Nuestro presidente eterno Hugo Chávez recogió siglos de historias de las luchas liberadoras y populares y las hizo presente, las convirtió en sentimiento, en verbo, en acción revolucionaria, tuvo la grandiosa virtud de condensar todas las enseñanzas que nos dejaron siglos de batallas que se han librado en contra de la opresión de las mayorías por pequeños grupos de privilegiados en una propuesta de país que llamó socialismo Bolivariano o del siglo XXI.

Consecuente con su pensamiento, nuestro comandante impulso la transformación de la sociedad, logrando convertir un pensamiento minoritario en una nueva cultura social y política orientada hacia la inclusión de los excluidos de siempre, la reducción de las desigualdades, la “humanización” de la humanidad, la priorización del bienestar colectivo sobre el individual, la solidaridad incondicional, la paz verdadera la que se logra a través del amor y la preservación de la vida en el planeta. El nacimiento de esta nueva cultura fue acompañada con la creación de una nueva estructura legal que le abrió espacios a la transferencia de poder al pueblo y de un nuevo entramado social y económico nacional que le permitió mejorar todos los indicadores sociales y convertir a nuestra sociedad en una de las que ha alcanzado menor desigualdad, con mayor justicia e inclusión social del mundo en tan poco tiempo.

Decir que hoy nuestra sociedad está lejos de ser socialista es restarle importancia al camino andado que ha permitido sembrar en la conciencia colectiva de las mayorías la necesidad de construir una sociedad socialista libre de la opresión de las clases sociales privilegiadas y que establece las bases legales necesarias y un plan establecido para construirla. Sin embargo, es mucho lo que falta por hacer para poder decir que la transición ha terminado, la economía aun permanece en las manos de la clase dominante, el poder político recae casi en su totalidad a las viejas estructuras burguesas, el pueblo está lejos de mostrar una capacidad organizativa para arrebatarle el poder al constituido y asumir su rol constituyente con la construcción de las comunas productivas y el control social de los medios de producción, entre otras transformaciones urgentes.

Una de las críticas mas duras que se le hacen al presidente Maduro es que no ha “radicalizado el proceso”, que no ha profundizado la revolución en virtud de que en esos diez meses de gobierno ha dado pocos pasos concretos en las transformaciones necesarias, seguramente porque estos críticos impacientes esperan con más pasión que acción práctica que se concrete la construcción de la patria socialista. Habría que preguntarse ¿cuales son los próximos pasos necesarios? Y ¿quien debe dar esos pasos?

Por mencionar algunos de los pasos indispensables que se requieren en la construcción de nuestro socialismo me atrevo a mencionar la concreción de las comunas como expresión objetiva del empoderamiento del pueblo asumiendo responsabilidades que hasta ahora detenta la estructura burocrática de la democracia burguesa y el control obrero de los medios de producción y distribución de los bienes y servicios para satisfacer las necesidades reales de la población desde una economía socialista libre de fines explotadores.

Avanzar radicalmente en la concreción de estos pasos implica vencer básicamente tres barreras: 1- la “natural” contraofensiva despiadada de la derecha nacional e internacional que en su fase más desesperada intentará recurrir a todos los medios violentos que sean necesarios para defender sus privilegios; 2- los instrumentos legales que sirven de soporte a la democracia formal burguesa (que intentamos derribar con la reforma perdida) y a la acumulación de riquezas a través de la propiedad privada concebida para este fin y 3- la inercia de la organización del pueblo trabajador que le ha impedido apropiarse del poder en los escenarios ya creados, a pesar de todas las leyes y acciones de inclusión y fortalecimiento tomadas en revolución.

Construir el socialismo es arrebatarle el poder a la clase dominante nacional e imperial por ello es inevitable la confrontación de este enemigo de clases que sin importar la táctica que se utilice siempre defenderá sus privilegios con todas sus armas hasta la muerte, así que en este sentido pueblo y gobierno debemos trabajar juntos en la consolidación de un escenario interno y externo que nos permita seguir retrasando y debilitando el inevitable choque definitivo. Derribar los instrumentos legales que nos frenan en una revolución democrática implicaría una reforma constitucional que permita dar sustento legal a las transformaciones necesarias, sin embargo, en las circunstancias actuales me atrevo a afirmar con un profundo deseo de estar equivocado que no estamos en condiciones de presentar una propuesta de reforma. Intentar estas transformaciones por la vía no “democrática” implicaría terminar el delicado “equilibrio” nacional e internacional que ha evitado hasta el momento la guerra civil y la intervención internacional. Bajo estas circunstancias el gobierno del presidente Maduro está obligado a moverse sigilosamente entre la espada y la pared intentando avanzar sin caer en el intento.

¿Quién debe dar el siguiente paso?

Asumiendo con humildad que los argumentos utilizados no son el resultado de una discusión colectiva y que por tanto pueden ser rebatidas con facilidad y que las afirmaciones que hago son solo ideas para contribuir al debate ideológico constructivo, considero que el siguiente pasó que debe darse en la profundización del proceso revolucionario es derribar la barrera de la débil organización popular para asumir las tareas más importantes en la transformación de la sociedad, esto no implica que deba abandonarse ningún frente, por el contrario requiere del aporte del gobierno, partidos y organizaciones sociales en todos los sentidos.

El papel de las masas (entendiendo masas como la conciencia colectiva de la clase trabajadora, respetando su individualidad) es vital en esta fase pues se requiere que traspase las barreras de la organización formal, decretada en leyes e instrumentos y asuma desde abajo la creación del poder popular arrebatándole espacios concretos a la democracia formal a través de la organización comunal y la organización de la clase trabajadora. Las comunas deben asumir por impulso y experiencia propia el control social de lo que sucede en su entorno geográfico dándole factibilidad a la nueva geometría del poder y los trabajadores organizados deben asumir el control obreros de las empresas en que pueda objetivamente dar este paso para ir acumulando experiencias positivas que permitan reproducirlas en otras empresas.

La acumulación progresiva de experiencias y fuerzas organizativas terminaran obligando al poder constituido llámese gobierno y el poder fáctico de las clases dominantes a facilitar los primeros y a permitir los segundos la “legalización” de las transformaciones necesarias y al mismo tiempo permitirá que mas venezolanos entiendan la necesidad de transitar el camino hacia la construcción de la patria socialista.

Decirlo es muy fácil, hacerlo cuesta trabajo y dedicación por lo que las baterías artilladas de todos los pensadores y hacedores de esta revolución deberían concentrarse, sin descuidar otros aspectos importantes para la supervivencia del proceso, en aportar en esta dirección. Todo el que se considere chavista, antiimperialista o socialista debe dedicar sus esfuerzos desde sus trincheras a contribuir en la organización de las “masas” trabajadoras populares y así consolidar el legado del comandante Chávez y hacer irreversible e independiente de las desviaciones de algunos “dirigentes” este proceso revolucionario.

¡Unidad! ¡Unidad! ¡Unidad! Esa debe ser nuestra divisa. ¡Solo el pueblo salva al pueblo!

Noel Peralta Barreto

@noellibre

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