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thumb_2011-11-12_Barcelona-Teresa_FornAcontecimientos dramáticos han sacudido el ya tormentoso escenario de Siria en el último mes: huelgas, manifestaciones en el centro de Damasco, ataques a la sede de los servicios de inteligencia y la condena de la Liga Árabe. El régimen sirio parece más débil que nunca y bastante agotado, y un equilibrio de fuerzas favorable a la revolución parece ser la nueva realidad. La entrada en escena de una milicia de masas es un cambio importante en la situación que no sólo preocupa al régimen, sino también a la oposición burguesa y a sus aliados imperialistas.

El levantamiento popular continúa 

¿Qué más puede hacer un régimen militar para detener un levantamiento popular que disparar artillería pesada directamente a las casas de la gente común y bombardear barrios residenciales con tanques? ¿Cuánto más puede hacer que torturar a activistas y niños hasta la muerte, aterrorizar a las familias y a los ancianos en sus casas, golpear a las mujeres jóvenes en público, y luego secuestrarlas y violarlas en los centros del crimen de Estado organizado (es decir, en los centros de detención)? 

El aparato de opresión brutal del régimen de Assad ha demostrado ser impotente frente a la increíble resistencia y heroísmo de los habitantes de Homs, Hama, Dar’aa, Duma, y del resto de ciudades, pueblos y aldeas sirias. El régimen parece haber perdido toda capacidad de conectarse con la realidad para comprender la situación después de 9 meses de movilizaciones de masas. Todavía vive en el pasado, cuando la opresión funcionaba, y no entiende por qué esta ecuación simple y familiar no es cierta hoy en día; ¡tratando desesperadamente de adherirse a ella sin mucha suerte!

Lejos de haber «terminado», como sigue insistiendo y repitiendo el régimen, el movimiento se mantiene y sigue proliferando por todas partes, a veces en los lugares más inesperados. El último período fue testigo de una serie de manifestaciones en áreas pequeñas en el corazón y centro de Damasco, que muchos observadores habían descartado de antemano, como Al-Mazeh cerca de la embajada iraní, la calle Al-Shi’lan, Al-Tilyani, la calle Jalid Bin Al-Walid, la estación de Al-Hijaz, cerca de Al-Baramkeh SANA (la agencia de medios de comunicación oficiales sirios), y otros lugares.

Aunque todavía no son de número considerable, la ubicación de estas manifestaciones tienen mucho significado. Los estudiantes no se han mostrado menos combativos y dispuestos a luchar. Las cuatro universidades públicas –Damasco, Aleppo, Al-Baaz (Homs), y Tishreen (Latakia)– han vivido muchas protestas, tanto en las facultades como en las residencias estudiantiles. También, de manera muy significativa, los estudiantes de universidades privadas, tales como Al-Qalamun y la Universidad (Internacional) Europea, que provienen de familias acomodadas, han estado en movimiento. Lo más importante es que la descomposición de las fuerzas armadas ha llegado a un nuevo nivel, conforme los soldados desertores se han organizado como el «Ejército Sirio Libre» que han lanzado ataques con bazokas al corazón mismo del aparato de inteligencia.

Estos son sólo algunos ejemplos que indican que la frase favorita del régimen: «Todo ha terminado», nunca ha podido estar más lejos de la verdad. El movimiento está vivo y creciendo. Los revolucionarios bromean con que tal vez realmente esto esté «terminado”, pero que el régimen se confunde en el pequeño detalle de que «esto» se refiere ¡al mismo régimen, en su propia lucha por la supervivencia! Mientras tanto, se profundiza la crisis económica, estableciendo una perspectiva muy sombría a los esfuerzos del régimen para su auto-preservación.

