Frente a las manifestaciones de masas contra el fraude electoral en Haití, la Comisión Electoral Provisional de Haití ha tenido que declarar vencedor a René Préval y por lo tanto será el próximo presidente del país. Frente a las manifestaciones de masas contra el fraude electoral en Haití, la Comisión Electoral Provisional de Haití ha tenido que declarar vencedor a René Préval y por lo tanto será el próximo presidente del país.

El domingo 12 de febrero cada vez estaba más claro que los resultados electorales habían sido amañados, las masas salieron a las calles para exigir que Préval fuera declarado ganador de las elecciones.

Las manifestaciones de masas continuaron hasta el martes, cuando la Comisión Electoral y la ONU se vieron obligadas a anunciar que investigarían el proceso electoral. El martes por la tarde, miles de papeletas robadas −en blanco o con votos a Préval− fueron encontradas ardiendo en un basurero a las afueras de Puerto Príncipe, confirmando las acusaciones de fraude. Este descubrimiento alentó las manifestaciones de masas e hizo que las masas se decidieran más para conseguir la victoria.

Los imperialistas en retirada

Las manifestaciones de masas, que paralizaron Puerto Príncipe durante cuatro días, aterrorizaron a los imperialistas y enfurecieron a la clase dominante haitiana. Después de dos largos años en la oscuridad, el pueblo haitiano ha derrotado el golpe que derrocó a Aristide, asestando un duro golpe a las fuerzas de la reacción en la isla.

El miércoles, el gobierno brasileño, que está al frente de la misión de la ONU en Haití, anunció públicamente que apoyaba la victoria de Préval, rompiendo un acuerdo con la Comisión Electoral y permitiendo su triunfo. Esto no quiere decir que el estado brasileño sea más amable que el de EEUU o de cualquier otro país, más bien está relacionado con la presencia de tropas brasileñas en el país. El estado brasileño temía la respuesta en su propio país si las tropas seguían apoyando unas elecciones fraudulentas y se tomaba alguna acción seria contra las masas haitianas, temían más a la situación que se podía crear en su país que a la situación en Haití.

El gobierno de EEUU también ha tenido que reconocer la victoria de Préval. Esto revela la debilidad del imperialismo. En realidad, en primer lugar fue su debilidad lo que obligó a EEUU y a otras potencias imperialistas aceptar la celebración de elecciones en Haití (al igual que en Iraq). La opinión pública en sus países −contra la guerra de Iraq, contra las ocupaciones y las dictaduras− es lo que obligó a EEUU a adoptar la idea débil y complicada que rodea a su “extensión de la democracia” en el planeta. La opinión pública en los países imperialistas no permitirá que la clase dominante invada tranquilamente países y aúpe a dictadores. Al enfrentarse con movilizaciones de masas en Haití y la falta de popularidad de la ocupación en su país, el gobierno de EEUU tuvo que aceptar a Préval como presidente, un golpe importante para sus intereses en América Latina y el Caribe.

Después de unos días de negociaciones, la Comisión Electoral decidió simplemente eliminar 85.000 votos en blanco del recuento total, esto hizo que el porcentaje conseguido por Préval pasara del 48,7% al 51,2%, dándole más del 50% necesario para evitar una segunda vuelta.

Debemos tener claro que la única razón de esto fue la presión de las masas. Como explicamos en artículos anteriores, el resultado de las elecciones se decidiría en las calles. El pueblo haitiano tomó las calles de Puerto Príncipe y manifestó su poder, en cada etapa este poder fue lo que condicionó las acciones de los imperialistas, la clase dominante y la Comisión Electoral. La Comisión Electoral y la ONU, con temor a una revolución, buscaron la solución más rápida posible para sacar a la población de las calles y que la situación regresara a la “normalidad”.

Con la eliminación de las papeletas en blanco los imperialistas pudieron dar rápidamente al pueblo haitiano lo que quería, es decir, el reconocimiento oficial del vencedor real de las elecciones, aunque también evitaba tener que responder a preguntas difíciles.

No hubo recuento ni investigación real del fraude electoral. Está bastante claro que el fraude electoral fue generalizado y estuvo bien organizado. No fue una serie de acontecimientos desgraciados o fortuitos, sino un intento concertado de amañar las elecciones. Haití no tiene una tradición real de papeletas sobadas o votos protesta. Un periódico decía lo siguiente: “… una fuente cercana dijo que era imposible que los haitianos, que no tienen tradición de depositar votos en blanco de protesta, hayan caminado millas y esperado horas en las colas para depositar papeletas en blanco”. Alguien fue capaz de meter miles de papeletas en blanco en las urnas para reducir la victoria de Préval.

Después está la cuestión de las papeletas encontradas en el basurero municipal de Truitier, a las afueras de Puerto Príncipe. Sobre este tema existen muchas preguntas y muchas personas recurren ahora las teorías conspirativas, por ejemplo, un periódico decía lo siguiente: “Varios observadores internacionales dijeron que las papeletas podían haber sido introducidas deliberadamente para que cuando se encontraran incitara la violencia entre los seguidores de Préval y frustrar el traspaso de poder. Algunos observadores no descartaron la posibilidad de que el núcleo duro de los seguidores de Préval hubieran planeado esto para apoyar sus pretensiones de fraude”. Pero la pregunta sigue sin ser respondida: ¿Quién las puso allí?

