Del repliegue a la contraofensiva contundente y unificada
La jornada del fin de semana terminó por dibujar un cuadro político en extremo inestable y contradictorio. El viernes, el violento desalojo por parte de la Policía Federal y el cuerpo de granaderos; el sábado, el Segundo Encuentro Nacional Popular Magisterial donde se perfilaron las acciones a seguir para los días siguientes; el domingo, una gran movilización universitaria en apoyo al movimiento magisterial mientras la farsa se imponía de nuevo y Peña Nieto evocaba a los luchadores independentistas.
La semana la comenzamos con un despliegue militar que acaparará toda la cobertura de los medios oficiales de comunicación y que tendrá como objetivo mandar un mensaje amenazador por parte del gobierno. Pero esto es sólo la obertura de la obra completa. La respuesta del magisterio debe ser contundente, sólo de ésta manera podremos abonar el terreno para que brote un movimiento más amplio que pueda doblegar a Peña Nieto y a todo el grupo mafioso detrás del pacto por México. De ésta manera, las próximas horas parecen determinantes para frenar los voraces intentos de la oligarquía.
Lo que se vivió el día 13 de septiembre en el centro de la ciudad marcará a más de uno. El gobierno ha abierto una herida que difícilmente se va a cerrar y ha reafirmado su posición: los caminos al dialogo están cerrados. Las instituciones “democráticas” y “representativas” (léase los políticos de todos los partidos, quienes en su gran mayoría aprobaron la reforma educativa y las leyes secundarias), sólo están sirviendo como una pantalla para llevar adelante lo que en realidad están determinando un grupúsculo de millonarios y políticos integrados en el llamado “pacto por México”.
El gobierno de EPN ha mostrado un desprecio monumental ante nuestras demandas. Apostó primero a la indiferencia; luego al desgaste, el aislamiento y la desmoralización; finalmente al uso de la represión abierta. Todos sus cálculos han fallado. Las bases del magisterio se han puesto a la altura de los acontecimientos, hemos resistido y ahora es momento de pasar a la contraofensiva.
A pesar de todos sus intentos y manejos, la realidad es que el gobierno no nos ha podido vencer. Por el contrario, las muestras de solidaridad y el despertar de los docentes se extiende día con día en el país. La represión sólo sirvió para echarle más leña al fuego y radicalizar el movimiento. Los charros del SNTE están colapsando en un estado tras otro, las bases los han rebasado y han perdido el control que hasta hace unos días parecía incuestionable.
Aunque los medios oficiales han lanzado una verdadera cruzada contra el movimiento magisterial, la campaña de desprestigio ha tenido como efecto una polarización más marcada. Todos estos elementos han llevado a los acontecimientos hasta un punto de ruptura: por un lado el gobierno, pretendiendo dar muestras de fuerza, dice que ya no hay nada que negociar; por el otro, los maestros con un movimiento en franco acenso decimos que no vamos a ceder hasta que la reforma sea echada para atrás.
La rebelión magisterial en realidad representa un hartazgo de los trabajadores ante los excesos de éste sistema basado en la injusticia y la explotación. El ambiente de ira acumulada puede expresarse en el corto plazo en otros sectores. El salvaje desalojo del zócalo ha levantado a los estudiantes en la capital y eso le imprimirá un nuevo empuje al movimiento magisterial.
Cuando los estudiantes se mueven adquieren su propia lógica, con sus propias tradiciones y grupos estudiantiles. Sin embargo la salida en masa de los estudiantes llevaría a su cohesión. En nuestra opinión el movimiento estudiantil debería levantar demandas únicas que permitan la extensión de la lucha en todo el alumnado. La manifestación de apoyo hacia el movimiento magisterial debería convertirse en una ofensiva levantando exigencias propias. En ese sentido, creemos que los paros indefinidos en las universidades no son el camino. La tarea de la vanguardia estudiantil en estos momentos es informar, organizar e integrar a la mayor cantidad de estudiantes a la lucha hombro a hombro con los docentes. Los paros de 24 horas tendrían que ser decididos por la amplia mayoría en asambleas representativas. En el proceso, como hemos dicho, deberían levantar sus propias demandas, sobre todo lo concerniente a presupuesto educativo, infraestructura y cobertura universitaria.
