The Euro - a bomb waiting to explode. Illustration: Latuff & DromosLa zona euro está metida en un lío. Después de un año de cuantiosos rescates financieros destinados a apaciguar a los mercados, éstos siguen inestables y con una marcada tendencia a la baja. Los signos de desaceleración del crecimiento mundial y la continuada crisis de endeudamiento en la zona euro han causado la caída de los mercados. El nerviosismo de los mercados es un fiel reflejo de la creciente ansiedad de la burguesía acerca de las perspectivas económicas para Europa.

«Los acontecimientos en Grecia han llevado a la zona euro a una encrucijada: el carácter de la unión monetaria europea será determinado por la manera en la que se baraje esta situación». (Jens Weidmann, presidente del Bundesbank y miembro del consejo de gobierno del Banco Central Europeo, Hamburgo, 20 de mayo).

Los políticos están asustados una vez más. Su más reciente receta para recaudar dinero consiste en privatizaciones masivas. En un intento desesperado por conseguir dinero, el Gobierno español está vendiendo las joyas de la familia. Se trata de la privatización de la lotería del Estado así como de la gestión de los aeropuertos. Con la venta de la lotería del Estado se prevé recaudar entre 6.500 y 7.500 millones de euros. De llegarse a realizar esto, supondría la creación del grupo de apuestas más poderoso de Europa, que haría ganar un montón de dinero a grandes empresas, pero supondría una gran perdida de dinero para el Estado español. La lotería del Estado obtuvo un beneficio neto de casi 3.000 millones de euros en 2009, de los que casi 2.920 fueron a parar a las arcas del Estado español. Este es un excelente ejemplo del saqueo del Estado: la nacionalización de las pérdidas y la privatización de los beneficios.

Los grandes bancos ya están haciendo cola para poner sus manos en este suculento negocio. Lazard, de acuerdo con fuentes internas del mundo de los negocios, es visto como uno de los favoritos para gestionar el proceso junto con Goldman Sachs, Citigroup y Morgan Stanley entre otras prestigiosas instituciones financieras. Teniendo en cuenta su historial en el negocio de apostar (y perder) miles de millones de sus clientes, lo que provocó el colapso del sistema bancario mundial hace tres años, probablemente estén bien preparados para gestionar la mayor empresa mundial en el negocio de las apuestas.

Pero la preocupación principal sigue siendo Grecia, donde están presionando para privatizar más de 50.000 millones de euros previamente acordados. La única contra es que la UE no confía en que los griegos serán capaces de hacerlo ellos mismos. En su lugar, quieren una «comisión independiente» para hacer el trabajo sucio.

«¡Que paguen los griegos!»
«¡Vendan sus islas, arruinados griegos… y la Acrópolis también!» El histérico titular de Bild, el más popular tabloide de Alemania, sonaba como una de las habituales exageraciones de la prensa amarilla tras hacerse público por primera vez el desastroso estado de las finanzas griegas. Pero un año después los ministros europeos de Finanzas están dándonos el mismo y poco elegante mensaje. Como habíamos previsto, el paquete de rescate a Portugal no fue suficiente para impedir que la crisis se extendiera al Estado español, Bélgica e Italia. Ahora todos hablan de contagio.

Precisamente cuando la atención de la prensa mundial estaba dirigida a las emocionantes aventuras del (ex) Presidente del FMI y la empleada del servicio de habitaciones de un hotel de Nueva York, los jefes de las finanzas europeas estaban ocupados decidiendo los destinos de millones de personas en Grecia.

Comentaristas rigurosos expresaron su preocupación por la ausencia de DSK (que, inevitablemente, figuraba como invitado del departamento de la policía de Nueva York) pues ésta podía afectar a la eficacia de las medidas. No tenían por qué preocuparse.

El procesamiento y las tribulaciones del señor Strauss Kahn no impidieron que los ministros de los países que usan el euro, recientemente reunidos en Luxemburgo, anunciaran un duro mensaje al pueblo y al Gobierno de Grecia: impulsen más reformas y la privatización de todo o no recibirán un solo euro de sus «socios» europeos.

Esto indica que la crisis financiera de Europa no ha terminado. Por el contrario, se está entrando en una fase nueva e incluso más peligrosa. Ninguno de los paquetes de rescate ha logrado salvar a la economía griega, que continúa bajando. La actitud de los alemanes se está endureciendo. Esto no es sólo un reflejo del malestar público, o los temores de Angela Merkel de no ser reelegida. Se trata de la constatación de que los recursos financieros del Bundesbank no son infinitos y no pueden apuntalar a toda Europa.

