La lucha de la clase obrera no conoce fronteras, desafiando el poder y los intereses de la clase capitalista de cada país y del imperialismo. La celebración del 1 de Mayo como día internacional de lucha de la clase obrera mundial es la máxima expresi Estamos viviendo uno de los períodos históricos más convulsos de las últimas décadas. En un país tras otro, en un continente tras otro, vemos a la clase obrera estirando sus músculos y mostrando el poder de su acción colectiva. Lo vemos en América Latina: en Bolivia, Ecuador y Venezuela. Ahora asistimos la lucha del proletariado minero de México desafiando las balas de la policía. Lo hemos visto en Francia con las huelgas y movilizaciones de masas de los trabajadores y la juventud que obtuvieron una victoria extraordinaria contra el gobierno de la derecha. Lo estamos viendo en el corazón del imperio, en los Estados Unidos, con las movilizaciones de masas de millones de trabajadores inmigrantes hispanos, el sector de la clase obrera más explotado y oprimido, exigiendo derechos democráticos para terminar con su situación de ilegalidad y la amenaza de deportaciones masivas. Este movimiento maravilloso e inspirador ha convocado para el 1º de mayo una huelga general de trabajadores inmigrantes que, sin duda, encontrará un eco receptivo en millones de trabajadores norteamericanos y conmoverá los cimientos de la principal potencia imperialista del planeta.
Luchar contra la explotación capitalista
La lucha de la clase obrera no conoce fronteras, desafiando el poder y los intereses de la clase capitalista de cada país y del imperialismo. La celebración del 1º de Mayo como día internacional de lucha de la clase obrera mundial es la máxima expresión de esto, representa la aspiración de la única clase verdaderamente productora de la sociedad, la que crea la riqueza y hace funcionar la sociedad día a día, de liberarse de las cadenas de la explotación capitalista con sus salarios bajos, sus jornadas laborales interminables y sus ritmos de trabajo agotadores. Es la aspiración a terminar con la incertidumbre angustiosa de tener o perder un puesto de trabajo, y con las mil y una humillaciones cotidianas que sufrimos en las empresas a manos de los patrones y los gerentes.
Pero la aspiración última de la clase obrera no debe ser luchar por alcanzar mejores condiciones de explotación, “más humanas” o “más dignas”, sino terminar con la explotación misma y el dominio de la sociedad por un puñado de parásitos que vive a costa de nuestro trabajo y de la degradación de las condiciones de vida de nuestras familias. Debemos aspirar a poseer y dirigir los medios de producción (las fábricas, la tierra, las oficinas), bajo el control democrático de los trabajadores, planificando la riqueza social en base a los intereses de la inmensa mayoría de la sociedad desposeída.
Internacionalismo proletario
Pero esta lucha no estaría completa si no aspiráramos igualmente a construir un mundo nuevo en todo el planeta, barriendo las fronteras nacionales que hoy día no juegan ningún papel progresista en hacer avanzar a la sociedad, y que son la fuente de donde emanan las guerras y los odios de unos pueblos contra otros, azuzados por el imperialismo y las burguesías nacionales de cada país para mejor explotarnos y dividirnos. Debemos aspirar a la formación de una federación socialista de América Latina como un primer paso a una federación socialista mundial, basada en la cooperación, la solidaridad y la fraternidad de la clase obrera para terminar con la barbarie capitalista, la degradación del planeta, las guerras y enfermedades evitables, para así construir un mundo verdaderamente humano.
La clase obrera argentina levanta la cabeza
La economía Argentina ha vuelto a recuperar el nivel de producción de años atrás. El gobierno de Kirchner se muestra orgulloso porque bajaron los índices de pobreza y la desocupación. Lo que no dice es que las ganancias empresariales están aumentando un 70% cada año, mientras que a los trabajadores nos imponen un tope de aumento salarial del 19%, pese a que la inflación esperada este año será del 15%, apenas unas monedas insuficientes para recuperar el poder adquisitivo perdido en los últimos años. Para 4 millones de trabajadores en negro, ni siquiera eso. Aún hoy, las condiciones de vida y de trabajo de la población muy por debajo de las existentes hace unos años, con salarios promedio actuales de $800, con una tasa de trabajo “en negro” del 46%, y con índices de pobreza del 32,5%. Por supuesto, siempre según las cifras “oficiales”.
La desigualdad social aumenta año tras año. Mientras que en los años 70 los ingresos del 10% más rico de la sociedad argentina eran 12 veces más grandes que los del 10% más pobre, ahora lo son 31 veces más grandes.
La burguesía argentina pretende eternizar el modelo de relaciones laborales de los últimos años con bajos salarios y condiciones laborales precarias. Por su carácter débil y parásito la clase dominante necesita de estas condiciones para abaratar sus costos, en lugar de invertir masivamente en modernizar sus instalaciones y tecnología.
