Desde la ruptura de la UNT dirigentes de cada uno de los sectores han llamado a restaurar la unidad y se ha abierto un debate en las filas del movimiento obrero acerca de cómo lograr este objetivo. Este articulo, resultado de varios debates entre dir El resultado del II Congreso de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) celebrado el 25, 26 y 27 de mayo, con la división del mismo en dos plenarias: una con alrededor de 700 u 800 de los delegados asistentes, que se quedaron en el interior de la sala apoyando a Orlando Chirinos y la corriente C-CURA; otra con unos 200 a 300 delegados que abandonaron la sala siguiendo a Marcela Máspero y los dirigentes de las demás corrientes que integran la dirección, ha llenado de inquietud y preocupación a muchos revolucionarios. De hecho, si tomamos en cuenta el número de delegados asistentes, más de 2.500, la conclusión parece obvia: la mayoría de delegados asistentes al Congreso se fueron a sus casas desconcertados y confusos por una división que ni esperaban ni comprendían.
En la Declaración de la CMR tras el II Congreso analizamos las razones fundamentales que llevaron a ese desenlace y formulamos varias propuestas para recomponer la unidad de la UNT sobre la única base que puede garantizar que dicha unidad sea real: el debate democrático en una Conferencia o Asamblea Nacional de Trabajadores de un programa de lucha para ponerse al frente de la Batalla de Santa Inés II y organizar la toma de empresas en todo el país con el fin de impulsar y generalizar el proceso de expropiaciones iniciado en 2005 y avanzar al socialismo.
Desde la ruptura, dirigentes de cada uno de los sectores han llamado a restaurar la unidad y se ha abierto un debate en las filas del movimiento obrero acerca de cómo lograr este objetivo. Este articulo quiere contribuir a ese debate partiendo de los análisis ya formulados en la Declaración que hicimos en los días inmediatamente posteriores al Congreso añadiendo algunos nuevos elementos que nos parecen importantes para construir la UNT que las trabajadoras y trabajadores venezolanos necesitamos en este momento del proceso revolucionario.
El desarrollo de la UNT y el momento actual de la revolución
La cuestión de la división de la UNT sólo se puede entender en el contexto concreto de la revolución venezolana en el que estamos y partiendo del propio proceso de nacimiento y desarrollo de la central sindical revolucionaria a lo largo de los últimos tres años. La creación de la UNT supuso un paso adelante para el movimiento obrero venezolano al romper el control del movimiento sindical por la camarilla mafiosa y pro-imperialista de la CTV. Sin embargo, la UNT nació con varias taras. La decisión de su creación, el programa y plan de acción que marcó sus primeros pasos y la Coordinación Nacional provisional que debía construir la organización no fue el resultado de un proceso de participación democrática de abajo a arriba de los trabajadores.
Entonces, defendimos que todos los sectores que habían luchado contra el paro patronal y estaban rompiendo con la CTV convocasen un proceso constituyente, con elección de delegados por cada centro de trabajo, sector, etc a una Asamblea Nacional de Trabajadores donde se debatiese un programa de lucha, un plan de acción y ,no antes sino como culminación de todo ello, se discutiese la fundación de una nueva organización de los trabajadores y la elección de un organismo dirigente para la misma.
Si se hubiese hecho un proceso constituyente desde las bases de los trabajadores en estas líneas, el resultado difícilmente habría sido una central sindical en el sentido clásico sino una mezcla entre un sindicato, un movimiento y un instrumento político de la clase obrera para construir su unidad y ponerse al frente del proceso revolucionario. Eso era lo que necesitaba (y sigue necesitando) la clase obrera. Y eso es lo que habría nacido si se le hubiese ofrecido el cauce a las bases obreras para desplegar todo su poder y hubiese existido entre los máximos dirigentes de la naciente UNT una conciencia clara de esa necesidad y un programa para hacerla realidad.
