El martes 19 de febrero, Fidel Castro anunció su renuncia al cargo de presidente de Cuba. Este anuncio llega diecinueve meses después de que Castro sufriera una operación de estómago. En realidad, desde entonces no ha hecho ninguna aparición pública. La cobertura de los medios de comunicación de que Castro anunciara su retiro ha sido repugnante. Ninguna mención a las conquistas reales de la revolución y mucha palabrería sobre la dictadura brutal y otras cosas por el estilo.
El martes 19 de febrero, Fidel Castro anunció su renuncia al cargo de presidente de Cuba. Este anuncio llega diecinueve meses después de que Castro sufriera una operación de estómago. En realidad, desde entonces no ha hecho ninguna aparición pública. La cobertura de los medios de comunicación de que Castro anunciara su retiro ha sido repugnante. Ninguna mención a las conquistas reales de la revolución y mucha palabrería sobre la dictadura brutal y otras cosas por el estilo.
Inmediatamente después de escuchar la retirada de Castro, George W. Bush anunció que comenzaría la transición democrática y que, «finalmente esta transición llevaría a unas elecciones libres y justas. Y quiero decir libres y justas». Además añadió: «EEUU ayudará al pueblo de Cuba a conocer las bendiciones de la libertad». ¡Las bendiciones de la libertad! Habría que preguntar si se está refiriendo al tipo de bendiciones ofrecidas al pueblo iraquí o afgano.
La hipocresía del hombre no tiene límites. Todo el mundo sabe las irregularidades que se produjeron en la elección de Bush, así que él no tiene ninguna autoridad para dar lecciones a nadie sobre democracia. Además, las recientes elecciones en Pakistán han sido un enorme fraude, que podemos asegurar fue organizado con la ayuda y asesoramiento de «expertos» de Washington.
Mientras tanto, Hillary Clinton y Barack Obama, han sugerido que se podría levantar el embargo a Cuba con la condición de que empiece una «reforma democrática». Las principales potencias europeas también han sumado sus consejos, han dicho que la retirada de Castro podría abrir el camino hacia el «cambio democrático».
La Unión Europea ha señalado que desea reanudar los contactos diplomáticos con Cuba. «Reiteramos nuestra disposición a entablar con Cuba un diálogo constructivo», estas son las palabras del Comisario de Ayuda de la UE Louis Michel. También plantea una visita a Cuba el 6-7 de marzo. Según un informe, los objetivos de la UE son «impulsar la transición pacífica hacia una democracia pluralista, el respeto a los derechos humanos y la mejora de los niveles de vida de los cubanos».
Todos pretenden ser unos demócratas cuando se trata de Cuba. En realidad son como los buitres que esperan su momento para poner sus picos y garras sobre la carne fresca de Cuba. Lo que quieren es el final del sistema económico que instauró la revolución cubana. Quieren que regrese el capitalismo a Cuba. ¡A eso es lo que ellos llaman «democracia»!
«Compromiso» o el camino chino
Otro término de moda estos días es «compromiso». Mientras que Bush prepara sus armas e insiste en que intensificará el embargo, la burguesía más inteligente, tanto norteamericana como europea, plantea la necesidad del «compromiso», es decir, levantar el embargo y la apertura de canales comerciales. ¿Este sector de la burguesía tiene objetivos o intereses diferentes? No, simplemente comprenden mejor que Bush y su obtuso círculo de amigos que la mejor manera de reintroducir el capitalismo en Cuba es levantando el embargo, comenzar el comercio, inundar Cuba con dinero y dejar que el proceso se desarrolle.
Por esa razón es aún más repugnante escuchar a algunos elementos reformitas de la izquierda defender este «compromiso». Lo que realmente hacen es dar a la burguesía un consejo sobre como quitarse esta piedra en el zapato.
Todas estas palabras sobre democracia en realidad son una tapadera para los objetivos reales del imperialismo. No hace mucho tiempo el Financial Times daba un consejo más serio. Sugerían un «camino chino» para Cuba acompañado del levantamiento del embargo impuesto por EEUU. El modelo chino supone abrir Cuba al capitalismo acompañado por un firme control por arriba por parte del aparato del estado.