La economía en caída libre

El continuo uso de las fuerzas armadas, las perturbaciones en la producción, la disminución de la actividad comercial al mínimo, y la completa paralización del turismo han puesto una enorme presión sobre la economía siria. A pesar de los intentos desesperados del Banco Central para mantener la estabilidad financiera, la Lira siria ha perdido el 10% de su valor frente al dólar, y quizás hasta un 20% en el mercado negro. La orientación hacia la «economía de mercado» de los últimos años ha provocado una mayor dependencia del comercio y de la inversión extranjera, lo que hará que las nuevas sanciones económicas socaven aún más la estabilidad de la economía. Ya existe una crisis general de los combustibles y de la electricidad, especialmente en las áreas de alta tensión. Los sirios están sufriendo muchas horas de apagones de luz a diario, y tienen que esperar en largas colas para obtener una mera garrafa de gas natural para cocinar o para llenar los tanques de combustible para la calefacción de su casa.

El Ministro de Hacienda, Mouhammad Nidal Al-Shaar, ha admitido que Siria se enfrenta a una de las peores crisis económicas en años, tal vez la peor de su historia, ¿y qué es lo que el Sr. Al-Shaar sugiere como solución? Él sugiere que «debemos ser más eficaces en lo que respecta a la autosuficiencia, la distribución de nuestros recursos, y la gestión de nuestras fábricas» y subraya «la necesidad de prestar atención a la agricultura y a los alimentos que han sufrido el abandono en los últimos años, y la reactivación de nuestras fábricas, muchas de las cuales se han cerrado como resultado del acuerdo de libre comercio con Turquía». Muy bien dicho Sr. Al-Shaar, pero muchas industrias han sido liquidadas, y el monopolio estatal del comercio exterior fue destruido para permitir la industria privada y el flujo de capital extranjero. ¿Podría ser que el Sr. Al-Shaar esté proponiendo revertir las privatizaciones y reactivar la planificación estatal de las partes más importantes de la economía como una solución a esta crisis?

Aparentemente no, el ministro descartó la posibilidad de volver a las prácticas de la época de la década de 1980, donde la mayoría de la economía estaba estatizada y planificada: «no hemos tomado ninguna medida en esa dirección y no tenemos la intención de hacerlo» y «vamos a dejar al sector privado, que constituye el 73% de nuestra economía, que trabaje de manera flexible y gestione sus propios asuntos». Es evidente que no queda nada de la antiguamente llamada economía «socialista» y las pocas industrias que quedan en manos del Estado están ahí para apoyar al 73% que «maneja sus propios asuntos», a pesar de lo que él ha señalado, es decir, que están mal administradas. El Sr. Sha’ar señala que la alimentación y la agricultura han sido abandonadas desde la privatización y la Rami’ización (las privatizaciones de las que se benefició Rami Majlouf, primo del presidente). Sin embargo, no puede esperarse que la nueva clase capitalista de Siria deshaga su propio nacimiento, así que tienen las manos atadas. La propiedad privada y las reformas de mercado han hecho mucho más frágil a la economía y más sensible a las presiones económicas externas, pero son irreversibles en lo que se refiere a la opinión de la clase dominante.

Y si bien estas reformas han brindado algunas oportunidades a la burguesía regional para invertir y conseguir ganancias en Siria, la Rami’ización ha desviado la mayoría de las oportunidades rentables hacia la camarilla gobernante y sus familias. Esto significa que los imperialistas y los burgueses regionales ven la próxima caída del régimen sirio como una oportunidad para saquear aún más la economía siria en lo que antes les era negado por el régimen.

La Liga Árabe se mueve contra Assad

En este contexto, los buitres han comenzado a volar en círculos sobre su presa. La decisión de la Liga Árabe de suspender la membresía de Siria en este organismo fue una sorpresa para la mayoría de los observadores. Esta decisión se produjo de repente, pero lo que está claro es que no se podría haber hecho sin la bendición de los imperialistas. El rey de Jordania, quien es conocido por ser un títere del imperialismo británico, ha pedido a Assad que dimita, lo que confirma esto sin lugar a dudas. Incluso un niño en el Medio Oriente sabe que este monarca no habla una palabra sin que le digan qué debe decir sus amos de Londres y Washington. Esto deja en claro que las potencias imperialistas y regionales han tomado una decisión -después de muchas vacilaciones-: que es sólo una cuestión de tiempo que este régimen caiga, y deben asegurarse de que caiga de una manera controlada. Cuanto más tiempo Assad se aferre al poder, más inestable será la situación y menos posible será garantizar sus intereses en una Siria post-Assad o contener los temblores revolucionarios que ya están empezando a sentir bajo sus pies.

