. Cuando se les aclara que es softball se sienten más tranquilos. Quintero añade que la mayoría de trabajadores de Inveval están fuera de forma, para tranquilizarles. “En el encuentro ganamos todos”, es la conclusión general. Las discusiones surgen por todas partes, en pequeños grupos. Al final los trabajadores de Invetex tienen una reunión improvisada con Carlos Luís Rivero, vice-presidente del INCE, en el que le plantean todas sus dudas, temores y críticas. Están dando los primeros pasos necesarios en el camino de reconocerse como colectivo con intereses propios y organizarse para defenderlos. Y para ello cuentan con el apoyo de los trabajadores de Inveval. Como dice Quintero: “nosotros no les vamos a enseñar nada, les vamos a contar nuestra experiencia para que ustedes la puedan aplicar”.
El encuentro deportivo de las empresas en cogestión no es sino un primer paso para establecer lazos de camaradería, con la idea de organizar un encuentro nacional de un frente en defensa de la cogestión que agrupe a todos los trabajadores en empresas en cogestión, pero también a todos los trabajadores en lucha en general. El objetivo correctamente es generalizar la experiencia de lucha de la clase obrera para fortalecer su grado de organización y de conciencia. “Socializar el conocimiento” como nos dice uno de los trabajadores.
Finalmente, discutiendo con los trabajadores de Inveval se ve claramente que ellos consideran su lucha como parte integrante de la lucha por el socialismo del siglo XXI del que ha hablado el presidente. También uno de los dirigentes de los trabajadores de Invetex afirma que su lucha es por el socialismo: “vamos a acabar con el viejo modelo del capitalismo, que ha causado destrucción masiva y que se basa en la explotación del trabajador por el empresario”.
Dentro del marco del capitalismo, Inveval no puede sobrevir a largo plazo, pero si puede servir como un acicate y un punto de partida de la lucha por una economía nacionalizada y planificada democráticamente por los trabajadores. Y son también conscientes de que esta lucha no es solamente suya sino de todos los trabajadores de Venezuela y de la clase obrera mundial en su conjunto.
Edgar Granadillo, “el maracucho”, nos enseña orgulloso los carteles con el logo de la nueva empresa INVEVAL y de la cooperativa de los trabajadores CNVB, que han diseñado los propios trabajadores. Los trabajadores de Inveval se van a tener que enfrentar todavía a muchas dificultadas y su lucha está lejos de haber terminado. Pero han recorrido sin duda un largo trecho y están ahora más cerca de empezar a producir bajo control de los trabajadores, lo que significaría un importante paso adelante y un ejemplo para miles de trabajadores del país y de más allá de sus fronteras.
Por una de esas ironías tan finas que tiene la vida, la misma juez que ahora se encarga del caso de CNV/Inveval y que debe entregar las llaves de la empresa a la procuradoría para realizar el inventario es la misma que ordenó el desalojo de los trabajadores en agosto del 2003.