Los apologistas del capitalismo están muy contentos. La economía americana ha crecido un 4,5% en el primer trimestre del año y la japonesa un 6%. Nos dicen que ahora sí, que la economía americana está despegando. Se dice que los ingresos familiares m Los apologistas del capitalismo están muy contentos. La economía americana ha crecido un 4,5% en el primer trimestre del año y la japonesa un 6%. Nos dicen que ahora sí, que la economía americana está despegando. Se dice que los ingresos familiares medios han crecido un 5% en dicho período, y que el consumo y el empleo están aumentando. En los últimos años se destruyeron 2 millones de empleos en EE.UU., debido a la necesidad de reducir costes laborales. La deslocalización golpeó duramente a los trabajadores norteamericanos, trasladándose la producción a China, India y Europa del Este. Se han creado 700.000 empleos desde abril. Se afirma que la riqueza media de las familias ha crecido por el aumento del precio de la vivienda.

El pretendido “despegue” de la economía

Pero, ¿va todo tan bien como lo pintan? En realidad se trata de una visión superficial de la realidad. Después de la amenaza de recesión de 2001, se dice ahora que la recuperación está llegando. Pero los datos no cuadran. En el corazón de EE.UU. hay pocos síntomas de esta recuperación (aumento de los ingresos, más empleos, subida del precio de la vivienda), que se restringe a las costas de California y Nueva York y a las zonas desérticas de Las Vegas o Tucson. En Chicago, Detroit o Cincinatti hay pocas alegrías. La realidad es que las familias americanas siguen endeudadas hasta el cuello y necesitan trabajar muchas horas para garantizarse una educación, una sanidad y una pensión decentes y además pagar las hipotecas. Y esto también afecta a las capas medias, cada vez más empobrecidas. Si el endeudamiento de las familias trabajadoras es ya elevado, la reciente subida de un un cuarto de punto de los tipos de interés supone una vuelta más de tuerca en la precariedad social de los trabajadores norteamericanos.

La situación de la clase obrera norteamericana

Según el 54º Estudio Ejecutivo Anual de Compensaciones de la revista Bussiness Week, la diferencia entre los ingresos de los trabajadores y los de los CEOs (altos ejecutivos de las empresas) llegó a ser de 301 a 1 en 2003, cuando los ingresos semanales medios eran de 517 y 155.769 dólares respectivamente. %. Recordemos que en los años 50 un ejecutivo de una empresa media ganaba 40 veces más que un trabajador medio, pero en el año 2000 era de 530 veces más. Tras la “corrección” que se puso en marcha tras el escándalo de la Enron, esta cifra se ha reducido y ahora es “sólo” de 250-300 veces. Simultáneamente, a nivel mundial, entre 1995 y 2001 un 53% de los CEOs de las grandes empresas dejaron sus puestos, mientras que los que fueron obligados a dimitir por los bajos resultados de las empresas crecieron un 130

Mientras la riqueza financiera del 1% más rico de la población creció un 109% entre 1983 y 2001, la del 40% más pobre cayó un 46%. Un estudio del Banco Mundial de 2003 encontró que la brecha entre el 30% más rico y el 30% más pobre de EE.UU. era mayor que en las 11 naciones industrializadas estudiadas. En 1976, el 10% más rico poseía el 50% de la riqueza del país. En 1995 esta cifra llegaba al 75%. El 20% más rico acapara el 83% de toda la riqueza (el 80% se tiene que conformar con el 17%).

Según cifras oficiales, la parte de los ingresos nacionales que corresponde a los trabajadores ha caído al nivel más bajo desde 1951. El salario medio ha pasado de 44.570 dólares en 2001 a 32.130 este mismo año. De los 105,5 millones de asalariados registrados (sobre unos 139 millones), el 16% gana menos de 15.000 dólares anuales, lo que les hace candidatos a la asistencia social (más de 16 millones de trabajadores). Casi un 13% gana menos de 25.000 dólares al año. Los ingresos medios de un negro son un 61% inferiores a los de un blanco, como en 1880.