La lucha reivindicativa y la lucha por el socialismo
En el fondo, el problema tiende a desbordar el marco del debate acerca de si la UNT se constituye como una central sindical con una dirección elegida más o menos democráticamente desde las bases, un programa discutido y aprobado en asamblea, etc. Lo que la clase obrera necesita en esta fase de la revolución ni siquiera es un sindicato como tal, entendida como una organización de los trabajadores cuyo objetivo central sea unificar y organizar la lucha por sus reivindicaciones inmediatas. La propia lucha de los trabajadores, en un contexto revolucionario, tiende a desbordar y superar una y otra vez el marco de la lucha reivindicativa.
Además, la clase obrera venezolana, como resultado del mismo colapso y decadencia de las fuerzas productivas del país que ha desembocado en la actual situación revolucionaria, se ha visto sometida durante las últimas décadas a un proceso de ataques constantes que han incrementado su fragmentación. La propia incapacidad de los capitalistas para, a pesar de los ingentes recursos que proporciona la industria petrolera, seguir desarrollando las fuerzas productivas -ni siquiera al nivel que lo habían venido haciendo hasta el principio de los 80- se expresa en los altos niveles de desempleo y en una informalidad que representa más del 50% de la población activa. En unas condiciones semejantes, y en medio de un proceso revolucionario, incluso la lucha de los sectores de la clase obrera que han logrado mantener unas condiciones más favorables para poder desplegar la lucha por sus reivindicaciones inmediatas sólo puede avanzar si va vinculada constantemente a la lucha por la revolución socialista y la construcción de una nueva institucionalidad revolucionaria, en definitiva por un estado de los trabajadores.
El gran revolucionario ruso León Trotsky en al apartado “Las reivindicaciones inmediatas y la lucha por el poder” de su libro “A dónde va Francia” explica cómo en un contexto revolucionario y de crisis del capitalismo la separación entre las luchas reivindicativas y políticas desaparece y las organizaciones obreras revolucionarias deben vincular en todo momento las reivindicaciones inmediatas a los objetivos generales de la lucha revolucionaria : “La tesis marxista general: las reformas sociales no son mas que los subproductos de la lucha revolucionaria, en la época de la declinación capitalista tiene la importancia más candente e inmediata (…) incluso las mayores “concesiones” de las que es capaz el capitalismo contemporáneo (acorralado él mismo en un callejón sin salida) seguirán siendo absolutamente insignificantes en comparación con la miseria de las masas y la profundidad de la crisis social. He aquí por qué la más inmediata de todas las reivindicaciones debe ser reivindicar la expropiación de los capitalistas y la nacionalización (socialización) de los medios de producción.”
“(…) En caso de reanimación de la coyuntura económica, la lucha huelguística podrá, sin duda, tomar una extensión mucho mayor. Por eso es necesario seguir atentamente el movimiento del comercio y de la industria, particularmente los cambios en el mercado de trabajo (…) ayudando en la práctica a los obreros a hacer presión sobre los capitalistas en el momento necesario. Pero aun en el caso de una lucha huelguística extendida, sería criminal limitarse a las reivindicaciones económicas parciales (…) La fórmula política marxista, en realidad, debe ser la siguiente: Explicando todos los días a las masas que el capitalismo burgués en putrefacción no deja lugar, no sólo para el mejoramiento de su situación, sino incluso para el mantenimiento del nivel de miseria habitual; planteando abiertamente ante las masas la tarea de la revolución socialista, como la tarea inmediata de nuestros días; movilizando a los obreros para la toma del poder; defendiendo a las organizaciones obreras por medio de las milicias; los comunistas (o socialistas) no pierden, a! mismo tiempo, ni una sola ocasión de arrancar al enemigo, en el camino, tal o cual concesión parcial o, por lo menos, impedirle rebajar aun más el nivel de vida de los obreros.”