Los alemanes están tomando una línea cada vez más dura. El Bundesbank, que controla el gasto de la UE, ha advertido que cortará el suministro de liquidez a los bancos griegos si los políticos intentan dar un sólo paso, por pequeño que sea, hacia la reestructuración de la deuda griega, lo que provocaría un colapso financiero que lanzaría la economía del país al abismo. El Financial Times ha descrito la amenaza del Bundesbank como la «opción nuclear»:

«La respuesta que dé el BCE a las conflictivas presiones creadas por la crisis griega tendrá una enorme importancia. Aislados de los mercados financieros, los bancos de ese país sobreviven sólo porque el banco central, con sede en Frankfurt, les garantiza liquidez para contrarrestar los efectos de una rápida disminución de las calificaciones. A principios del mes próximo, el BCE tiene que decidir si continúa con la política de ‘liquidez ilimitada’ en la zona del euro. De momento ha dicho que esta política sólo durará hasta principios de julio. El BCE también posee alrededor de 45.000 millones de euros en bonos del Estado griego adquiridos el año pasado como parte de los esfuerzos para reducir las tensiones del mercado financiero«.

La indignación de la asamblea de dignatarios europeos contra Atenas no tiene límites. «Se necesitan medidas urgentes en Grecia con el fin de alcanzar los objetivos fiscales», ha dicho Jean-Claude Juncker, el primer ministro de Luxemburgo, que preside la mencionada reunión, quien también ha dicho que Grecia tiene que «aumentar el volumen de privatizaciones», así como adoptar otras medidas de austeridad para cumplir con su objetivo de reducción del déficit este año.

Christine Lagarde, la ministra de Finanzas francesa, se quejaba de que los desagradecidos griegos habían sido incapaces de cumplir su promesa de recaudar 17.000 millones de euros (que se elevó a 50.000 millones a principios de este año) a través de la venta de activos estatales. ¿Por qué Grecia no se comporta como Portugal (cuyo rescate fue aprobado)? Tanto el Gobierno como los partidos de oposición se han comprometido a apoyar el programa de «reformas» negociado con la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional.

Los líderes europeos están presionando para que se elaboren medidas que garanticen que el Gobierno griego cumpla con su promesa de recaudar 50.000 millones de euros (70.000 millones de dólares) a través de privatizaciones. En privado, funcionarios de la UE creen que la cantidad de dinero que se puede exprimir con la venta masiva de activos públicos podría ser mucho más alta –las estimaciones van desde los 250.000 a los 300.000 millones de euros–. Esta masiva suma de dinero representa casi la totalidad de la deuda griega.

El plan de privatizaciones equivale a un saqueo sistemático del país. Estas personas son bandidos que plantean despellejar a su víctima y vender la piel mientras ésta está todavía viva. Su plan consiste en saquear los activos nacionales más preciados de Grecia para llenar las cuentas bancarias de los prestamistas internacionales. Pero existe una pequeña dificultad. Los líderes de Europa no confían en los griegos para llevar esto a cabo. Apuntan a los repetidos fracasos de Atenas para llevar a cabo estos planes y cuestionan la manera en que Papandreu está llevando a cabo las privatizaciones.

Los prácticos holandeses abogan por una medida más radical: la creación de una agencia externa a cargo de la UE para hacerse cargo de la venta de los bienes saqueados. Esto representa una violación flagrante de la soberanía nacional, y provocará una fuerte resistencia en Grecia. Jan Kees de Jager, ministro de Finanzas holandés, encabeza la iniciativa de crear una agencia externa para ejecutar las privatizaciones en Grecia. Sus comentarios reflejan el estado de ánimo de la burguesía europea:

«Ahora mismo no estamos para sensiblerías. Todos estamos en un serio apuro». Uno se pregunta lo que los franceses dirían si una comisión en Bruselas les ordenara vender la Torre Eiffel y el Louvre para pagar la deuda nacional. Sin embargo, Grecia es un país pequeño y débil, y a nadie le importa herir sus sentimientos.


Sin embargo, Grecia no puede pagar…

La primera vez que la crisis griega llegó a ser noticia escribí lo siguiente:

«Se ha hablado de un plan de rescate liderado por Alemania. Pero esto es problemático. Si se materializa, otros países europeos se sumarán a la cola, gorra en mano, para obtener ayuda. El problema, desde luego, no se limita a Grecia, ¡como los mercados de bonos bien lo saben! Los prestamistas internacionales están cada vez más preocupados por la solvencia del Estado español, Irlanda y Portugal, y también se rumorean malos augurios sobre el estado de las finanzas de Gran Bretaña. Una cosa es rescatar a la economía griega, que es relativamente pequeña. Pero, ¿qué pasaría si tuvieran que rescatar al Estado español, Portugal, Irlanda e incluso Gran Bretaña?»

