Resulta un lugar común para los políticos del gobierno el señalar que el manejo de la economía es responsable, que los parámetros macroeconómicos van en viento en popa y que con unas cuantas reformas estructurales el país crecería a niveles espectaculares. Por supuesto para funcionarios de la administración, los banqueros y demás socios burgueses en análisis puede ser divergente pero las conclusiones son las mismas siempre:
Si todo va bien, si se crece entonces hay que hacer las “reformas estructurales” para apuntalar el crecimiento y crecer más. Si hay problemas el único modo de “retomar el crecimiento” son las susodichas reformas.
No ha sido un discurso reciente, al menos desde mediados de los ochentas, en que se empezó a desmantelar el régimen económico postrevolucionario, se han emprendido profundos cambios, en su mayoría contrarios al bienestar de las familias trabajadoras en aras de un futuro mejor, ahora que el futuro nos alcanzó se nos dice que hay que seguir sacrificándonos, ¿hasta cuándo?
De ningún modo podemos defender al sistema capitalista, no obstante si el panorama económico de las recientes generaciones fuese más halagüeño que el de nuestros abuelos podríamos sostener alguna esperanza en el sistema, no obstante desde cualquier parámetro los efectos de la reformas llamadas neoliberales son catastróficos.
La economía vista en todo el periodo desde el año 2000 a la fecha no ha crecido más que a un promedio del 2%, el menor de toda Latinoamérica, el nivel de falta de empleo es tal que el 59% de la Población EconómicamenteActiva (28 millones) se dedican a actividades informales.(El Financiero 13 de mayo).
Pese a los esfuerzos del INEGI, no logran ocultar que la gran mayoría de la población sobrevive apenas de su ingreso diario. En una reciente estadística publicada se señalaba que casi el 60% de la población es de clase baja, aproximadamente el 2% de clase alta y el restante 38% pertenecería a lo que podríamos llamar clase media, no obstante cuando observamos la manera en que catalogan a dicha clase media nos damos cuenta que en ella se confunde a la mayor parte de obreros y empleados especializados, así como a la totalidad del magisterio y empleados del gobierno, es decir a trabajadores con empleo estable. Así pues para el INEGI la clase baja es la que vive del subempleo, cuyos porcentajes respecto de la PEA coinciden. Para los marxistas la clasificación de clases en función del nivel de ingresos es muy subjetivo, muchas veces no nos dice nada respecto de la posición que un individuo desempeña dentro de la sociedad y la potencial actitud frente a un cambio o las perspectivas de un cambio, no obstante el las cifras del INEGI podemos distinguir el tamaño de la burguesía respecto del conjunto de la población, un poco menos del 2% del total, la cual decide absolutamente todo ya que controla férreamente la totalidad del sector privado, los altos cargos gubernamentales, la dirección de los órganos represivos como la policía y por supuesto la alta jerarquía eclesiástica. Los intereses de este 2% son disfrazados por parte de los medios como si fueran los intereses de la nación y nos invitan a hacer sacrificios para que este 2% no se baje de su pedestal aún a costa de la sangre , el sudor y las lágrimas de los trabajadores y sus familias.
Economía monopólica
Es un lugar común cuando se habla del carácter monopólico de la economía mexicana hablar de las telecomunicaciones con el control de dos emporios, o del sector minero con la dominancia absoluta del grupo México, no obstante esto se refleja también en todos los rubros, no obstante la punta de lanza de todo este conglomerado proviene de los bancos
El sector bancario esta entregado en un 90% a inversionistas españoles o norteamericanos y el nivel de crédito es aún mucho más bajo que en el periodo anterior al 94, tan sólo el 24% del PIB, ello pese a las exorbitantes ganancias del sector bancario subieron un 24.5 % en lo que va del año (Milenio, 5 de marzo del 2013) En suma los bancos obtienen pingües beneficios que transfieren impunemente a sus matrices extranjeras mientras que los mecanismos de financiamiento del sector productivo están cada vez más cerrados. El sector exportador, uno de los más dinámicos de la economía sostiene la misma característica de concentración monopólica, de hecho 44 grandes empresas acaparan el 50% de las exportaciones, de 35 000 empresas exportadoras
Los industriales tampoco son una blancas palomitas, la mayor parte de ellos comparten intereses con los bancos y prefieren se intermediarios con los monopolios extranjeros que desarrollar la industria del país. El caso más reciente es el de la industria cervecera con la venta del emblemático Grupo Modelo a inversionistas holandeses, negocio que representa más de 25 mil millones de dólares. Por su puesto en términos formales la transacción aparecerá como un a inversión extranjera, no obstante se trata de una simple y burda trasferencia de derechos económicos que reportará miles de dólares a los inversionistas extranjeros. Como se ve la burguesía esta excenta del patriotismo que exige a los trabajadores.
Hace unas décadas cerca del 50% del PIB era producido por el sector paraestatal ahora no llega ni al 10%, básicamente PEMEX y CFE, sin embargo pese a la salvaje trasferencia de bienes al sector privado este no es capaz de sostener el mismo nivel de inversión. Un ejemplo de ello es la Formación Bruta de capital fijo, es decir el dinero que los capitalistas invierten en renovar su infraestructura, la cual paso de 25% en los setentas a un promedio en el año de un 9%, aunque los últimos datos señalan que ahora está descendiendo un promedio de 0.5% cada mes.