La decisión fue recibida por el régimen sirio con histeria absoluta. El representante sirio en la Liga Árabe no tuvo otra respuesta que insultar públicamente en el rostro al representante de Qatar. Los voceros del régimen se volvieron locos en todos los canales de televisión denunciando y maldiciendo a los árabes «traidores». Sin embargo, Walid Al-Mou’alem, el Ministro sirio de Asuntos Exteriores, salió en la televisión al día siguiente ¡y pidió la restauración del diálogo con la Liga Árabe! La respuesta contradictoria de la diplomacia siria subraya la confusión y la desorientación del régimen.

Furiosos partidarios de Assad atacaron las embajadas de Qatar y de los Emiratos Árabes Unidos en Damasco. En Latakia, de donde proceden la familia Assad y sus compinches, decenas de coches llenos de partidarios del régimen descendieron sobre la ciudad desde las aldeas circundantes. Atacaron a los consulados turco y francés, y quemaron sus banderas. Un pariente del presidente se apresuró a arrancar la bandera de la Liga Árabe de la Universidad Árabe (marítima), la quemó y luego destrozó el edificio de la universidad. Todo este drama fue seguido por una manifestación armada de partidarios del régimen en la Plaza de Shehk Daher en la que se atacaron tiendas y se lanzaron insultos sectarios a los ciudadanos. ¡Tales son las costumbres de los graduados de la escuela del Partido Baaz de Assad! ¡Este es el valor real de su lema a favor de la «unidad árabe»!

La decisión de la Liga Árabe abre claramente la puerta a la intromisión regional y tal vez incluso a la intervención directa en los asuntos de Siria. Por el momento, las potencias regionales parecen dispuestas a intervenir indirectamente desde el exterior, y cualquier acción militar directa de las principales potencias imperialistas, en París, Londres o Washington se descarta después de la costosa campaña de Libia, sobre todo en tanto que Rusia y China son aliados de Damasco. Si hay una intervención, provendrá de las potencias vecinas. Una fuerza «árabe» sería conveniente, y la decisión de la Liga le da un pretexto.

Los países árabes han ido más lejos ahora al imponer sanciones económicas contra el régimen, congelando todo el comercio, la inversión y las relaciones con el Banco Central de Siria. Turquía, que se ha vuelto más agresiva con el régimen desde la decisión de la Liga Árabe, ha seguido el ejemplo con sanciones económicas. También ha estado coqueteando con la idea de establecer una «zona segura» a lo largo de sus fronteras para dar refugio a los civiles y los soldados que desertan.

Pase lo que pase con estos planes, el régimen está cada vez más aislado internacionalmente. Esto tiene un efecto económico negativo que desestabiliza aún más al Estado, lo que tiene un efecto sobre la moral dentro de los cuadros gobernantes, y a largo plazo ni siquiera el apoyo de Rusia y de China puede ser garantizado en caso de que decidan que el juego ya ha terminado para Assad. También ha quedado claro que los imperialistas han intensificado su participación en el futuro de la revolución Siria.

El Consejo Nacional de Siria y las maniobras del imperialismo

El imperialismo ha estado muy ocupado en el último período. Más allá de las medidas adoptadas por la Liga Árabe, el Ministro de Exteriores británico, William Hague, organizó una reunión con el «Consejo Nacional de Siria» en Londres, y otras potencias también han incrementando sus contactos con él.

El Consejo está formado por más de 200 representantes de diferentes alas de exiliados, como la Hermandad Musulmana siria, la Declaración de Damasco, algunas organizaciones kurdas, y algunas personas que participan en otras organizaciones. No se trata de representantes democráticamente elegidos por el movimiento, sino simplemente una colección amplia de representantes de algunos partidos de oposición. Su relación con el movimiento sobre el terreno no existe, y aunque afirma que habla de la revolución, no han ganado la confianza del movimiento.