«Con el fin de tranquilizar a los mercados de que estos países son capaces y están dispuestos a pagar sus deudas, los Shylocks internacionales insisten en que se deben aumentar los impuestos y recortar los gastos. Pero esta política augura desastres para las economías que aún están en recesión y con un alto desempleo. «Esto es una locura. Si recortamos el gasto público esto imposibilitará la recuperación». Pero los quejumbrosos lamentos de los keynesianos no tienen ningún efecto en los helados corazones de los banqueros internacionales, quienes sólo están interesados en recuperar su dinero… con un suculento beneficio». (La crisis del euro confirma las perspectivas marxistas, 16 de febrero 2010.)

Esto fue escrito en febrero de 2010. Alrededor de un año más tarde, no encuentro ninguna razón para cambiar una sola palabra. Más tarde escribí:

«La posibilidad que tiene Papandreu de aplicar realmente su política de austeridad está, por lo tanto, muy cercana a cero. Al final, no importa cuánta presión se aplique sobre el pueblo griego, nunca serán capaces de pagar sus deudas. La supuesta “ayuda” solo podrá posponer el Día del Juicio Final. Y la presión implacable de Bruselas para reducir los niveles de vida y, por lo tanto, para reducir la demanda, sólo podrá conseguirse empujando a Grecia a una mayor bancarrota nacional y a la cesación de pagos». (Una nueva etapa en la crisis del capitalismo, junio de 2010)

Esto es exactamente lo que ha sucedido. Los estrategas de la burguesía por lo general llegan a las mismas conclusiones que los marxistas, pero con un ligero retraso. Ahora, un número creciente de economistas creen que Grecia no puede pagar su deuda, que ya se acerca al 150% del PIB. Pero no pueden ponerse de acuerdo sobre lo que hay que hacer al respecto. Unos abogan por una «dura” reestructuración, lo que significaría imponer pérdidas a los acreedores.

Dado que la mayoría de los acreedores son alemanes, Alemania naturalmente no apoya de una manera entusiasta esta medida, prefiriendo en su lugar una renegociación «suave» de la deuda que retrase los pagos. Sin embargo, lo que es «suave» para los acreedores alemanes no lo es para el pueblo griego. Al igual que el prestamista de dinero sin piedad en la obra de Shakespeare, El mercader de Venecia, los Shylocks de Bruselas exigirán su libra de carne. Su única duda consiste en cuándo y dónde cortar con el cuchillo.

George Papaconstantinou, el ministro de Finanzas griego presente en la reunión de dignatarios europeos, ofreció una imagen patética cuando dijo que los ministros no habían sido tan duros como podía parecer. Después de todo, reconocieron la reducción sin precedentes del déficit presupuestario de Grecia por un valor de 7% del PIB. “Al mismo tiempo reconocieron que necesitamos hacer más. Estamos de acuerdo». Esto es como el cordero que llevan al matadero y alaba al carnicero por su grata bienvenida cuando éste se le acerca con el cuchillo.

Sin embargo, estos aparentemente duros hombres de negocios tienen un corazón humano después de todo. Consultado por la ausencia de Dominique Strauss-Kahn, jefe del FMI y en una cárcel neoyorquina con cargos por agresión sexual, el Sr. Juncker dijo que había estado «a punto de llorar» al ver a su amigo con las manos esposadas. No tenemos constancia de si también derramó lágrimas por la suerte de millones de griegos que se enfrentan a la quiebra, el desempleo y la pobreza.

Sea cual sea el escenario que uno elija, las consecuencias serán las mismas para Grecia: un período caracterizado por el descenso del nivel de vida, la austeridad y los recortes, acompañado de extrema inestabilidad política e incremento en la lucha de clases.


Centro de atención en Italia

Después de Grecia, Irlanda, Portugal y el Estado español, los mercados están poniendo su indeseada atención en Italia, como lobos hambrientos buscando a los miembros enfermos y débiles de una manada de renos. La UE está cada vez más preocupada. En marzo, una reunión de la Comisión Europea empezó a hablar de Grecia y terminó hablando de Italia. El Estado español es mucho más importante. Sin embargo, Italia es una pieza clave en la zona del euro. Una crisis en Italia tendría efectos más graves sobre el euro. Arrastraría al resto de la zona del euro con ella, incluida Alemania y sus mimados satélites, Austria, Bélgica y Holanda.

En principio, parece extraño que escojan Italia. Desde el punto de vista capitalista, sus finanzas públicas han sido mejoradas, es decir, recortadas drásticamente. Este fue particularmente el caso bajo Prodi, cuando el Gobierno de centro-izquierda impuso recortes profundos, y fue echado de su cargo como consecuencia de ello ¿Cuál fue el resultado? En 2009 la deuda de Italia se situó en el 128% del PIB. En la actualidad asciende a 120% del PIB –lo mismo que era hace 20 años–. Esto significa que todos los recortes llevados a cabo por el Gobierno de centro-izquierda no han resuelto nada. Sólo el hecho de que Italia no es tan dependiente de la finznciación exterior es lo que hasta ahora la ha salvado de una crisis al estilo griego.

