«Cuando el Presidente Chávez nos hace el llamado a prepararnos para el socialismo del siglo XXI, lo hace convencido que dentro de este marco de explotación, de maximización de la ganancia y de relaciones de producción y sociales individualistas no es Nota: Publicamos este aporte a la discusión interna dentro del MDD acerca del poder popular y el socialismo elaborado por el camarada Francisco Rivero, dirigente de dicha organización en Vargas. Creemos que las ideas formuladas por el camarada y el proceso de debate abierto en el partido que lidera William Izarra son un ejemplo a seguir por otras organizaciones del proceso y pueden ayudar de forma importante a la clarificación ideológica y polìtica que hoy más que nunca resulta imprescindible para poder avanzar de forma clara ydecidida hacia el socialismo.

CONSOLIDEMOS EL PODER POPULAR Y AVANCEMOS HACIA EL SOCIALISMO.

Francisco Rivero
MDD-Vargas.
Documento Interno

El MDD con nuestro coordinador William Izarra a la cabeza, ha venido desempeñando desde el inicio del proceso revolucionario un rol de vanguardia en lo referente al concepto político de empoderamiento del pueblo, es decir el desplazamiento de las elites oligárquicas y burocracias partidistas del control político de la nación. Ha sido y deberá seguirlo siendo, la esencia de nuestra personalidad política, el concepto de Democracia Directa.

En los inicios del proceso constituyente, mientras para unos la Revolución se proyectaba como un remozamiento y adecentamiento de las instituciones de la IV República, el comandante William Izarra en el seno del MVR impulsaba las tesis revolucionarias de Democracia Directa, que entre otros factores generó el enfrentamiento con los sectores reformistas-burocráticos en aquel entonces liderizados por Luís Miquilena, y que significó la exclusión y posterior campaña de descalificación y descrédito, al mejor estilo estalinista, emprendida en contra de la figura de Izarra y sus seguidores.

Utilizar el poder que brinda el control del aparato burocrático para acusar de derechistas y contrarrevolucionarios a aquellos que levantan tesis y posiciones más avanzadas, que en cierta forma amenazan el control político antidemocrático y las prebendas y negociados de los burócratas-reformistas, fue y sigue siendo lamentablemente el estilo que se sigue en la casi totalidad de los partidos que soportan al proceso.

Pero la coherencia en los principios ideológicos y políticos brindan sus frutos cuando se actúa con perseverancia, a pesar de los errores tácticos que se hayan cometido. Mientras los sectores reformistas-burocráticos luchan por el cambio gatopardiano – que todo cambie para que nada cambie- la dinámica histórica adquirida por el proceso revolucionario, imprimen a las masas y a su líder – el Presidente Chávez- un movimiento imparable que provoca que avance hacia estadios superiores.

Es así como la lucha entre reforma y revolución alcanza un nuevo nivel de contradicciones en los meses posteriores al referéndum revocatorio de agosto de 2004. Derrotada temporalmente la insurrección de la burguesía y el imperialismo, que utilizó a las capas medias como tropa de asalto y carne de cañón en aplicación clásica del formato fascista, la confrontación se trasladó al campo revolucionario. Chávez ante la presión de las masas, concientes de su fuerza y protagonismo político, entendió que sólo avanzando hacia formas más evolucionadas de poder popular era posible dar el gran “salto adelante” en la lucha contra la pobreza estructural de nuestro pueblo producto de la explotación capitalista y la expoliación imperialista.

El “Gran Salto Adelante” está impregnado fundamentalmente de las tesis de Democracia Directa y es en este punto cuando el pensamiento de William Izarra cobra fuerza y vigencia para nutrir una nueva fase de cambios revolucionarios y que se concretan en buena medida en la creación de los Consejos Comunales como máxima expresión del poder político y social ejercido directamente por el pueblo, máximo desarrollo del precepto constitucional de democracia participativa y protagónica y que con tanto ahínco debemos cuidar y defender.

Toda acción revolucionaria genera por ley de la Historia una reacción contrarrevolucionaria .En este sentido es de esperar que tanto la derecha burguesa-imperialista como la derecha interna reformista-burocrática provoquen todo tipo de saboteo a esta experiencia de los Consejos Comunales por ser expresión fiel de Democracia Directa. Pero en este caso la reacción debe esperarse fundamentalmente por parte de la derecha interna, que luchará por mantener el control político y financiero del poder. Se resisten a compartir el poder con el pueblo y es por eso que hoy vemos a gobernadores y alcaldes pujando por el control de las elecciones en los Consejos Comunales.

Habría que preguntarse si el MDD y William Izarra a la cabeza han capitalizado suficientemente esta conquista trascendental en el plano político. Particularmente creo que no, pero como diría Eduardo Galeano, si avanzamos diez pasos hacia la utopía, la utopía se aleja de nosotros diez pasos. En todo caso, nuestro compromiso como revolucionarios, nuestro compromiso con la Democracia Directa es ir asumiendo los nuevos desafíos del proceso revolucionario para mantenernos como vanguardia que hemos sido, tanto en la acción política como en la elaboración teórica e ideológica. Si nos rezagamos, perderemos nuestra posición dentro del campo de batalla.