Castro es un obstáculo para la restauración capitalista
Fidel Castro visitó China en los años noventa después del colapso de la Unión Soviética y no le gustó lo que vio. Desde entonces, aunque obligado por las circunstancias económicos tuvo que permitir cierta apertura a la inversión privada, pero se ha resistido a avanzar hacia el capitalismo Esa es la verdadera razón de por qué la burguesía le odia: odian la revolución que él simboliza.
Deberíamos recordar a estos caballeros cómo era Cuba antes de la revolución. Era una dictadura gobernado por Fulgencio Batista apoyado por EEUU. Entonces no hubo llamamientos a la «democracia». Batista era el amigo el imperialismo norteamericano. Ellos se permitían utilizar la isla como su patio de recreo mientras la población de Cuba sufría unas condiciones terribles.
La revolución cubana puso fin a todo eso. Permitió que el país desarrollara un sistema sanitario avanzado, la esperanza de vida aumentó a niveles que sólo disfrutaban los países capitalistas desarrollados. Permitió educación gratuita para todos, dio al pueblo cubano dignidad. También eliminó a la burguesía parásita y el dominio de las empresas multinacionales norteamericanas.
Para los liberales burgueses y pequeño burgueses sentados en Londres o Nueva York puede que parezcan detalles sin importancia. Después de todo, estos liberales pueden pagarse su servicio sanitario, el pueblo de Cuba no. Estos liberales lucharán por la «democracia» en Cuba, también lucharán por la privatización de la sanidad, la educación y todos los bienes propiedad del Estado. Lucharán por el derecho de las multinacionales a saquear Cuba, para regresar a los tiempos de Batista.
También se dan cuenta de que mientras Castro siga vivo, aunque retirado, todavía tendrá mucha influencia sobre los acontecimientos de la isla. Todavía mantiene su puesto de primer secretario del Partido Comunista, eso explica la cautela de algunos comentaristas burgueses.
Sin embargo, han comenzado a especular sobre el papel de Raúl Castro, que parece jugará el papel de dirección que hasta ahora ha jugado Castro. Se aferran a cada una de sus palabras y esperan encontrar alguna apertura al capitalismo. Han observado que desde que actúa como presidente, desde hace 19 meses que Fidel Castro cayó enfermo, ha animado a los cubanos a iniciar un debate sobre los defectos del «sistema comunista» de Cuba. Aunque en realidad por ahora ha hecho pocos cambios, Raúl Castro ha despertado expectativas entre los imperialistas y exiliados cubanos de Miami, este podría ser el principio de un proceso que podría en algún momento llevar a la restauración del capitalismo.
¿Cuál es la salida?
No han tenido en cuenta lo que Raúl Castro fijo a finales del año pasado: «Los desafíos a los que nos enfrentamos son enormes, pero no puede existir ninguna duda de la convicción firme de nuestro pueblo de que sólo a través del socialismo podemos superar las dificultades y preservar las conquistas sociales de medio siglo de revolución». Pero el mismo Raúl Castro también anunció el año pasado, en julio, que Cuba había iniciado conversaciones para poner fin a décadas de hostilidad, pero sólo cuando Bush abandone la Casa Blanca, dejando así la puerta abierta para el futuro.
Según algunos informes, Raúl Castro es considerado un admirador del modelo chino que implica relajar los controles estatales. Sin duda está empujado por la necesidad de desarrollar la economía cubana. El país ha sufrido décadas de embargo a manos del imperialismo norteamericano. Desde el colapso de la Unión Soviética ha sufrido de modo terrible. Pero le deberían advertir: el régimen chino comenzó con la idea de cierta relajación de la economía para estimular el crecimiento. Ahora han terminado con el modo de capitalista de producción como el dominante en la economía china, es decir, ¡capitalismo! Y se han perdido la mayoría de las conquistas de la revolución china.
