Siempre supimos que la línea editorial del diario Washington Times acerca de Venezuela era opuesta a Chávez y se basaba en todo tipo de alegatos sin fundamento. Sin embargo, un artículo publicado hoy en la sección de comentarios es verdaderamente esc Siempre supimos que la línea editorial del diario Washington Times acerca de Venezuela era opuesta a Chávez y se basaba en todo tipo de alegatos sin fundamento. Sin embargo, un artículo publicado hoy en la sección de comentarios es verdaderamente escandaloso, aún para un diario como el Times.

El artículo en cuestión titulado “Hugo Chávez, imperialist” (ver http://washtimes.com/commentary/20060305-093318-9516r.htm) escrito por Stephen Johnson, empieza por comparar al presidente democráticamente electo de Venezuela con el dictador español Francisco Franco, Kim Jong-il de Corea del Norte y con el brutal dictador de Uganda Idi Amin. El artículo luego repite los usuales alegatos no comprobados sobre el apoyo de Chávez a la guerrilla de las FARC en Colombia, ataques a la propiedad privada y a los derechos democráticos, entre otros.

Es evidente que Johnson no soporta el impacto que está teniendo la Revolución Bolivariana fuera de sus fronteras. La oposición de Chávez al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y su oferta de proveer combustible con descuento a comunidades pobres en EE UU, eso sin dejar de mencionar el nacimiento de círculos bolivarianos y otras organizaciones de solidaridad con Venezuela en EE UU. Johnson también se opuso a la ayuda que Venezuela ofreció a las víctimas del huracán Katrina en Nueva Orleans.
Pero, ¿quién es Stephen Johnson, presentado por el Post como un “analista de políticas de la Fundación Heritage»? Bueno, según su biografía publicada en la página Web de la Fundación Heritage (http://myheritage.org/experts/stephenjohnson.asp) fue “Asistente del Agregado de la Aviación en Honduras” y “ha vivido en El Salvador, Honduras y Uruguay”.

Luego, trabajó en el Departamento de Estado “en las oficinas de Asuntos Interamericanos y Relaciones Públicas”. En la década de los 80, la Embajada de EE UU en Honduras era el centro de coordinación del apoyo a la ‘contra’ por parte del gobierno de Washington, así como todas las operaciones de la guerra sucia en Centroamérica. El Embajador de EE UU en Honduras en ese momento era nada más y nada menos que John Negroponte, ahora Director de Inteligencia Nacional del gobierno de Bush.

Stephen Johnson tampoco esconde su apoyo al golpe militar anti-democrático que sacó brevemente a Chávez del poder el 11 de abril de 2002. En el artículo titulado “Después de Chávez hay que apoyar la democracia en Venezuela” (ver: http://revistainterforum.com/english/articles/04150artprin_en1.html), el artículo escrito por este analista de la Fundación Heritage declara abiertamente que “Por encima de cualquier cosa, Washington debe darse cuenta que lo que ocurrió en Venezuela no fue un golpe llevado a cabo por un pequeño grupo sino un rechazo amplio y público a las políticas que conducían a Venezuela a un caos económico, a relaciones más estrechas con líderes forajidos como los de Irak y Cuba, mientras se alejaba de las libertades y las oportunidades económicas que son en realidad lo que los venezolanos anhelan de todo corazón”.

Desafortunadamente para el señor Johnson, la mayoría de los venezolanos apoyan al presidente Chávez y la revolución bolivariana y salieron a defenderla en las calles, derrotando al golpe de Estado de la derecha de Carmona en menos de 48 horas.

Luego, retractándose de su previo apoyo al golpe militar, salió declarando que apoyaba la teoría que todo había sido un “autogolpe”, teoría promovida por los sectores más descabellados de la oposición venezolana.

En un testimonio ante el Comité de Asuntos Hemisféricos del Congreso de EEUU titulado “Diplomacia de EE UU en América Latina: Un legado de confrontación” (ver: www.house.gov/international_relations/109/joh072705.pdf) , Stephen Johnson habla del golpe en Venezuela: “En 2002, Chávez aprovechó el movimiento en su contra para desaparecer del poder, eliminar a sus enemigos y regresar consolidado al poder”. Y aún así, Johnson estima que “el mejor ejemplo de una agenda estratégica para América Latina ocurrió durante el gobierno de Reagan”. ¿A qué se debe? Según Johnson dicha política “buscaba frenar los avances de la Unión Soviética en el continente, estableciendo democracias estables e introduciendo reformas económicas”.

De estas declaraciones podemos obtener una idea más precisa de los conceptos que Johnson tiene de la “libertad”, “oportunidades económicas”, “libre mercado” y “democracias estables”. Lo que el apoya es la ley de las compañías multinacionales y los gobiernos que siguen al pie de la letra los mandatos de Washington. Y si esto no funciona en estos países, personas como Johnson aconsejan apoyar pandillas de cuchilleros y la imposición de regimenes dictatoriales, todo bajo el nombre de “reformas democráticas” y “mercados emergentes”.

El artículo de Johnson forma parte de un esfuerzo orquestado para satanizar al presidente Chávez y preparar el terreno para un “cambio de régimen”. El tono histérico del artículo y el carácter ridículo de los “argumentos” que utiliza demuestran que están perdiendo el debate, aunque aún son peligrosos. Ahora más que nunca “¡Manos Fuera de Venezuela!