La UNT, el proceso revolucionario y los soviets
La clase obrera venezolana necesita un instrumento que permita a la vanguardia revolucionaria unificar al conjunto del movimiento obrero entorno a un programa y una estructura organizativa que posibilite a este , a su vez, desempeñar su papel histórico, esto es: ganar la dirección de las masas de los explotados, agrupadas en el movimiento bolivariano, y conducirlas a la expropiación de los capitalistas y a la creación de un estado obrero, como único modo de poder avanzar al socialismo.
La clase obrera venezolana necesita una organización capaz de realizar la unidad entre los trabajadores más avanzados y el resto de la clase, entre los sectores más organizados y las capas más explotadas y desorganizadas de la clase, entre los trabajadores asalariados de la economía formal y los de la economía informal y, por último pero no menos importante, entre el conjunto del proletariado y el resto de los oprimidos y demás sectores aliados potenciales de la clase obrera en la revolución.
Los organismos que permiten a la clase obrera ponerse en condiciones de realizar estas tareas, como demuestra la experiencia de todas las revoluciones, son los soviets. Los soviets, que hoy aparecen rodeados de una leyenda mítica, en realidad no fueron el resultado de un plan hecho por los marxistas o por partido alguno. Nacieron de las propias necesidades que la lucha imponía a la clase obrera, como comités de conflicto que en un primer momento tenían por objetivo coordinar y unificar las distintas luchas obreras. De hecho la misma palabra rusa soviet significa consejo, comité. El desarrollo del proceso revolucionario hizo que de organismos unitarios de lucha esos comités se transformaran en órganos de un nuevo poder estatal, el estado obrero. Los soviets, consejos o comités son ante todo organismos unitarios de base, que nacen como instrumentos para organizar una lucha revolucionaria unitaria de las masas y pueden desarrollarse a partir de ahí , si al frente de los mismos son elegidos cuadros revolucionarios con un programa y un método que apunte en esa dirección, como embriones de una nueva institucionalidad revolucionaria basada en delegados elegibles y revocables por asambleas de los trabajadores y los demás oprimidos. Como una genuina democracia de los trabajadores: única base a partir de la cual se puede construir el socialismo.
Al mismo tiempo, la experiencia de todas las revoluciones también demuestra que la clase obrera necesita un partido revolucionario, es decir: una organización que cohesione y agrupe a los principales cuadros revolucionarios, dirigentes naturales y luchadores de la clase obrera y de los demás sectores explotados y los arme con unas mismas ideas, un mismo programa, método y plan de lucha que les permita tanto impulsar el desarrollo de esos organismos de poder obrero (soviets) como ganar la mayoría de los trabajadores y sectores populares para una política genuinamente socialista.
La necesidad de impulsar Consejos de Trabajadores que sirvan como base de una nueva institucionalidad revolucionaria se expresa hoy en las condiciones concretas del proceso revolucionario venezolano en el hecho de que todo movimiento de la clase trabajadora , es instintivamente un movimiento hacia la toma del poder. Luchas que empiezan por reivindicaciones inmediatas (cesta-ticket, vestimenta, etc.) se transforman vertiginosamente en luchas políticas que plantean la cuestión de quien manda en la empresa y en la sociedad (tomas) y ponen sobre la mesa ya se de manera abierta, o velada si carecen de una dirección que comprenda claramente este proceso, la necesidad de expropiar a los capitalistas.
Por ello, la forma organizativa que adopta el movimiento no puede ser única ni principalmente la del sindicato clásico, entendido como instrumento para organizar y coordinar las luchas reivindicativas de los asalariados frente a los patrones. Por así decirlo, los trabajadores necesitan una central sindical clasista que comprenda que para poder cumplir sus objetivos revolucionarios tiene que ser mucho más que una central sindical clasista. La UNT, para responder a las exigencias concretas que el desarrollo de la lucha de clases en Venezuela ha planteado a la clase obrera, debe ser al mismo tiempo «sindicato» “partido” y embrión a partir del cual desarrollar los organismos de poder obrero que sirvan como base de una nueva institucionalidad revolucionaria controlada por la propia clase obrera al frente de todos los explotados.