Los problemas a los que se enfrenta Cuba no se encuentra en la propiedad estatal de los medios de producción. Los problemas residen en el aislamiento de la revolución en un solo país. El socialismo en un solo país es imposible. Si no lo fue en la poderosa Unión Soviética, ¿cómo podría ser en la minúscula Cuba? Debido al aislamiento, la revolución cubana tuvo que basarse en la Rusia estalinista y esto provocó el surgimiento de tendencias burocráticas.
La respuesta, por tanto, no está en el modelo chino. La respuesta está en la extensión de la revolución al resto de América Latina y más allá. Esto debería combinarse con la introducción de la democracia obrera que Lenin y Trotsky defendieron en los primeros años de la Unión Soviética.
Toda América Latina en el último período ha girado a la izquierda. Venezuela es el punto más avanzado de la revolución latinoamericana. Pero también hemos visto el movimiento revolucionario de las masas bolivianas, el tumultuoso movimiento de las masas en Ecuador, la gigantesca movilización de las masas mexicanas contra el fraude electoral con tres millones en las calles.
En toda América Latina existen las condiciones para la revolución. La burguesía entiende esta situación. Cuba aún es un faro para las masas de toda América Latina. Los imperialistas quieren aplastar la revolución cubana, porque encarna la idea de que aún es posible una alternativa al capitalismo, que el mercado no es el único sistema económico que podemos imaginar. Por eso quieren destruir cada una de las conquistas de la revolución cubana. Y hay está el peligro real de que el imperialismo pueda triunfar.
El imperialismo no puede tolerar la revolución cubana
Si la revolución cubana fuera derrotada, como ocurrió en Rusia, tendría un efecto desmoralizador en primer lugar entre los trabajadores, los jóvenes y campesinos de toda América del Sur, e incluso a escala mundial. En cambio, la regeneración de la revolución cubana y la victoria de la revolución venezolana transformarían totalmente la situación a escala mundial.
Ahora en Cuba hay elementos capitalistas importantes. Existe un número creciente de pequeños comerciantes, gente que posee dólares, comerciantes en el mercado negro, que cada vez más se entretejen con el partido y el Estado. Esa es la amenaza real de la revolución cubana. Y mientras, la dirección toma medidas para restringir el crecimiento de la economía del dólar. Sin duda eso tendrá un efecto durante un tiempo, pero a largo plazo no puede parar la marea en dirección hacia la economía de mercado.
Una de las principales razones de ello es el aumento de la participación de Cuba en los mercados mundiales, algo que se vieron obligados a hacer debido al colapso de la Unión Soviética. No tienen otra alternativa. No estamos en contra de eso. En sí mismo sería un proceso progresista. Los bolcheviques intentaron comerciar con los capitalistas en el Mercado mundial. Lenin y Trotsky ofrecieron a los capitalistas norteamericanos la posibilidad de hacer negocios en lugares como Siberia, para abrir partes enteras de Rusia y se las arrendaban como concesiones, se las arrendaban, no se las daban. Y era absolutamente correcto, en la medida que los bolcheviques mantenían un control firme del estado. Pero la revolución bolchevique y el estado soviético aún en mantillas eran una amenaza directa y, por tanto, la burguesía estadounidense, británica y francesa no estaban dispuestas a comerciar con ellos. Querían aplastar la revolución bolchevique porque representaba una amenaza.
La revolución cubana representa una amenaza para el capitalismo y el imperialismo porque es un ejemplo. Por lo tanto, los imperialistas norteamericanos, en este momento, no quieren comerciar con Cuba, quien estrangular a Cuba, quieren destruirla.
Si hay que decir la verdad, la clase dominante americana parece que carece de algo de capacidad mental. Si fuera un poco más inteligente no bloquearía Cuba. Todo lo contrario, promovería el comercio con Cuba. Eso ayudaría materialmente a las fuerzas contrarrevolucionarias burguesas dentro de Cuba. Pero como carecen de esa capacidad, y el gran jede de la Casa Blanca es excepcional en este tipo de carencias, se oponen a lo que sería necesario desde su punto de vista de clase.