Además, los nuevos empleos que se están creando son más baratos que los destruidos. El EPI (Instituto de Política Económica) estima esta reducción salarial en un 13%. Estos empleos precarios son asumidos por jóvenes trabajadores, cada vez más excluidos de una enseñanza universitaria que no pueden pagarse. Como dice el presidente del Centro Nacional para la Politica Pública y la Educación Superior, Patrick Callan: “Ésta puede ser la primera generación en la historia norteamericana que no se educará mejor que la anterior”. En 1999, una cuarta parte de las escuelas públicas informaron de condiciones precarias. También es la primera generación de jóvenes trabajadores que tendrá que afrontar un nivel de vida inferior al de sus padres. En una carta enviada a los accionistas de Berkshire Hathaway, el alto ejecutivo Warren Buffett decía: “Si en América se está librando una guerra de clases, mi clase está ganando claramente”. La cruda realidad es que estos nuevos empleos no han llegado a grandes estados industriales como Indiana, Ohio o Illinois y para muchos trabajadores de edad media no hay futuro (leer carta).

Según las cifras oficiales la tasa de paro es del 5,7% (casi 8 millones). A estos parados “oficiales” habría que añadir 2 millones de encarcelados (en 1971 había 300.000), con lo que la tasa de paro sería superior al 8%. También existen estudios que cuestionan las cifras oficiales. Un estudio local del condado de Lawrence encontró que la tasa real de paro en Ohio era del 17,9%, cifra que triplica las estadísticas oficiales (5,7%). Además se encontró que más del 20% de las familias viven por debajo del umbral de la pobreza. A principios de 2004, en ciudades como Nueva York, la mitad de la población negra adulta masculina se encontraba parada. Según informa Michael Moore en su libro Estúpidos hombres blancos, un piloto de la aviación civil, por ejemplo, gana 13.000$ anuales, lo que le hace candidato a la asistencia civil para vales de comida, sino fuera porque la empresa le amenaza con el despido si se le ocurre solicitarla.

La situación de determinados colectivos es todavía peor. Por ejemplo, la firma del TLC (Tratado de Libre Comercio) en 1994 abrió las fronteras de México a los productos agrícolas americanos subvencionados (entre ellos el maíz transgénico), empujando a 7 millones de mexicanos a la pobreza, la emigración ilegal y a emplearse en penosas condiciones laborales en las maquiladoras que proliferarron como hongos en la frontera. Estas empresas, subsidiarias de las grandes corporaciones, no admiten más ley que la suya propia y no están obligadas a respetar las leyes del país. Simultáneamente, EE.UU. puso en marcha el Operativo Guardián, para evitar los masivos flujos migratorios, consistente en la fortificación y militarización de la línea fronteriza. Esto ha beneficiado a los traficantes humanos (los “coyotes”) y una corrupción mayor en la policía fronteriza (la “migra”).

Cada año son arrestadas 5 millones de personas. En la actualidad, uno de cada cinco norteamericanos está fichado por la policía. En 1995 se puso fin al programa Pell (programa educativo para presos). En 7 Estados, los antiguos presos pierden su derecho al voto de por vida. Un 15% de todos los negros no pueden votar permanente o temporalmente (esta cifra llega al 33% en Mississippi). En Florida más de 800.000 personas no pueden votar (por ejemplo, el 31% de todos los negros).

La asistencia social y sanitaria: comienzan las movilizaciones

Y si no hay trabajo o es precario, peligran la asistencia sanitaria y las pensiones. En los últimos tres años las primas sanitarias han subido un 40% y se prevé un 15% para este año. Habrá que trabajar hasta los 70 años para conseguir una pensión decente. La prosperidad ha llegado, pero por arriba. El año pasado, 800.000 jóvenes perdieron su seguro. Incluso las capas medias tienen dificultades para poder pagarse estos seguros. Bajo la administración Bush, 4 millones de norteamericanos han perdido su seguro. En la actualidad, 44 millones de personas carecen de él (un tercio de origen latino), y millones más carecen de todo tipo de seguro social, incluso trabajadores a tiempo completo. El número de familias que habían recibido asistencia social había bajado de 5 millones (1995) a solamente 2 en enero de 2004.

