En estos días se conoció el veredicto en el juicio por la masacre de la AMIA. El resultado es que quedan todos absueltos, Telleldín y los policías bonaerenses quedan libres de culpa y cargo. Esto confirma la presunción de todo el arco opositor a la i En estos días se conoció el veredicto en el juicio por la masacre de la AMIA. El resultado es que quedan todos absueltos, Telleldín y los policías bonaerenses quedan libres de culpa y cargo. Esto confirma la presunción de todo el arco opositor a la investigación del atentado: todo fue una gran farsa. Años de deliberaciones que terminaron en nada, con lo que la impunidad se consagra otra vez en la Argentina de la mano de la mafia política que la gobierna.
Recordemos que esta investigación fue parida por el gobierno de Menem y tuvo el protagonismo del corrupto juez Galeano, los fiscales, las fuerzas policiales y los servicios de inteligencia. Al mismo tiempo apoyaron la investigación las instituciones oficiales de la comunidad judía, como la propia AMIA y la DAIA, manejada todavía hoy por laderos de Rubén Beraja.
Toda la investigación fue encarada para ocultar la verdad e impedir el esclarecimiento porque, por supuesto, si se hubiera sabido la complicidad del gobierno de Menem con elementos de las diferentes mafias policiales en lo que hace a la conexión local, y su compromiso nunca aclarado con gobiernos como el de Siria e Irán en cuanto a los autores ideológicos del atentado, el escándalo hubiera sido mayúsculo y hubiera amenazado seriamente su permanencia en el poder.
Galeano y sus fiscales operaron para desviar el rumbo y circunscribir todo a Telleldín y a los policías bonaerenses en el marco de la feroz disputa política que enfrentaba a Menem con Duhalde en la segunda mitad de los `90 y que tenía a toda la sociedad argentina como rehén.
En el juicio se supo que Galeano, cumpliendo órdenes de la SIDE de Menem, le había pagado 400 mil dólares a Telleldín para que inculpe a los policías bonaerenses. Recordemos que Telleldín es un oscuro personaje que se dedicaba a reducir autos robados, al proxenetismo y a todo tipo de contrabando amparado y al servicio de la Policía Bonaerense. (Además el padre de Telleldín fue un represor de la policía de Córdoba en los años de la dictadura.) A su vez entre ellos había disputas por los negocios sucios que organizaban, los policías extorsionaban a Telleldín de diversas formas en tanto amos y señores de la vida en el conurbano bonaerense.
La SIDE y la Policía Federal también trabajaron para encubrir el atentado y dificultar la investigación.
Frente a este panorama las autoridades oficiales de la comunidad judía cumplieron un papel canallesco. La DAIA apoyó desde el principio la investigación y la sigue reivindicando. Marcada a fuego por la impronta menemista, la DAIA de Beraja y sus sucesores es cómplice de la gran farsa de la investigación. Por su parte, la AMIA apoyó al principio pero luego se despegó tímidamente de la línea oficial, aunque nunca denunciando el entramado de impunidad organizado por el Estado argentino. Sea como fuera, las instituciones oficiales de la comunidad transaron con el poder a costa de la verdad y de la memoria de los asesinados. Pero esto no nos debe sorprender: la sociedad está dividida en clases, y estas instituciones expresan líneas de clases paralelas a las de quienes pergeñaron la gran mentira de la investigación.
A partir de esto, diversos grupos de familiares sostuvieron con valentía y tesón la pelea por la verdad. Lamentablemente la división también se produjo en sus filas, pero sin ellos todo hubiera sido aún más difícil. Lo que resta es no cejar en la lucha para llegar a la verdad y encarcelar a los asesinos, los de la Argentina y los del exterior.
La dura conclusión es que la impunidad sigue reinando en la Argentina, la misma impunidad que dejó libres a los asesinos de la dictadura, que protege a decenas de asesinos de las fuerzas de seguridad que mataron a luchadores populares y a centenares de pibes. Es la impunidad del poder mafioso y corrupto que gobierna a la Argentina. Políticos, jueces, funcionarios judiciales, policías, servicios, burócratas, todos son expresión de este sistema corrupto y putrefacto que gobierna la Argentina desde siempre. Son las formas en que aparece el capitalismo en su versión periférica, es el gobierno de la burguesía que necesita de estos elementos para defender su sistema de explotación y robo al resto de la población.
Desde El Militante no separamos la lucha por el descubrimiento de la verdad de la masacre de la AMIA de la lucha por la abolición del capitalismo y la creación de formas alternativas de gestión social encarnadas en el socialismo que terminen con la lacra del terrorismo y la muerte.