En una conferencia de prensa celebrada el 19 de febrero, los senadores norteamericanos, entre ellos el candidato Demócrata en las pasadas elecciones presidenciales, John Kerry, dijeron que los resultados de las elecciones en Pakistán eran «muy positivos». También prometieron aumentar la ayuda si se formaba un gobierno de coalición entre el PPP y el PML (N). Pero, al mismo tiempo, ¡quieren que Musharraf continúe en la presidencia! La interferencia estadounidense en los asuntos interior de Pakistán es ya algo normal. Ellos dictan la política de cada régimen.
A primera vista, el resultado electoral parece contentar a todos excepto al PML (Q). Pero la realidad es que el PML ha sido el partido de la clase dominante durante toda la historia de Pakistán. Cada una de las dictaduras le ha utilizado como concubina política para la perpetuación de su dominio. Los miembros del PML (N) y del PML (Q) son los mismos capitalistas y terratenientes que los utilizan para salvaguardar su poder y preservar el saqueo. Ayer Nawaz Sharif invitaba a los miembros del PML (Q) a regresar al partido matriz.
Una coalición de gobierno entre el PPP y el PML (N) significaría la continuación del status quo. Estas elecciones son una farsa electoral y los sectores de los medios de comunicación burgueses definen como justas y libres, cuando la realidad es que son los resultados más manipulados de la historia de Pakistán. Los medios de comunicación burgueses pakistaníes atribuyen los votos del PML (N) a la enérgica retórica anti-Musharraf de Sharif. Sin embargo, guardan silencio sobre los acuerdos solapados que los norteamericanos han negociado entre Sharif y el régimen de Musharraf.
La actual composición parlamentaria conviene a los norteamericanos y al ejército, porque significa mantener al nuevo gobierno controlado y obligar al PPP a adoptar una política capitalista. Eso significa que estas elecciones no resolverán nada para las masas oprimidas.
Lo irónico es que los dirigentes del ala de derechas del PPP anhelaban esta opción. Es el escenario ideal para ellos, estar en el poder sin llevar a la práctica ninguna política que emancipe a las masas. En ese proceso, estos dirigentes utilizarán todo su poder para conseguir una mayor parte del saqueo. Asif Zardari en una conferencia de prensa evitó pronunciarse sobre una política económica que realmente resolviera los problemas acuciantes de las masas. No dijo ni una sola palabra sobre «cambiar el sistema», la consigna que utilizó durante la campaña. Este hecho demuestra la presión que ejercen los norteamericanos y que el ala de derechas del PPP estaba ansiosa por regresar al poder.
Cada vez que las masas se levantan para luchar por el cambio, el PPP sube y la clase dominante le aúpa al poder. Igual que las mareas del mar que suben y bajan. Los dirigentes del PPP y el Estado han intentado en varias ocasiones resolver esta contradicción fundamental que existe entre la lucha de las masas por su emancipación socioeconómica, encarnada en su tradición política expresada en el PPP, y el Estado burgués que existe para la preservación de la explotación capitalista, pero siempre fallan.
En esta ocasión tampoco se resolverá nada, excepto provocar un explosión social sin precedentes. La exclusión de los candidatos de izquierdas del parlamento mediante un fraude selectivo tampoco supondrá una diferencia fundamental.
Será la primera vez que el PPP forme una coalición con Nawaz Sharif. Los activistas del PPP nunca podrán olvidar la historia de Sharif como hijo ilegítimo del general Zia, el dictador más odiado y brutal de la historia de Pakistán. Zia asesinó a Zulfiqar Alí Bhutto, el fundador del PPP, le ahocaron. La familia de Sharif fue una ferviente aliada del dictador. Incluso desde un punto de vista emocional y tradicional, Sharif es el archienemigo del PPP.
