Hace unos días, durante una visita que realizábamos a las trabajadoras de la fábrica de confección textil “Gotcha”, ubicada en la ciudad de Maracay, y tomada por dichas obreras desde diciembre pasado, esta expresión vino una vez más a nuestra mente.C En el excelente libro que sobre estrategia revolucionaria escribiera Lenin bajo el título de “El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”, en alguna parte del mismo, el líder bolchevique, haciendo referencia a la actitud equivocada de los comunistas alemanes de “izquierda” de retirarse de los sindicatos “debido al carácter reaccionario y contrarrevolucionario de los altos dirigentes sindicales”, luego de criticar duramente esta actitud errónea hace referencia al papel de “agentes de la burguesía en el movimiento obrero” que cumplían los dirigentes sindicales oportunistas, socialchovinistas, kautskistas y mencheviques (los reformistas de ahora y de siempre), y para caracterizar mejor este triste rol utiliza la expresión empleada por el venezolano Daniel De León, quien calificara a estos traidores como “lugartenientes obreros de la clase capitalista”.
Hace unos días, durante una visita que realizábamos a las trabajadoras de la fábrica de confección textil “Gotcha”, ubicada en la ciudad de Maracay, y tomada por dichas obreras desde diciembre pasado, esta expresión vino una vez más a nuestra mente. Como decía, nos encontrábamos junto con un camarada de INVEVAL reunidos con las trabajadoras, como parte de las labores de apoyo y seguimiento a esta lucha que se nos asignó en el Frente Revolucionario de Trabajadores de Empresas Cogestionadas y Ocupadas (FRETECO), cuando hizo su aparición intempestiva en el lugar un sujeto que se identificó como diputado de la Asamblea Nacional. Su actitud era una mezcla de soberbia por una parte y de fastidio por la otra hacia la tarea que alguien le había encomendado. Es bueno señalar que jamás abandonó dicha actitud mientras estuvo en el lugar. Una vez allí se sentó en una silla que alguien le acercó, miró fijamente a Yenny Cortez, una de las trabajadoras que liderizan esta lucha, y sin muchos preámbulos le soltó una frase que luego repitió varias veces en el transcurso de la conversación: “Estoy aquí para ayudar, ¿qué es lo que quieren?”. Ante las expresiones de desconfianza que se reflejaron en los rostros de las trabajadoras, el diputado volvió a la carga tratando de indagar cuáles eran los reclamos de éstas, o para decirlo de otra forma: qué querían para desocupar la fábrica y volver al trabajo. Con gran paciencia, fue la propia Yenny quien se encargó de explicarle detalladamente las andanzas del empresario capitalista Wilson Herbert Balaguera, dueño de Gotcha, además de una veintena más de empresas y cooperativas, socio de los Mishkin (los mismos que están tratando de estafar al Estado en INVETEX) a quienes provee del algodón para sus textileras. Este individuo, quien tiene una amplia experiencia en explotar trabajadores pagándoles salarios de hambre y en aprovecharse de todos los vericuetos de las leyes capitalistas para botarlos cuando le da la gana, quebrar empresas, comprar funcionarios corruptos, etc., etc., no pierde oportunidad de alardear de sus relaciones al más alto nivel, lo cual, según él, lo convierten en un intocable para la justicia. Este es el mismo personaje que en diciembre pasado decidió cerrar las puertas de Gotcha y dejar a medio centenar de trabajadoras en la calle sin reconocerles sus derechos laborales.
El diputado pareció oír con gran atención el relato, pero cuando tomó la palabra demostró todo lo contrario. “Ustedes tienen razón pero hay que buscarle una solución negociada a todo esto, y en toda negociación hay que ceder algo, hay que buscar un punto de equilibrio. Díganme qué quieren, qué están dispuestas a ceder para yo poderme sentar con el empresario y trasmitirle sus pedimentos”. Ahorita saltaron todas juntas, como una sola: “Nosotras no vamos a ceder nuestros derechos, lo que ese señor nos debe nos lo ganamos con el sudor de nuestra frente; son muchos años de sacrificio para ir ahora a negociarlo”. Afortunadamente para las trabajadoras y desgraciadamente para el diputado, las obreras de Gotcha están muy claras en lo que no quieren, como diría Trotsky, tal vez no sepan muy bien lo que quieren pero están claritas en lo que no quieren. En este punto, el diputado ya no sabía cómo argumentar a favor del diálogo con el empresario, trató, inclusive, de infundirles temor con el hecho de que Balaguera era una persona muy poderosa y podía hacer que la justicia lo favoreciera obligándolas a abandonar la fábrica y quitándoles las máquinas con lo cual se quedarían sin el chivo y el mecate. Tampoco esto le funcionó, las trabajadoras le respondieron que estaban resteadas con esta lucha y que ya no tenían más nada que perder, que ya habían dialogado más de una vez con el empresario y que lo único que habían logrado era perder su tiempo y que éste se terminara burlando de ellas, que, además, estaban seguras que contaban con el apoyo del presidente Chávez, que cuando él se enterara de su lucha, sin duda las iba a apoyar. Finalmente, al diputado no le quedó más remedio que retirarse llevándose la promesa que le iban a pasar por escrito sus reclamos para que el pudiera negociar con el empresario.
No sabemos si el diputado José Gregorio Martínez proviene de las filas del sindicalismo obrero, sí sabemos que fue concejal del MAS y secretario de gobierno de Didalco Bolívar, pero la imagen que dejó ante las trabajadoras de Gotcha fue la de un simple “lugarteniente de la clase capitalista” tratando de sacarle las patas del barro a un empresario chupasangre de la calaña de Wilson Balaguera. En una carta de Alan Woods a Luis Oviedo, decía Alan que “los reformistas –incluso los reformistas de izquierda más sinceros- siempre tienden a traicionar al final porque aceptan la premisa del capitalismo y porque en el fondo su miedo a las masas es más grande que su odio hacia la clase dominante”. En un volante que sacó la UNT de Aragua referente a la problemática que se está desarrollando en la fábrica de Gotcha se hacía esta pregunta: “Dónde están los diputados de Aragua a la Asamblea Nacional que nunca se han apersonado a buscarle una salida constitucional a este problema de muchas madres que son maltratadas …”, y decimos nosotros, si la salida que le van a buscar a este problema es la planteada por el diputado Martínez habría entonces que contestar con ese viejo decir popular de “No me ayude, compadre”. Para las obreras de Gotcha fue una nueva lección o, mejor aún, la constatación una vez más de que sus aliados naturales están en su propia clase y más particularmente en los otros trabajadores de las empresas cogestionadas y ocupadas que conocen en carne propia la importancia y el significado de su lucha. Probablemente, y en base a los comentarios que oímos, también hayan salido un poco más claras de lo que quieren: “Expropiación y control obrero de la fábrica”.
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