Los inversores que especulan con la deuda europea no pueden ignorar a Italia, cuyo mercado de bonos es el tercero más grande del mundo (después de la deuda gubernamental estadounidense y japonesa). Grecia, Irlanda y Portugal son economías periféricas. La bolsa de valores italiana cayó bruscamente después de que la agencia de crédito Standard and Poor cambiara su índice de solvencia crediticia a Italia de estable a negativa. La decisión de la agencia Standard and Poor fue una llamada a los gobernantes de Italia para que cambien de rumbo. Y cuando los mercados llaman a la puerta de un país, esta no es una simple visita amistosa, sino una orden directa.

El capitalismo italiano tiene un problema. Para pagar su enorme deuda, Italia necesita crecer. Pero en la última década su crecimiento económico per cápita fue cercano a cero. La economía ha perdido más de medio millón de empleos en la recesión. Los datos muestran que más del 22% de los jóvenes no tienen un puesto de trabajo, educación o formación. Es imposible salir de este problema mientras que tenga que gastar tanto en el servicio de la deuda. Los mercados, por lo tanto, llegan a la conclusión de que Italia necesita urgentemente lo que ellos llaman «reforma». Es decir, se requiere una dosis de la misma medicina amarga que ya han prescrito para Grecia, Irlanda y Portugal: recortes, recortes y más recortes. La UE está exigiendo recortes en el gasto público por valor de 46.000 millones de euros.

El mensaje no es nuevo. Hace algunos años la revista The Economist señaló que Italia no era competitiva, y con el fin de mantener su posición en Europa, tendría que despedir a un tercio de su fuerza de trabajo, y el resto tendría que aceptar una reducción salarial del 30%. Ese es el verdadero programa de la burguesía italiana. Pero lo que los capitalistas quieren y lo que pueden conseguir son dos cosas completamente diferentes. Un Gobierno tras otro ha intentado llevar a cabo estas «reformas», pero en cada ocasión han zozobrado en una roca sólida, que es el movimiento obrero italiano. Las manifestaciones masivas, las huelgas y las huelgas generales han derrotado todos los esfuerzos para que los trabajadores paguen por los problemas de los empresarios.

Berlusconi lo intentó y fracasó. Entonces, por primera vez en la historia, el centro-izquierda fue elegido. Pero Prodi llevó a cabo un programa de recortes que iba mucho más allá de lo que Berlusconi había hecho nunca. Esto naturalmente causó profunda desmoralización en la clase obrera y llevó a la derrota del centro-izquierda, que fue sustituido por otra coalición inestable con Berlusconi. Ahora la coalición de derecha tiene graves problemas.

Berlusconi recibió una paliza en las elecciones locales del 15 y 16 de mayo y las fisuras en la coalición se están profundizando. Esto pone de relieve el problema principal de la burguesía italiana (y la belga): carecen de un partido fuerte capaz de formar una coalición de gobierno sólida. Pero esto es lo que se necesita para llevar a cabo el tipo de programa de austeridad que exigen. En lugar de representar los intereses de la burguesía, Berlusconi está pasando todo su tiempo luchando por permanecer fuera de prisión. Ahora, los mercados internacionales, cansados ​​de los escándalos interminables asociadas con Berlusconi, están mostrando sus dientes.

Silvio Berlusconi sufre de la misma enfermedad incurable que Dominique Strauss-Kahn: una incapacidad crónica para mantener sus pantalones puestos. Esto nos dice mucho sobre el carácter moral inmaculado de nuestros cristianos gobernantes. Sin embargo, la razón por la que la burguesía italiana quiere deshacerse de il cavaliere no tiene nada que ver con su debilidad por las modelos marroquíes de tierna edad, sino más bien con su debilidad para hacer frente a la clase obrera italiana. La clase dominante requiere un Gobierno fuerte para hacer tragar una medicina fuerte y desagradable. Pero Berlusconi no es capaz siquiera de mantener su inestable coalición unida. Por lo tanto, la clase dominante ha decidido que se tiene que ir. El único problema es: ¿Quién lo reemplazará?

Ante tal situación, la burguesía no tendrá más remedio que pasar la patata caliente del Gobierno al centro-izquierda de nuevo, con la esperanza de que los reformistas hagan el trabajo sucio por ellos, como en Estado español. Pero como los acontecimientos recientes en el Estado español han demostrado, esto sólo llevará a más explosiones sociales. A Giulio Tremonti, ministro de Finanzas, le gusta decir que sus medidas de reducción del déficit no se han traducido en un malestar social debido a las intervenciones del Gobierno. Pero está hablando demasiado pronto.

