Nuevamente se produce un fallo que garantiza la impunidad de un dirigente de la reacción, mientras que otro deja en prisión a una luchadora bolivariana. Otra vez el sistema judicial del Estado burgués que hemos heredado de la IV República muestra cuá Nuevamente se produce un fallo que garantiza la impunidad de un dirigente de la reacción, mientras que otro deja en prisión a una luchadora bolivariana. Otra vez el sistema judicial del Estado burgués que hemos heredado de la IV República muestra cuáles son los intereses de clase que defiende. Después que el proceso revolucionario ha frenado una vez más con su fuerza a la reacción, incluso en terrenos históricamente favorables para la contrarrevolución como lo son las elecciones en el marco de un Estado burgués, vemos que quienes salen beneficiados con las decisiones judiciales son justamente los derrotados. Esto demuestra lo caduco de una estructura corrupta y caduca, la cual el proceso revolucionario de sustituir por un (semi)Estado obrero.
La decisión de darle “libertad condicional” a Capriles Radonsky, alcalde del Municipio Baruta de Caracas, emitida el pasado 8 de septiembre no es más que una muestra de la debilidad de la Revolución ante el verdadero carácter de clase de un Estado que sigue siendo burgués. En momentos en que se habla de “profundizar la Revolución” o de hacer la “Revolución dentro de la Revolución”, una discusión que sigue viva especialmente con la próxima coyuntura electoral y el inmenso descontento que han generado los candidatos impuestos, vemos como la burguesía y la clase dominante venezolana se burla de los trabajadores y oprimidos mientras anda con total impunidad.
Para más escándalo, el fiscal a cargo de la acusación contra Capriles Radonsky, Danilo Anderson, declaraba al día siguiente que “como el tribunal Tercero de Juicio es autónomo y procedió a darle la libertad no apelaré tal decisión porque son elementos suficientes para someter a Capriles Radonsky al proceso”. Pero tal independencia de los poderes, especialmente de los tribunales, en el marco de una estructura de Estado burgués no es más que una ficción, es claro se han movido los tentáculo de la clase dominante venezolana para “salvar” a uno de sus hijos.
Pero hay que contrastar las sentencias cuando se trata de un activista bolivariano. Todos recordamos por lo que tuvieron que pasar los camaradas que defendieron Puente Llaguno ante la arremetida de los escuadrones de la PM y los francotiradores aquel 11 de Abril de 2002. Meses y meses de cárcel, sin derecho a juicio en libertad. Pero no hay que ir tan lejos. En días recientes (el pasado 10 de septiembre, para ser más exacto) pudimos conocer que Rosa Yasmín rondón de Zamora, mejor conocida como Yasmín Manuitt (Comandante Manuitt), junto a Franklin Contreras, Rubén Zavala, José Cortés, Mario Borcinille, Delvis Origoza, Jean Carlos Malavé, Miguel Ángel Arteaga, Yerson Cacua y Jean Carlos Achique serían juzgados privados de libertad. Como se recordará, estos activistas bolivarianos habían llevado adelante la ocupación de edificios abandonados por sus dueños en la capital venezolana. Y es que en un sistema judicial burgués, se castiga a quienes atentan contra los intereses de los capitalistas mientras que a los hampones de cuello blanco que atentaron y siguien haciéndolo contra el proceso revolucionario en Venezuela están libres y gozando de privilegios procesales.
Por si fuera poco, mientras se hablaba de la liberación de este maleante de cuello blanco, los camaradas de La Hojilla en TV denunciaban el caso de un bolivariano que había sido detenido, ultrajado y robado por funcionarios policiales, denuncia que a los pocos minutos tenía que reiterar el camarada Mario Silva García, ya que este bolivariano había sido nuevamente detenido, golpeado y robado por la PM cuando salía del Canal 8 (VTV). Y éste es tan sólo uno de los tantos casos que podemos mencionar. Porque no hay que olvidarse de los cientos de activistas obreros, campesinos, comunitarios y sindicales que han sido asesinados o atacados por las bandas armadas de la contrarrevolución, por los grupos de choque que maneja la clase dominante venezolana.
Y es que es un mal endémico de un Estado que se sigue basando en las relaciones de propiedad capitalistas y sigue manteniendo casi todos los hilos que lo vinculan a la burguesía venezolana. Mientras no se rompa con esta estructura y se sustituya revolucionariamente por un nuevo tipo de (semi)Estado aprovechando la experiencia que nos han dejado nuestros hermanos de clase que llevaron adelante la Comuna de París en 1871 o nuestros camaradas rusos en 1905 y 1917 con los Soviets (Consejos), mientras no avancemos en la construcción del poder obrero y en completar la revolución avanzando hacia el socialismo, seguiremos condenados a sufrir estos ataques y este tipo de decisiones por parte de un sistema judicial insalvablemente corrupto y caduco.