Caída libre
México vive en estos momentos un caída económica tan sólo semejante a la del periodo que antecedió a la crisis de 2008, de hecho el PIB anualizado cayó a un 0.9% en el primer trimestre; si observamos el sector industrial la situación es aún peor. La producción cayó un 4.9%, la industria manufacturera lo hizo en un 5.8%, la construcción un 5.2 % (LaJornada 13 de mayo).
Los efectos ya se están reflejando en las finanzas del gobierno las cuales han recaudado un 3% menos que durante el mismo periodo del año anterior. No obstante de manera muy peculiar el gasto del gobierno ha caído un 10.4%, ¡esto no sucedía desde 2001!
El gasto en vivienda cayó un 6.9%, en salud un 13.8%, en servicios comunitarios un 12.8 % y en desarrollo económico un 13.5%, esto precisamente cuando el gobierno cacarea su famoso plan contra el hambre (El Financiero, 2 de mayo).
Realmente no se justifica este descenso, a no ser que haya un completo descontrol en el manejo del gasto, otras hipótesis podría encontrarse en el desfalco que tanto priistas como panistas han realizado en sus distintas administraciones, para muestra los 88 millones de pesos en efectivo encontrados entre allegados de Andrés Granier, exgobernador de Tabasco. Por supuesto al gobierno solapa y promueve la corrupción, no obstante cuando le conviene puede emplear a dos o tres de sus elementos como chivo expiatorios, tal es el caso del propio Granier, el cual puede pasar el resto de sus días en prisión.
Debacle inmobiliaria.
Uno de los principales elementos que han caracterizado las crisis económicas alrededor del mundo han sido la caída del sector inmobiliario, luego de una fase de especulación que genera la impresión de una prosperidad sin límites llega la hora de hacer el balance entre los proyectos y lo que se realmente se está recaudando por ellos, los problemas no serían tan fuertes si en pleno boom no se hubieran ofrecido como garantías de créditos acciones que al poco tiempo no valen nada. Un ejemplo de ello son las empresas inmobiliarias las cuales tuvieron las siguientes caídas en su acciones: Geo -63 %, Homex – 60.7% ,Sare -47 %, URBI -74. 8%, podemos predecir que dentro de unos meses varias de estas empresas entraran simplemente a la quiebra.
Por el momento las empresas inmobiliarias han declarado una deuda impagable de más de 2500 millones de dólares, se habla de que hay más de cien mil viviendas construidas en estados cercanos al DF que han sido abandonadas.
En el futuro veremos decenas de construcciones a medio terminar, un incremento de las presiones a los poseedores de viviendas para que salven el negocio capitalista de la construcción aunque para ello tengan incluso que abandonar sus patrimonios, tal y como ha sucedido de manera masiva en países como España.
El sector de la construcción es, tal vez más que cualquier otro, dependiente del crédito. La recuperación de las inversiones se hace a costa del crédito público y privado que cada empresa constructora contrae, cuando esta no se recupera, como es el caso de México se genera un efecto dominó que paraliza no sólo al sector de la construcción sino a gran parte del sistema bancario. Por ello es posible que en un momento dado se implemente una especie de rescate desde el estado, no obstante esto no representaría una solución, especialmente cuando la deuda pública se dispara como espuma.
¿Estados Unidos una tabla de salvación?
Uno de los fenómenos más comunes en pasadas crisis económicas ha sido la devaluación de la moneda, paradójicamente este fenómeno producía un abaratamiento de las mercancías mexicanas y generaba una ventaja competitiva que provocaba un incremento de las exportaciones hacia los Estados Unidos, esto fue lo que pasó en la crisis del 95, la situación no aconteció en el 2008 y parece que ahora tampoco acontecerá, esto no se debe a una virtud de las políticas económicas del gobierno sino a la tendencia de dolarización de la economía que ha generado una paridad prácticamente inmutable del tipo de cambio por la vía de acumulación de reservas internacionales. El gobierno prefiere tener muchas reservas que invertirlas de forma productiva, cuando hay una caída del peso simplemente satura el mercado de dólares y el tipo de cambio se mantiene. En el fondo esta política es más conveniente a los Estados Unidos que a México. Por lo tanto podemos predecir que el sector de mercado con los Estados Unidos no será un estímulo para el crecimiento económico, especialmente cuando las tendencias en estados unidos van en el sentido de incrementar la presión a recortar el gasto público por la enorme deuda de más de 14 billones de dólares.
No solamente las exportaciones habían sido una válvula de escape, también lo han sido la salida masiva de trabajadores rumbo a Estados Unidos; desde que estalló la crisis del 95 al menos 10 millones de mexicanos han decidido trasladarse al norte de la frontera para buscar una salida individual a sus problemas, merced a ello se han transferido desde Estados Unidos unos 20 mil millones de dólares, los cuales son clave para el sostenimiento de regiones enteras.