Ya hay indicios de que la paciencia de los trabajadores se está agotando. Los trabajadores de los astilleros italianos que están protestando contra los recortes de empleo previstos se han enfrentado con la policía tras el último anuncio de medidas de austeridad por parte del Gobierno de Berlusconi. El martes, la policía antidisturbios provista con gases lacrimógenos se enfrentó con manifestantes frente a las oficinas del Gobierno en Sestri, un suburbio del puerto de Génova, en el noroeste del país. Dos trabajadores resultaron heridos cuando la multitud exigía conversaciones con el primer ministro.

En el sur, los trabajadores atraparon a funcionarios locales en sus oficinas durante la noche en el histórico astillero de Castellammare di Stabia, cerca de Nápoles. Las protestas han sido provocadas por el anuncio el lunes de Fincantieri, el astillero de propiedad estatal, de que 2.551 puestos de trabajo –cerca de un tercio de su fuerza laboral– se verían afectados en virtud de su nuevo plan. Los líderes sindicales han advertido que el descontento por las medidas de austeridad del Gobierno está produciendo un fermento peligroso.

La burguesía dejó escapar un suspiro de alivio cuando las protestas españolas tuvieron un eco limitado en Italia. Pero esta satisfacción es prematura. Movimientos en la misma escala están implícitos en la situación en Italia. Es sólo una cuestión de tiempo.

Bélgica
Bélgica parecía ser un refugio seguro para el capitalismo europeo. Al igual que Austria y los Países Bajos, parecía ser un pequeño rincón acogedor, que recibía los rayos de sol de su Gran Hermano alemán, inmune a la tormenta y al estrés de Grecia y de otros socios más pobres de la zona euro. Algunos insensatos realmente se creyeron este cuento de hadas. Pero como todos los cuentos de hadas, al final, resultó ser una ilusión.

Bélgica tiene la tercera mayor deuda de Europa. La deuda del sector público de Bélgica ascendió a 96,6% de la producción anual del año pasado, poniéndola sólo por detrás de Grecia e Italia en la zona euro y al nivel de Irlanda. Sin embargo, no se ha adoptado un plan de austeridad. La burguesía internacional está echándoles el aliento en la nuca a los políticos de Bruselas. Standard & Poor’s, la agencia de calificación de la deuda, ha dicho que la calificación crediticia de Bélgica podría ser recalificada si no se forma un Gobierno en los próximos meses Fitch. se convirtió en la segunda agencia de calificación en amenazar a Bélgica con una rebaja crediticia, diciendo que la falta de Gobierno socava los esfuerzos presupuestarios en uno de los Estados más endeudados de la zona euro.

Al igual que Italia, Bélgica carece de un Gobierno fuerte, además de padecer el eterno enfrentamiento entre flamencos y valones. La corrupta y degenerada burguesía belga se divide entre flamenco parlantes y francófonos rivales, enfrentados entre sí por la transferencia de competencias como dos perros peleando por un hueso. Cada bando quiere captar más poder y dinero para sí mismo. Pero ambas partes están de acuerdo en hacerle pagar la crisis a la clase obrera. El embrollo político causado por la cuestión nacional significa que Bélgica carece de Gobierno permanente desde abril de 2010, cuando la frágil coalición entre los partidos de habla neerlandesa y francesa se derrumbó. Como resultado, el país ha estado sin Gobierno durante más de 11 meses, desde las elecciones legislativas de junio pasado.

La deuda y la crisis política alteraron los mercados financieros a finales de año, y no hay señales de un fin al estancamiento político. La situación financiera se ha vuelto tan preocupante que el rey Alberto II ha intervenido para encargarle al primer ministro en funciones, Yves Leterme, que elaborase un nuevo presupuesto para el 2011, haciendo grandes recortes en el gasto público. La burguesía exige que todo el peso de la crisis de la deuda se coloque sobre los hombros de la clase obrera.
Fitch.considera como “significativa” la exposición de Bélgica a entidades periféricas de la zona euro y de Europa del Este. Standard & Poor’s colocó al grupo bancario belga Dexia en negativo en el CreditWatch debido a su exposición a Grecia. «El riesgo político es más alto en Bélgica que en otros países de la zona euro, debido a los enfrentamientos respecto a la futura forma del país», dijo Fitch.. «La perspectiva negativa refleja la preocupación de Fitch. por el ritmo de las reformas estructurales en los próximos años y la capacidad de acelerar la consolidación fiscal sin una solución a la crisis constitucional «, según Douglas Renwick, director del grupo empresarial de Fitch.