La presunta «sociedad civil» está apoyando a Sharif incluso más que los dirigentes del PPP. Las ONG y las sectas engañan a las masas sobre Nawaz Sharif, le presentan como el héroe de la «democracia y la judicatura». Incluso si Musharraf se fuera no habría ninguna diferencia fundamental en el sufrimietno de las masas y en la situación de Pakistán. En cualquier caso, hace tiempo que está acabado. Existe gracias al apoyo de los norteamericanos y la debilidad y traición de los llamados dirigentes de la oposición, y en particular gracias a la ala de derechas del PPP. Es una realidad que en último período casi cada uno de los partidos ha tenido un acuerdo manifiesto o encubierto con Musharraf.
Otro aspecto interesante de estos resultados electorales es que los partidos islamistas han sido derrotados. Esta es una gran noticia para la intelectualidad y medios de comunicación liberales. Ellos ignoran que han desaparecido del parlamento precisamente porque ha desaparecido la ayuda del Estado. Nunca han sido una fuerza de masas en Pakistán. Fueron aupados por el Estado en las elecciones de 2002 para controlar el sentir antiimperialista de masas mediante su retórica. En los últimos cinco años han quedado totalmente desenmascarados y desacreditados ante los ojos de las masas. Han agotado su papel y se han convertido en una responsabilidad para el Estado.
La otra organización neofascista, el MQM, debe sus resultados al apoyo de las agencias estatales. Esta mafia, que se basa en el odio étnico, representa la fuerza más violenta y reaccionaria, principalmente en Karachi y otras ciudades de Sindh. Esta organización fue creada por la dictadura de Zia a finales de los años setenta para dividir al proletariado de la ciudad industrial más grande de Pakistán: Karachi. Cuando el movimiento entró en reflujo utilizaron a este grupo como una fuerza oscura del Estado para romper la unidad de clase de los trabajadores mediante prejuicios raciales, étnicos y lingüísticos.
Durante las últimas tres décadas han funcionado bajo la protección del Estado. Han atacado sindicatos, asesinado activistas de izquierdas, sobre todo jóvenes del PPP y creado cámaras de tortura donde utilizan los métodos más brutales.
Sin embargo, después de la manifestación de bienvenida a Benazir del 18 de octubre, cuando más de dos millones de trabajadores y jóvenes llenaron las calles de Karachi, el MQM comenzó a sentirse amenazado por este despertar de las masas y ascenso de la marea de la lucha de clases. No aparecían por ninguna parte. Han estado en el poder durante todo el período reciente y han sido un estrecho aliado de Musharraf. Su base social ahora se ha reducido y su dependencia del Estado ha aumentado de modo tremendo.
Con la intervención de los marxistas en este movimiento empezó a darse un cambio cualitativo dentro del movimiento obrero. A pesar de que el compañero Riaz Lund se atrevió a quemar una bandera norteamericana frente a la caravana de Benazir Bhutto el 18 de octubre en Karachi Bhutto tuvo que aprobar su candidatura por el PPP a las elecciones de la Asamblea Nacional. Fue consecuencia de la presión masiva del movimiento y en particular de los activistas marxistas de Karachi.
Durante la campaña, los matones del MQM intentaron utilizar sus tácticas terroristas contra los compañeros. Pero en esta ocasión se encontraron con una forma de respuesta totalmente diferente. No sólo eran odiados por las masas, sino que también se encontraron con una respuesta valiente por parte de los marxistas. Un dirigente del MQM confesó que en sus treinta años de existencia nunca se había enfrentado a una resistencia tan dura. Así que no pudieron recurrir a su método habitual de fraude electoral. En el pasado, los interventores electorales de sus oponentes huían debido a la intimidación física.
En esta ocasión la situación fue cualitativamente diferente. Se encontraron frente a cuadros marxistas muy curtidos. Aquí los compañeros no sólo se negaron a irse, sino que también obligaron a los presidentes de los colegios electorales a seguir los procedimientos electorales correctos y entregar los resultados firmados de sus respectivos colegios. El resultado fue que los resultados eran muy favorables para el compañero Riaz, a la una de la madrugada ganaba por un margen de 22.000 votos en 52 colegios escrutados hasta ese momento, en total eran 198.