De esta forma, empujan a las masas detrás de Castro y obstaculizan a la contrarrevolución. Pero no se puede pedir peras al olmo y tampoco se puede pedir a la burguesía norteamericana y a sus representantes políticos que produzcan ideas coherentes. El actual establishment político estadounidense está, en realidad, un poco loco. Pero como Shakespeare decía en Hamlet: «Aunque esto sea locura hay método en ella». La razón por la que ellos tienen esta política es porque están aterrorizados del efecto que las revoluciones cubana y venezolana tienen en América Latina. Creen que no tienen otra alternativa que no sea estrangular las dos revoluciones. Por eso actúan como bandidos políticos.
La burguesía europea es más refinada. Se lo puede permitir porque sus intereses vitales no están afectados directamente. Es el «patio trasero» de EEUU el que está en llamas, no el suyo. Sin embargo, a pesar de toda esta amabilidad refinada y diplomacia, son igualmente hostiles a la revolución cubanas y también están a favor de la contrarrevolución capitalista. La diferencia es entre morir por estrangulamiento, algo ruidoso e inoportuno, o morir por envenenamiento lento, que es algo más discreto.
La intensa presión del imperialismo norteamericano sobre Cuba ha tenido el efecto de enfurecer a las masas. Existe una larga tradición de lucha antiimperialista en Cuba. Al pueblo cubano no le gusta ser intimidado por el imperialismo estadounidense. Pero, por supuesto, esto ha provocado una división en la dirección cubana. Un sector quiere un compromiso con el imperialismo norteamericano e ir hacia el capitalismo, mientras que otro sector liderado por Castro quiere resistir.
La enorme autoridad de Castro galvanizó a los elementos anticapitalistas. Ha jugado un papel clave. Han intentado tomar medidas para detener el deslizamiento hacia el capitalismo. Recientemente han dado pasos muy drásticos para intentar detener la dolarización de la economía cubana. La economía estaba cada vez más dolairzada y era una de las puntas de lanzas de la restauración capitalista. El 14 de noviembre de 2004 aprobaron un decreto para detener este proceso.
El periódico español El País publicó un análisis burgués bastante perspicaz sobre este proceso. En él decía: «los dólares llevados a Cuba contaminan y provocan desigualdad […] el verdadero cáncer de un sistema basado en el igualitarismo. Además es una perversión económica introducida por un sistema de doble moneda». El periódico cita a un cubano: «Por un lado estaba el dólar, una moneda fuerte producida por bancos extranjeros, que entraba libremente al mercado y que estaba fuera de control. Por otro lado estaban los pesos cubanos, con poco poder adquisitivo, que eran utilizados para pagar nuestros salarios».
Los dirigentes cubanos intentaron detener este proceso. Pero lo intentaron conseguir con métodos burocráticos y a largo plazo no funcionará. La cuestión que debería quedar clara en Cuba es que no puede luchar eficazmente contra el capitalismo mediante métodos burocráticos, no puedes luchar contra el capitalismo sin luchar contra el sector de la burocracia que empuja en dirección al capitalismo.
Castro es muy popular en Cuba pero la burocracia no lo es. Por lo tanto, no es posible limitar la lucha contra la restauración capitalista a la demanda del mantenimiento del status quo. Las masas no quieren el mantenimiento del status quo, sino mejorar sus niveles de vida, aumentar sus derechos e impulsar la revolución hacia nuevas cotas. Esto es imposible sin una lucha contra los males de la corrupción, el arribismo y la burocracia, el verdadero terreno sobre el que crecen las tendencias capitalistas.
Consignas como: «No a Castro. No a la dictadura castrista», son las consignas de los emigrados de Miami. No son nuestras consignas. En un momento en que Fidel Castro representa al sector que intenta luchar contra el capitalismo se trata de una postura monstruosa. Eso es lo que dice Bush. En su lugar, deberíamos decir: «debemos dirigir nuestra artillería contra estos burgueses corruptos, estos millonarios, estas personas que han acumulado fortunas en dólares. Debemos purgarles. Librarnos de ellos. ¡No a la incipiente burguesía!» «No a la corrupción». Deberíamos atacar a los agentes del imperialismo en Cuba que están socavando la economía planificada y destruyendo el socialismo.