Esta advertencia significa que, sin una acción efectiva en Bélgica, lo más probable es que se rebaje la calificación crediticia belga en uno o dos años. Según las agencias de calificación, la alta deuda de Bélgica deja al Gobierno con poca capacidad para hacer frente a futuras crisis. Ya los costes por intereses en Bélgica están aumentando ya que los mercados exigen un mayor rendimiento de los préstamos al país. Este es el equivalente económico de agarrar a un hombre por una parte delicada de su anatomía y aplicarle un suave apretón.

Siguiendo el camino trillado de Grecia, Irlanda, Portugal y Estado español, Bélgica se verá obligada a recortar el gasto público, privatizar y atacar los niveles de vida de los trabajadores. La acción unitaria de la clase obrera es absolutamente necesaria para resistir los ataques y superar el nacionalismo vicioso de las dos alas de la burguesía que constituye la principal forma de dividir y vencer al movimiento obrero belga.

El efecto dominó
Al declarar que actuaría como una red de seguridad en los mercados de bonos, el BCE le compró a la zona del euro un poco de tiempo. Un año más tarde, sin embargo, queda claro que el programa ha fracasado. La crisis de la deuda se ha extendido más allá de Grecia, a Irlanda y Portugal, objetos en la actualidad de planes internacionales de rescate respaldados por el BCE y las políticas de brutal austeridad que los acompañan. Los rendimientos de bonos griegos se han disparado esta semana a máximos históricos ya que los inversores huyen de la deuda del país, y el nerviosismo se extiende a países como Estado español, Italia y Bélgica.
Aunque los bancos griegos, irlandeses y portugueses en conjunto representan sólo alrededor del 5 por ciento del producto interno bruto de la zona euro, ahora ocupan alrededor de 242 mil millones de euros de liquidez del BCE –55 por ciento de los previstos para el sistema financiero de la zona euro–. Todo el sistema financiero de la UE está siendo empujado hasta el límite. En algún momento en el futuro, a menos que algo se haga al respecto, se enfrentará al colapso.

Por todas las leyes de la economía, el BCE debería haber abandonado Grecia hace mucho tiempo. De acuerdo con los términos del Tratado de la Unión Europea, los gobiernos nacionales tenían que asumir la responsabilidad de sus propias finanzas. Por lo tanto, Grecia debería haber sido abandonada a su suerte. Pero la burguesía europea se encuentra atrapada. Si Grecia cae, el efecto en cadena en toda la zona euro sería catastrófico. Por tanto, la UE se ha visto obligada a romper con sus propias normas y poner en marcha un plan de rescate de Grecia. Pero, al hacerlo, ataron el destino de Europa al de su eslabón más débil.

La UE se encuentra en un dilema. Si le corta el suministro a Atenas, esto tendrá consecuencias desastrosas para toda la zona euro. Pero por otro lado, no puede continuar tirando indefinidamente grandes cantidades de dinero a un agujero negro: «Todas esas opciones son potencialmente letales para la zona euro», dice Thomas Mayer, economista jefe del Deutsche Bank. Los contribuyentes de otros lugares, particularmente del norte de Europa, pueden rebelarse ante las solicitudes de más ayudas. «Pero el que el BCE se convirtiese en un respaldo para Grecia equivaldría a una ‘financiación monetaria’ [la financiación de los Gobiernos por el banco central], lo cual está prohibido por el Tratado de la Unión Europea».

El contagio se está extendiendo inexorablemente. La burguesía británica está contemplando la crisis del euro con una mezcla de complacencia y desprecio. En su ceguera insular se imaginaban que, debido a que no se unieran a la zona euro podrían escapar a la tormenta que se cierne sobre el continente. Pero Gran Bretaña no puede permanecer al margen de la crisis europea en general. Ya ha prometido 7 mil millones de libras de los 72 mil millones del rescate a Irlanda. Esto no fue un acto de caridad o de buena vecindad, sino que fue dictado por la fuerte exposición de los bancos británicos a Irlanda.

La profundización de la crisis de la deuda hace que el riesgo de un desbordamiento hacia el Reino Unido y el sistema bancario británico sea cada vez más grave. Andrew Bailey, un alto funcionario del Banco de Inglaterra advirtió: «No puedo decir que el Reino Unido esté aislado de los riesgos que se observan en otras partes de Europa».

La burguesía británica haría bien en reflexionar sobre las conocidas líneas de John Donne:

”Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.”