De repente las autoridades dejaron de dar resultados. Hubo enfrentamientos en varios colegios electorales. A las afueras de la Oficina del Escrutador del Distrito empezó a arremolinarse gente. A las tres de la mañana, más de 15.000 trabajadores estaban fueran del edificio coreando consignas como: «viva la revolución socialista».
A primeras horas de la mañana del 19 de febrero, varias ambulancias Edhi aparecieron y llevaban a los funcionarios del estado a cargo de las elecciones. Es escrutador escapó gracias a un estrecho agujero que había en el edificio. Todos estos funcionarios del estado se escondieron en la casa del gobernador de Sindh a las afueras de Karachi.
El actual gobernador de Sindh tiene un pasado muy ilustre con acusaciones de secuestro, tortura y asesinato. No es de extrañar que sea un protegido especial del jefe del MQM: Altaf Hussain. Toda la operación era dirigida por el servicio de espionaje del estado pakistaní.
Mientras tanto se retrasaban los resultados. El Estado quería que los manifestantes se cansaran y dispersasen. Algunos de los compañeros estaban tan furiosos que incluso intentaron prender fuego al edificio, pero se contuvieron porque eso habría dado excusas a las autoridades para disparar a matar. Sacrificar a curtidos cuadros marxistas y a sus seguidores en el altar de las elecciones parlamentarias burguesas habría sido una locura, por decir poco.
Finalmente, el resultado amañado se anunció rápidamente detrás de unas puertas cerradas a las 8,30 horas de la mañana del 19 de febrero. El compañero Riaz se dirigió a la multitud y dijo:
«Nos han robado las elecciones pero nunca nos robarán la revolución. Todo Karachi y el país sabe que hemos ganado las elecciones. El proletariado de Karachi nos ha dado el mandato por la revolución socialista y hemos luchado por él en estas elecciones. Ahora nuestra tarea es organizarlo para la transformación socialista de la sociedad. La situación para las masas es intolerable. Las sombras oscuras de la barbarie asoman por el horizonte de Pakistán, no podemos dejar la tarea de la revolución socialista a las futuras generaciones. Debemos conseguir esta victoria durante nuestra vida. Viva la federación socialista del subcontinente, viva el comunismo mundial».
Y después de estos métodos gamberros del MQM, el ala de derechas del PPP ¡propone incluir al MQM en esta coalición! El MQM no puede sobrevivir sin ser parte del poder directo del estado. Los días en que el fascista MQM podría sobrevivir con la ayuda de la protección estatal hace tiempo que se fueron. Necesita directamente estar en el poder por su propia protección y supervivencia. El Estado y los estadounidenses intentan desesperados que el MQM entre al gobierno con el PPP. No es difícil imaginar la reacción de los trabajadores del PPP, sobre todo en Karachi, si esto finalmente se produce.
En cualquier caso, una coalición la derecha será un desastre para las masas. El sufrimiento es tan intenso, la miseria tan severa, si el sistema capitalista se mantiene, la miseria y el sufrimiento aumentarán aún más. Sin duda habrá disturbios y turbulencias, atentados y bombas suicidas. Se producirá una convulsión sin precedentes que puede llevar a guerras y a la ruptura sangrienta de Pakistán. No hay salida sobre bases capitalistas. Sin el derrocamiento de este sistema podrido, la civilización y la existencia humanas están en peligro. Las masas anhelan un cambio. Cuando entren en escena y se desarrolle un movimiento de masas la coalición se desmembrará. La polarización dentro del PPP en líneas de clase será enorme. Y si entonces existe una fuerza marxista significativa dentro del PPP y los sindicatos, el movimiento emprenderá el camino revolucionario. Ningún poder en el mundo podrá detener este movimiento.