Sin embargo, es a este Consejo al que el imperialismo busca dotar de una dirección confiable en la que pueda basarse para llevar a cabo sus dictados. Les sería muy conveniente imponer este Consejo de la revolución, tal como el no electo Consejo Nacional de Transición se impuso a la revolución libia.

El Ministro de Relaciones Exteriores británico, William Hague, decidió reunirse con el Consejo el 21 de noviembre, y no con el Ejército Sirio Libre. El sitio web del Consejo publicó una declaración muy corta justo después de la reunión, que es muy interesante:

«El Consejo Nacional de Siria afirma que los rumores sobre los comentarios del Dr. Burhan Ghalioun durante su reunión con el Ministro de Exteriores británico, William Hague, el lunes 21 de noviembre, solicitando a la parte británica que intervenga ante las autoridades turcas para que detengan los ataques del Ejército Sirio Libre carecen de conexión con la realidad … «

La declaración continúa alabando a los soldados que han optado por abandonar al régimen, pero el rotundo mentís sólo hace más evidente que tal solicitud era políticamente peligrosa. Teniendo en cuenta la insistencia del Consejo sobre la «no violencia», y su condena a los ataques contra los servicios de inteligencia, es claro que esta petición se hizo. Además, dicha solicitud no se podría haber hecho si no hubiera sido claro que coincidía con los intereses de la «parte británica».

Lo que el imperialismo necesita es una dirección en la revolución que dependa de él, que necesite su ayuda, y no tenga existencia independiente de él. Tal dirección débil, aislada, pero sostenida por el apoyo de las potencias imperialistas y árabes, sería muy receptiva a la negociación de condiciones favorables para los capitalistas extranjeros en una Siria futura. El Consejo Nacional de Siria encaja a la perfección. El único problema es el comienzo del desarrollo de una fuerza independiente que se ha desarrollado sin ningún tipo de apoyo del exterior, a pesar de la falta de acción de todos los países imperialistas, con sus propias armas y una autoridad conquistada en el movimiento con acciones guerrilleras audaces contra objetivos del régimen.

Esto plantea un peligro a la capacidad de los imperialistas para controlar los acontecimientos en Siria. Si el régimen es derribado sin su ayuda, se verá que la victoria fue obra de las masas de soldados que desertaron, de los jóvenes y trabajadores de Siria, en contra de la inacción de la llamada «comunidad mundial»; es decir, del imperialismo occidental, que ha llorado lágrimas de cocodrilo durante nueve meses y no ha hecho absolutamente nada. Una Siria nacida de esta manera sería una Siria con un pueblo revolucionario audaz y confiado en sus propias victorias, dispuesto a no ceder ni un milímetro y exigiendo más y más para sí mismo.

La demanda hipócrita de un movimiento «pacífico» fluye de este cálculo. Para los imperialistas no se puede permitir que la fuerza armada esté bajo el control de las masas sirias: debe ser parte de los planes de la burguesía, o no existir en absoluto. El ritmo de rauda actividad de las últimas semanas: las reuniones con el Consejo, las sanciones, la condena del régimen por la Liga, son muy peculiares. Tras nueve meses de declaraciones sin efecto alguno, ¿por qué se mueven ahora? La clave de la situación es la entrada en la escena de los soldados revolucionarios, que llevaron a cabo ataques audaces justo antes de que el imperialismo decidiera que tenía que tomar la iniciativa, o arriesgarse a perderla a manos de una fuerza independiente que surge de la propia revolución.

Los soldados revolucionarios se organizan como Ejército Sirio Libre

La deserción constante de soldados y oficiales del ejército de Siria, y en algunos casos de la policía secreta y de las fuerzas de inteligencia, ha llevado a la formación del Ejército Sirio Libre. Abarca ya a más de 15.000 soldados de acuerdo a las declaraciones de su portavoz. En comparación con el desarrollo de este brazo armado de la revolución, la colección de médicos, abogados y académicos en el exilio que se ha labrado a sí mismo como «Consejo Nacional de Siria», y que se declaró a si mismo como la dirección de la revolución, parece una broma.