Las luchas de los trabajadores para salir de la pobreza y de la precariedad laboral van contra estos intereses de la burguesía argentina que Kirchner dice querer reconstruir. Pero la política del gobierno también se posiciona contra sus supuestos deseos de justicia social. Tras cancelar la deuda con el FMI pagando 10.000 millones de dólares, este año se destinarán otros 12.000 millones al resto de acreedores de la deuda pública, con nuevos ajustes en los gastos sociales.
Desde hace dos años se viene registrando un auge espectacular en las luchas del movimiento obrero en nuestro país. Después de años de postración y retrocesos, la clase obrera se ha fortalecido numérica y psicológicamente, aumentando su confianza en sí misma.
Por miedo a la lucha obrera, el gobierno instrumentó, junto con la patronal, una política en materia de precios que fracasó completamente, y que fue diseñada como un chantaje para depositar sobre la clase obrera la responsabilidad por la suba de precios. Esto sirvió para que la burocracia sindical de la CGT alcanzara un acuerdo con el gobierno y la patronal a cambio de algunas migajas. Pero este «pacto social» que nos impone un techo de aumento salarial del 19%, no da satisfacción a nuestros reclamos y necesidades, manteniéndose además las condiciones de trabajo precarias y las largas jornadas de trabajo.
Las tareas del Movimiento Intersindical Clasista
Hace unos meses se constituyó el Movimiento Intersindical Clasista (MIC), nucleando a decenas de activistas sindicales combativos en todo el país con presencia en sectores como el Subte de Buenos Aires, ferroviarios, estatales, docentes, metalúrgicos, salud, bancarios, no docentes universitarios, petroleros, mercantiles, y otros. Esto fue un reflejo de la nueva correlación de fuerzas más favorable a la lucha reivindicativa de la clase obrera, y del inicio de una recomposición al interior de la clase que busca liberarse de la presión de la burocracia sindical en dirección al “clasismo”, a una salida independiente de la clase obrera frente a la patronal y a los partidos políticos burgueses.
Por eso el activismo obrero y combativo, como el agrupado en el Movimiento Intersindical Clasista (MIC), tiene una oportunidad para emerger en los próximos meses como un referente en capas más amplias de los trabajadores, asumiendo una posición audaz y activa.
Debe salir públicamente a denunciar la trampa de los acuerdos de precios. Frente al «pacto social», debe emplazar abiertamente a la dirigencia sindical para que unifique las luchas exigiendo salarios equivalentes a la canasta familiar ($1.800), la escala móvil precios-salarios, el blanqueo de todos los empleos, la reducción del IVA al 10,5% para la canasta familiar, un seguro de desempleo para todos los desocupados equivalente al salario mínimo según el convenio o el sector del trabajador afectado, y la jubilación con el 82% móvil. Debe salir a la lucha bajo la bandera del MIC allá donde sus integrantes jueguen un papel dirigente para demostrar en la práctica la utilidad del movimiento. Debe pronunciarse públicamente a favor de cada lucha obrera, enviando representantes a las mismas para hacer agitación en la necesidad de métodos de lucha democráticos basados en asambleas de base. Debe hacer un llamado general a las nuevas camadas de luchadores para que se les una en la perspectiva de construir un movimiento de miles de adherentes, cuyo objetivo debe ser organizar una corriente sindical de oposición dentro de la CGT y la CTA, con el fin de aumentar sus puntos de apoyo dentro del movimiento obrero organizado y recuperar las herramientas gremiales para una posición clasista y luchadora. Una actitud activa y decidida del MIC acelerará su desarrollo e influencia en el seno del movimiento obrero.
La necesidad de la lucha política
Pese al triunfalismo del gobierno de Kirchner, por debajo de la superficie de aparente normalidad, se va acumulando la bronca por los bajos salarios, la inflación y todas las injusticias sociales que dejan su marca en la conciencia de la clase obrera.
La relación entre las luchas económica y política no es mecánica. Esta combinación está regulada por las condiciones generales de la sociedad capitalista, por factores políticos económicos y sociales, tanto internos como externos. A los trabajadores cada vez les quedará más clara los límites de la lucha «puramente» sindical.
La necesidad de construir una organización política que permita avanzar a la clase obrera y los sectores populares en su lucha contra la explotación capitalista va a ir encontrando, de ahora en más, una receptividad mayor, comenzando por las capas más avanzadas de la clase trabajadora. Por eso, los activistas obreros combativos, los militantes de izquierda, los trabajadores y jóvenes luchadores debemos aunar esfuerzos para hacer realidad esta perspectiva.
¡Sumate a la Corriente Socialista El Militante para luchar por esta perspectiva!
¡Sumate a una perspectiva socialista e internacionalista!