A partir del artículo escrito por esta servidora anteriormente, se generaron una serie de reacciones en mi pequeño entorno, –en mi “microcosmos revolucionario” – y paralelamente, se suscitaron una serie de acontecimientos muy significativos en nuestro país, que creo merecen algunas reflexiones.
Como todos sabemos, o supongo que la mayoría lo sabe, mi duda acerca de, si se estaba produciendo una especie de “distanciamiento” entre nuestros dirigentes Revolucionarios y un grupo de varios camaradas comunicadores o voceros , –yo, como muchos otros, escribí específicamente a cerca del caso de Mario Silva y el programa La Hojilla- a los cuales me permito llamar comunicadores o voceros de vanguardia, aunque para otros son “agudos intelectuales”, “criticones de todas las horas, que son incapaces de hacer una obra loable” o simplemente “algunos que saben cómo se hacen las revoluciones de un solo leñazo”. En fin, la duda ha sido aclarada, y sí, existe tal “distanciamiento”. Estos compatriotas quienes hasta hace unos días gozaban de respeto dentro de las filas revolucionarias, pues conducían espacios en el sistema de comunicaciones y pertenecían al “ejército comunicacional” de la Revolución Bolivariana, han sido desplazados, removidos, silenciados, censurados o como quieran llamarlo, simplemente están fuera de dichos espacios comunicacionales y las razones oficiales de tales decisiones han sido vagamente explicadas o no explicadas, dependiendo del caso.
Desde entonces, han surgido distintas voces a favor o en contra de estas medidas, algunas para desacreditar a dichos voceros inclusive en el plano personal. Ciertamente no dedicaré estas líneas a defender la vilipendiada integridad de estos voceros, para mí está claro que su lealtad y su compromiso con el legado de Chávez y la Revolución está probado, pero allá cada quién con sus creencias y con su conciencia. Tampoco las dedicaré a defender la mía, y allí es donde entra mi “microcosmos revolucionario”, pues a partir de las reflexiones críticas, hechas por mí, con todo respeto y con la intención de aportar ideas para solucionar las diferencias surgidas en este impase, recibí muchas llamadas de atención acerca de que las críticas propiciaban la desunión, básicamente me convertían en “traidora”, “extremista” que desconocía al líder Nicolás Maduro, y que lo que nos correspondía era “seguirle y obedecerle”, y que entendiera que “los trapos sucios se lavaban en casa”.
No me dedicaré a explicarle a nadie, que lo que nos define como revolucionarios, no depende de la opinión de algunos-que consideran que se nos debe cancelar la membresía en club de los Izquierdistas o algo peor-, ni aclararé que los valores revolucionarios se demuestran día a día con nuestras acciones, nuestras decisiones y nuestros leales votos a favor de la Revolución, y no porque gocemos de credibilidad en tal, o cual sector. Yo, en particular, nací con la Revolución en la sangre, la heredé y la recibí hasta en el calostro de mi madre y eso, nadie me lo podrá quitar. Pero esa idea no la desarrollaré aquí. Ni siquiera me detendré a responderle a las groserías e insultos que -parafraseando a una persona, a quién sigo admirando mucho, a pesar de la posición asumida en esta coyuntura-, sólo me conciernen a mí, y como a mí no me importan, entonces no le importan a nadie.
En realidad estas líneas se dedican a revisar los ataques que se han hecho en el plano de las ideas. Que a mi entender son mucho más graves puesto que, decir abiertamente que las opiniones en contrario y el pensamiento crítico deben ser silenciados, y expresarlos constituye una traición a la Patria. O bien, silenciarlos de manera velada creando un cerco mediático -muy al estilo Globovisión- sobre ellas, no sólo pervierte los valores fundamentales que la democracia defiende respecto a la libertad de expresión, sino que entra en contradicción directa con este modelo de democracia participativa y protagónica, este socialismo nuestro, que hemos escogido la mayoría de los venezolanos y con las ideas de nuestro Líder Máximo, Hugo Rafael Chávez Frías, y cito: “Nuestras tareas deben ser la ideología, el debate de todos los días, la artillería del pensamiento, el trabajo voluntario, la incorporación a la praxis, a la solución de problemas, a la atención de los más débiles, la creación de la sociedad del amor, de una nueva espiritualidad, de una nueva base moral, ética”. Y cito también, su frase tan célebre en los últimos tiempos: “Irreverencia en la discusión, lealtad en la acción”. En cuanto al socialismo del siglo XXI, cito: “Se fundamenta en valores de participación democrática y protagónica,…, responsabilidad, rendición de cuentas, control social, libre debate de ideas, voluntariedad,…” (Montiel, Nelson. Las Lecturas de Chávez, PDVSA Gas Comunal, 2012, pág. 117).
