Desde el 15 de diciembre de 1.999 se inició en la República Bolivariana de Venezuela un hábito democrático por el voto para solucionar toda divergencia posible, hecho éste que ocurre hasta en el más mínimo rincón de la patria; y es gracia al impulso de un líder como Hugo Rafael Chávez Frías, que esta modalidad democrática va haciendo cuerpo en el ciudadano de a píes y en todas las comunidades repletas del deseo reprimido de la participación, que por siglos, fue invisibilizada por una clase pudiente, dominante y subyugadora. Y es a partir de ahí, que la liberación de la idea se hace pueblo estructurado en organizaciones, para debatir y dirimir sus asuntos comunitarios más esenciales y enclavados en el todo socio-político de la vida de la nación. No es un exabrupto decir; que ahora, en este país, a diario cualquier decisión que se tenga que tomar en torno al acontecer de la rutina comunitaria y por muy simple que ésta llegue a ser, es resuelto mediante el voto, nada escapa de su voluntad ni de la voluntad popular, nada se puede imponer por órdenes supremas, la supremacía reside en el pueblo.
Tanto ha sido el grandísimo impacto del voto revolucionario, que quienes practicaron la representación y se abrogaron la usurpación del derecho universal de votar en nombre del colectivo y hasta negándoles identificación para robarles su derecho al voto, han tenido que a duras penas asumir la nueva realidad democrática y, hasta en sus organizaciones partidistas han ejercido este derecho que le otorga el nuevo Edo democrático (lo de sus trampas son cuestiones internas de ellos), tratan de resquebrajarla disfrazando conceptos y contextos neoliberales, pero muy a su pesar, y sí, para bien de la salud de nuestra democracia, a diario se celebran actos consultivos y decisivos de la población y sus organizaciones legalizadas con el voto. Tal demostración ciudadana, debiere llamar a capítulo a quienes pretenden la vía inconstitucional para hacerse del poder; una vez, que han sido derrotados en 18 limpias elecciones y a la cara del mundo. Descalifican en constancia al ente rector que en cada elección dirige las acciones legales (CNE), pero en su absurdidad no rechazan puestos ganados y, en cada elección con su presencia y participación, certifican y relegitiman la veracidad y pulcritud del voto, aun vociferando un supuesto fraude que nunca han podido comprobar. Y así seguirá Venezuela su camino a la gloria democrática. No hay otro que sea viable. ¡¡¡¡El pueblo les jura, que no volverán!!!!
VALENCIA, 2 DE MARZO DE 2.014