NUEVA ETAPA DEL MDD: LUCHA POR EL SOCIALISMO.

Cuando William Izarra hablaba de Democracia Directa en los inicios del proceso revolucionario, la mayoría de la dirección política “revolucionaria” ( Miquilena, Alvarenga, Puchi, Mujica etc) lo tildaron de “loco radical”. El pueblo por su parte apenas comenzaba a entender la fuerza de su poder bajo la conducción de su líder el Presidente Chávez. Como decíamos anteriormente, la dinámica impuesta por el río revolucionario, impulsado con corazón y honestidad por el comandante Chávez, ha logrado vencer transitoriamente a la contrarrevolución externa y mantiene una puja permanente con la derecha interna. Las ideas de Democracia Directa fueron calando progresivamente en el líder y la masa y lo que ayer era “locura radical” hoy es realidad a cuidar y a defender.

El proceso revolucionario no se detendrá en el plano político, es decir en el control del pueblo de buena parte de la gestión pública. Un pueblo empoderado, dignificado y conciente de su rol histórico y de su fuerza de acción, no se detiene en el plano psicológico-político: quiere cada vez más. Y es a esto, es a lo que temen fundamentalmente la burguesía y el imperialismo: el poder material lo pueden recuperar en días, pero el control de la conciencia de las masas le tomaría décadas, si es que el incendio no se apodera antes de la pradera y se extiende, como lo está haciendo, por todo el continente, incluido el propio Imperio y cuidado, si hasta cruzar el Atlántico. Aquella mujer o aquel hombre, que salió de las tinieblas, de la ignorancia , y aprendió a leer y a escribir, que se ha dignificado como sujeto político y social, que ha visto a sus hijos mejorar su nivel de vida, poder estudiar la secundaria, comer en la escuela, alcanzar la universidad, poder ser atendido medicamente, ver a su padre o a su madre tener un pensión digna, por citar nada más algunas conquistas del proceso revolucionario. Que ha aprendido a asumir desde la más completa exclusión diversas formas de poder en su barrio o comunidad, no va a permitir tarde o temprano, que un capataz, o un caporal, o un patrón, o un funcionario público en rol de gerencia, vulnere sus derechos ciudadanos y humanos en una fábrica, o una hacienda o en un hospital o liceo. No se va a quedar de brazos cruzados a observar como el dueño de la empresa para la cual trabaja, lo explote miserablemente, o la desmantele y paralice progresivamente como parte del plan de saboteo que contra la industria nacional adelantan la oligarquía y la administración pública y la burocracia-reformista.

Las llamadas Leyes Habilitantes, la recién aprobada solvencia laboral y el control de cambios, son sin duda formas pre-socialistas valiosas para hacer avanzar el proceso de mejora en el nivel de vida de nuestra población y al mismo tiempo detener la ofensiva de la burguesía de parálisis progresiva del aparato productivo nacional, que busca entre otras cosas, la desmoralización de pueblo por la vía del desempleo y el descalabro de las finanzas públicas por la vía del desequilibrio en la balanza de pagos y del endeudamiento interno, ante una economía progresivamente improductiva e importadora (Envío adjunto material sobre la crisis económica en curso, solapada por los ingresos extraordinarios petroleros, información que la propia burguesía informa a través de sus diarios).

La lucha de clases no es un constructo esencialmente material, en el sentido de que involucra a gente perteneciente a la clase dominada enfrentada a gente perteneciente a la clase dominante. Es un constructo dinámico y dialectico que se expresa en el plano material obviamente, pero fundamentalmente en el plano de lo ideológico y del pensamiento. La ideología de la clase dominante se reproduce en el pensamiento de la clase dominada y de los revolucionarios, lo hace a través de diversas formas como la tradición, la moral, la costumbre, la religión, la educación, los medios de comunicación social y cientos de otras formas. Es decir, la lucha de clases se da dentro de nosotros mismos, entre nuestro pensamiento y convicciones revolucionarias y nuestros temores y prejuicios producto de la reproducción en nuestra mente de la ideología de la clase dominante.

El Presidente Chávez, como máximo estratega y líder de este proceso revolucionario, ha avanzado dinámica y dialécticamente como todos nosotros, y ha entendido que no es posible alcanzar la gran meta de la Revolución: Vencer la miseria de nuestro pueblo venezolano y latinoame1ricano en el marco del capitalismo. Cuando el Presidente Chávez nos hace el llamado a prepararnos para el socialismo del siglo XXI, lo hace convencido que dentro de este marco de explotación, de maximización de la ganancia y de relaciones de producción y sociales individualistas no es posible seguir avanzando. El llamado del Presidente no es un saludo demagógico a la bandera ni tampoco es para dentro de cincuenta años, es para ya, y es el gran reto del MDD, para seguir siendo cónsono con su rol histórico de vanguardia del proceso revolucionario asumir el reto del socialismo como nuestra bandera fundamental.

Pienso seguir elaborando ideas sobre el socialismo venezolano próximamente, agradecería me respondan con opiniones y críticas a lo aquí expuesto.

Un saludo fraternal y revolucionario.
Francisco Rivero Álvarez.
MDD- Vargas.