¡Solidaridad urgente con la revolución en América Latina!
Planes golpistas en Venezuela, violencia fascista en Bolivia
Declaración de Manos Fuera de Venezuela
¡Solidaridad urgente con la revolución en América Latina! Planes golpistas en Venezuela, violencia fascista en Bolivia
Declaración de Manos Fuera de Venezuela
La tarde del jueves 11 de septiembre se descubrió un plan golpista en Venezuela, con la implicación de altos mandos militares, cuyo objetivo inmediato era el asesinato del presidente Hugo Chávez mediante el derribo del avión presidencial, como quedó claramente registrado en las grabaciones hechas públicas de las reuniones secretas en las que se estaba preparando el magnicidio. Pocos días antes, en Bolivia, bandas fascistas armadas y organizadas por la oligarquía boliviana, asesinaban y torturaban salvajemente a decenas de campesinos partidarios de Evo Morales en el departamento de Pando e intentaban entrar en el barrio obrero PLAN 3000 de Santa Cruz, donde el MAS tiene una fortísima implantación, con el fin de sembrar el terror entre la población. No pudieron hacerlo porque los vecinos se organizaron y defendieron el barrio de la agresión fascista.
Los protagonistas de estas acciones golpistas y fascistas en Venezuela y Bolivia son exactamente los mismos que derrocaron al presidente Allende en septiembre de 1973 o los que impulsaron el golpe franquista en 1936: el imperialismo, los capitalistas, los privilegiados de siempre. Las víctimas también son las mismas: sindicalistas, campesinos que tratan de organizarse para reivindicar sus derechos, militantes de la izquierda o dirigentes que simbolizan las profundas aspiraciones de cambio de las masas.
Según el periódico El País, lo que está ocurriendo en Bolivia es «la batalla entre el centralismo e indigenismo fundamentalistas de la presidencia y la descentralización extrema de la oposición» (artículo editorial, 12-09-08) ¡Qué tergiversación más interesada y asquerosa! Lo que está ocurriendo hoy en Venezuela y Bolivia, y en toda América Latina, es una lucha entre ricos y pobres, un enfrentamiento entre la reacción y la revolución, entre la derecha y la izquierda.
Pero es precisamente todo esto lo que los grandes medios de comunicación, siempre al servicio de los grandes poderes económicos, quieren ocultar. La televisión y la prensa internacional, especialmente la española, está utilizando la mentira y la manipulación de forma indiscriminada para dar una visión completamente distorsionada de los hechos a la opinión pública y especialmente a los trabajadores y jóvenes. El motivo está claro: evitar la solidaridad activa con el pueblo latinoamericano en lucha, evitar el contagio revolucionario en sus propios países y preparar el terreno para dar una explicación «razonable» a cualquier golpe de estado o magnicidio que trate de cortar la marea revolucionaria que vive el continente. Lamentablemente, el gobierno de Zapatero, está siendo cómplice de esta asquerosa campaña de manipulación.
Moratinos, el ministro de asuntos exteriores, se ha dedicado a hacer «llamamientos a la paz» entre las «partes enfrentadas», situando al mismo nivel al gobierno de Evo Morales y las bandas fascistas que asesinan a campesinos. Tiene la osadía de recriminar al gobierno de Evo Morales y de Hugo Chávez por crear una «escalada» de enfrentamiento con el imperialismo de EEUU, obviando que las embajadas de este país en Venezuela y Bolivia son los principales centros de conspiración golpista, como ha ocurrido históricamente en el continente. Parece que para estos señores socialdemócratas la tan mencionada memoria histórica es una cuestión «estética» para los mítines y para los días de fiesta, pero que hay que echar por la borda precisamente cuando es más necesaria. Zapatero incluso se olvida de los hechos más recientes: si está en el gobierno, entre otras cosas, ha sido gracias a la «escalada» de enfrentamiento de la juventud y los trabajadores de todo el Estado español contra la alianza del PP con el imperialismo norteamericano en la guerra de Iraq.