Pero si no comprendemos esto claramente y no nos dotamos de un programa, un plan de lucha y unos métodos de trabajo adecuados para conseguir ese objetivo no lograremos ser ninguna de las tres cosas. La UNT no podrá desarrollarse como el instrumento que la clase obrera necesita para enrumbar la revolución hacia el socialismo si sigue siendo concebida como una estructura meramente sindical construida mediante acuerdos por arriba entre distintos dirigentes y corrientes. Ni siquiera una central sindical organizada democráticamente, con dirigentes electos y legitimados por las bases, etc. pero que se conciba a sí misma como central sindical limitada a organizar la lucha reivindicativa de los trabajadores será capaz de responder hoy a lo que los propios trabajadores y el conjunto de los explotados necesitamos. Estará “mocha”.
El ascenso de las luchas, la toma de empresas y la UNT
El acuerdo por arriba entre distintos sectores y líderes alcanzado en 2003 para sustituir a la vieja y podrida CTV por una nueva central que en toda una serie de aspectos básicos mantenía la estructura, estatutos e incluso algunas concepciones sindicales de la vieja CTV (y en todo caso no rompía con los límites del sindicalismo tradicional) no podía solucionar la contradicción que antes hemos comentado. Ninguna fuerza con un apoyo importante dentro de la naciente UNT defendió entonces ante el movimiento -y sigue sin hacerlo hoy- una propuesta que logre hacer realidad la unidad revolucionaria de toda la clase obrera y el movimiento bolivariano para luchar por el socialismo.
En cierto sentido, el rechazo por parte de las bases de los estatutos que se presentaron para la nueva UNT en el Primer congreso político-ideológico de la nueva central por considerarlos continuistas con respecto a la CTV, los debates acerca del nuevo tipo de sindicato que necesitamos (con propuestas como la apertura a sectores desorganizados y desestructurados de la clase, defendida por muchos sectores revolucionarios) son una expresión distorsionada de esta necesidad que tiene la clase obrera de crear una estructura que unifique a todos los estratos que la componen. Distorsionada porque se da bajo la forma de si la UNT debe organizar o no a los sectores más explotados, informales y desestructurados de la clase «sindicalmente» y no sobre la base de cómo la UNT desarrolla organismos flexibles capaces de unificar a toda la clase, y al conjunto del pueblo revolucionario, en la lucha por hacer avanzar la revolución hacia la expropiación de los capitalistas y la conformación de un estado revolucionario.
Hay una contradicción entre la forma y el contenido de la UNT. Como quiera que los trabajadores necesitaban romper con la estructura sindical burocrática de la CTV y construir un instrumento que los una como clase y les permita intervenir en la revolución con sus propias propuestas y luchar por jugar un papel dirigente y protagónico en la misma crean nuevos sindicatos, recuperan los ya existentes y miran hacia la UNT. Hemos visto incrementarse y radicalizarse las luchas obreras. Pero llama la atención que mientras que los que dirigen cada una de esas luchas son activistas de la UNT, la dirección de la central hasta el momento no ha sido capaz de coordinar, unificar y extender a escala nacional esas luchas y vincularlas al desarrollo del proceso revolucionario. Una vez más, es el resultado de la falta de una política consciente por parte de la dirección nacional en ese sentido.
Donde más se ha evidenciado esta carencia es precisamente allí donde la unificación y extensión de las luchas resulta más necesaria y puede empujar decisivamente todo el proceso revolucionario hacia delante: en las empresas ocupadas y recuperadas por los trabajadores. En muchas de esas luchas ,incluso sin crear sindicatos como tales, los trabajadores buscan en la UNT un punto de referencia para desarrollar las tareas que exige la situación revolucionaria: en primer lugar la defensa de la toma organizando el apoyo solidario de toda la clase obrera, pero sobre todo la extensión y generalización de las tomas de empresas como medio para continuar el proceso de expropiaciones, vinculándolo a las propuestas realizadas por el propio Chávez y extendiéndolo a otras empresas y al conjunto de la economía.