Con rápido anuncio de la victoria de Préval, los imperialistas esperan calmar la situación y conseguir que las masas regresen a sus casas. Quieren sacarlas de las calles a toda costa. También eso significa que estas preguntas nunca se respondan, Préval ha ganado, así que la cuestión del fraude parece irrelevante. Los imperialistas no quieren responder a la pregunta, ellos quieren que las elecciones pasen. Prefieren tener a Préval en la presidencia que a las masas en las calles.

Haití iba a ser un ejemplo para toda la región, especialmente Venezuela. Iba a demostrar el peligro de oponerse al imperialismo y era un débil intento de demostrar que el imperialismo ruso en realidad podría “construir la democracia”. Pero Haití se ha convertido en un ejemplo de exactamente lo contrario, las masas haitianas se han unido a las masas venezolanas para demostrar que se puede resistir al imperialismo. La victoria en Haití sólo puede dar a las masas de toda la región más confianza en la lucha contra el imperialismo.

La victoria de Aristide

Las masas en Haití vieron el voto a Préval como un voto a Aristide. Muchas personas, tanto de dentro como de fuera de Haití, vieron la victoria de Préval como una victoria de Aristide. Mediante la acción de masas la población haitiana ha conseguido derrotar el golpe de estado de hace dos años. Aunque el gobierno de EEUU oficialmente ha reconocido la victoria de Préval y le ha dado la “bienvenida” como ganador, pero ya existen quejas de que su victoria es “una victoria putativa de Aristide” y que él representa el “aristidismo sin Aristide”.

Las editoriales de los periódicos norteamericanos expresaban los temores ante el avance de la izquierda en América Latina y miran pesimistamente hacia la probable victoria de Andrés López Obrador en las elecciones que se celebrarán en México a finales de año. Muchos en EEUU temen que Préval “pueda desafiar la política de EEUU” como Chávez hace en Venezuela.

Aunque los imperialistas se han resignado temporalmente ante su derrota en Haití, la clase dominante haitiana no lo ha hecho. Presencias los acontecimientos con rabia. Tras el golpe esperaban tener el control político directo, que lo tenían en el gobierno interino. Pero todo eso se ha perdido. Han sufrido una derrota importante, no han conseguido ninguno de sus objetivos en los que habían invertido mucho. Después de los cierres patronales, boicots electorales, de armar a los paramilitares y el golpe que derrocó a Aristide, ahora se encuentran de nuevo en la misma situación que estaban antes. Pero esto no significa su derrota final o que se vayan a quedar sentados mirando como se les escapa el poder. El poder se les ha ido de las manos y están desesperados por recuperarlo.

Leslie Manigat, principal rival de Préval, ha denunciado la victoria de Préval como “un golpe de estado a través de las urnas” y una “comedia maquiavélica que terminó en la imposición de un ganador saltando todas las leyes de la legalidad republicana y lejos de los requerimientos de la democracia en un país civilizado”. También ha dicho que la victoria de Préval “está deslucida por la mancha de la ilegitimidad” y que podría desafiar el resultado. Charles Baker, el segundo rival de Préval, se ha unido al pequeño coro de denuncias y también ha dicho que puede desafiar los resultados. Por el momento, enfrentados al poder de las masas, la clase dominante no puede hacer nada. Esperará su momento, esperará una oportunidad para golpear y vengarse de los trabajadores y pobres de Haití.

Vigilantes

Las manifestaciones de masas contra el fraude electoral se convirtieron en celebraciones de masas el jueves con el anuncio de la victoria de Préval. Incluso aunque el anuncio llegó en mitad de la noche, miles y miles de personas salieron a las calles a celebrar la victoria. Incluso las tropas de la ONU se contagiaron del júbilo y la euforia. “Las tropas jordanas de la ONU, normalmente encerradas en un cuartes fortificado con sacos de arena u ocultas tras sus coches blindados cuando patrullan por las calles, cogieron sus cascos y se dejaron ver en lo que el comandante calificó de reacción a ‘las condiciones en las calles’”.

La prensa burguesa está llena de citas que reflejan el ambiente eufórico de las masas. “Esto de nuevo nos da esperanza. Ahora no habrá más violencia”. Los líderes de las bandas armadas han anunciado que la victoria de Préval “probablemente acabaría con la violencia”. La población haitiana está justificadamente fiel. A través de sus acciones decididas y heroicas ganaron las elecciones y derrotaron el golpe. Pero ahora necesitan estar vigilantes.