A esta milicia de soldados no se le prestó atención durante mucho tiempo en los medios, sino más bien fue ignorada intencionalmente en favor de apuntalar al Consejo Nacional de Siria. Sin embargo, al emerger como una fuerza creciente que ha puesto su sello sobre el terreno no podía ser ignorado por mucho tiempo. Un punto de inflexión se produjo, o más bien un reflejo del cambio en el equilibrio de fuerzas, cuando una pequeña unidad del Ejército Sirio Libre atacó uno de los centros de seguridad más fortificados de todo el país, la sede de la Inteligencia de la Fuerza Aérea en Harasta, justo al lado de la carretera Damasco-Homs en la entrada norte de Damasco. A continuación, se desvaneció sin víctimas ni detenciones. El portavoz del Ejército Sirio Libre comentó tras el ataque que había combatientes de todo el país -incluyendo la capital, Damasco- y declaró que las operaciones de este tipo continuarían y se ampliarían.

Este ataque fue precedido por una declaración del Ejército Libre para anunciar la formación de su consejo militar. Se declaró al Ejército Sirio Libre el único órgano armado legítimo en el país y que las fuerzas del régimen, después de haber perdido su legitimidad, serían un objetivo de los soldados libres. La declaración instaba a todos los individuos del ejército, de la policía y de las fuerzas de inteligencia a abandonar de inmediato sus unidades y unirse al Ejército Libre. El comunicado declaraba que el Ejército Sirio Libre se haría cargo de la seguridad del país después de la caída del régimen. Se ha prohibido a sus dirigentes la pertenencia a cualquier partido político y se comprometió a entregar el poder a un gobierno civil tras la primera elección. Esta declaración, realizada de forma independiente al Consejo Nacional de Siria, básicamente apartaba a un lado al Consejo, que está totalmente en manos de Turquía y de los imperialistas, como el supuesta dirección del movimiento.

Este último desarrollo sin duda, generó pánico, no sólo entre los hombres del régimen, sino también entre los hombres de la «respetable» oposición y de sus amos imperialistas. Las declaraciones de preocupación por el «descarrilamiento de la revolución por fuera de sus vías pacíficas» llegaron desde todos los rincones. Hillary Clinton, quien unos días antes había aconsejado a los soldados desertores que no entregaran sus armas a las autoridades, un día después del ataque de Harasta, ¡condenó la violencia utilizada por la oposición! Alemania la siguió y también emitió su condena a los pocos días. ¡La hipocresía de los imperialistas no tiene límites! Estos son los mismos imperialistas que, con una prisa indecente, se apresuraron en asegurar sus intereses futuros en Libia a través de la intervención armada a una escala mucho más grande que las operaciones del Ejército Libre. Para los imperialistas, no es el uso de la violencia en sí misma lo que es inmoral, sino el uso de la violencia por fuerzas que están fuera de su control y que no se alinean con sus intereses. El «pacifismo» hipócrita de la burguesía y de la pequeña burguesía no tiene ningún valor para los obreros, soldados y jóvenes revolucionarios de Siria.

Habiendo comprendido el peso del Ejército Sirio Libre, los políticos pequeñoburgueses y sus partidarios no podían ignorarlo por más tiempo, y lo que ahora pretenden es contenerlo. Hace unos días se filtró la noticia de las conversaciones en Turquía entre Riad Al-Asad, el jefe del Ejército Sirio Libre, y Bourhan Ghalyoun, el presidente del Consejo Nacional de Siria. Esto fue confirmado en la página web del Ejército Sirio Libre con una foto de Riad Al-Asad y Ghalyoun Bourhan entre otros, y una vaga declaración a favor de cooperar y trabajar juntos por el futuro de Siria. También se confirma el hecho de que el Consejo ha pedido al Ejército Libre limitar sus acciones a «operaciones defensivas» y no tomar la ofensiva. Oficialmente, la dirección ha aceptado, lo que indica que hay fuerzas dentro del Ejército Sirio Libre que favorecen un acercamiento con el Consejo y sus amos imperialistas. Sin embargo, está lejos de ser claro que estas fuerzas puedan entregar el Ejército Libre a las manos de sus nuevos amigos.

