En días pasados comenzaron las campañas electorales a la presidencia en México. Andrés Manuel López Obrador va a la cabeza en todas las encuestas, en algunas hasta por 20 puntos arriba; la derecha está dividida y no se ve que ninguno de sus candidatos pueda jugar un papel mínimamente decoroso. Los próximos 90 días veremos un despliegue de fuerza por parte de la mafia que está encumbrada en el gobierno y por parte de los grandes poderes económicos, mexicanos e internacionales, para fraguar un fraude electoral y mantenerse en el poder. También veremos un movimiento de los pobres del país, los trabajadores, los campesinos, la juventud, que se orientarán en masa a AMLO, quien fruto de esta presión y de los ataques de la derecha se verá obligado a girar a la izquierda en su discurso; volviendo a esta campaña una de las más polarizadas de la historia reciente.

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Todo esto en medio de una crisis brutal a todos los niveles: económico, político, moral, intelectual, de seguridad y un descrédito de las instituciones del estado y con grupos del narco tratando de intimidar, influencias y meter a su gente y dinero en la contienda.

Estamos ante unas elecciones enmarcadas en los tiempos de una de las peores crisis del capitalismo en México.

Beneficios para unos, miseria para la gran mayoría

Desde que se implementó el llamado “neoliberalismo” –capitalismo salvaje sobre una nueva forma de acumulación- la situación ha ido en picada de una forma imparable. En la mayoría los rubros donde se mire se va a encontrar desgracia y desolación, excepto en la gran burguesía nacional e imperialista, ellos se han llevado las manos llenas de dinero a partir de rematar los negocios del Estado y el saqueo de los recursos naturales y la mano de obrera de los trabajadores del país.

En estos 30 años México ha sido uno de los grandes productores de millonarios a nivel mundial, al mismo tiempo la población en pobreza es de más de 80 millones según algunos expertos. El campo fue devastado con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio, las empresas estatales fueron cerradas o vendidas a precio de ganga bajo el argumento de su supuesta ineficacia.

Recientemente con la aprobación de las últimas contrarreformas estructurales se terminó de enterrar las conquistas laborales de los trabajadores y permitieron la privatización del petróleo, motor del desarrollo industrial del país. Como consecuencia de todo esto el gasto público se ha reducido paulatinamente, tendiendo a empeorar los servicios de salud, educación, etc.

De igual forma el poder adquisitivo de la clase obrera ha disminuido dramáticamente acumulando una pérdida del 75% de su valor en los 30 años precederos. Deliberadamente se ha mandado a la ruina y mendicidad a los trabajadores y ha proletarizado a un gran sector de la clase media. Por otra parte, las condiciones en algunas de las comunidades rurales son de miseria absoluta.

Como complemento a esta política, en el 2006 Calderón sacó al ejército y la marina a las calles con el argumento de luchar contra el narcotráfico, decretar “una guerra contra las drogas”. Esto le sirvió para que estos órganos de represión estuvieran en las calles intimidando y replegando al movimiento social. A partir de este momento los índices de violencia y desintegración social se incrementaron de forma exponencial hundiendo en la barbarie a la población. Doce años después tenemos más de 300 mil muertos, más de 30 mil desaparecidos, 250 mil desplazados de guerra y un clima de violencia, desconfianza y miedo que se desprender por todos los poroso de la sociedad, siendo las mujeres las más afectadas (7 feminicidios al día, cada 16 minutos hay un ataque sexual a mujeres y miles de desaparecidas). Hay, en promedio 4 asesinatos políticos –a periodistas o dirigentes sociales- cada mes. Las cifras no reflejan todo el dolor y la rabia contenida.

Como si esto no fuera suficiente, hay una invasión de empresas trasnacionales en los territorios indígenas y en zonas que guardan alta riqueza natural (zonas mineras, playas, regiones petroleras, biodiversidad, etc.). Una tercera parte del territorio nacional esta concedido a empresas mineras. Esto ha abierto una guerra franca del ejército o la marina, políticas locales o grupos paramilitares financiados por las empresas contra las poblaciones de cada región. Los primeros intentas despojarlos de sus tierras y casas, los segundos solo quieren que estas empresas salgan de sus territorios.