Hoy en día, con el pretexto de la implementación de una reforma migratoria, se han tomado medidas para el cierre definitivo de la frontera, se trata de al menos 50 mil millones de dólares se destinaran en fortalecer medidas represivas en contra de aquellos que intenten cruzar: Aviones espia, armamento, duplicar el personal de las agencias fronterizas, en suma una militarización tan sólo semejante a una movilización de tiempos de guerra.
¿La salida en los marcos del capitalismo?
Para nadie es un secreto el carácter monopólico de la economía mexicana y el apoyo casi religioso que el estado ofrece al sostenimiento su estructura. Cuando decimos que el gobierno no tiene margen de maniobra nos referimos a que toda medida que pudiera adoptar da por descontado que permanecerá intocable el interés de la gran burguesía.
El gobierno tan sólo se permite dos instrumentos para intervenir en la economía, uno de ellos es la política monetaria, con la cual controla la inflación, no obstante lo que genera el desarrollo de un país es el crecimiento económico, no una alta o baja inflación. La otra es el manejo del gasto público, el cual puede estimular el desarrollo si este se dirige a la inversión productiva, pero como para como los capitalistas tienen todas las palancas económicas al final un incremento del gasto significa solamente mayores ganancias para las empresas concesionarias; el gobierno puede invertir 1000 millones en carreteras pagándole a empresas que las dejen a la mitad o simplemente no las hagan. Como se ve la propiedad privada se convierte en un freno para que la inversión productiva estatal se verifique realmente.
Otra opción puede ser el crédito, lamentablemente está en manos privadas y se ha mantenido estancado estos años, recientemente el gobierno ha impulsado por medio del “pacto por México” una reforma financiera cuyo único fin es asegurar una mejor usura por parte de los bancos, dejándolos en la posibilidad de encarcelar a sus clientes morosos, arrebatarles su patrimonio esclavizándolos con deudas eternas impagables. El estado español es un ejemplo de como este tipo de medidas por un lado son inútiles para estimular el crédito y por otro lado son un buen mecanismo para poner a la clase media al borde del estallido social. El estado español con su crisis de casi un 30% en el desempleo y su situación al borde de la revolución es un ejemplo de ello.
Algunos más podrían apelar a la reforma tributaria, cobrara IVA en medicinas y alimentos, dicen. Nos preguntamos ¿Qué efecto real tendría ello? En el fondo se recaudaría más dinero a costa de la estabilidad social, un gobierno rico con un pueblo pobre, aunque los efectos en cuanto a recaudación de dicha medida serían ínfimos y al mismo tiempo mostraría a las masas quien es realmente Peña Nieto.
No obstante a pesar de lo inútil que representaran estas medidas no hay duda que el estado pretender aplicar una reforma tributaria para imponer nuevos impuestos y emprender una nueva fase en la privatización de Pemex.
Cualquier ligera revisión al problema de PEMEX mostraría sin duda lo inútil que resultaría para el beneficio de la economía en su conjunto y particularmente a los trabajadores, de hecho su aportación a las finanzas públicas representa un 40% del total, en la medida de que la producción petrolera no se puede incrementar, el efecto real sería la trasferencia de ese 40%, que representan más de cien mil millones de pesos en un año a la burguesía internacional.
Por otro lado, lo reiteramos el gobierno puede tener mucho dinero, el problema es que a la hora de invertir es el corrupto sistema capitalista al que no le interesa el bien estar común sino la ganancia.
Por donde le demos vuelta sólo un estado tenga en sus manos las principales palancas productivas directamente puede efectuar una intervención efectiva en la economía, una que realmente atienda los problemas, ese estado no es el de peña nieto ni tampoco el de calderón, es necesario un sistema socialista.
De hecho todas las soluciones reales. Aunque no necesariamente implican medidas socialistas si desembocan en ellas dado que la burguesía misma no está dispuesta a aceptar soluciones reales.
Por ejemplo en el terreno de la inversión de lo que se trata es de elevar el nivel a grados superiores al 30% del PIB, ello se lograría estableciendo elevando los niveles de crédito y rebajando las tasas de interés, pero una banca privada no lo aceptaría dado que ello representa un ataque directo a sus ganancias, por ello necesariamente se tendría que reemprender una nacionalización poniendo su administración bajo control democrático de los trabajadores.
La banca no sólo controla el crédito, sino que ella misma tiene importantes intereses en todos los sectores económicos, ello permitiría implementar una planificación económica racional impulsando los sectores que realmente fomenten el desarrollo. Sobre esta base crecimientos de entre el 10 y el 15% anual serían totalmente factibles.
El crédito es sólo un ejemplo, pero podríamos hablar de los beneficios que traería al país la renacionalización de la minería, de las telecomunicaciones, etc.
No obstante no basta con nacionalizar, los gobiernos burgueses a la larga buscan la manera de regresar a intereses privados todos aquellos bines públicos que les son rentables, por ello toda reforma económica serpia solo se puede establecer superando el actual sistema de partidos, implementando un régimen de representación directa desde la fabricas, los barrios y los pueblos. Un poder de la clase trabajadora, solo desde esa base es posible superar el círculo vicioso que representa el capitalismo actual.