Las contradicciones del Ejército Libre

Abundan las preguntas sobre la naturaleza del Ejército Sirio Libre, si es realmente un cuerpo de soldados revolucionarios genuino, y la milicia armada de la revolución. Si está dominado por elementos islamistas extremos, o podría ser un mero instrumento en manos de las potencias imperialistas. Cualquier observador serio de su desarrollo, no podría dejar de darse cuenta que el Ejército Sirio Libre no es una milicia islamista ni un agente de las potencias extranjeras: la verdad es que su naturaleza no está decidida todavía.

El Ejército Sirio Libre es un reflejo de la profunda crisis del régimen. Cada vez que se ha utilizado al ejército nacional como una herramienta para asestar golpes de martillo a la revolución, se han desprendido más y más de soldados y reservistas que han decidido convertirse en defensores de sus hermanos y hermanas –a quienes el régimen exige masacrarlos. Esta crisis se ha mantenido durante nueve meses, sin un final a la vista. El régimen no tiene victorias que mostrar por sus esfuerzos, o por la sangre derramada. Sólo puede reclamar el estancamiento como una victoria, sólo puede contar como una bendición que ha podido sobrevivir. Sin embargo, ningún ejército puede inspirarse por mucho tiempo en el mantra de «nuestro enemigo se multiplica, pero aún no hemos perdido». Esta es la raíz de las deserciones. Cada día, la victoria del régimen aparece como una posibilidad más remota para la base de las fuerzas armadas, la moral está claramente en desintegración, mientras que la dedicación y voluntad de sacrificio de los revolucionarios es cada vez más clara.

Visto de esta manera, es evidente que el Ejército Sirio Libre no es una organización con un programa o una visión política preconcebidos, ni los puede tener. Es el conjunto de una masa soldados en rebelión, que traen sus propios prejuicios, limitaciones e ideas a un todo mayor. Ellos mismos son un reflejo de la voluntad de millones de sirios despertada ante las tareas históricas de la lucha revolucionaria. Las necesidades del movimiento requieren un ejército para defenderse de los ataques del régimen, y este ejército ha nacido del desarrollo objetivo de la revolución. Algunos de quienes han sido atraídos al mismo tienen ilusiones en el islamismo, como pasa en las masas trabajadoras sirias. Otros tienen ilusiones en la intervención imperialista, que es otra vez un reflejo de las debilidades presentes en el movimiento de masas en general. Esto es natural y es de esperar. Por el momento, el punto esencial es que la tropa que está saliendo de las fuerzas armadas nacionales y llenan este ejército de la revolución están resueltamente infectados con la fiebre revolucionaria de las masas.

En la naturaleza, así como en la sociedad humana, la necesidad puede expresarse en una multitud de formas. La revolución Siria se está desarrollando en condiciones particulares, sin sindicatos independientes, y sin un partido revolucionario que pueda guiar la revolución y llevar a cabo las tareas necesarias para lograr la victoria. Las presiones de la revolución no pueden esperar a que todo esté perfectamente organizado, simplemente han estallado y se han expresado a través del Ejército Libre. Esta es, en este momento, la única organización de masas de la revolución Siria. Debido a la falta de una alternativa, también se ha convertido en la organización dirigente de la revolución. Esto significa que, en las condiciones actuales, todos los problemas de la revolución se expresarán en esta organización.