El proceso molecular de la revolución y sus incipientes muestras

Ante los ataques que ha lanzado la burguesía, el pueblo no ha quedado pasivo. Ahora mismos hay más de 900 conflictos sociales que están activos, en las zonas rurales de campesinos o indígenas que están luchando por sus tierras, la gran mayoría contra las mineras.

No es el único caso, desde hace años estamos viendo como diferentes sectores han estado en una lucha constante por diferentes circunstancias: los profesores democráticos por aumentos salariales y en contra de la reforma educativa; los obreros de las maquilas en la parte centro y norte del país en defensa de los salarios y por la democracia sindical; las comunidades indígenas y mestizas en contra de la violencia del narcotráfico, del ejército y la marina, la cual ha llevado a formar policías comunitarias y en algunos casos comités de autodefensa; los jóvenes que han salido a luchar en contra de la violencia y la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa; miles de mujeres luchando en contra de la violencia machista, los feminicidos y el acoso, etc.

Miles o tal vez millones se han manifestado a lo largo de los recientes años, en contra de la política económica y social que han desarrollado los gobiernos de derecha. Y esto sólo es la punta del iceberg, es lo que vemos a simple vista de lo que en las profundidades se esconde: un profundo malestar, resentimiento, rabia contra todo lo que huela a autoridad, gobierno, incluso a política.

Lo que en su momento Trotsky llamó el proceso molecular de la revolución está comenzando a salir a flote. Toda la frustración y rabia causada por las políticas de este gobierno no han tenido la posibilidad de expresarse –salvo en los sectores más organizados y volátiles, que son los que han salido a la lucha-, ya no pueden seguir por más tiempo ocultos. Hay muchas expresiones que son indicio de esto. Los linchamientos a asaltantes, los procesos semi insurreccionales en diferentes poblados que en algunos casos atacan el palacio de gobierno, las respuestas espontáneas ante algún acontecimiento grave. Todo eso es muestra de que el ambiente puede estallar, que el pueblo y los trabajadores no pueden seguir soportando el actual estado de las cosas.

La crisis en los partidos de la burguesía

Estas consideraciones antes expuestas: los ataques tan brutales a los niveles de vida de la clase obrera, la tensión política y la lucha de clases que está comenzando a salir a la superficie, la corrupción en todos los renglones de la estructura del régimen –incluyendo los partidos políticos-, la falta de credibilidad de las figuras políticas y los medios de comunicación de la burguesía, etc.; están resintiéndolo los políticos títeres de la burguesía y sus partidos.

Los dos grandes partidos de la burguesía mexicana, el PRI y el PAN tienen profundas fisuras, cada uno a su manera, que los está colocando con todo y alianzas en la pelea por el segundo sitio, sin ninguna posibilidad de poder ganar si las elecciones fueran limpias.

Sabemos de sobra como opera el PRI, es un partido que compra las elecciones con todos los recursos que ha robado por medio de sus gobernadores, el gobierno federal y todas las secretarías. Una mayoría la población identifica al PRI como sinónimo de cinismo y corrupción. Incluso los empresarios se alejan de esta manada de ignorantes y rateros. El nivel de aceptación del gobierno federal es apenas de un 17%, la gran mayoría aborrece a Enrique Peña Nieto.

Para salvarse de este desprestigio eligieron como candidato a un tecnócrata, pero Meade no logra obtener simpatías, por el contrario, algunas encuestas lo ponen en la pelea por el tercer lugar con Margarita Zavala, ahora candidata “independiente”.

Por su parte, la alianza que formaron el PRD, el PAN y Movimiento Ciudadano ha fungido como catalizados de las rupturas internas que se venían dando en estos dos primeros partidos. El PRD es la sombra de lo que fue, su entreguismo al programa de la derecha hizo reacción y se desprendieron de sus filas los sectores que guardaban más vínculos con el movimiento de los barrios y sectores más pobres de la población. La crisis y las rupturas lo ha dejado como un cascaron vacío, es la comidilla de una burocracia voraz y sin principios; sus dirigentes (los chuchos) no les interesa que programa defienden, con que tengan un hueso en la boca eso los mantiene satisfechos.