El pasado 19 de junio se celebraron manifestaciones en 150 ciudades. Diez mil trabajadores marcharon por el puente Golden Gate de San Francisco reclamando un seguro médico universal para todos. Entre el 23 y el 30 de agosto, familias pobres y sin techo de todo Estados Unidos acamparán en Bushville, una ciudad provisional creada en el área de Nueva York a iniciativa de la PPEHRC (Poor People´s Economic Human Rights Campaign, Campaña por los Derechos Económicos de los Pobres). El día 30, fecha de la Convención Nacional Republicana, se manifestarán desde las Naciones Unidas cruzando Manhattan hasta el Madison Square Garden. Significativamente, esta marcha se llama “MARCHA POR NUESTRAS VIDAS: PAREN LA GUERRA EN CASA”

Existe un indicador que marca una tendencia muy preocupante ligada a la falta de cobertura sanitaria. La tasa de mortalidad infantil en EE.UU. aumentó en 2002 por primera vez desde 1958 (28.000 fallecidos, sobre todo menores de 28 días) y sigue siendo más alta que en Cuba. A la vez, ha aumentado la esperanza de vida de 77,2 años (2001) a 77,4 (2002), debido sobre todo a la bajada de homicidios (-17%), enfermedades cardíacas (-3%) e infartos (-3%). La esperanza de vida es mayor en Costa Rica (cuyo PIB per cápita es una décima parte del americano) que en USA.

Mientras tanto, en la Cámara de Representantes, 123 (de 435 miembros) ganaron por lo menos un millón de dólares el año 2003. En el Senado, un tercio es millonario.

La lucha contra la guerra de Irak

Solamente dos años después de la ola de chovinismo nacional desencadenada tras el atentado de las Torres Gemelas, la oposición a la invasión de Irak ha ido creciendo a medida que menguaban los apoyos sociales a Bush. Recientemente se ha celebrado el congreso del mayor sindicato de EE.UU., el SEIU (Sindicato de Servicios Públicos), que agrupa a más de millón y medio de trabajadores y en él se aprobó una resolución por unanimidad exigiendo el fin de la guerra y el regreso de las tropas. También se denuncian los ataques a la clase obrera norteamericana: descensos salariales y de diversos subsidios, la desindicalización, los ataques contra los servicios públicos, el hundimiento de los servicios de sanidad, de enseñanza, la reducción de las pensiones de antiguos combatientes, la deuda pública creciente, así como el deterioro de la situación económica, social y personal de los empleados de los servicios públicos. Esta resolución retoma la lucha de la USLAW (U.S. Against the War), una red de organizaciones sindicales constituida en 2003 para luchar contra la guerra.

El escándalo de Wal-Mart

Aunque parezca raro, estamos hablando de la primera empresa mundial de ventas al por menor y actualmente la mayor del planeta por volumen de facturación. Su volumen de negocios (256.000 millones de dólares) supera a la ExxonMobil, la General Motors o la General Electric, y equivale al PIB de Suiza. Se afirma que es la responsable del 12% del aumento de la productividad de la economía americana durante la segunda mitad de los noventa. Ahora, esta empresa se enfrenta a una demanda por discriminación salarial apoyada por ¡millón y medio de trabajadoras!, que le puede costar cientos de millones de dólares.

Esta empresa nació en 1962 en Roger (Arkansas) y su fundador (Sam Walton) tenía 40 años y 15 tiendas en Arkansas, Missouri y Oklahoma. Ahora posee 5.000 (1.300 fuera de EE.UU.) Más de 100 millones de personas acuden a sus centros cada semana. Se calcula que entre 1983 y 1995, cuando todavía no había alcanzado ni la mitad de su poder actual, había sido capaz de arruinar solamente en Iowa al 50% de los comercios de ropa, al 30% de las ferreterías y al 29% de zapaterías. El 10% de las exportaciones chinas van a parar a sus almacenes. También realiza compras en Indonesia, India y Bangladesh, olvidando su famosa campaña nacionalista de los noventa bajo el lema “Buy America”. Sus dotaciones en sistemas logísticos e informáticos sólo son superados en capacidad por el propio Pentágono. Actualmente, Wal-Mart, con sede en Bentonville (Arkansas), es el mayor empleador del sector privado de Estados Unidos, con alrededor de 1,2 millones de trabajadores en este país (dos tercios mujeres), a los que se suman otros 1,5 millones en el resto del mundo (México, Puerto Rico, Canadá, Argentina, Brasil, China, Corea del Sur, Alemania y el Reino Unido). Sus beneficios en 2002 alcanzaron los 245.000 millones de dólares, el equivalente al 2,5 por ciento del PIB estadounidense. Esta empresa se ha convertido en el primer vendedor de armas de Estados Unidos.