Por supuesto que todo el mundo quiere la paz y a nadie le gusta la violencia. Pero el peligro del golpismo y del fascismo no se puede abordar negociando con los golpistas o los fascistas, sino llevando la revolución hasta el final, de tal manera que la reacción no tenga ninguna palanca de apoyo en la economía o en el Estado para poder maniobrar. Es necesario nacionalizar todos los medios de producción fundamentales e instaurar una democracia obrera, esta es la mejor receta para la paz.
En la campaña de mentiras sobre los acontecimientos en Venezuela y Bolivia, tiene una papel destacadísimo el «democrático» y «progresista» diario El País. Esos señores cínicos como ellos solos, nunca aclaran la naturaleza de los agresores (fascistas, golpistas) ni quiénes son las víctimas (campesinos, barrios obreros, activistas de izquierda). Aunque ellos tengan toda la información concreta de los hechos siempre se producen «enfrentamientos», en abstracto y «víctimas», en general. Los planes golpistas contra Hugo Chávez siempre son «supuestos» (aunque los golpes que se llevan a la práctica, como el del 12 de abril de 2002, son apoyados con entusiasmo por esos hipócritas paladines de la «democracia»). El País siempre se refiere a los golpistas o a los fascistas con el respetable estatus de «oposición», mientras, del gobierno de Bolivia se dice que practica un «indigenismo excluyente y racista» (editorial, 12-09-08). La conclusión es obvia, ¿quién debería molestarse excesivamente o extrañarse si se da un golpe contra un gobierno «excluyente y racista»?
El objetivo de estas acciones golpistas y fascistas, debidamente ocultadas y disfrazadas por los medios de comunicación, es evidente: aplastar en sangre la revolución que se está produciendo en estos países.
La total incapacidad de la famosa «iniciativa privada» de resolver los problemas básicos de la población y el papel descaradamente parasitario de las multinacionales que saquean los países de América Latina es lo que ha llevado a las masas a la conclusión de que el capitalismo no sirve, de que es necesario luchar por una sociedad diferente. ¿Pero acaso esta incapacidad del capitalismo de hacer avanzar la sociedad, de resolver los problemas de la mayoría, no se está revelando también a las claras en los países desarrollados? Es evidente que sí: la crisis, la pobreza, el desempleo, la desintegración social, la corrupción y la violencia afectan al mismo corazón del sistema. La recesión económica que se está fraguando no hará más que acentuar todavía más el carácter putrefacto del capitalismo en todo el planeta. El proceso revolucionario que hoy vemos en América Latina es el anticipo de lo que ocurrirá, más temprano que tarde, en Europa, EEUU, Japón, etc…
En realidad, América Latina y los llamados países capitalistas desarrollados, son parte de un mismo proceso económico y político mundial. Por eso a los jóvenes y trabajadores del Estado español, de Europa y de todo el mundo, no nos puede dejar indiferentes los acontecimientos en América Latina. Si en Venezuela y en Bolivia gana el imperialismo y la oligarquía, sería un tremendo golpe al proceso revolucionario que se está dando en todo el continente latinoamericano y que hoy por hoy es la avanzadilla mundial en la lucha por la transformación socialista de la sociedad. En cambio, si la revolución socialista triunfa definitivamente en alguno de estos países, el camino hacia la revolución en todo el continente y en el mundo estará mucho más despejado.
Por todo ello es necesario redoblar la solidaridad con la revolución en Venezuela, Bolivia y América Latina. Hay que organizarse para romper la intensa campaña de mentiras de los medios de comunicación y llegar a los barrios, institutos, a las facultades y a las fábricas para explicar lo que está ocurriendo. Debemos obligar a los dirigentes de los sindicatos de clase y de las organizaciones de la izquierda a romper su vergonzoso silencio y a posicionarse con los trabajadores y campesinos latinoamericanos en lucha. Es necesario organizarse para luchar también aquí, porque los mismos que oprimen a las masas en América Latina son los que ahora quieren descargar el peso de la crisis sobre nuestras espaldas, con despidos, recortes de los gastos en educación y sanidad y ataques a nuestros derechos democráticos.
¡No al golpe en Bolivia y Venezuela!
Clase obrera, nativa o extranjera: ¡la misma lucha!
¡Organízate en la campaña Manos Fuera de Venezuela!