Pretender hacer socialismo sin que participe la clase trabajadora es algo así como tratar de hacer una buena salsa napolitana, sin tomate. Se trata del ingrediente principal e insustituible. Una salsa así es la que se está tratando de cocinar en Inve Pretender hacer socialismo sin que participe la clase trabajadora es algo así como tratar de hacer una buena salsa napolitana, sin tomate. Se trata del ingrediente principal e insustituible. Una salsa así es la que se está tratando de cocinar en Invepal.

Apenas arrancó la anterior junta directiva de la empresa, presidida por Edgar Peña y funcionarios del MINEP, ignorando las protestas de los trabajadores, nombraron un “Gerente General” poniendo en ese cargo a un antiguo ejecutivo de Venepal, con muchos años de experiencia en cargos gerenciales al mando de quienes llevaron la empresa a la quiebra, con marcados prejuicios y desprecio hacia los trabajadores. Este nombramiento, que a la vista de cualquier capitalista era lógico y estratégico, puso de manera inmediata una barrera a la ansiada cogestión y marcó los inicios de una serie de contradicciones que muy pronto condujeron a la actual crisis que amenaza con agravarse y dar al traste con un proyecto socialista emprendido por el presidente Chávez y apoyado con mucha convicción y esperanza por los trabajadores.

La primera contradicción, a nuestro juicio muy difícil de resolver, se produce por la creación de la empresa como una Sociedad Anónima con dos socios, uno de los cuales es la cooperativa conformada por los ex trabajadores de Venepal que habían tomado la empresa cuando ésta fue llevada a la quiebra. Tanto la empresa como la cooperativa son figuras comerciales capitalistas, regidas por leyes capitalistas. Puesto que conseguir un marco legal para el desarrollo de empresas en cogestión no se hace de la noche a la mañana, se optó por esta solución, pero se olvidaron de tratar de subsanar la falla a través de los estatutos. Para más colmo, la cooperativa se endeudó con un cuantioso préstamo equivalente a su 49% de participación (más de seis millardos). Obligada a responder por un dinero que ni siquiera vieron y que desconocen donde está o en qué se ha gastado, se vio impelida a obrar ni más ni menos que como cualquier explotador, aprobando la contratación de antiguos compañeros de trabajo bajo peores condiciones que las que imperaban en Venepal. Cuando pasó la temporada escolar el año pasado, el Gerente General sacó cuentas y convenció a los directivos de la cooperativa de ese entonces, quienes para ese momento ya se comportaban como magnates, que era conveniente reducir costos, para asegurar las ganancias, y por eso había que llevar a cabo un despido masivo. 120 ex trabajadores de Venepal fueron botados a la calle injustificadamente.

Como consecuencia de las muchas contradicciones existentes, el proyecto original está totalmente sin cumplir, es más, pareciera que se ha retrocedido, porque se han gastado cuantiosos recursos para unos resultados demasiado pobres, y no estamos hablando de aspectos monetarios, hablamos de hechos sociales. Por ejemplo, el proyecto original preveía la generación de más de 2.000 empleos directos. Hoy en día solamente hay 600, discriminados en por lo menos dos grupos: los cooperativistas que suman algo más de 300 y los contratados. Además, un gran número de burócratas que han encontrado un terreno llano para jugar a gerenciar una empresa, sabiendo que en una empresa privada no podrían hacerlo porque allá los obligarían a trabajar. Esta carga burocrática ha de ser soportada por los trabajadores que son quienes hacen el trabajo. Los que si están en la calle todavía son los trabajadores víctimas del despido masivo injustificado de noviembre de 2005, porque si bien es cierto que el Ministerio del Trabajo ha estado presente desde el día del despido, lo ha hecho para parcializarse a favor de la directiva de Invepal. Cuando los representantes de MILCO expresan a través de los medios preocupación porque la cooperativa está pidiendo el despido injustificado de ocho trabajadores, omite decir que dentro de los ocho “trabajadores” que la cooperativa pide sacar de la empresa está el “Gerente General”, la gerente de ventas (que se mueve cuando las ventas dan buena comisión), la Jefe de Personal y los antiguos directivos de la cooperativa quienes fueron expulsados de ella en asamblea general por no cumplir sus obligaciones y no entregar cuentas, pero que continúan con cargos burocráticos amparados por el MILCO. En cambio con respecto al despido masivo de obreros se han hecho los de la vista gorda tanto MILCO como MINTRA.

