Los teóricos del socialismos se han enredado históricamente con el tema de la rentabilidad y la acumulación del capital en las propuestas políticas autodenominadas socialistas. Quizás por ello todavía no ha existido un verdadero socialismo en el mundo, sino remedos de capitalismo denominados capitalismo de Estado. Estos son Estados en los que privan posturas socialdemócratas de mejoras en el campo de la salud y la educación, entre otros servicios, apoyados en modelos económicos parasitarios cargados de un burocratismo más cercano al feudalismo que al socialismo.
En ese contexto se plantea el tema de la rentabilidad de las empresas socialista: esto es, el carácter y destino del plus valor creado por el trabajo productivo. De allí la necesidad de asumir y resolver la contradicción sobre la explotación de la mano de obra del trabajador en este tipo de empresas. En este sentido, hay que partir del hecho de que la explotación capitalista del trabajo supone el robo por parte del dueño de la empresa del plus valor creada por el trabajador. Donde ese plus valor es convertido, en renta (para el bolsillo del capitalista) y en capital (que el capitalista acumula en su nombre) en la empresa. En ese esquema la reducción de costos (de sueldos, entre otros) y el aumento de precios al consumidor redundan en mayor rentabilidad para el capitalista. En el socialismo, por su parte, la creación del plus valor supone por un lado su entrega directa a los otros trabajadores mediante la venta de mercancías a más bajos precios. También implica la asignación de plus valor al pago de impuesto al Estado socialista con el fin de que se aplique a su distribución en salud, educación y servicios de alta calidad para todos. Otra cuota parte del plus valor iría a mejorar las condiciones de vida de los propios trabajadores que la empresa se compromete a garantizar y donde uno de los aspectos es mejoras salariales. Finalmente, el restante plus valor iría a la acumulación de capital en la propia empresa socialista a nombre de todos los trabajadores (y cuyo derecho se pierde al perder la condición de trabajador). Acumulación que tiene como fin hacer que crezca la producción socialista. Esto es, mayor crecimiento de la economía socialista frente a la economía capitalista.
Negar la rentabilidad y la acumulación de capital en las empresas socialista pasa por negar la productividad del trabajo y el desarrollo de una economía socialista alegando la explotación del trabajador. Por otra parte, sin una estructura gerencial, ideológicamente comprometida con el socialismo, que establezca una correcta asignación de responsabilidades para la coordinación del trabajo y sin una correcta aplicación de recursos de la empresa se carecería de la base material de sustentabilidad y de sostenibilidad en las empresas socialistas que permitan el impulso, expansión y consolidación de una economía socialista. Sin rentabilidad ni acumulación de capital en este tipo de empresas el socialismo no es posible. Por esta razón el capitalismo estimula la confusión y el dogmatismo “marxista” contrarrevolucionario que niega la esencia dialéctica y materialista de sus enseñanzas. El capitalista sabe que sin base material el socialismo es una utopía; pues sabe, que sin las bases materiales la clase trabajadora no se podría mantener y su economía no podría crecer y desarrollarse hasta volverse hegemónica.
Un socialismo que no sea rentable y que no crezca no es socialismo ni tiene posibilidades de convertirse en una nueva sociedad. Viviremos y venceremos, que viva el socialismo, Carajo.