Los intentos de la coalición entre Liberales Demócratas y Conservadores de recortar el gasto público ya han provocado una rebelión de la juventud y la mayor manifestación convocada por los sindicatos en la historia, el 26 de marzo. El jueves 30 de junio los sindicatos han llamado a una huelga nacional coordinada entre maestros, profesores y funcionarios, que podría reunir a cerca de un millón de trabajadores. Los líderes del sindicato Unite han anunciado que sus miembros tomarán parte en los piquetes donde sea que se establezcan. Con las universidades y escuelas cerradas en muchas áreas, cientos de miles de estudiantes y alumnos de secundaria estarán en la calle ese día. Esta acción constituirá el mayor movimiento de huelga en contra de este Gobierno y representa un paso más hacia adelante tras la manifestación masiva del 26 de marzo.

Europa en crisis
Lenin dijo que con la Revolución Rusa el capitalismo se había roto por su eslabón más débil. Eso es perfectamente lógico. No es probable que el colapso del capitalismo se inicie por su eslabón más fuerte – los Estados Unidos de América. Las primeras grietas comenzaron a aparecer en América Latina – en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Ahora, fisuras nuevas e incluso más profundas han aparecido en el norte de África y Oriente Medio. Pero los movimientos en Europa son parte del mismo fermento revolucionario y provienen de la misma causa.

El mismo proceso que vemos a nivel mundial se replica en Europa. La crisis comenzó en el eslabón más débil, que era Grecia. Esto fue seguido en rápida sucesión por Irlanda, Portugal y el Estado español. Algunos imaginaron que Alemania y sus satélites podrían aislarse del declive general. Pero eso es imposible.
Después del Estado español vienen Italia y Bélgica. Y esto significa una crisis del euro tan profunda que Alemania no podrá venir a rescatarles y quedará arrastrada hacia abajo junto a ellas. Esto es lo que entienden por «contagio». Al igual que un grupo de alpinistas unidos por la misma cuerda, si uno cae, todos los demás caen con él.

Lenin también señaló que la política es economía concentrada. La crisis económica, que los capitalistas lograron retrasar sólo a costa de agravarla y volverla más profunda, ha puesto en movimiento fuerzas sociales que no se pueden controlar fácilmente. Así como han agotado los mecanismos que suelen utilizar para salir de una recesión, han desacreditado a los líderes reformistas que deberían servir de freno para detener el vehículo antes de que quede fuera de control.

Durante un tiempo, las organizaciones reformistas políticas y sindicales pueden contener la marea. Pero lo hacen sólo a costa de desacreditar a los viejos dirigentes a los ojos de las masas. Los trabajadores ponen a estas organizaciones a prueba una y otra vez. Pero las políticas de los reformistas sólo preparan el triunfo de la derecha. Lo hemos visto en Gran Bretaña, Francia, Estado español e Italia. Mañana vamos a ver lo mismo en Grecia. El problema es que ni los reformistas ni los partidos burgueses tienen solución alguna para la crisis actual.

Esta es una situación muy volátil, inestable y explosiva. Un impago de la deuda griega tendría las consecuencias más graves para Grecia y el conjunto de Europa. Esto significaría el colapso de la economía griega y una crisis similar a la de la República de Weimar en 1923, pondría los acontecimientos revolucionarios en el orden del día, no sólo en Grecia sino en toda Europa.

Los representantes serios del Capital comprenden la gravedad de la situación en Europa. Hans Jörg Sinn, uno de los principales analistas económicos burgueses de Alemania está advirtiendo acerca de la posibilidad de una guerra civil en Grecia. A la larga, esta perspectiva es posible, no sólo para Grecia, sino también para otros países, especialmente en el sur de Europa. Pero la burguesía no tiene prisa en ir por ese camino porque no podría estar segura de salir victoriosa.

En el pasado, una crisis de tales dimensiones hubiera llevado rápidamente a una conclusión, ya sea en una dirección revolucionaria o contrarrevolucionaria – ya sea la victoria de la clase obrera, o la llegada al poder de un régimen fascista o bonapartista. Pero bajo las condiciones actuales este escenario queda descartado. El problema central de la burguesía europea es fácil de definir. Durante más de medio siglo las reservas sociales de la reacción han ido socavándose.

En el pasado los campesinos formaban una base sólida para la reacción en Francia, Alemania, Italia y Grecia. Ahora han quedado reducidos a la sombra de lo que fueron. Los estudiantes, que en el pasado les proporcionaban sus tropas de choque a los fascistas, han girado a la izquierda. Los trabajadores de cuello blanco (maestros, empleados bancarios, funcionarios) que eran conservadores, están sindicalizados y figuran entre los sectores más combativos de la clase.

La burguesía no puede recurrir al fascismo o al bonapartismo en el futuro inmediato, a pesar de que esté constantemente reduciendo los derechos democráticos. Por otro lado, la clase obrera se ve limitada por la ausencia de una dirección revolucionaria. Esto produce un equilibrio inestable que puede durar años, quizás décadas. Sobre bases capitalistas no hay solución duradera posible. La inestabilidad política es inherente a esta situación. Habrá cambios violentos a izquierda y derecha, mientras las masas anden buscando una salida a la crisis. Eso es inevitable.