El secreto de sus bajos precios radica en salarios muy bajos, más entre las mujeres. No se otorga seguro médico a los trabajadores ni existen planes de pensiones. Un requisito para ser contratado es no estar afiliado a ningún sindicato. Cualquier conato de indisciplina o protesta se castiga con el despido inmediato. Las relativas dificultades de abrir nuevas tiendas en algunos lugares se deben sobre todo a la presencia de sindicatos más o menos fuertes. Regularmente reúne a los empleados para cantar un himno comunitario a la manera japonesa. Un dicho entre los trabajadores: “En Wal-Mart se puede comprar cualquier cosa a cualquier precio. Pero con una condición: que no se trabaje en la empresa”.

Hasta 1,6 millones de mujeres han decidido secundar la mayor demanda colectiva de la historia de EEUU. Wal-Mart se enfrentará a una demanda por discriminación en asuntos de pago, promociones y formación, que un juez federal estadounidense ha admitido a trámite. El juez de distrito Martin Jenkins dio luz verde en San Francisco a la demanda interpuesta por las mujeres que trabajaron en algún momento desde el 26 de diciembre de 1998 en las tiendas estadounidenses de Wal Mart, la cadena de comercio minorista más importante del mundo y primera empresa mundial de distribución. "Este caso es histórico y deja pequeño a cualquier otro caso de discriminación laboral" en Estados Unidos, subrayó el juez Jenkins.

La querella inicial fue presentada en el 2001 por seis las empleadas de Wal-Mart que demandaron a la empresa, donde un 65% de los trabajadores son mujeres, mientras sólo un 33% de los directivos lo son. Al conocer la demanda, un verdadero aluvión de empleadas de las 3.586 tiendas de Wal-Mart repartidas por todo EEUU se sumaron a ella, hinchando sus filas hasta convertirla en la mayor de la historia. La demanda acusa al mayor empleador del sector privado de Estados Unidos de discriminar a las empleadas y de tomar represalias contra las que se quejaban. La cadena de grandes almacenes ha negado previamente cualquier discriminación y arguye que la cantidad de hombres en la administración refleja el mayor número de solicitudes que recibe de hombres para los puestos administrativos. Los abogados de las demandantes contestaron que el 70% de los empleados por hora de la empresa está compuesto por mujeres, y que las mujeres ostentan poco menos del 15% de los puestos administrativos de las tiendas. Añadieron que las trabajadoras son rutinariamente guiadas hacia puestos como cajeras, donde hay poca posibilidad de promoción. Según documentos judiciales, a una mujer se le dijo que no estaba calificada para ser administradora, a menos que pudiera amontonar bolsas de 22 kilos de peso de alimentos para perros. Con ello pueden forzar a la empresa a equiparar el trato que da a dos tercios de su plantilla, sus 700.000 empleadas actuales, con el más favorable que ofrece a sus empleados varones. Una de ellas, Stephanie Odle, directora adjunta de una tienda de Wal-Mart en Riverside (California), explicó a The New York Times su desmayo al enterarse de los 60.000 dólares anuales que ganaba un compañero con el mismo cargo que ella en la tienda, 23.000 dólares más que su sueldo.

Wal-Mart se a enfrenta decenas de demandas que alegan violaciones de la ley de salarios y horarios y discriminación, pero los analistas creen que ésta podría ser particularmente costosa. Wal-Mart ya fue condenada a pagar una multa de 2,6 millones de euros por demandas presentadas en su contra por violaciones de la Ley de Limpieza de Aguas, la multa por contaminación más alta de la Historia de Estados Unidos. El año pasado, una redada federal terminó con la detención de más de 300 trabajadores ilegales en 60 tiendas de la cadena en 21 Estados.

Capitalismo: horror sin fin

La realidad es que el crecimiento económico se basa cada vez más en el parasitismo del sector financiero. Si entre 1960 y 1980 este sector generó el 15% de los beneficios empresariales, la cifra llega ahora al 45%. En 1956 los trabajadores del sector servicios superaron por primera vez a los industriales y del campo. Ahora, la industria engloba a menos del 20% de los trabajadores. Más del 70% de los nuevos empleos se han creado dentro de la propia administración, sobre todo en la “seguridad interior”.

Nunca antes en la historia del capitalismo se había llegado al dominio absoluto del sector financiero. Este capitalismo “rentista” es absolutamente parasitario. Si los beneficios financieros proceden de la explotación de los trabajadores de los bancos, empresas de seguros, agencias estatales, brokers de la Bolsa, etc., las ventas financieras proceden de las tasas y los intereses cargados a los sectores productivos de la economía, manufactureros y transportistas, cada vez más en manos extranjeras. En realidad, muchas empresas industriales se han convertido en bancos. En 1980, el 92% de los beneficios de la General Electric procedían de la industria, pero en 2003 el 50% procede ya de su división de crédito. Y pasa lo mismo con la Ford y la General Motors.

