Hace unas horas se llevó a cabo en el Zócalo de la Ciudad de México un mítin más encabezado por el principal líder opositor de este país: Andrés Manuel López Obrador.
Sin duda, sorprendió el llamado que hizo al PAN para de manera conjunta con el PRD y los otros partidos de izquierda detengan en el Senado la reforma energética, cuando durante años y a raíz del fraude electoral del 2006 se opuso categóricamente a cualquier tipo de alianza con este partido.
Los que tenemos años siguiendo la trayectoria de lucha de Amlo y su movimiento nos hemos dado cuenta de cómo ha transitado de un discurso radical, que señala de raíz las causas por las que en México se vive un clima de violencia, de inseguridad y de pauperización de la calidad de vida de la clase trabajadora a un discurso que a duras penas señala a los verdaderos causantes de la debacle nacional, los que con su influencia mueven los hilos del poder en el país, los que mantienen el control de las instituciones para su propio beneficio incluyendo a los partidos políticos (PRI, PAN y PRD): la clase empresarial.
Lo anteriormente aunado a la negativa del propio Andrés Manuel de reunirse con otros colectivos y organizaciones sociales que existen dispersos en el país tales como el Movimiento Magisterial, el movimiento yo soy 132, el EZLN, entre otros, para de manera conjunta y organizada idear un plan de acción que nos lleve ya no digamos a detener la serie de reformas que ha emprendido la derecha sino a verdaderamente romper de una buena vez por todas con este sistema capitalista que va en detrimento de los mexicanos.
Amlo se está extraviando ideológicamente cuando en sus mítines permite a personajes de oscuro pasado como el Senador Manuel Bartlett y no a hombres que lo han acompañado en su lucha de manera firme y decidida como Gerardo Fernández Noroña, quien dicho sea de paso tiene una idea más clara de lo que se tiene que hacer para transformar este país.
No dudo que Andrés Manuel tenga la mejor intención de cambiar este país, no dudo que en Morena hayan miles de hombres y mujeres que luchan diariamente para cambiar nuestra situación, tampoco dudo que su partido pueda muy prontamente sustituir a lo que queda del PRD como principal partido de izquierda en México, pero tampoco hay duda de que las acciones planteadas por el propio Amlo van más encaminadas a lograr su candidatura presidencial para el año 2018 que a detener la losa neoliberal que ya pesa sobre los mexicanos, ¿y qué plan hay para evitar otro fraude electoral como ya sucedió en el 88, en el 2006 y en el 2012? No se ve ninguno.
Desde que propuso el año pasado convertir su movimiento en un partido político más, que se sujete a las reglas y leyes dictadas por los mismos corruptos a los que él ha señalado como causantes de la situación nacional cayó en una contradicción ideológica de la que muy difícilmente podrá salir.