Hay algunas razones muy poderosas por las que los capitalistas británicos no están interesados en que Gran Bretaña abandone la Unión Europea. Algunos de ellos han estado buscando la manera de sortear el resultado del reciente referéndum. La pregunta es: ¿pueden tener éxito? ¿Y cuáles serían las consecuencias en el frente político?
Importaciones y exportaciones
La Unión Europea, sin duda, ofrece a Gran Bretaña un enorme mercado para sus exportaciones, tanto de bienes como de servicios. Vale la pena mirar los hechos sobre esta cuestión para ver cuánto pesa este factor en el pensamiento de la clase capitalista británica. En 2014, según el CIA World Factbook, las exportaciones totales de Gran Bretaña sumaron un valor de 415 mil millones de euros, el equivalente a más del 28% de su PIB.
¿Qué parte de estas exportaciones se dirigen a la Unión Europea? El año pasado el 44% del total de las exportaciones británicas fue a la UE, es decir, casi la mitad, aunque esto refleja un descenso en los últimos años. Según The Guardian, del 10 de Mayo de 2016: «Considerando los bienes y servicios en conjunto, la proporción de las exportaciones que van a la UE ha caído del 54% en 2000 al 44% en 2015.»
El desglose parcial por países revela que el 10,8% de las exportaciones británicas fue a Alemania, el 8,1% a los Países Bajos [aunque existe cierta especulación en cuanto a la cantidad que realmente va a los Países Bajos y cuánta es la que simplemente transita a través de los puertos holandeses, como Rotterdam y Amberes], el 6,5% a Francia, el 6,4% a Irlanda, y el 4,5% a Bélgica.
Si aceptamos la última cifra del 44% de las exportaciones británicas que van a la UE, eso se traduce en $ 183 mil millones de euros y el 12,5% del PIB del Reino Unido. Este es un factor importante en el panorama de la burguesía británica cuando se trata de mirar las perspectivas económicas futuras si fuera a verse excluida del mercado de la UE. Afectaría tanto sus ganancias como a los puestos de trabajo, y empujaría al Reino Unido a una profunda recesión.
El otro lado de esta ecuación, sin embargo, es que el Reino Unido también importa de la UE; De hecho, importa mucho más de lo que exporta. Como The Economist señaló recientemente en un artículo ¿Por qué el Brexit es una mala noticia para la economía mundial: «La economía de Gran Bretaña ocupa un lugar preponderante en Europa, donde es un consumidor fiable en un continente, por otro lado, altamente ahorrador. Y cualquier interrupción del crecimiento europeo es particularmente inoportuno ahora». (The Economist, 24 de Junio de 2016)
Las importaciones del Reino Unido de la UE son, de hecho, de 345,6 mil millones de euros, de las que alrededor de 90 mil millones provienen directamente de Alemania. En general, el PIB de la UE se sitúa en torno a € 14.3 billones, de los cuales el Reino Unido contribuye con alrededor de 2,57 billones de € en segundo lugar, solamente después de Alemania. Por lo tanto, en las negociaciones que se van a desarrollar durante el próximo par de años, no va a ser sólo el tema del grado de acceso del Reino Unido al mercado europeo, sino también de la cantidad de productores europeos que van a perder mercado en el Reino Unido.
Contagio
Este, sin embargo, no es el problema principal. Hay uno más amplio, y es el riesgo del contagio del Brexit a cada país de la UE, a ser arrastrado al «nacionalismo económico», es decir, al proteccionismo; lo que resultaría en un colapso de la Unión Europea como institución.
Ha habido un declive relativo paulatino de la economía europea. En 1993, la UE representaba el 30% del PIB mundial, pero en 2013 esa cifra disminuyó a 24%, mientras otras economías crecían a un ritmo más rápido, como China, India, Rusia, Brasil y otros países. En este contexto, las exportaciones del Reino Unido a países no comunitarios han aumentado un 6,5% al año, mientras que a los países de la UE la cifra ha sido sólo del 3,6% (desde 1999 a 2014). Esto puede explicar por qué un sector de los patrones británicos – aunque sea un ala minoritaria – respaldó el Brexit.