El Ejército Sirio Libre ha crecido lo suficiente como para adquirir una dinámica propia, sin embargo, esta dinámica no pueden ser muy diferente a la de la sociedad de la que proviene. El ejército de un país es una miniatura de su sociedad. Tiene su cultura, sufre sus males y contradicciones, disfruta de sus ventajas y progresos, y refleja las creencias y estados de ánimo de sus diversas clases y estratos. Esto es particularmente cierto en un período revolucionario, con una milicia popular revolucionaria. No es de extrañar que una parte del Ejército Sirio Libre tenga creencias religiosas e ilusiones en el Islam político como las tiene una gran parte de la sociedad siria. Tampoco es una sorpresa que un sector del Ejército Sirio Libre tenga ilusiones en conseguir la ayuda de potencias extranjeras para derrocar al régimen, igual que estas ilusiones están muy extendidas entre muchos sirios comunes y corrientes que están buscando un camino a la victoria. La ingenuidad política de las masas frente a una tarea histórica sin ningún tipo de dirección política se refleja así en las filas del Ejército Sirio Libre.

Es cierto que los dirigentes de esta milicia no tiene ningún punto de vista político, han pedido en varias ocasiones ayuda extranjera, y ahora está siendo influidos en la dirección del imperialismo, pero el hecho es que en las filas del Ejército Libre la situación es diferente a pesar de que pueden tener sus propias confusiones e ilusiones. En realidad, no está claro cuánto control tiene la dirección sobre las unidades en estas condiciones difíciles. Estamos todos los días bombardeados con videos de soldados que declaran su defección, la formación de nuevas unidades de combate, operaciones exitosas, soldados mártires, etc. En estos videos y declaraciones se muestran a menudo la desconfianza hacia las potencias extranjeras (occidentales y árabes) y la ira contra la traición al pueblo sirio. Hay videos donde aparecen los soldados libres entre las masas hablando y confraternizando con ellas, y en otros videos aparecen soldados libres cantando consignas revolucionarias o canciones revolucionarias.

La dirección del Ejército Libre afirma que no ha recibido ninguna ayuda militar de potencias extranjeras y su portavoz se ha quejado reiteradamente de la falta de armas y de municiones en manos de los soldados libres. Esto parece estar confirmado por las declaraciones tras las operaciones exitosas en las que la incautación un pequeño número de armas ligeras, por ejemplo, 10 pistolas automáticas, se destaca como un logro importante. Tendría sentido que los imperialistas no estén dispuestos a armar una milicia revolucionaria por su temor a las consecuencias. Esto sugiere que el Ejército Sirio Libre está todavía incubándose dentro del movimiento de masas, un hecho que hace que sea difícil para los imperialistas confiar en él como una herramienta para llevar a cabo sus planes para la revolución -o mejor, sus planes para hacer descarrilar la revolución.

A pesar de las diferentes corrientes internas y externas que están tirando de él en direcciones diferentes, está todavía demasiado ligado al movimiento para que sea confiable para el imperialismo. Después de todo, ¿cómo podrían los soldados libres llevar una vida guerrillera, logrando sobrevivir el día a día, para comer, para beber, para ocultarse, y así sucesivamente, sin la ayuda activa de los trabajadores y la juventud revolucionarios en las ciudades y pueblos? Estos elementos son claramente mucho menos fiables, desde el punto de vista del imperialismo, que los académicos que viven en París, lejos del estado de ánimo revolucionario infeccioso de las masas.

El desarrollo del Ejército Sirio Libre es un paso positivo hacia adelante para el movimiento, pero el futuro de la revolución nunca podrá estar garantizado mientras el desarrollo político de esta organización no esté en manos de los propios revolucionarios, y permita a unos pocos no elegidos que lleven a cabo discusiones a puerta cerrada con el Consejo Nacional de Siria y los imperialistas.

¡El ejército revolucionario debe pertenecer al pueblo!

 El imperialismo ha tomado nota de la revolución siria, y se apresura a robarle los frutos del trabajo a las masas antes de que el régimen haya sido incluso derrocado. Sólo el control democrático por parte del movimiento sobre su ejército y sus representantes puede impedir esto.