Los imperialistas temporalmente han aceptado la derrota. Pero esta situación durará en la medida que Préval haga lo que ellos quieren. La elite dominante de Haití ya ha comenzado su tarea de socavarle. Hay acusaciones de “golpes”, “ilegitimidad” y “fraude electoral” de Manigat y Baker, son sólo el principio. Frente al movimiento de masas, continuarán limitando sus actividades contrarrevolucionarias a palabras y protestas viejas. Si recordamos, así es como la oposición comenzó su campaña reaccionaria para derrocar a Aristide, denunciando un fraude en las elecciones al senado en el año 2000 y boicoteando y acusando de fraudulenta la elección de Aristide. Tampoco hubo recuento. Préval es probable que haya recibido más del 51,2% de los votos. Pero sin recuento no existe una idea real de cuantos votos recibió, la clase dominante en el futuro intentará utilizar esto en su contra. Préval puede que haya ganado las elecciones, pero éstas no han resuelto nada, sólo han preparado el escenario para futuros conflictos.

Durante un tiempo estas acusaciones y denuncias aumentarán. Si Préval no satisface a los imperialistas, si entra en conflicto con ellos, entonces se unirán al coro de denuncias y acusaciones. En determinado momento, estas acusaciones pueden ser utilizadas para justificar su derrocamiento.

Es demasiado pronto para decir que va a hacer Préval y qué está haciendo. Su primer problema será la formación de gobierno y la composición de la Asamblea Nacional. Las elecciones a la Asamblea Nacional se celebraron al mismo tiempo que las presidenciales, pero todavía no se han hecho públicos los resultados. Muchos se asombrarían si en ellas no hubiera regularidades también.

En cualquier caso, el pequeño partido de Préval, L’Espwa (Esperanza), no se espera que consiga la mayoría en la Asamblea Nacional, donde se podría enfrentar a una fuerte oposición que podría debilitar seriamente su gobierno. Por esa razón es probable que los imperialistas hayan aceptado su victoria. Ya le han pedido que incluya a alguien de la oposición en su gabinete, para “fomentar la unidad”. Esto les dará una palanca de poder para influir en su política.

La oposición sabía que no podría derrotar a Aristide en las elecciones, de ahí que boicotearan las elecciones y después recurrieran al golpe dos años después. Ahora el golpe ha sido derrotado. Los imperialistas y la elite haitiana tienen pocas opciones. Con las masas en las calles, la clase dominante y los imperialistas recurrirán a trucos parlamentarios más silenciosos para frenar el movimiento de masas y controlar a Préval, por lo menos hasta que la correlación de fuerzas les sea más favorable, cuando puedan atacar abiertamente.

Sin embargo, Préval estará bajo la presión tanto de los imperialistas como de las masas. Éstas exigirán una política social y mejoras en sus vidas, niveles de vida y condiciones laborales. Bajo la presión de las masas, Préval podría ir mucho más a la izquierda de lo que a él le gustaría. No obstante, también sufrirá la intensa presión de los imperialistas y la clase dominante para que lleve a cabo una política a su favor. Las dos opciones son mutuamente excluyentes y el programa de Préval en el mejor de los casos es muy impreciso. Todo lo que ha dicho es que quiere “introducir la educación primaria gratuita, crear empleos, impulsar la ayuda y la inversión, y el desarme de las bandas”.

Préval no podrá equilibrarse entre estas dos fuerzas irreconciliablemente opuestas. No podrá desarrollar Haití ni crear empleos, escuelas, carreteras o llevar a cabo una política social mientras al mismo tiempo recibe ayuda e inversión del imperialismo.

La historia ha demostrado que no es posible desarrollar los países atrasados como Haití sobre la base del capitalismo. Incluso la revolución en Santo Domingo en 1804, una de las colonias más ricas del mundo en aquel momento, fue incapaz de permitir el desarrollo de Haití, que incluso entonces existía bajo el aplastante dominio del imperialismo. Por sí sola, Haití era vulnerable a las maniobras y el poder del imperialismo, decidido a aplastar la revolución esclava y frenar su avance.

Las masas de toda América Latina y el Caribe se enfrentan ahora a una situación similar. Se están produciendo un masivo giro a la izquierda en toda la región y las masas se van a poner en pie y desafiar al imperialismo. Esta es la ventaja que los movimientos de masas tienen ahora frente al movimiento revolucionario de 1804. Los movimientos revolucionarios se han iniciado no sólo en un país, sino en varios países al mismo tiempo. La única salida para Haití, como para Venezuela, Bolivia, etc., es una ruptura radical con el capitalismo y el imperialismo. Haití necesita una segunda revolución, una revolución socialista que la permita liberarse de la esclavitud imperialista y la opresión. Ningún país puede hacer esto por sí solo, no es posible construir el socialismo en un solo país, la victoria decisiva de la clase obrera en un país cambiaría completamente toda la situación, pondría la transformación socialista de América Latina y el Caribe en el orden del día. Ahí residen las esperanzas de los movimientos de masas de todo el continente. La elección ante las masas de trabajadores y campesinos es clara, socialismo o barbarie.

La tarea ante ellas es construir un partido revolucionario que pueda dirigir el movimiento hasta la victoria final.

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