Tras el Brexit, ahora hay un riesgo de que sean introducidas medidas proteccionistas recíprocas, lo que dañaría a todos los países de la UE, entre ellos Gran Bretaña. Como señala The Economist:
«Si Gran Bretaña, durante mucho tiempo una campeona del libre comercio, puede votar para revocar un acuerdo comercial regional, ¿cuánta fe pueden poner las empresas de todo el mundo en otros acuerdos económicos internacionales? Una influencia desreguladora de Gran Bretaña en una UE esquilada es un signo preocupante para el orden mundial liberal. Las fuerzas nacionalistas, populistas y proteccionistas de otros países se verán estimuladas en gran medida por el Brexit. La OMC emitió advertencias recientemente de que las medidas comerciales proteccionistas en el G-20 se multiplican al ritmo más rápido desde 2008. En tales circunstancias, sería sorprendente que el voto del Brexit no tuviera ningún efecto negativo sobre la inversión en todo el mundo. Esto hace que el freno a la migración de trabajadores sea un poco más probable, lo que será costoso para las empresas. Y si Europa exporta parte de su miseria a Asia y América a través de monedas más débiles, puede aumentar también la presión para imponer restricciones a los flujos de capital». (The Economist, 24 de Junio de 2016)
Esquivando la bala del Brexit
Todo esto explica por qué hay discusiones serias entre los comentaristas burgueses en cuanto a si se puede encontrar una forma de evitar la salida directa de la UE y de su mercado. Aquí tenemos unos cuantos titulares de muestra: 1) «No habrá Brexit al final – aquí está el por qué» (The Independent, 28 de Junio, 2016); 2) «El Reino Unido votó por Brexit – pero ¿hay un camino de regreso?» (The Guardian, 29 de junio de 2016); 3) «No creo que se dé el Brexit» (Financial Times, 27 de Junio de 2016); 4) «¿Huecos en el Brexit? Los diputados aún deben votar para que Gran Bretaña abandone la UE, lo que dicen abogados cualificados» (The Independent, 27 de junio de 2016). Hay muchos otros, pero podemos limitarnos a mirar qué tipo de argumentos se están produciendo.
El autor del primer artículo se declara a sí mismo como defensor de la salida de la UE (Brexiteer) y explica que votó Abandonar. Explica que: «Incluso para un Brexiteer optimista como yo, los últimos días han sido difíciles. Muchas personas que votaron salirse ya están sintiéndose un poco traicionadas cuando empiezan a comprender ciertas verdades fundamentales. La «incertidumbre» ya está afectando a la economía real, como vemos … En poco tiempo esta incertidumbre será alimentada todavía más concretamente desde el mundo ligeramente abstracto de los mercados financieros y los tipos de cambio, a través de los empleos, los ahorros, y, sobre todo, del valor de las viviendas … «
El autor del segundo artículo en The Guardian, mira diferentes escenarios que podrían revocar el resultado del referéndum. Explica que, «… no hay una mayoría en Gran Bretaña a favor de salir de la UE, ya sea en la Cámara de los Comunes o la Cámara de los Lores. De hecho, si se les diera libertad de voto, los Lores no electos probablemente rechazarían el Brexit por un margen de seis a uno». El asunto es que en la ley británica un referéndum sólo es consultivo y es el Parlamento el que tiene que tomar realmente la decisión de salir de la UE.
También desarrolla la idea de un segundo referéndum: «También hay presión para celebrar un segundo referéndum. Pocos políticos del Reino Unido – temerosos de desafiar el veredicto de un electorado ya enojado – articularán tal argumento en público. Pero Jeremy Hunt, el secretario de Salud, ha defendido con valentía un segundo referéndum u otra votación general de los términos negociados de la salida. Robin Butler, el ex jefe de la administración pública, ha sugerido lo mismo.
«Hammond, el ministro de Exteriores, ha dicho que el nuevo primer ministro tendrá que pensar acerca de la legitimidad democrática de los términos del Brexit. En un momento dado, incluso Johnson, y Dominic Cummings, el director de la campaña Vota Abandonar, defendió un segundo referéndum sobre los términos de un Brexit».
