El pasado 3D las masas venezolanas, en contra de la prédica de unos cuantos sectarios, demostraron que su nivel de conciencia ha venido en aumento desde el comienzo de la revolución bolivariana y apostaron duro a favor de la profundización del proceso a través de un apoyo masivo a la propuesta del presidente Chávez. He ahí el origen de los siete millones y pico de votos.
El otro interlocutor de esta historia: el propio Chávez, con la honestidad que siempre lo ha caracterizado, asumió el mensaje que le estaba enviando el pueblo y sin pérdida de tiempo giró el timón aún más hacia la izquierda. Si a alguien le quedaba alguna duda de por dónde venían los tiros, sólo hay que fijarse en los anuncios realizados durante los meses de diciembre de 2006 y enero de este año que, fundamentalmente, han estado dirigidos a satisfacer las justas expectativas que la revolución ha despertado entre las masas. Porque si bien es cierto que gran parte de la acción de gobierno desde 1999 hasta la fecha ha estado dirigida a equilibrar la enorme desigualdad que para ese momento existía en la sociedad venezolana, con unos pocos muy ricos y unos muchos muy pobres, también es cierto que buena parte de esas acciones, materializadas mayormente a través de las distintas misiones, no han tenido todo el efecto que han debido tener, más con los enormes recursos que se les han inyectado.
La razón fundamental de esta ineficiencia no hay que buscarla muy lejos y es algo que los marxistas deberíamos saber muy bien: no se puede hacer una revolución socialista con las estructuras del viejo Estado capitalista, la revolución debe destruir esas arcaicas estructuras para poder construir sobre sus ruinas las estructuras de ese nuevo Estado de transición, o semi Estado como decía Marx, que permitan avanzar hacia el socialismo.
Desafortunadamente, el presidente Chávez aún no es un marxista y, al igual que el pueblo, ha venido avanzando de una forma más lenta a través de un proceso de prueba y error donde se va formando su conciencia. El hecho de haber lanzado los cinco motores constituyentes es un buen ejemplo de ello: obviamente ya sacó la conclusión de que con este Estado que favorece la burocracia, la ineficiencia y la corrupción, la revolución no va a avanzar mucho más de lo que ya lo ha hecho, es necesario un cambio radical y en ese sentido apuntan los motores anunciados. El tercer motor, de “moral y luces”, está evidentemente dirigido, con todas las debilidades que se le puedan señalar, a intentar transformar a la superestructura ideológica del Estado capitalista, mientras el resto de los motores, sobre todo el quinto, se enfocan sobre la superestructura jurídico político del Estado burgués, impulsando el desarrollo de los Consejos Comunales con la idea de que sean éstos los que comiencen a tomar en sus manos la tarea del gobierno local, en una primera etapa, y luego, a través de las federaciones y confederaciones de Consejos Comunales, como ya lo ha anunciado el presidente, los gobiernos estadales y finalmente el gobierno nacional.
Las alcaldías como estructuras de base del Estado burgués: el caso de Los Teques
Los Teques es la capital de uno de los principales estados de Venezuela, como lo es el Estado Miranda, y forma parte del Municipio Guaicaipuro. Es una ciudad ubicada entre montañas y muy cerca de Caracas, y que para su desgracia nunca ha contado con un buen gobierno local. Hasta la llegada de Chávez a la presidencia de la República, una serie de adecos y copeyanos mediocres se habían repartido la tarea de mal gobernarla. En las elecciones del año 2000 llegó a la Alcaldía un sujeto aún más mediocre que los anteriores pero que venía camuflado de revolucionario: el teniente coronel Raúl Salmerón, cuyo único mérito para ser alcalde era el hecho de haber jugado, en un tiempo, béisbol con Chávez. Este mismo sujeto es nuevamente impuesto por el aparato del MVR como candidato a la reelección en las elecciones de 2004, aún en contra de la opinión de las masas chavistas locales que ya habían experimentado 4 años de su ineptitud y de múltiples señalamientos de corrupción hacia su persona. El caso de Los Teques es el caso de la mayoría de las alcaldías y gobernaciones de Venezuela, donde se hace más evidente la confrontación que se está dando entre las viejas estructuras heredadas del Estado capitalista que sirven de freno a la revolución, y que son sostenidas a sangre y fuego por estos personaje oportunistas que han hecho de ellas sus parcelas privadas de poder e ingresos (al mejor estilo que sus antecesores cuartorrepublicanos), y el deseo de participación de las masas a través de los recientemente creados órganos de poder popular como es el caso de los Consejos Comunales, evidenciando crudamente la contradicción que existe entre el discurso del presidente y la actitud de estos sectores reformistas, y muchas veces corruptos, que controlan el aparato del Estado.
