El 4 de enero el primer ministro israelí, Ariel Sharon, fue hospitalizado en el hospital de Hadasa después de sufrir un ataque. Este llegaba después de que hubiera sido hospitalizado entre los días 18 y 20 de diciembre por sufrir otro ataque. Sharon está muy mal y los médicos dicen que su vida sufre serio peligro, incluso que si sobrevive, probablemente no recuperará todas sus facultades mentales.
En realidad, la seriedad de su estado era suficientemente obvia para cualquiera que pudiera ver a Sharon frente a las cámaras después de su primer ataque. Sharon parecía muy enfermo al hablar y muchos ya podían ver que algo iba mal. Aunque pretendía haber hecho “chistes con los médicos” (algo común en la política israelí para encubrir la enfermedad de una persona), a nadie se le permitió tomar fotos en la habitación del hospital. También se ha hecho público el informe médico y parece que todo iba mal, en parte por su negativa a seguir una dieta como le recomendaron los médicos.
Evidentemente, como socialistas, no podemos sentir ninguna simpatía hacia Sharon. Se trata de un criminal de guerra y un reaccionario que ha hecho carrera engañando y atacando tanto a las masas palestinas como israelíes desde el principio de su carrera militar, a la que siguió su carrera política que es igual de sangrienta.
En 1953 su Unidad 101 llevó a cabo un pogromo en la aldea de Qibya, asesinando a 60 palestinos. Sharon fue llamado para reunirse con el entonces primer ministro israelí: Ben-Gurion, a quien le dijo: “Déjeme que le diga una cosa: no importa lo que el mundo diga de Israel, no importa lo que digan de nosotros. Lo único que importa es que podemos vivir aquí, en la tierra de nuestros antepasados. A menos que demostremos a los árabes que hay un precio para el asesinato de judíos, no podremos sobrevivir”.
Un estudio realizado por el departamento de historia del ejército israelí describe cómo Sharon, frustrado con la indecisión del gobierno en víspera de la guerra de 1967, ofreció al general realizar un golpe militar: “Dije que habíamos llegado al punto de levantarnos y dije, sus decisiones ponen el riesgo al estado de Israel, como la situación es grave, les pido que se vayan a la otra habitación y esperen ahí, el general enviará un mensaje a la radio. Se sentirán aliviados. Ese era mi sentimiento”.
En 1982 Sharon, entonces ministro de defensa, permitió a las fuerzas de la fascista Falange de Líbano masacrar a la población de los campos de refugiados de Sabra y Shatila, asesinanto a más de 328 palestinos. El comité Cahen, creado después de la carnicería, dijo que era imposible que Sharon ocupara el puesto de ministro de defensa, pero no sólo ese ministerio, tampoco el de primer ministro.
En 1973, Sharon se unió al partido de derechas Likud (después de una breve aventura en su propio partido Shlomzion) y fue conocido durante años como el padre del mesiánico movimiento colono y como un agresivo derechista.
No tenemos ningún interés particular en la muerte de Sharon. En realidad debería ser sentenciado por sus crímenes de guerra, algo que dada su salud probablemente no va a ocurrir, pero si muere, otro de su clase simplemente le sustituirá. Los socialistas no desean la muerte de ningún individuo agente del capitalismo, lo que desean es derrocar al propio capitalismo.
Después de la retirada, utilizada por Sharon para hacer creer a las masas israelíes que estaba intentando llegar a una paz con los palestinos, su popularidad aumentó. La vieja dirección derechista del Partido Laborista, que ha sufrido bastantes derrotas a manos de su ala de izquierdas, se unió al gobierno y ayudó a extender estas ilusiones y a poner en práctica el programa económico de Sharon, el más derechista de la historia israelí.