Lamentablemente, la incomprensión de la importancia central de esta lucha por parte de los diferentes sectores de la dirección de la UNT ha llevado a desaprovechar las oportunidades que hasta ahora se han presentado para organizar una lucha generalizada de los trabajadores por la expropiación de los capitalistas.
Ya a mediados de 2003, durante la primera toma de Venepal (hoy Invepal) y en pleno proceso de ocupación de empresas como Cristine Carol en Caracas, CNV (hoy Inveval) en Los Teques o Fénix , en Guárico, los marxistas propusimos en distintas asambleas y reuniones y desde las páginas de nuestro periódico EL MILITANTE, a la dirección de la UNT la organización como tarea central de la misma de un Encuentro Nacional de empresas ocupadas, en crisis o en lucha. Si se hubiese organizado las expropiaciones podrían haberse dado antes, algunas de esas luchas (como Cristine Carol y Fénix) no habrían sido derrotadas y el resultado habría impulsado sin duda este mismo objetivo de dotar a la clase obrera venezolana de una estructura unitaria que le permita hacer realidad su unidad por la base para desempeñar el papel que le corresponde en el proceso revolucionario.
Incluso después de realizadas las expropiaciones de Venepal y CNV (y constituidas Invepal e Inveval) la dirección de la UNT desaprovechó la oportunidad de agarrar la propuesta de “fábrica cerrada, fábrica ocupada” realizada por Chávez y María Cristina Iglesias hace un año respecto a las 1.000 empresas abandonadas. La UNT debería haber organizado –como entonces propuso Luis Primo- un plan para organizar la toma de empresas en cada estado y demandar al gobierno la expropiación de las mismas, llevando a la práctica la línea lanzada por Chávez y empujando incluso más allá. Durante los últimos meses hemos visto desarrollarse nuevas tomas pero una vez más se ha desaprovechado la oportunidad de vincular las mismas a la defensa del proceso revolucionario bolivariano y la Batalla de Santa Inés, la lucha de los trabajadores de las empresas en cogestión por avanzar hacia el control obrero, etc. Sin embargo, sólo de este modo podremos hacer plenamente consciente a la clase obrera de toda su fuerza y ayudarla a encontrar en su propia experiencia el camino para impulsar la revolución hacia la expropiación de los capitalistas y la construcción del socialismo.
¿Qué UNT tenemos y qué UNT necesitamos?
Mientras exista el capitalismo –e incluso durante las primeras etapas de construcción del socialismo- la lucha por las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores (salarios, beneficios, seguridad e higiene, etc) seguirá siendo necesaria y podrá ayudar a construir la unidad, conciencia y organización del movimiento obrero. Pero una central, sindicato o dirigente que, en un momento revolucionario como el que vivimos, no comprenda que la lucha reivindicativa se subordina y está condicionada totalmente por la lucha general por construir un estado revolucionario y avanzar hacia el socialismo no podrá desarrollar de manera exitosa ninguna de las tareas que necesita la clase obrera, ni siquiera la propia lucha reivindicativa.