El sector financiero no puede tirar de la economía indefinidamente. Si no hay productos tangibles que se puedan comprar para vivir, los sectores financieros no pueden seguir aumentando sus beneficios y aumentar las plantillas. Es cierto que algunos países, como Suiza, se han llegado a convertir en rentistas, pero a condición de que otros fabriquen productos y necesiten financiación para sus proyectos industriales. Por eso, esta gran dependencia del capitalismo financiero implica que si colapsa, arrastrará con él a la economía real. Si caen los bonos y las acciones, el crédito colapsará y con él muchas empresas. Los beneficios empresariales, lejos de reinvertirse en la producción, se dedican a maniobras especulativas en las bolsas, como forma de “ganar” más con menos esfuerzo. En 1980, los créditos alcanzaban los 4,7 billones de dólares, en 2001 llegaron a 28,9 y actualmente son de 35. Esta cifra supone tres veces el producto nacional anual de EE.UU. Hasta ahora, con una inflación del 2-3% y unos intereses del 1%, los norteamericanos podían pagar sus deudas, porque en realidad la Reserva Federal les ha estado proporcionando créditos gratuitos, pero recientemente se han subido los tipos de interés un cuarto de punto, amenazando con un colapso del sistena financiero si aumentan los impagos y los morosos.

Pero, ¿por qué hacen esto los bancos si son conscientes del peligro? El problema es que está volviendo la inflación, ya que el espectacular incremento del crédito aumenta la demanda de mercancías y servicios (sobre todo por parte de los trabajadores del sector financiero) y al haberse reducido la capacidad productiva de diversos sectores no financieros existe una tendencia a la subida de los precios. Esto es un peligro para los beneficios de los sectores financieros y por eso se aumentan los tipos de interés. Este es el peligro de los próximos años, un colapso del sector financiero que arrastraría a la economía real. “El futuro del capitalismo depende ahora de su sector financiero parasitario. Su necesidad de beneficios realmente puede destruir la gallina manufacturera de los huevos de oro que yace sobre los huevos dorados del beneficio. Por debajo de todas estas mentiras subyace esta paradoja fundamental” (Michael Roberts, 30/06/04).

La necesidad de un Partido Laborista

Está claro que el aumento de las críticas y la movilización social, intensificado en los últimos años, ha puesto fin a la ola chovinista desencadenada tras los atentados del 11 de septiembre. Estados Unidos no es ajeno al giro a la izquierda que se está produciendo en todo el planeta, fruto de la incapacidad del capitalismo de satisfacer las necesidades sociales. La popularidad de Bush sigue cayendo en picado, a medida que el imperialismo norteamericano es incapaz de generar seguridad, empleo y mejoras sociales, mientras sigue enpantanado en Irak. En la actualidad, ante la inexistencia en la práctica de un partido obrero, se está manifestando en la conjunción de asociaciones y diversos sindicatos para exigir mejoras sociales y poner fin a los ataques de la burguesía estadounidense contra la clase trabajadora.

Los marxistas no dudamos que trabajadores norteamericanos volverán a retomar las tradiciones de lucha de los años 30 y 40, preparando las condiciones para el desarrollo, consolidación y extensión de un auténtico Partido Laborista. Mientras tanto, asistiremos a un aumento de la presión de los trabajadores sobre el Partido Demócrata si éste gana las elecciones de noviembre, como parece previsible. En Estados Unidos se están dando muchas condiciones para una explosión de la lucha de clases a medio plazo y los marxistas debemos estar preparados para cuando esto ocurra. Mientras tanto, la propaganda de los medios de comunicación burgueses sigue insistiendo en el conformismo y la falta de voluntad de lucha de la clase trabajadora norteamericana, propaganda de la que se hacen eco los dirigentes reformistas del movimiento obrero. Pero los marxistas estamos convencidos de que la entrada en escena de la poderosa clase obrera norteamericana sacudirá los cimientos de la mayor potencia imperialista de la historia y asistiremos a un terreno cada vez más fértil para la extensión de las ideas del marxismo en la línea de construir el partido de la revolución socialista mundial.

Andrés de las Heras
C.Ej. Comisiones Obreras Guadalajara (España)
Consejo Político Provincial IU Guadalajara (España)