No debemos olvidar los crímenes de Sharon. Los trabajadores israelíes no deben caer en la campaña de propaganda realizada por los medios de comunicación israelíes. Sharon es y fue uno de los enemigos más formidables de la clase obrera y no debe ser visto como nada más. De él no podía haber ninguna solución a los problemas de los trabajadores palestinos e israelíes ni tampoco de su pseudo-partido Kadima. La única solución real es un gobierno socialista de izquierdas que lleve adelante un programa socialista y que sirva a los intereses de los trabajadores y los pobres, no a los capitalistas.
Sharon como herramienta política
“Para lo que llegó en la vanidad y partió en la oscuridad, y su nombre está cubierto con la oscuridad”. Eclesiastés 6:4
La enfermedad de Sharon deja bastante claro que no estará en condiciones de regresar a la actividad política. Su partido Kadima (Adelante) y su camarilla en los medios de comunicación están aterrados, entienden que Kadima es el partido de un solo hombre, que sin Sharon será difícil matenerlo unido y conseguir el éxito que vaticinaban las encuestas, así que este nuevo partido de los capitalistas tendrá una vida breve. Es una indicación de la situación de la política israelí que todo descanse en un solo hombre, el árbitro, ¡el Bonaparte por encima de la sociedad!
¿Qué van a hacer? Están haciendo todo lo posible para crear un vínculo en la mente de las masas entre Sharon y el partido. Diariamente en los medios de comunicación aparece un torrente sin fin de discursos, lágrimas de cocodrilo y semi-obituarios, todos como un instrumento de propaganda para el partido que ha perdido el único as que tenía en la manga.
Al principio creíamos que los medios de comunicación supuestamente pertenecían a todos, que son el “guardián de la democracia”. Bien, en cierto sentido son el guardián de la democracia, pero no en el sentido que nosotros creemos, su papel es mantener la pretensión de que la democracia burguesa es el gobierno de la población, cuando en la realidad es el gobierno sobre la población. Es una “democracia” que permite a una minúscula minoría gobernar nuestras vidas, una “democracia” que mantiene a un millón y medio de israelíes en la pobreza.
La realidad es que los medios de comunicación no nos pertenecen. Están firmemente en manos de la burguesía. Los Moses, Nimordi, Shoken y demás familias capitalistas tienen sus propios periódicos, les pueden dictar lo que deben escribir y qué promocionar. Es una realidad que todos los periódicos actualmente sirven como maquinarias de propaganda de Kadima, el nuevo partido de los capitalistas israelíes.
En el pasado lejano, el Partido Laborista era la principal herramienta de los capitalistas israelíes porque tenía la autoridad de controlar a los trabajadores. Después del debilitamiento del Partido Laborista debido al resentimiento popular contra su política, la clase dominante cambió su base hacia el Likud, el principal partido de la derecha de la época (hasta la creación de Kadima hace un par de meses). Sharon comprendió que el Likud se estaba convirtiendo en un partido de exgtrema derecha que podría perder muchos votos, también sabía que después de la elección de Peretz como presidente del laborismo, los capitalistas no utilizarían a este partido. Así que se dieron las condiciones para la formación de Kadima, un partido que no tiene otra función que intentar frenar la extrema polarización que se está desarrollando en la sociedad israelí, algo que sólo podrán conseguir durante un breve espacio de tiempo, mientas por supuesto proporcionarán empleos bien pagados a un puñado de oportunistas.
Kadeima puede utilizar muchos trucos de los medios de comunicación. Recientemente, incluso se sugirió que Sharon estaría en la lista de candidato del partido en las elecciones, a pesar de su incapacidad para participar en ellas, para conseguir un puñado más de escaños explotando la simpatía pública. Pero todo esto no puede durar mucho tiempo. Kadima es un partido en declive desde su mismo nacimiento. Si no es en estas elecciones, será en las siguientes cuando será evidente para todos su debilidad. En cuanto a Sharon, uno podría compadecerse de la forma en que están utilizando su situación para las carreras políticas de otras personas, incluidos sus hijos. Sin embargo, el propio Sharon se puso en esta situación. No debería sorprendernos que pase esto cuando alguien basa su carrera política en mentiras y corrupción.
Traducción de Ariel Sharon – transforming a war criminal into a national hero