En el tercer artículo en The Financial Times, Gideon Rachman establece lo siguiente: «Yo sé cómo termina. Y esto no termina con el Reino Unido abandonando Europa». Cita ejemplos anteriores de referendos en Dinamarca e Irlanda, donde sobre la base de renegociaciones se convocaron segundos referéndums donde se conseguía el resultado que querían. Por supuesto, el problema aquí es que «El Reino Unido ha votado en conjunto salir de la UE». A pesar de ello, señala que, «… ya hay señales de que Gran Bretaña podría estar dirigiéndose hacia un segundo referéndum en lugar de hacia la puerta con el letrero de salida».
¿Un segundo referéndum?
Aunque se habla mucho de este segundo referéndum, la mayoría de los comentaristas burgueses serios aceptan que una repetición del reciente referéndum no es posible. Sería tan flagrante que provocaría una ira generalizada, y crearía más problemas de los que resolvería. Además, aunque la mayoría de los diputados están a favor de la UE y desean permanecer, ellos también entienden que no es fácil simplemente ignorar el voto mayoritario a favor de Abandonar.
Eso explica por qué se está buscando un enfoque más matizado. La idea es más o menos en estas líneas. Sólo haría falta una pequeña oscilación para lograr una mayoría a favor del Permanecer. Ya muchas de las promesas hechas durante la campaña han sido retiradas. Ya no se habla de los 350 millones de libras semanales con los que el Reino Unido contribuye a los fondos de la UE y que deberían canalizarse hacia el NHS, el Servicio Nacional de Salud. Se habla mucho de alcanzar un compromiso sobre los controles de inmigración a cambio del acceso al mercado único. Hay un efecto de choque por la repentina y fuerte caída de la libra y de los mercados de valores. Todo lo que se habla es de las empresas que se marcharían fuera del Reino Unido, con todas las pérdidas de empleo que implicaría. Se habla mucho de una desaceleración económica inminente y de una posible recesión profunda.
Todo esto está siendo utilizado para decir que muchos de los que votaron por Abandonar ahora están lamentándose por la forma en que votaron. Incluso, Tony Blair se ha lanzado al debate con un artículo ayer en el Daily Telegraph, en el que dice: «en realidad las personas tienen derecho a cambiar de opinión, aunque no sea el caso de momento.»
Gideon Rachman en el artículo del FT ya citado, dice: «Si la campaña Permanecer pudiera librar una batalla en un segundo referéndum con una respuesta adecuada a la cuestión de la inmigración, debería ser capaz de ganar con bastante facilidad.»
El libre comercio frente a la Fortaleza Británica
Aquí, por supuesto, está el quid de la cuestión. Toda la campaña de Abandonar se libró fundamentalmente con la idea de que saliéndose era la única manera de conseguir el control de los flujos migratorios en el país. Ya, el hecho de que gente como Boris Johnson y otros prominentes políticos defensores de Abandonar hayan salido muy rápidos con declaraciones diciendo que no sería posible recuperar el control de las fronteras del país, ha provocado la ira. Y sin embargo, con el fin de mantener el acceso del Reino Unido al mercado único, esto es algo a lo que van a tener que renunciar.
Rachman también explica por qué iría en interés de la UE que negociara las condiciones que permitieran un segundo referéndum: «… los británicos son valiosos miembros de la UE. El Reino Unido es un gran contribuyente al presupuesto y es una potencia militar y diplomática seria. Del mismo modo que será doloroso para el Reino Unido perder el acceso al mercado interior de la UE, sería doloroso que la UE perdiera el acceso al mercado laboral británico. Más de 3 millones de ciudadanos de la UE viven y trabajan en Gran Bretaña …»
Termina su artículo así: «Por supuesto, habría aullidos de rabia a ambos lados del canal si se alcanzara un acuerdo de este tipo. Los partidarios acérrimos del Abandonar en Gran Bretaña gritarían traición, mientras que los federalistas intransigentes en el Parlamento Europeo – que quieren castigar al Reino Unido y seguir adelante con la «unión política» de Europa – también se resistirán a cualquier nueva oferta.