También encontramos lo siguiente, en “Plan de la Patria”-Programa del Gobierno Bolivariano 2013-2019, en el Objetivo Histórico II, Objetivo Nacional 2.4, Objetivos estratégicos y objetivos generales 2.4.1.2, se establece: “Reforzar el acervo moral del Pueblo venezolano mediante la promoción de los valores del socialismo, la ética y la moral socialista, la formación y autoformación socialista, la disciplina consciente basada en la crítica y la autocrítica, la práctica de la solidaridad y el amor, la conciencia del deber social y la lucha contra la corrupción y el burocratismo”.
Y el Objetivo Histórico II, Objetivo Nacional 2.5, Objetivos estratégicos y objetivos generales 2.5.2, reza: “Establecer un sistema de comunicación permanente, para escuchar al pueblo organizado y al pueblo despolitizado, como parte del esfuerzo para la construcción colectiva del Estado Socialista, bajo el principio de “mandar, obedeciendo” —Gobernar obedeciendo: …”El pueblo elige a su representante para que sea éste quien lleve a cabo las políticas que cumplan con las necesidades. De esta manera, el gobierno termina obedeciendo el clamor y la necesidad popular, en vez de imponer una agenda” (Montiel, Nelson. Las Lecturas de Chávez, PDVSA Gas Comunal, 2012, pág. 106).–.
Pienso que esto último suena un poco diferente a “lo que nos corresponde es seguirle, obedecerle,.., no basta con sólo criticar y debatir, y convertir ahora a la revolución en un barullo de fantasías y de agudezas meramente delicuescentes, sino sobre todo trabajar, trabajar, trabajar, sin que nada nos distraiga”. [1]
El problema no es, si las ideas revolucionarias expresadas en la crítica por las voces disonantes son correctas, o si simplemente pueden ser rebatidas con argumentos sólidos. El problema es la evasión de la discusión necesaria para la continuación, perfección y mejoramiento del proceso revolucionario.
Ahora, tomando en cuenta todo lo establecido en el Plan de La Patria, he escuchado con preocupación, que algunos analistas hablan de que, la crítica hacía las decisiones del Gobierno son, por decir lo menos, exageradas y extremistas, producto de la inmadurez ideológica y política de los camaradas que, organizan en sus “microcosmos revolucionarios” pequeñas guerrillas mediáticas. Algunos enfatizan que no existe un manual de cómo hacer el socialismo, y otros, que el Programa de la Patria plasma la propuesta socialista que nos planteó el Comandante Chávez, pero no poseemos todavía una propuesta sobre las prácticas que defina el modo y las maneras de lograr la transición al socialismo. [2]
Aquí de verdad voy a ser irreverente. Que descaro y que vergüenza que estos “analistas” se atrevan a decir que no hay una guía práctica para la transición al socialismo. Eso es en mi opinión, básicamente ignorar el legado de nuestro Comandante. Existen infinidad de anotaciones, reflexiones y discursos del Líder Supremo que han quedado plasmados en variadas publicaciones y libros referidos a las medidas para realizar la transición al socialismo. Además de la obra maestra, a mi parecer, y testamento político que constituye el Plan de la Patria, que por cierto, el Presidente Nicolás Maduro inscribió como programa de Gobierno en las pasadas elecciones del 15A. Y que por lo tanto debería cumplir a cabalidad, porque ese fue su compromiso con el pueblo que lo eligió y que lo apoya con “disciplina consciente”. Esta obra, escrita de puño y letra por el Comandante Hugo Chávez, que define cinco grandes objetivos históricos, y va desarrollando objetivos nacionales y los expande hacia objetivos estratégicos y generales, plasma lo siguiente en su Presentación:
“Éste es un programa de transición al socialismo y de radicalización de la democracia participativa y protagónica. Partimos del principio de que acelerar la transición pasa necesariamente por, valga la redundancia, acelerar el proceso de restitución del poder al pueblo. El vivo, efectivo y pleno ejercicio del poder popular protagónico es insustituible condición de posibilidad para el socialismo bolivariano del siglo XXI. Por eso mismo, es la base fundamental y el vértice principal del Proyecto Nacional Simón Bolívar. Primer Plan Socialista del Desarrollo Económico y Social de la Nación 2007–2013: nuestra carta de navegación en este ciclo que está culminando, enfatiza rotundamente su papel estratégico. Papel estratégico que en el próximo ciclo debe acentuarse todavía más.