Más trascendente y complejo es la unidad con otros sectores. Lejos de cualquier posición fanática o sectaria, tenemos que entender este proceso de unidad y, desde cada una de nuestras trincheras, aportar a ésta causa.
La unidad no debe ser entendida como un cliché romántico. Ahora más que nunca la unidad es una condición indispensable para derrotar al gobierno. Sin embargo ésta unidad no se va a dar de por sí, ni por acuerdos por arriba. La unidad real sólo se dará en el terreno de la lucha concreta, bien pensada y bien organizada.
Para miles y miles de trabajadores en el país, la lucha magisterial está simbolizando un movimiento de dignidad combativa. Las próximas jornadas en nuestra lucha serán una enorme oportunidad para demostrarles a esos trabajadores, que hoy nos contemplan con admiración, cuál es el camino: que nuestra lucha es de a deberás y que ese es el único camino para reconquistar todo lo que nos han arrebatado.
Por la vía de los hechos, esta unidad ha brotado espontáneamente. En Coatzacoalcos hubo una marcha multitudinaria encabezada por el magisterio donde participaron petroleros; recientemente, también en Veracruz, los cañeros junto con los maestros liberaron la caseta del Fortín; en el sur tenemos a las bases del EZLN y en Oaxaca la APPO se ha reactivado participando masivamente en la respuesta contra el desalojo del día viernes. Aunque estos hechos en sí mismos son insuficientes y no significan una unidad generalizada, sí son un botón de muestra del fermento que otros sectores están experimentando. Intensificar la lucha y ampliar las demandas serían elementos decisivos para consolidad la unidad con otros movimientos y sindicatos.
Con respecto a morena, las reservas sociales que tiene este movimiento no pueden ser soslayadas. Aquí también ciertos sectores han participado en las movilizaciones y han demostrado su profundo respeto a la lucha del magisterio. Si López Obrador no hace llamados serios a unificar la lucha, las bases magisteriales deberíamos hacerles un llamado concreto a las bases del morena, esto no le quitaría ni un gramo de independencia política al movimiento, de lo que se trata aquí es de extender la lucha y unificarla con todos aquellos sectores que estén dispuestos a acompañarnos hasta donde dicten las circunstancias.
Hoy más que nunca la unidad es necesaria y desde nuestras trincheras estaremos dispuestos a construirla. Los maestros hemos mostrado abnegación y sacrificio. Nuevamente las bases de la sección 22 han sido el corazón de estas movilizaciones, hasta el momento no han claudicado ni una sola vez. Pero ninguna lucha puede estar activa eternamente. Hasta el día de hoy el movimiento va en ascenso, pero de un momento a otro las circunstancias podrían cambiar. El próximo fin de semana las bases de Oaxaca definen el destino de su participación en la lucha, aunque por otro lado Guerrero ha anunciado que se incorpora al paro indefinido.
Mientras las bases estemos dispuestos a dar la batalla esto no va terminar. Pero tenemos que ser más contundentes, agudizar la lucha y extenderla. Los acontecimientos del fin de semana pasado han desenmascarado a éste gobierno como lo que realmente es: más de lo mismo del viejo PRI. Además las bases se están levantando, ahora es Puebla y hasta movilizaciones en León, Guanajuato, una ciudad tradicionalmente conservadora donde las bases de las secciones 13 y 45 han desconocido a sus dirigentes charros. Ahora es cuando, el miércoles vamos por el zócalo nuevamente y luego a decirle a éste gobierno quien manda realmente. Bien pensadas, bien planificadas, acciones bien contundentes.
¡Abajo la reforma educativa!
¡No a la privatización del petróleo!
¡Por la unidad de los maestros y estudiantes!
¡Por la unidad de todos los trabajadores del país!