«Pero no hay ninguna razón para dejar que los extremistas de ambos lados del debate dicten cómo tiene que terminar esta historia. Hay un término medio moderado tanto en Gran Bretaña como en Europa, que debe ser capaz de encontrar un acuerdo que mantenga al Reino Unido dentro de la UE.
«Como todas las buenas obras de teatro, la historia del Brexit ha sido impactante, dramática y desconcertante. Pero su final aún no está escrito».
El Parlamento dicta
El autor del cuarto artículo, publicado en The Independent, Ian Johnston, cita a Geoffrey Robertson QC, fundador del Doughty Street Chambers, quien explica que se trata de que son los miembros del Parlamento quienes deben decidir si actúan sobre los resultados de la consulta. El respetuoso QC afirma lo siguiente:
«El acta de las comunidades de 1972 [el acta que llevó al Reino Unido a la entonces Comunidad Económica Europea, CEE] … sigue siendo una buena ley y permanecerá así hasta que sea derogada. En noviembre, el primer ministro [Boris] Johnson tendrá que introducir en el Parlamento el proyecto de ley de derogación de la comunidad europea», dijo Robertson.
«Los diputados tienen derecho a votar en contra de eso y están obligados a votar en contra, si creen que va en el interés de Gran Bretaña [votar de esa manera]. Esto no ha terminado todavía.
«Los diputados tendrán que cumplir con su deber de votar según su conciencia y votar por lo que sea mejor para Gran Bretaña. Es una cuestión de su conciencia. Tienen que comportarse con valor y conciencia».
Lo que tenemos aquí es un flagrante desprecio por lo que la gente ha expresado democráticamente en un referéndum. Revela un desprecio absoluto por la gente cuando afirma lo siguiente:
«La democracia en Gran Bretaña no significa el gobierno de la mayoría. No es la tiranía de la mayoría ni la tiranía de la multitud… son los representantes del pueblo, y no el propio pueblo, quien vota por él».
Esto está en línea con los muchos comentarios que hemos leído y escuchado acerca de la «falta de credibilidad» de las personas, de cómo los referendos no son una buena manera de tomar decisiones, etc. Esto demuestra cuál es la idea que realmente tiene.la clase dominante de la democracia. Siempre y cuando se obtengan los resultados que desean, entonces aceptan la decisión. Si no es así, en cambio, están dispuestos a cocinar todo tipo de maniobras y también esperar el momento oportuno con el fin de preparar las condiciones para una reversión del resultado del reciente referéndum.
Inestabilidad política
Tanto si consiguen esto como si no, no depende únicamente de factores económicos. Hay una ecuación más grande aquí, en la que hay otros elementos. Y una de ellas es la estabilidad de su propio sistema político. Todo lo que se ha citado arriba de la prensa burguesa está dirigido a restablecer el equilibrio económico. El problema es que si actúan demasiado rápido y demasiado torpemente sobre esta cuestión, muy fácilmente podrían precipitar el sistema en el caos.
Ya tenemos ante nosotros los contornos de esto. Las líneas de fractura en el partido Conservador se han ampliado; y aunque pueden parchearlas con algún tipo de unidad, desacreditando a Gove y promoviendo a Theresa May como líder del partido, se está preparando una escisión en el futuro en el partido Conservador.
El Partido Laborista también está al borde de una escisión. La burguesía está exigiendo que los diputados laboristas, predominantemente Blairistas de derecha y considerados dignos de confianza por la clase dominante, colaboren en el intento de evitar una ruptura definitiva con la UE. Eso, en parte, explica las prisas por deshacerse del líder del partido, el izquierdista Jeremy Corbyn, pero al tratar de hacerlo, están provocando la ira de las bases del Partido Laborista y el consiguiente riesgo de una escisión abierta.
Todo esto significa que para lograr la estabilidad económica corren el riesgo de destruir los dos partidos sobre los que han descansado para gobernar el sistema durante más de un siglo.
