Desarrollar un capitalismo en un modelo económico basado en el ingreso petrolero constituye casi una osadía. Esto, si se toma en cuenta una dinámica que drena el ingreso petrolero a la sociedad mediante el debilitamiento del aparato productivo y el abandono del campo para aprovechar las cuantiosas ganancias cambiarias de la importación, el comercio y la especulación. La naturaleza de este modelo económico impone la existencia de un gigantesco Estado en permanente crecimiento, en comparación a las necesidades de la población, cuyo objeto es absorber la inmensa cantidad de mano de obra desocupada.
En esta dinámica los privilegios de la alta jefatura burocrática y la corrupción corresponde a la cuota parte del aparato burocrático estatal en la distribución del ingreso petrolero, que de otra forma y en su mejor intensión pretende estimular una estructura empresarial Estatal dirigida desde el Estado con criterios políticos y organización burocrática. En el peor de los casos este modelo sirve al imperio como su caja chica para venta de activos obsoletos o la renovación de activos para su entrega al capital transnacional.
Este modelo económico niega cualquier forma de desarrollo e impone la dinámica descrita. De allí que una propuesta socialista basada en un modelo improductivo no puede tener otro derrotero que el fracaso, la demagogia, la miseria y el retroceso, en este caso con fascismo incorporado.
Precisamente el gran reto del socialismo es el cambiar el modelo improductivo de reparto directo de ingresos petroleros a la burguesía, la clase trabajadora y campesina; por otro, donde el ingreso petrolero apalanque y le de viabilidad a un modelo productivo basado en la creación de valor. El modelo chino dado su contexto histórico requirió el desarrollo de un capitalismo que se ha comido la misma esencia del socialismo. En Venezuela se requiere de una vanguardia socialista que transforme las máquinas, los galpones y los seres humanos en unidades productivas creadoras de riqueza para la sociedad venezolana.
La vanguardia política está llamada a crear las condiciones económicas para que la vanguardia económica asuma la responsabilidad de crear la economía socialista que reconstituya la democracia socialista, la propia política y el gobierno comunal. Romper con las cadenas del capitalismo no solo supone eliminar la explotación; supone romper con los pre juicios contra la dirección y asumirla como palanca en la construcción de la economía socialista. La tarea exige capacidad técnica y política para hallar el camino de socialismo sin desviarse al capitalismo. Lo enemigos son muchos: nuestra propia dinámica de distribución de ingresos petroleros que deviene en un capitalismo de estado “socializante”, la cultura improductiva y paralizante que ella produce y, finalmente, las fuerzas del imperio que nos obliga a ser suplidores de materia prima y grandes consumidores de mercancía importada.
Cambiando la estrategia económica a un socialismo diversificado basado en la producción de nacida de nuestras manos se encuentra la esperanza del mañana. Viviremos y Venceremos, que viva el socialismo, Carajo