El instinto de la clase obrera, su necesidad de unificarse como clase para participar en el proceso revolucionario, es lo que en ultima instancia ha dado vida a la UNT. Y ello a pesar de la existencia a menudo virtual de muchas de las estructuras organizativas y aparato de ésta. Por supuesto, todos conocemos camaradas dirigentes de la UNT, dentro de la Coordinación nacional y fuera de ella, en las diferentes estructuras regionales, sectoriales, etc, que se “han montado” en intentar construir y organizar la UNT como una central combativa y clasista y darle un aparato lo más organizado posible. Pero ,con todo lo meritorio de ese esfuerzo, lo fundamental es comprender que el mismo no puede tener éxito sin entender estas contradicciones que estamos analizando y darnos un programa , plan de lucha y una perspectiva que partan del hecho de que en una situación revolucionaria como la que vivimos hoy en Venezuela, y cuando la lucha a nivel de cada empresa muestra una y otra vez sus limites, la UNT no puede responder a las necesidades de la clase tomando como objetivo central el trabajo sindical y reivindicativo sino organizando un movimiento amplio que despliegue todo el potencial de la clase y desarrolle los organismos de poder obrero que la situación nos exige para ponernos al frente de la revolución.
Si la dirección de la UNT no ha logrado hasta ahora ese objetivo, no se debe fundamentalmente a la voluntad de tal o cual dirigente sino, por un lado, a como fue configurada esa dirección; mediante un acuerdo por arriba entre distintos sectores, y no como resultado de visiones políticas, programas y concepciones ideológicas debatidas democráticamente sino sobre la base precisamente de la ausencia de cualquier debate político y teórico. Por otro lado, ninguna de las tendencias presentes en la dirigencia de la UNT ha ofrecido hasta ahora un análisis de esas contradicciones y un programa y plan de acción para resolverlas.
El resultado es que durante este tiempo la UNT ha tenido dos caras. Desde el punto de vista de la organización de los trabajadores ha sido una especie de movimiento aluvional de sindicatos que se ha ido creando en gran parte de forma espontánea y con muchos elementos de dispersión y desestructuración interna. Desde el punto de vista de la dirección, el resultado es que en lugar de una lucha de ideas y propuestas políticas y programáticas claras los conflictos entre los diferentes líderes y corrientes se presentan como peleas por el control del aparato basadas en maniobras, acusaciones, etc. Las reuniones de la dirección nacional de la UNT actúan más que como una genuina dirección unificada como un comité de enlace entre las distintas tendencias y dirigentes que en su día decidieron conformar la central.
La ruptura de la UNT y cómo recomponer la unidad
Lo ocurrido en el Congreso, en realidad, ha sido el accidente que expresaba que todas estas contradicciones han ido más allá de sus límites. La contradicción entre la UNT que necesitamos los trabajadores como instrumento para cumplir nuestros objetivos como clase en esta etapa decisiva de la revolución y la UNT que tenemos actualmente, paralizada por las luchas internas en la dirección, sin programa ni un plan que permita a la clase obrera marcar el camino en la lucha por el socialismo, ha llegado aun punto insostenible. El problema es que, a causa de la ausencia de una explicación y una alternativa coherente por parte de ninguna de las distintas tendencias, la crisis ha estallado de la peor forma posible y entorno a motivos que facilitan la confusión y manipulación de la misma.
El debate del II Congreso se centró (y en gran parte se sigue centrando) en la elección de la dirección, el punto que debería ser la culminación del debate y no el eje del mismo. También el aspecto que resulta más fácil distorsionar y utilizar como excusa para desviar un genuino debate de ideas y programas. No obstante, lo que más necesita hoy la clase obrera venezolana, y lo único que puede unificar a las bases de la UNT y al conjunto de los trabajadores y poner en evidencia a los sectores de la dirigencia que no están interesados en proponer la expropiación de los capitalistas para avanzar hacia el socialismo es un programa de lucha para que los trabajadores encabecemos la Batalla de Santa Inés II por los diez millones de votos y al mismo tiempo organicemos la toma de las 1.000 empresas abandonadas anunciadas en su día por el presidente Chávez para demandar su expropiación. Un programa y un plan de lucha que impulse la toma de las empresas infrautilizadas que sabotean la economía del país o que atacan los derechos de los trabajadores, que proponga la extensión de la cogestión revolucionaria hacia el control obrero y la gestión directa por parte de los trabajadores de las empresa y luche porque continúe el proceso de expropiaciones iniciado en 2005 y se extienda al conjunto de la economía, empezando por la banca, los monopolios (nacionales e imperialistas), la tierra, etc.