Como el lector ya habrá entendido, la cogestión, que implicaba ni más ni menos que la participación de los trabajadores en la dirección de la empresa, nunca se ha cumplido. MILCO, que es el ministerio bajo el cual fue situada la dirección de la empresa, ejerce una férrea dictadura en la junta directiva con su 51% de participación. El “Gerente General” toma las decisiones que quedan por tomarse. Cuando la ministra de MILCO, actual presidenta de Invepal, dice que se reunió con los trabajadores, es cierto, pero con un grupito de no más de 20 encabezados por los ocho arriba mencionados y sus seguidores. El diálogo con los demás trabajadores nunca se ha producido.

La comunidad, luego de haber brindado su apoyo a los trabajadores durante la toma de Venepal, ahora miran con indiferencia. Los compromisos de tipo social con la comunidad tampoco se han cumplido y sus miembros la ven hoy como algo ajeno. Los campesinos que ocupaban las tierras fueron sacados. El ganado vacuno se acabó.

Las negociaciones con MERCAL se han hecho a través de intermediarios. El arranque de producción se ha hecho cuando ya la temporada está por terminar. La producción se cedido a terceros, pero se hace creer que el producto es hecho en Invepal. El departamento de litografía, por ejemplo, está inactivo porque los trabajadores fueron despedidos. El criterio aplicado es que resulta más barato encargar el trabajo a un tercero.

Finalmente, las cuentas no cuadran. La discusión se ha conducido siempre del modo capitalista más neoliberal. A punta de sacar cuentas de tipo monetario se han olvidado completamente, o nunca lo han tenido en mente, el compromiso con el país y con los trabajadores propios, tanto como los aspirantes a emprender la aventura del socialismo. La toma de empresas por parte de trabajadores solo conduce a su manipulación para que algún funcionario inescrupuloso extorsione al patrono.

Ahora bien, nosotros vamos a asumir que los errores han sido cometidos sin mala fe, a causa de la inexperiencia, dado que Invepal es la primera. Los medios de comunicación escuálidos no han hecho todavía ninguna algarabía, bien porque no lo entienden (si tantos revolucionarios siguen sin entenderlo qué se puede pedir de los escuálidos) o porque esperan que la crisis se agudice todavía más y están acumulando material. Pero para nosotros el tiempo apremia y se hace necesaria una rectificación a tiempo.

Hacemos un llamado a los ministros de MILCO y MINTRA para que inicien el debate constructivo oyendo las propuestas de los trabajadores. De la misma manera exhortamos a nuestros compañeros trabajadores a no desechar el diálogo, si bien deben mantener claras sus posiciones. También debe involucrarse a la comunidad y a los trabajadores de las demás empresas en cogestión. A corto plazo se deben resolver las contradicciones a través de unos estatutos bien definidos políticamente que aseguren la participación en la conducción de la empresa, no solo del gobierno, sino también de los trabajadores, la comunidad y una representación de las demás empresas cogestionadas. Se deben resolver todos los problemas laborales, incluyendo el reenganche de los despedidos masivamente, garantizando que no haya discriminación. Se debe eliminar la burocracia.

Finalmente, como un punto muy importante, los ministerios deben ofrecer mecanismos que permitan a los trabajadores y a la comunidad en general ejercer la contraloría social y que esta surta el efecto deseado. No se trata de ocultar las fallas cuando el que las cometa sea uno de los nuestros. Se trata de prevenirlas y corregirlas.

Las cenizas de Venepal muy difícilmente pueden convertirse en una empresa exitosa desde el punto de vista capitalista, pero esa clase de éxito no nos interesa para nada a los revolucionarios, porque lo que eso significa es que un grupo privilegiado se hace rico a costa de los demás. Lo que verdaderamente nos interesa es hacer de Invepal una empresa socialmente rentable.

Más información en www.angelfire.com/nb/17m/INVEPAL.html