Este ejército, después de haber tomado el papel principal en la revolución, es por el momento la clave para su futuro. Las decisiones que tome la llevarán a la victoria o la derrota. Estas son decisiones que son demasiado importantes como para no ser debatidas y decididas democráticamente. ¿Cuál será la opinión de los valientes combatientes que atacaron el cuartel general de inteligencia de Damasco sobre la declaración de su portavoz que, de acuerdo con el Consejo Nacional, ya no organizarían operaciones ofensivas de esta clase?

El Ejército Sirio Libre prohíbe a su dirección la pertenencia a cualquier partido, pero este no es el punto clave. El punto clave es que la burguesía y los imperialistas tienen sus partidos, en el Consejo Nacional, y sin el debate libre en el Ejército Libre sobre el futuro de la insurrección y la revolución, la dirección puede perderse en manos de estos compinches. El acercamiento de la dirección del Ejército Libre al Consejo subraya este peligro.

Los soldados deben exigir que el ejército sea puesto bajo el control del movimiento. El Ejército Libre puede y debe convertirse en un punto de coordinación para la insurrección, pero la insurrección no puede dejarse en manos de los soldados insurgentes. Se debe ampliar a los barrios, las fábricas, las escuelas. Deben organizarse comités de trabajadores y de jóvenes para coordinar las acciones de huelgas de masas y de protestas con el Ejército Libre. Este ejército debe pertenecer al pueblo, y sus acciones deben ser decididas democráticamente por los representantes electos de los comités de vecinos, los comités obreros y de estudiantes, y los comités de soldados.

Dicha fuerza sería una expresión genuina de la voluntad revolucionaria del pueblo sirio, y es la única manera de decidir -en una lucha abierta y democrática de ideas que involucre a todos los partidos de la oposición- cómo proceder. No es la prohibición de la participación de los dirigentes en la lucha entre los partidos, sino la demanda de que esto ocurra abiertamente bajo la atenta mirada de las masas revolucionarias de Siria, esta será la garantía de que el Ejército Libre será el ejército del pueblo sirio y de nadie más.

Pero en todos los partidos de la oposición, lo que falta precisamente es la voluntad de que esta lucha llegue hasta el final. La Hermandad Musulmana y sus compañeros de todos los partidos en el «Consejo Nacional» no representan a los trabajadores ni a la juventud revolucionaria, y se han entregado a los imperialistas en el complot de robarle Siria a su pueblo. El pueblo sirio es un pueblo orgulloso, muy orgulloso de su independencia y de las revoluciones victoriosas que llevaron a cabo contra el imperialismo. El régimen, al comienzo de esta revuelta, mantenía algún tipo de apoyo entre las masas, precisamente por sus posturas públicas y demagógicas contra el imperialismo. Lo que la Revolución necesita ahora más que nunca, es un partido revolucionario -independiente de las maniobras de los imperialistas- que ponga en marcha un programa para terminar con el Ramis de Siria, sin entregar la más mínima de sus riquezas a otro grupo de ladrones con sede en Riyadh, Beirut, Ammán, París, Londres y Nueva York.

La riqueza de los Ramis Majlouf fue robada al pueblo sirio, y nos pertenece a nosotros y a nosotros solamente. Un programa revolucionario exigiría que su riqueza sea nacionalizada, no bajo el control de una burocracia como en el pasado, sino bajo el control democrático de los obreros, soldados y jóvenes. En conjunto, el pueblo revolucionario decidirá cómo utilizar esa riqueza para salir de la crisis, y sacar a cada hombre, mujer y niño de las profundidades de la pobreza a donde la clase capitalista baazista los ha arrojado. Las masas revolucionarias de Siria se han ganado ese futuro mejor con su sangre.

Lo que se necesita es construir una corriente marxista en Siria, que pueda llevar estas ideas al movimiento y ofrezca una perspectiva socialista a la revolución. De lo contrario, todo tipo de figuras accidentales pueden ser impulsadas al frente, y pasarían a estar bajo la influencia del imperialismo. Las masas sirias no están luchando para eso.