En todas estas alcaldías el negocio lomito es el de la recolección de basura, el cual normalmente se entrega en concesión a una empresa privada a cambio de jugosas comisiones. En el municipio Guaicaipuro está concesión le fue entregada a dedo a una empresa sin experiencia ni capacidad, propiedad de conocidos líderes de la oposición más reaccionaria. Desde el comienzo de su gestión se podía prever que más tarde o más temprano el servicio que prestaba esta empresa iba a colapsar. Hace ya casi dos años, desde la CMR de Los Teques, en una propuesta de programa de gobierno municipal, habíamos planteado como posible solución al problema de la basura lo siguiente: “crear una empresa pública municipal bajo control de sus trabajadores que se encargará de la recolección y disposición de los desechos en el municipio. Esta misma empresa tendrá bajo su competencia una planta de clasificación y procesamiento de los desechos para su reutilización. Se crearán, igualmente, una serie de cooperativas para complementar el trabajo de esta empresa, las cuales realizarán la recolección de desechos en los sectores populares de difícil acceso para los camiones, así como el barrido de calles y lugares públicos.
Estas cooperativas estarán adscritas a la empresa recolectora y tendrán representantes en la dirección de la misma”. Como era de esperarse ninguna de estas propuestas fue acogida por el gobierno local, más interesado en mantener sus negocios con la empresa privada que en resolver los problemas del pueblo. Finalmente, la empresa recolectora colapsó hace casi un año, y desde entonces Los Teques y sus alrededores se han convertido en uno de los lugares más sucios e insalubres del país.
La desesperación de las masas
En la actualidad el paisaje de Los Teques está repleto de bolsas de basura y de basura suelta regada por aceras y calles, que se continúa acumulando día tras día sin que nadie se digne a recogerla. El olor fétido, las moscas, las ratas y los gusanos son ya habituales para el habitante de Los Teques. En muchos sectores la gente ha comenzado a quemar la basura en la calle, contribuyendo con ello a generar una mayor contaminación, que se viene a sumar a la contaminación que normalmente existe en la atmósfera de la ciudad como resultado del botadero municipal de basura, ubicado a unos 7 kilómetros, y que por falta de mantenimiento está permanentemente quemándose. Los casos de personas, sobre todo niños, con problemas respiratorios se multiplican en la emergencia del hospital local. Mientras tanto, el alcalde y su gobierno hacen malabarismos para no rescindir el contrato a la empresa recolectora (hay demasiados intereses comunes de por medio), amenazan que lo van a hacer en cualquier momento pero dicho momento no llega nunca. En una última jugada han hecho entrar en escena a una tercera empresa privada para cederle parte del contrato de la primera. Mientras el presidente nacionaliza empresas, estos “socialistas” locales se desesperan por mantener y fomentar la empresa privada explotadora de los trabajadores, y fuente principal de sus negociados. El pueblo de Los Teques es un pueblo aguerrido y profundamente revolucionario, que ha dado muestras en más de una ocasión de su compromiso con la revolución bolivariana, pero que ya ha comenzado a perder la paciencia ante la incompetencia y latrocinio de los “revolucionarios” del gobierno municipal.