El caso del PAN también es un fiel reflejo de estos tiempos. El candidato presidencial de esta coalición, Anaya, se impuso a lo interno de su partido importándole poco que esto implicara una ruptura de varios dirigentes “importantes” del panismo: Espino, Margarita Zavala, Javier Lozano, etc. Esto ha mermado al panismo y lo ha debilitado para poder mantener una campaña firme.

Por eso no es sorprendente que estos partidos y coaliciones, los cuales representan los intereses de la oligarquía mexicana y el imperialismo americano, no tengan una posibilidad real de ganar las elecciones, han sido sepultados por sus propias políticas, por el hartazgo y repugnancia que sienten las mujeres, los trabajadores, la juventud y los campesinos, hacia sus políticas. Pero ninguno de estos dos bloques va a darse porvencidos, ambos han robado lo suficiente para comprar miles o millones de votos, sin embargo, es muy poco probable que esto les alcance para ganar.

Es posible que el imperialismo americano y la oligarquía tengan que sentarse con estos dos candidatos y la supuesta “independiente” para buscar un frente único de facto contra AMLO. Es poco probable que decline alguno de los tres, pero seguramente habrá un pacto para cargar todos los dados a uno solo de ellos, el que esté menos desprestigiado y mejor posicionado, y los otros dos bajarán el perfil y en los debates harán el trabajo sucio para allanar el camino del “elegido”. Ellos no son rivales de clase, por el contrario, están al servicio de los grandes empresario y el imperialismo, seguramente veremos cómo tratan, estas fuerzas, de poner orden en su campo.

Morena como la alternativa de las masas ¿qué pasa con los sectores de vanguardia?

El único partido, que a los ojos de las grandes capas de la población, no está en el mismo nivel que los demás, es Morena. Su candidato, AMLO, es el mejor posicionado en todas las encuestas, algunas le dan 20 puntos de ventaja respecto al segundo lugar. Incluso medios de comunicación importantes en el extranjero como la revista británica The Economist, el New York Times, El País han dicho que es prácticamente imposible que alguien le pueda ganar.

No es una gran sorpresa esto. López Obrador y su partido han sido los únicos que se desmarcaron y se opusieron a las “reformas estructurales” que votó el “Pacto por México” (un pacto de todos los demás partidos de la burguesía). Los legisladores de Morena son los que han denunciado los actos de corrupción, han donado la mitad de sus salarios para construir universidades. AMLO es una figura pública que no se le ha podido demostrar actos de corrupción o malversación de fondos y ha criticado a Peña Nieto en el caso de la “Casa Blanca”, se ha opuesto al menos de palabra a la mal llamada Reforma Educativa, etc.

Toda la gente observa los actos de corrupción, las mentiras, las políticas que han implementado tanto el PRI como el PAN, el cinismo de todos los demás políticos y partidos y ven a AMLO como alguien diferente. Esto es lo que lo mantiene arriba en las encuestas. Los primeros actos públicos con los que ha comenzado su campaña presidencias han sido actos de masas en el norte del país, donde históricamente no le ha ido muy bien en las elecciones pasadas.

AMLO ha intentado sumar a su candidatura y a Morena a diferentes sectores de la población que tiene intereses contrapuestos. Es muy común que los cuadros medios defiendan, bajo el nombre de la “pluralidad” la incorporación de empresarios que otrora votaron las reformas estructurales o integrantes de la derecha más recalcitrante, mucha basura de otros partidos que garantizan “sumar” a la candidatura presidencial. Esto ha tenido sus costos, que no son menores. En aras de ganar la elección se ha prometido muchas cosas a todos los sectores, lo cual causa una contradicción a lo interno de Morena y a lo interno del gobierno de AMLO (si es que este llega a la presidencia) que no se podrá conciliar.