Entonces, ¿qué van a hacer en el próximo período? La respuesta corta es que tratarán de ganar tiempo. Un artículo que apareció en el Financial Times el 28 de junio: «Merkel, la gran postergadora, podría ser la salvadora de Gran Bretaña«, da una idea de su forma de pensar sobre esto. En su referencia a Angela Merkel, la canciller alemana, se la describe de la siguiente manera:
«… Cuando una situación requiere un retraso constructivo tramado de manera calculada, ella es la líder mundial. Los alemanes han inventado un verbo, merkeln, lo que significa posponer las decisiones de forma indefinida. Mientras que los políticos menores buscan instintivamente una solución rápida a los problemas, Merkel se especializa en encontrar tramos del camino inexplorados previamente en los que puedes liarte a patadas con una lata.
«Nunca se ha demandado tanto como ahora un talento merkeliano. Las conversaciones para la salida del Reino Unido de la UE, ya sean formales o informales, serían desastrosas en este momento, forzando decisiones precipitadas que deben ser tomadas en un calendario apresurado y que colocarían prematuramente a Gran Bretaña fuera de la unión.
«Durante el proceso de elección de un nuevo primer ministro, el Reino Unido necesita tiempo por la importancia de la decisión a adoptar y como una oportunidad para que se desarrolle el arrepentimiento. Si la turbulencia en los mercados financieros es seguida por una desaceleración en la economía real, el arrepentimiento entre los partidarios de Abandonar aumentaría con probabilidad, y con ello la posibilidad de un acuerdo final similar al status quo actual».
El final del artículo, utiliza un lenguaje al que no estamos acostumbrados viniendo del Financial Times:
«Canciller, un continente la mira para que haga lo mejor que sabe hacer, que es no hacer nada. En nombre de todos nosotros, por el amor de Europa, usted debe posponer, retrasar y dilatar las cosas con toda la fuerza que tenga a su disposición. Te rogamos que nos Merkeles hacia la salvación».
El sistema se ha roto
Esto demuestra el punto muerto en el que se encuentran. La economía mundial se ha ralentizado en los últimos tiempos. China no está teniendo el efecto que tenía anteriormente en proporcionar una salida para un mercado mundial actualmente indolente. Partes de Europa ya están en recesión, o en el mejor de los casos estancadas. Todos los analistas burgueses serios pueden ver la desaceleración.
La crisis económica que se ha apoderado de Europa desde 2008 ha producido la austeridad draconiana de estos últimos años. En este contexto, un sector creciente de la población ha visto caídas significativas en los niveles de vida. Ha habido una polarización social, con una inmensa riqueza en un extremo del espectro y pobreza creciente en el otro extremo.
En estas condiciones hemos visto agitación social y política que emerge de la crisis económica. Hemos visto el colapso de partidos tradicionales, a pequeños partidos inflarse hasta convertirse en grandes fuerzas, y nuevos partidos que salen de la nada, en combinación con las protestas sociales, así como las grandes luchas sindicales en Francia.
La crisis en Gran Bretaña es un producto de esto, pero a su vez la crisis política en Gran Bretaña puede tener un impacto sobre la situación económica, teniendo la función de acelerar y abreviar procesos que se esperaba que ocurrieran en algún momento en el futuro. Los acontecimientos políticos en Gran Bretaña pueden afectar a la totalidad de Europa sumiéndola en una profunda crisis económica, que a su vez propague la inestabilidad política en todo el continente.
Todos estos factores explican por qué están buscando desesperadamente una manera de retrasar el Brexit. El punto es que no hay garantía de que a largo plazo sean capaces de evitarlo. Mientras tanto, la crisis se profundizará en toda Europa, creando las condiciones para que un creciente sentimiento anti-UE penetre entre la gente común en países como Francia, Holanda, Italia y muchos otros. De manera que cuando se las arreglen para poner en marcha todas las piezas para un posible segundo referéndum, pueden enfrentarse a una Europa que se está desgarrando, en la que la UE se enfrente a una crisis existencial grave.
Esto abre el escenario para una intervención de la clase obrera. En la medida que vea que no hay soluciones en los partidos tradicionales, la clase obrera se verá obligada a moverse para tomar su destino en sus propias manos. La burguesía puede sentir esto, y es por eso que está maniobrando tan desesperadamente.