…Ciertamente, el socialismo apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo interno entre nosotros. Éste es un programa precisamente para afianzarlo y profundizarlo; direccionado hacia una radical supresión de la lógica del capital que debe irse cumpliendo paso a paso, pero sin aminorar el ritmo de avance hacia el socialismo”.
¿Será que no se han tomado el tiempo para leer el Plan de la Patria? Podría ser que existan aspectos en el plan, que faltaron definir con mayor detalle, pero ¿afirmar que no existe una propuesta que defina el modo y las maneras de lograr la transición al socialismo? ¿Y estos comentarios vienen de analistas avezados en materia política, que ocupan espacios comunicacionales? Esta ciudadana común, poco instruida en la ciencia política, les dice en perfecto criollo, “botaron la bola camaradas”.
Y me permito en este punto una pequeña crítica basada justamente, en el estudio de nuestro programa de Gobierno o Plan de la Patria. En varios puntos se establecen objetivos referidos a la soberanía alimentaria y soberanía nacional. Específicamente en el Objetivo Histórico IV, Objetivo Nacional 4.4, Objetivos estratégicos y objetivos generales 4.4.2.2, se establece: “Llevar a niveles no vitales el relacionamiento con los circuitos financieros dominados por las potencias neocoloniales”. Ahora tomando en cuenta que, según afirma el director del Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual (Sapi), José Villalba, la marca Harina Pan, producto emblemático para la elaboración de la tradicional arepa, ya no es venezolana. Y Ahora es propiedad de la corporación canadiense Deutsche Tran Trustee Inc. (DTTI), luego de que Empresas Polar la vendiera a esta compañía extranjera. Y que Empresas Polar ha vendido casi todas sus marcas a firmas extranjeras. Y además tomando en cuenta que Villalba afirma que en la actualidad, ninguna de sus marcas es venezolana [3]. Creo que las negociaciones con empresas como ésta, no sólo impiden alcanzar el objetivo 4.4.2.2 y los vinculados a la soberanía alimentaria y nacional, sino que además impiden alcanzar los objetivos referidos a la transformación del sistema económico capitalista, en un sistema económico productivo socialista, es decir, retrasa la construcción del Socialismo Bolivariano del siglo XXI (Objetivo Histórico II, “Plan de la Patria”. Programa del Gobierno Bolivariano 2013-2019)
Finalmente al distinguido Profesor que mandó a la “defecación”-esa no fue la palabra que usó- a “los criticones de todas las horas que son incapaces de hacer una obra loable”, le digo, su lenguaje peyorativo no afecta mi voluntad. Pues todos los venezolanos tenemos derecho a expresar nuestro pensamiento, crítico o no, y eso está consagrado en nuestra Constitución Bolivariana, artículo 57 y 58. Y de hecho, el voto o sufragio no es más que la expresión de una opinión, que define en quién depositamos nuestra confianza para gobernar la nación, pero es una decisión voluntaria, no implica “seguir y obedecer” ciegamente. Nuestros líderes deben rendir cuenta de su gestión al pueblo, nuevamente está claramente expresado en el Plan de la Patria, en varios objetivos, entre otros, en el Objetivo Histórico II, Objetivo Nacional 2.5, Objetivos estratégicos y objetivos generales 2.5.2.2 que reza: “Establecer como norma el desarrollo de jornadas y procedimientos de interpelación popular sobre la gestión de los servidores públicos”. Así juntos, pueblo y Gobierno deben lograr la Unidad por consenso de todas las partes.
Apoyamos a nuestro Presidente Nicolás Maduro, y apoyamos su programa de Gobierno, el Plan de la Patria 2013-2019, queremos verlo realizado a plenitud. Y si alguno de esos objetivos no es alcanzable, queremos conocer las razones por las que no es factible y tenemos derecho a solicitarlas, con respeto y en el marco de nuestra Constitución y de nuestras Leyes.
Waikimilla Hernández
carajitamilla@gmail.com
Referencias Web:
[1] http://www.aporrea.org/actualidad/a167154.html
[2] http://questiondigital.com/?p=14468
[3] http://www.aporrea.org/actualidad/a165582.html