A principios de julio del año 1917 las masas revolucionarias rusas, más específicamente de Petrogrado, se lanzaron a las calles a exigir a los gobernantes reformistas (mencheviques y socialrevolucionarios), en los cuales todavía tenían cifradas sus esperanzas de cambio, que cumplieran con las consignas de la revolución, que asumieran, a través de los soviets, todo el poder y que completaran las tareas de la revolución. Estos hechos se conocieron como “las jornadas de julio” y Trotsky resumidamente los explicó así: “Esta etapa reside en la mecánica inferior de la revolución burguesa por cuanto la clase que más se sacrifica por el éxito de esta última y más esperanzas cifra en ella, es la que menos obtiene de la misma … La clase poseedora que ha llegado al poder mediante una revolución se inclina a considerar que con ello la revolución ha cumplido ya su misión y de lo que más se preocupa es de demostrar su buena fe a las fuerzas de la reacción. La burguesía “revolucionaria” provoca la indignación de las masas populares con las mismas medidas con cuya ayuda espera granjearse la buena disposición de las clases destronadas … El pueblo cree que con un nuevo golpe puede completar o corregir lo que ha hecho antes con insuficiente decisión. De aquí el impulso hacia una nueva revolución, sin preparación, sin programa, sin tener en cuenta las reservas, sin pensar en las consecuencias…” Que queremos decir con todo esto: en Los Teques, al igual que en el resto del país, se ha venido desarrollando una lucha de clases a lo interno del proceso: por un lado los sectores reformistas y oportunistas de derecha (como es el caso del alcalde Salmerón) que no desean avanzar más de lo que ya lo han hecho, porque hacerlo significaría poner en peligro sus cuotas de poder y sus negocios, y por otro el pueblo, que ve con desesperación como el tiempo pasa y la revolución no termina de resolverle sus múltiples problemas. Las masas se han dado cuenta desde hace algún tiempo que estos supuestos dirigentes “revolucionarios” no están en sintonía con el mensaje del presidente y en medio de su impaciencia podrían lanzarse a la calle a exigirles que cumplan con sus tareas, lo cual si no lo han hecho a nivel nacional es simplemente porque el prestigio de Chávez es aún muy alto entre ellas y en igual medida la confianza que tienen en él, pero a nivel local y estadal la cosa cambia y pudieran darse estos estallidos ante situaciones tan desesperantes como la de la basura en Los Teques.
Activar el quinto motor constituyente y crear el doble poder
Como decíamos al comienzo de esta nota, la idea de crear los Consejos Comunales se fundamentó en que fueran ellos los que comenzaran a conformar la nueva estructura del Estado desde abajo, y por eso es que vemos al presidente lanzando en enero la consigna de darle más impulso y poder a estos Consejos, de tal forma que en un primer momento comenzaran a reemplazar la estructura obsoleta e inoperante de las alcaldías. Por supuesto, los más afectados por esta medida son los propios alcaldes que ven el peligro de perder su poder de hacer negocios a diestra y siniestra, y por ello son los primeros en poner uno y mil obstáculos para que los Consejos Comunales puedan desarrollarse a plenitud. La única forma en que los Consejos Comunales puedan comenzar a cumplir con su función es que empiecen a cumplirla de una buena vez y por todas, sin estar esperando a que venga ningún funcionario de la alcaldía, de la gobernación o de un Ministerio a darles el visto bueno (que por otra parte ya el presidente Chávez se los ha dado con creces). Sólo habría que agregar que: para que el trabajo de estos Consejos Comunales sea realmente efectivo, es necesario que a los mismos se incorporen delegados obreros proveniente de los Consejos de Trabajadores (que deben constituirse en todas las empresas, tal como lo han dicho Chávez y el Ministro del Trabajo), y entonces sí estaremos creando una instancia de doble poder, de poder popular verdadero, capaz de reemplazar a las ineficientes alcaldías y transformar desde abajo al Estado burgués para construir el nuevo Estado socialista.
En Los Teques, ante la incompetencia e inoperancia del alcalde Salmerón, se está presentando la magnifica oportunidad de que los Consejos Comunales asuman las tareas para las que fueron creados y comiencen a resolver, en primer lugar, el problema de la basura (son los únicos que en este momento pueden hacerlo de un modo capaz y eficiente), y a partir de allí todos los numerosos problemas que tiene el municipio en cuestiones de infraestructura, seguridad, salud, educación, etc. Sólo falta dar el primer paso para que las masas organizadas en los Consejos Comunales se den cuenta de su enorme poder transformador y lo pongan en funcionamiento.