Todas estas tareas deben ir vinculadas a la lucha por el socialismo y a la necesidad de destruir el aparato estatal creado por los capitalistas y sustituirlo por un nuevo estado de los trabajadores basado como ya hemos dicho en Consejos Obreros y Comunales compuestos por voceros elegibles y revocables en cada centro de trabajo, barrio, pueblo, cuartel, … y coordinados a nivel parroquial, local, estadal y, finalmente, en una Asamblea Nacional de Consejos Obreros y Comunales que elabore un plan nacional de Desarrollo Endógeno rumbo al socialismo que permita acabar definitivamente con el capitalismo en Venezuela.
Por una Asamblea Unitaria de la UNT que organice la Batalla de Santa Inés 2 y proponga al Presidente un programa para construir el socialismo expropiando a los capitalistas
Este programa fue el que propuso la Corriente Marxista Revolucionaria desde el inicio del debate congresual en los zonales y se basa en las siete líneas estratégicas presentadas por Luis Primo, dirigente de la UNT Caracas Miranda, miembro de la Coordinación Nacional ampliada y dirigente también de la CMR, en distintas reuniones de la UNT. Sólo empezando por centrar el debate sobre estos puntos y llamando a un frente único de todos los sectores y tendencias de la UNT para convocar cuanto antes una Asamblea Nacional de Trabajadores que debata los mismos será posible recomponer la unidad de la UNT para luchar por el socialismo y desarrollarla como un movimiento unitario, clasista y revolucionario que permita a la clase obrera jugar el papel que le corresponde en la revolución.
La inquietud por recuperar la unidad nace del instinto de los propios trabajadores, que necesitan más que nunca un instrumento unitario que les ayude a organizar su lucha por hacer avanzar la revolución. Pero, sin una comprensión real de las causas del estancamiento y posterior división de la UNT, y del único camino que permite alcanzar una genuina unidad revolucionaria de ésta en la lucha, la defensa de la unidad puede expresarse en buscar un nuevo acuerdo por arriba entre los dirigentes para mantener una unidad formal (no real, porque las presiones y contradicciones que han llevado a la ruptura seguirán creciendo) aparcando el debate sobre el programa, plan de acción y tipo de organización que necesitamos. Debemos estar claros: un acuerdo por arriba para seguir como en los últimos años sólo aplazaría (y no por mucho tiempo) una nueva división y sí podría retrasar el objetivo de convertir a la UNT en un instrumento útil para el triunfo de la revolución. Desde la CMR llamamos a todas las tendencias de la UNT a ponerse de acuerdo pero para constituir un frente único que convoque unitariamente una Asamblea Nacional de Trabajadores en la que discutir el programa y plan de lucha que necesitamos los trabajadores para ganar la Batalla de Santa Inés y avanzar hacia el socialismo.
Esa Asamblea Nacional Unitaria de la Unión Nacional de Trabajadores además de debatir y aprobar un plan de lucha para impulsar UBEs por el Socialismo y Consejos de trabajadores en cada centro de trabajo para garantizar la reelección del Presidente Chávez y vincular la misma al socialismo con el programa que antes comentamos ( toma de empresas, extensión el control obrero y las expropiaciones, etc) debería discutir un Programa que sea la propuesta que presenta la clase obrera venezolana al Presidente Chávez para, después de derrotar nuevamente al imperialismo y la contrarrevolución capitalista en diciembre de este año, llevar a cabo de forma definitiva “la revolución dentro de la revolución” y avanzar hacia el socialismo expropiando a los capitalistas y eliminando mediante la construcción de un estado obrero revolucionario la corrupción, el saboteo, la ineficiencia y el burocratismo que, como ha dicho tantas veces el Presidente, minan desde dentro la revolución.