Los límites de la espontaneidad
Mucha gente pensó que la Revolución Árabe era algo propio de los países del norte de África y Oriente Medio. No veían que estos movimientos de masas eran un producto de la crisis global del capitalismo. Que surgieron de las mismas condiciones sociales y económicas que existen en cada país capitalista – incluyendo a los más avanzados.

Si estos movimientos se hubiesen producido en tan sólo uno o dos países, podría atribuirse a la casualidad o a un accidente. Sin embargo, el amplio alcance del movimiento hace imposible tal explicación. No tenemos derecho a hablar de azar. La globalización se manifiesta como una crisis global del capitalismo. El mismo proceso se desarrollará en un país tras otro, con mayor o menor intensidad, a un ritmo más rápido o más lento. Ese es el significado de las protestas masivas en Wisconsin y en el Estado español.

El reciente movimiento en Estado español, fue un movimiento espontáneo, sobre todo de los jóvenes. Este mostró tanto los aspectos positivos como los negativos de la espontaneidad. La amplia extensión del movimiento de masas fue en parte un reflejo de su carácter espontáneo y no organizado. Pero a medida que pasa el tiempo se irá revelando el carácter limitado de estos movimientos. Sin programa adecuado, perspectivas y dirección, tenderán a disminuir. Si todo lo que se ofrece es ir constantemente a la Puerta del Sol, nada serio se puede lograr.

Uno puede señalar el carácter limitado de sus reivindicaciones. Los manifestantes exigen más democracia, más rendición de cuentas por parte de los Gobiernos. Pero, ¿Cómo se puede hablar de estas cosas en Estado español y Portugal, donde los burócratas de la UE ya han dictado los planes de austeridad draconianas como condición para su «apoyo»? En breve se celebrarán elecciones en Portugal. Pero ¿Qué decisiones le han dejado al próximo Gobierno por tomar?

El caso de Grecia es aún más flagrante. La UE impondrá una comisión especial para llevar a cabo el programa de privatización, quitándoselo por completo de las manos al Gobierno electo. Del mismo modo, el orden del día en Estado español lo decide, no el pueblo español, sino las juntas de directores no electos de los grandes bancos y empresas y los burócratas sin rostro de Bruselas. Con el fin de resolver estos problemas, serán necesarias las medidas revolucionarias más radicales.
Algunos dirán: «Estos movimientos son muy confusos y carecen de un claro programa revolucionario.» Otros dirán: «¡No podemos reconocer estos movimientos como verdaderas revoluciones, ya que no son guiados por un partido obrero marxista.» Tales objeciones son infantiles en extremo. La revolución socialista no se desarrolla de una manera ordenada y bien planificada. Las masas se enfrentan a graves problemas en este momento y no pueden esperar hasta que hayamos creado un Partido Bolchevique ideal.

Por lo tanto, todo tipo de movimientos «espontáneos» tenderán a presentarse.
La idea de que las masas deben esperar hasta que los marxistas estemos listos, y que la revolución vaya a desarrollarse como una obra bien ensayada por una orquesta siguiendo la batuta del director, no tiene nada que ver con la realidad. Este tipo de formalismo vacío no tiene nada en común con el marxismo. Lenin, que era un gran teórico marxista, dijo que para las masas un gramo de práctica vale más que una tonelada de teoría. Los trabajadores y los jóvenes sólo pueden aprender mediante la experiencia.

Las masas en la Plaza Tahrir aprendieron más en unos días que en toda su vida. Los trabajadores y la juventud de Grecia, Estado español, Gran Bretaña –y mañana Bélgica, Austria y Alemania– aprenderán de la misma manera, de su experiencia, poniendo dirigentes, partidos y programas a prueba y sacando conclusiones. Esto puede ser un proceso lento y doloroso. Pero hasta ahora nadie ha sugerido ninguna alternativa viable.
Si vamos a jugar un papel en estos acontecimientos, los marxistas debemos tomar el movimiento vivo de las masas tal como es y no como nos gustaría que fuera. No debemos aparecer como predicadores o maestros dando órdenes desde fuera, sino como compañeros de lucha, participando hombro con hombro con los obreros más avanzados y los jóvenes, ayudándoles a sacar conclusiones de cada batalla. Nuestro lema es el de Lenin: «explicar pacientemente». Sólo sobre esa base, podemos ganar el derecho a dirigir en la práctica, en lugar de hablar sobre liderazgo en la teoría.

Londres, 26 de mayo 2011