El 18 de abril la clase obrera del Estado español ha escrito una nueva página ejemplar. Dos meses después de que la dirección de la multinacional anunciara el cierre de la planta y el despido de 1.600 trabajadores de la principal y más de 2.400 de la El 18 de abril la clase obrera del Estado español ha escrito una nueva página ejemplar. Dos meses después de que la dirección de la multinacional anunciara el cierre de la planta y el despido de 1.600 trabajadores de la principal y más de 2.400 de las empresas auxiliares, los trabajadores de Cádiz ha puesto de manifiesto su fuerza, una fuerza capaz de paralizar la vida económica de toda la provincia y capaz en el futuro de transformar la sociedad.
La clase obrera existe, vaya si existe
La lucha de los trabajadores de Delphi en defensa de todos los puestos de trabajo va a pasar a la historia del movimiento obrero. Tras dos manifestaciones de masas, el 1 de marzo y el 12 de abril que han sumado a más de 120.000 personas, después de innumerables marchas solidarias de las mujeres y los estudiantes hacia la fábrica y en las principales localidades de la Bahía de Cádiz, el conjunto de la población ha entendido lo que estaba en juego y ha secundado masivamente la huelga general.
Todos los medios de comunicación de la burguesía han tenido que reconocer el éxito rotundo de la huelga, hasta el punto de que el propio Rodríguez Zapatero se ha visto obligado a declarar públicamente que el gobierno “no dejara abandonados a los trabajadores de Delphi”.
De esta magnífica huelga general se desprenden valiosas lecciones para los trabajadores y los activistas de la izquierda. En primer lugar demuestra la voluntad del conjunto de la clase obrera de Cádiz de llegar hasta el final en la defensa de todos los puestos de trabajo y superar cualquier obstáculo que surja en su camino. En segundo lugar un apoyo tan unánime solo se puede entender por que la huelga general ha servido de vehículo de expresión del enorme descontento que existe en las profundidades de la clase trabajadora, harta de precariedad, bajos salarios, desempleo y un futuro incierto.
Es muy simbólico que mientras el martes 17 de abril el Presidente del Gobierno presentaba eufórico su Informe anual sobre el estado de la economía en la Bolsa de Madrid ante un nutrido grupo de grandes empresarios y capitalistas, confirmando los enormes beneficios que la burguesía está acumulando, 24 horas después ochocientos mil trabajadores secundaran la primera huelga general de esta legislatura demostrando que el boom económico no significa lo mismo para ellos. Una huelga general que no se hace en solidaridad con obreros de una gran empresa pública, como astilleros o la minería, sino contra el cierre de una multinacional. Una huelga que sienta una peligrosa advertencia para la patronal, el gobierno y aquellos dirigentes sindicales de CCOO y UGT que todavía siguen empecinados en su política de pactos sociales y desmovilización.
Un profundo descontento que no hace más que crecer
La huelga de Cádiz es un ejemplo magnífico de la época que atraviesa la lucha de clases. Tenemos muchas experiencias en el pasado de cierres de empresas privadas que jamás desembocaron en huelgas generales tan masivas. Si ahora este escenario no se ha repetido ha sido por la enorme presión que los trabajadores gaditanos han ejercido sobre el aparato sindical.
El ambiente entre los trabajadores de Cádiz es tan sólo la punta del iceberg de frustración, rabia y descontento que se está acumulando en el seno de la clase obrera de todo el Estado. Y el ejemplo de Cádiz no será el último en los próximos meses y años. Los dirigentes sindicales que se han creído su papel de “hombres de Estado” y que en la práctica han actuado como un tapón para que esta furia se exprese, deben tomar buena nota. Esta lucha histórica ha puesto de manifiesto que el ambiente entre la clase no tiene nada que ver con el que se vive en los despachos de muchos “líderes” sindicales cada vez más alejados de lo que piensan millones de trabajadores, de lo que viven y padecen diariamente.
¡Que lección tan maravillosa para todo el mundo! ¡Que golpe tan contundente contra todos los escépticos de la izquierda que piensan que no hay solución!
La huelga general también ha demostrado otra idea fundamental: la relación entre la clase y sus organizaciones tradicionales y como los trabajadores, en un momento determinado, pueden convertirlas en instrumentos de lucha. Descartar nuevas huelgas generales en un próximo periodo sería un error.
La huelga general ha infundido moral y ánimo a decenas de miles de trabajadores en Cádiz y en todo el Estado. Incluso, como los mismos dirigentes de CCOO y UGT han tenido que reconocer, la huelga ha superado todas sus expectativas.
El paro ha sido total en las 14 localidades de la comarca gaditana, mucho más amplio que en anteriores huelgas generales convocadas ¡Incluso el Corte Ingles ha cerrado las puertas de sus dos centros en la zona! Puerto Real, San Fernando, Chiclana, Sanlucar de Barrameda, Jerez, Cádiz, Medina Sidonia, Casas Viejas…todo se ha paralizado, todos los polígonos industriales, astilleros, petroquímica, transportes, construcción, hostelería, servicios, hospitales, administración….
La manifestación en Jerez ha sido tremenda, y la intervención en ella del representante del Sindicato de Estudiantes, David Atienza, llamando a la nacionalización de la fábrica fue recibida con una ovación cerrada por parte de miles de trabajadores.
Los trabajadores pueden vencer
La lucha no ha terminado ni mucho menos. Al contrario, los trabajadores han aumentado la confianza en sus propias fuerzas, están llenos de moral y eso es contagioso. Ahora hay que aumentar la presión sobre el PSOE, sobre el Gobierno central y la Junta que son quienes tienen la llave para resolver el conflicto.
Toda la apuesta del Gobierno y de algunos dirigentes sindicales de confiar que los tribunales paralizarían la declaración de insolvencia de la empresa ha fracasado por completo. De hecho la juez de Cádiz ha aceptado a trámite la petición de quiebra de la multinacional.
La única solución es la nacionalización de Delphi bajo control de los trabajadores. Esa es la única manera consecuente de asegurar el mantenimiento de todos los puestos de trabajo. Y esta idea de nacionalización se está abriendo paso y encontrando apoyo entre miles de obreros gaditanos hartos de reconversiones, despidos masivos y promesas incumplidas. Es muy significativo que Barroso, el alcalde de Puerto Real, haya demandado en los últimos días la intervención del gobierno en la empresa. Incluso las mujeres han sacado la consigna de que la Junta y el Gobierno pongan el dinero para salvar los puestos de trabajo.
La lucha de los trabajadores de Delphi ha entrado en una fase decisiva. Los trabajadores han demostrado su iniciativa y su voluntad de llegar hasta el final. Ahora la pelota está en el tejado de CCOO y UGT: Es necesario ampliar y endurecer el movimiento, extendiéndolo al conjunto de la clase obrera de Andalucía y del resto del estado, con acciones de envergadura (Marcha a Madrid, Huelga General en defensa del empleo en Andalucía…) y coordinando a todas las empresas que, como Delphi, están afectadas por despidos, que son cientos en todo el país, en una gran jornada de lucha estatal. Este es el camino para vencer y es un camino posible como los obreros gaditanos han demostrado con su huelga ejemplar.