Ha dicho a los banqueros y empresarios que él está por respetar las fortunas bien ávidas, que su gobierno no les atacará, por el contrario dará las posibilidades de mayor inversión privada, al Estado será hará garante de las inversiones más fuertes para que los empresarios no pongan en riego su capital, dará oportunidades para todos. Al mismo tiempo, cuando le habla a los trabajadores y a los campesinos pobres, a las mujeres y los estudiantes, promete mejores salarios –en Ciudad Juárez habló de subir al doble el salario mínimo- dar educación gratuita, salud, crear escuelas, casas e infraestructura, etc. Es decir que el Estado tendría que invertir fuertemente en el gasto social. Hasta aquí parece que no hay ninguna contraposición, incluso esto se ha podido hacer en otros periodos, cuando el llamado Estado de bienestar era el garante del desarrollo social.

La contradicción viene cuando a un trabajador le aumentas el sueldo, la ganancia del empresario disminuye, esto es el ABC de la economía política. Si el gobierno piensa poner el capital semilla para que la inversión de las constructoras inviertan en casas para la gente que no la tiene, se tendrá que negociar con las empresas inmobiliarias –ellas invierten para ganar no para que todo mundo tenga casa- y la gente va a tener que pagar cantidades brutales que exceden el valor de la casa, como ahora ya sucede en el INFONAVIT.

En estos dos casos el gobierno o tendrá que apoyar a los trabajadores y gente sin casa, o a los empresarios y grandes inmobiliarios. Un último ejemplo que ponemos; en el caso del comercio con EEUU, AMLO propone mantener el TLC, es decir seguir manteniendo la entrada de mercancías baratas. Las consecuencias son: por un lado destroza a las pequeñas empresas que no pueden competir con las empresas americanas (y se supone que la pequeña empresa va a ser el motor del desarrollo del gobierno de AMLO, lo cual es una contradicción) y lo segundo es que mientras más baratas sean las mercancías que entran de EEUU los salarios son más bajos, pues como otra mercancía, el obrero no solo se cotiza sobre la ley de la oferta y la demanda, sino sobre la manutención de la fuerza de trabajo, mientras las mercancías sean más baratas, los salarios irán a la baja (al mismo tiempo que AMLO plantea aumentar los salarios, aquí hay una segunda contradicción).

Hay otro aspecto que está sucediendo con la incorporación de estos “nuevos” elementos a Morena, se termina por romper la poca democracia interna que había y por la vía de los hechos hay un desplazamiento de los sectores militantes intermedios. Los ex priistas, ex panistas, ex perredistas, empresarios, están desplazando –y desplazará aún más en el siguiente congreso nacional donde se escojan nuevos consejeros y la nueva dirección- a la gente de base que con mucho esfuerzo sentó las bases para la formación del partido.

Todo esto pasa desapercibido para la gran mayoría de la gente que va a votar por Morena, porque no son políticos profesionales, no interviene en la vida interna del partido. Pero esto no para una gran capa de activistas que dentro de Morena se dan cuenta de este proceso pero que cierran filas para ganar las elecciones. Argumentan que eso ya lo arreglarán después, que ahora lo importante es sumar y ganar las presidenciales. En realidad lo que se está haciendo es sentar las bases para una crisis profunda que tarde o temprano va a estallar, no solo a lo interno de Morena sino es el mismo gobierno de AMLO.

Hay otros sectores que se dan cuenta del giro a la derecha que se está viviendo en la dirección en Morena. Estos son los que han estado bajo fuego del gobierno priista y panista, y que en muchas ocasiones la dirección de Morena los ha dejado solos en su movimiento o solo han recibido un golpecito en la espalda como apoyo. Algunos otros son parte organizaciones sindicales o políticas que hablan del reformismo de AMLO, de la incapacidad de su programa para resolver los problemas del país.

En términos generales podemos estar de acuerdo con estas agrupaciones políticas y grupos sindicales. El programa que ha presentado Morena no podrá resolver los grandes problemas del país, ni terminará con el sufrimiento de la gente, y no es porque AMLO sea una mala o buena persona, sino porque los problemas de violencia, crisis económica y mejoras salariales y sociales no se pueden conseguir en un sistema capitalista en crisis. El ejemplo de estos gobiernos “progresistas lo hemos visto ya en América Latina recientemente.

En Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia y demás países con gobiernos de izquierda reformista, lejos de ver como se resuelven los problemas de las masas, estos gobiernos aplicaron o están aplicando medidas contra sus pueblos. No es por ser buenas o malas personas, no es por buenos o malos gobiernos, ninguno de ellos rompió con el capitalismo y en época donde el capital se desarrollaba y las materias primas se vendían bien y el precio del petróleo era alto, todos estos gobiernos hicieron reformas, dieron educación, crearon infraestructura, hicieron escuelas y ampliaron la cobertura de seguridad social, en todo esto nosotros estamos de acuerdo. Pero la única forma de que consolidaran esas reformas era romper con al capitalismo, nacionalizar las grandes empresas y los bancos, las grandes tiendas comerciales y crear un gobierno de los trabajadores. Ninguno hizo esto, todos quisieron conciliar con la burguesía local –le llaman gobiernos de estructura mixta donde se conjuga la industria privada y la estatal- y esto no funcionó.

Con la gran crisis del 2008 todos estos gobiernos fueron terminando paulatinamente con las reformas e incluso fueron más allá, privatizando y atacando derechos de los trabajadores; lo cual sentó las bases para el regreso de gobiernos de derecha que ahora atacan todo. Esto proceso va más rápido en unos países que en otros, pero todos llevan la misma dirección.

Sin sectarismos pero claros en nuestros objetivos

Nosotros los marxistas estamos a favor de las reformas, solo un loco podría estar en contra de que todos los jóvenes de nuestro país tengan escuela y trabajo, estamos a favor que se creen empleos bien remunerados, también de que se tenga un sistema de seguridad social universal y todo mundo tenga acceso a los servicios de salud. Estamos de acuerdo en varias de las propuestas que hace AMLO en su programahttps://marxismo.mx/proyecto-de-nacion-2018-2024-una-critica-desde-el-marxismo/ y las apoyamos, creo que cualquier persona mínimamente inteligente las tendría que apoyar.

Lo que nosotros reprochamos a los reformistas, no son sus reformas, sino que son inconsistentes en poder hacer lo que ellos mismos plantean. No pueden realizar su programa, porque en los actuales límites del capitalismo esto no se puede hacer. Miremos a nuestro alrededor, en todos los países hay ataques a los niveles de vida de la clase obrera y de los jóvenes, incluso en los países adelantados los ataques son los mismos.

El capitalismo no se permite dar concesiones a la clase obrera ni a sus aliados. En aquellos lugares donde algún gobierno de izquierda se atreve a no seguir las órdenes internacionales de los países imperialistas estos gobiernos son golpeados económicamente, como a Cuba o Venezuela cuando Chávez aún vivía, son asediados por grupos financiados por el extranjero, les organizan golpes militares, etc. Esa es la experiencia reciente.

La única forma de poder lograr las reformas,- y de no perderlas con el siguiente ciclo económico del capitalismo- es romper con los límites del capital, transgredir esta sociedad a una socialista. Solo de esta manera se puede garantizar una independencia política y económica del país.

Las grandes masas no aprenden de los libros sino de la experiencia. Las capas más avanzadas, los activistas de las diferentes organizaciones en lucha han sacado muchas conclusiones sobre los límites que AMLO y Morena tienen, pero en ocasiones se alejan del actuar de las masas. La mayoría de estos activistas tachan a las masas de ignorantes, de tontos, por no entender que AMLO no es la solución. La gran mayoría de los trabajadores, de las mujeres, de la juventud se encojen de hombros ante sus argumentos.

No basta con entender las limitaciones de un programa, no basta con entender el giro a la derecha que se vive en Morena, ni los pactos que está haciendo AMLO con empresarios y sectores de la burguesía. Hay que entender cómo piensan el pueblo, la juventud y los trabajadores, como se organizan para luchar por sus mejoras materiales. Aquellos que no comprendan esto serán barridos por el torbellino de los acontecimientos. La tarea de los marxistas es orientarse a la capa más avanzada, a la que ha sacado conclusiones, no para convertir a nuestras organizaciones en sectas sabelotodo y apartadas de la masa. Tenemos que organizar a los sectores de vanguardia, ayudarlos a entender el proceso, a no ser sectario frente a las masas, acompañarlas en las conclusiones que van sacando y al mismo tiempo fortalecer los cuadros más decididos y más claros en las células del futuro partido de la revolución. Sin sectarismos, sin renunciar a un programa revolucionario y explicando pacientemente, esas son nuestras tareas.

Los grandes acontecimientos por venir

La situación a la que ha llevado el capitalismo a la clase obrera, a las mujeres, a los jóvenes, los indígenas y campesinos pobres en México es de barbarie, no se le puede llamar de otra forma. Han llevado hasta un límite la paciencia y tolerancia de este pueblo. Al parecer esto ya no se puede seguir prorrogando más. La coyuntura electoral va a ser la forma en que se va a expresar este primer round, las masas saldrán a votar por AMLO.

Hay una parte de la burguesía que se da cuenta que no hay otra salida, incluso para ellos, para seguir manteniendo su control, más que por medio de Andrés Manuel, le van a apoyar y tratar de domesticar, amarrarlo de manos para que llegue al poder sin alterar nada de fondo, por el contrario, su tarea será apaciguar al pueblo. Otra parte de esa clase no tiene ninguna clase de confianza en él, -igual que buena parte del imperialismo americano-, y que van a intentar todo antes de dejarlo llegar al gobierno. Dentro de estas posibilidades está una campaña de odio y desprestigio, el fraude –e incluso, aunque no es lo más probable, querer gobernar por medio del ejército- . Este último sector está aliando con las cúpulas del PRI y del PAN y están discutiendo los siguientes pasos a seguir, se ponen rabiosos ante un posible gobierno de AMLO.

La burguesía y el imperialismo no tienen muchas alternativas y saben que tomen la decisión que tomen va a ser riesgosa, así que van a tantear todas las posibilidades y no van a dudar en actuar cuando se haya definido por una alternativa. Seguramente que esto abrirá fisuras entre las diferentes capas de la burguesía y de los sectores imperialistas. Esto es un síntoma de la crisis a la que se enfrenta.

Por el lado de la clase obrera y sus aliados, el panorama es complicado. El primer paso que se va a dar es electoral. Algunos liberales y demócratas leerán en esto como la confianza de las masas ante la democracia, nada más lejano, solo estarán dando el primer paso. Si la derecha se quiere imponer con el fraude, veremos una movilización gigantesca reaccionando, no para luchar por la democracia, sino defendiendo su derecho a transformar su realidad.

Si la burguesía es timorata y no se atreve o no le alcanza el fraude, tratará de influir en el gobierno de AMLO para ponerlo bajo su influencia. Mucho dependerá de lo que AMLO haga aquí, para saber la reacción de las masas. SI AMLO acepta la tutela de la burguesía puede existir gran periodo de desánimo y frustración que durará un tiempo, pero la clase obrera se recuperará y luchará. Habiendo probado la imposibilidad de un programa reformista, se abrirán posibilidades para tendencias revolucionarias; los sectores más adelantados saldrán a luchar contra su gobierno. Esta situación la hemos visto muchas vecess en la historia, como un gobierno que es votado por los pobres del campo y la ciudad traiciona y gobiernaq para la burguesía.

Pero también podemos ver lo contrario, que AMLO se deje influenciar más por las masas en las calles y que este gire a la izquierda y que en un momento determinado esto lo lleve a un enfrentamiento con el imperialismo y la oligarquía mexicana, generando un gran movimiento de apoyo a su gobierno.

En cualquiera de las posibilidades, la clase obrera y la juventud tendrán que jugar un papel determinante, nuestra tarea es construir una dirección que esté a la altura de las circunstancias. Estos 12 años de guerra, miseria, dolor y muerte se transformarán, en los siguientes meses y años en movilizaciones masivas, entusiasmo y posibilidades de transformar nuestra realidad.

No es que la lucha de clases siga el ritmo de las coyunturas electorales, sino que las coyunturas electorales han sido, en varias ocasiones en nuestra historia, el accidente donde se expresa todo el malestar y la furia de nuestro pueblo, dando paso a posibilidades de lucha por terminar con el capitalismo. En esta ocasión no será diferente, los marxistas tiene que ir leyendo cada momento en esta lucha para intervenir de la mejor manera y ganado a más camaradas a sus ideas.