Desde hace unos meses el dramático sufrimiento de los pueblos de la provincia de Darfur (occidente de Sudán) ha recibido una gran atención por parte de los gobiernos, políticos, periodistas y comentaristas occidentales. Las imágenes y los artículos m Desde hace unos meses el dramático sufrimiento de los pueblos de la provincia de Darfur (occidente de Sudán) ha recibido una gran atención por parte de los gobiernos, políticos, periodistas y comentaristas occidentales. Las imágenes y los artículos muestran el hambre, la enfermedad y la muerte impuestas sobre el darfouri, las actividades asesinas de las milicias janjawid armadas por el régimen de Jartum y los cientos de miles de hombres, mujeres y niños desesperados que han tenido que abandonar sus hogares y tierras en busca de refugio en el vecino Chad o en los improvisados campos “humanitarios”.
Desgraciadamente, no hay nada excepcional en la situación de Darfur. A través de todo el mundo subdesarrollado, y particularmente en África, el desplazamiento en masa de la población, la tortura, la violación, el pillaje y las masacres son algo común. Y sólo en muy raras ocasiones llaman la atención del público occidental, el tipo de cobertura y “tratamiento” recibidos por la crisis de Darfur es realmente algo excepcional.
La crisis en Darfur lleva desarrollándose desde hace mucho tiempo. Y desde un punto de vista puramente práctico, las necesidades más inmediatas de la población local se podrían satisfacer con relativa facilidad. Cientos de miles de personas están pasando hambre. Los recién nacidos, los niños y los ancianos están muriendo a un ritmo alarmante. Algunos informes dan cifras de aproximadamente 2.000 muertes diarias. ¿Por qué no llega la comida? La excusa de los “malos caminos” y las acciones de “bandas armadas” que supuestamente impiden la llegada de comida y suministros a los campos realmente no son convincentes. La realidad es que la comida, el agua, el abrigo y el cuidado médico podrían llegar fácilmente a los campos de refugiados en aviones y helicópteros. El año pasado, en sólo unas cuantas semanas, los gobiernos norteamericano y británico trasportaron a más de 250.000 soldados, con tanques, vehículos, aviones y toda una “industria militar de apoyo” para poder llevar a cabo la invasión de Iraq. ¿Entonces no es posible llevar toneladas de comida a Darfur? La verdad es que la administración estadounidense no quiere aliviar el sufrimiento de las tribus de Darfur, precisamente porque están siendo utilizadas como excusa para el bloqueo del país. A pesar del escándalo de la “limpieza étnica” y el “genocidio”, los gobiernos occidentales han donado muy poco dinero y la mayor parte no se está utilizando para aliviar el hambre y la violencia.
Toda esta preocupación “humanitaria” por parte de Bush y Blair -que nunca han vacilado, como en Iraq, en infligir sufrimiento y muerte cuando estaban en juego los intereses de sus “empresas”- en realidad oculta la avaricia imperialista de petróleo y beneficios. El imperialismo estadounidense en particular está intentado utilizar el sufrimiento de los pueblos de Darfur para conseguir un embargo comercial contra Sudán, para que sus principales rivales no puedan acceder a los pozos de petróleo sudaneses. La amenaza de embargo va dirigida principalmente contra China, Francia, India y Malasia, todos éstos tienen intereses petroleros en Sudán. Al mismo tiempo, está siendo utilizado como una forma de aumentar la presión sobre el gobierno sudanés y fortalecer la posición militar y estratégica de EEUU en esta parte del mundo. Al noreste de Sudán está el Mar ojo con sus vitales terminales petroleras en la costa occidental de Arabia Saudí.
La presión tan intensa que se está haciendo para imponer un embargo internacional contra Sudán es una prueba suficiente del carácter totalmente hipócrita de la propaganda “humanitaria” de la administración estadounidense. Las consecuencias de este embargo supondrían hundir a toda la población de Sudán en una situación similar a la que existe en Darfur. Sudán es un país muy atrasado e incluso sin las consecuencias devastadoras del embargo, la gran mayoría de la población es extremadamente pobre. Un embargo internacional sólo supondría hambre de masas.
Otro argumento utilizado por la administración estadounidense a favor de las sanciones económicas es la acusación contra el gobierno de Sudán de perpetrar un “genocidio” en Darfur. En la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU celebrada a principios de septiembre el debate sobre la situación de Sudán estuvo dominado por este argumento. Nadie mencionó el petróleo. Pero todas las partes interesadas conocen perfectamente que está realmente en juego, incluida por supuesto la delegación china que se opuso vehementemente a la imposición del embargo. La delegación norteamericana insistió en el uso del término “genocidio” para reforzar su propuesta de bloqueo económico y abrir así la posibilidad de una intervención militar directa. El término “genocidio” fue utilizado también con relación a los albaneses, para justificar la guerra contra Serbia en 1999, mientras que en Ruanda -un país de escasa importancia para EEUU la administración Clinton se negó a calificar de “genocidio” los asesinatos de masas en los que fueron masacrados más de un millón de tutsis. Las personas sin hogar y hambrientas de Darfur son sólo otro instrumento en el juego por el control de los beneficios y el petróleo.
La lucha por el control del petróleo sudanés
En 1980 Francia adquirió los derechos de explotación y producción de petróleo en el sector “Bloque B” (ahora “Bloque 5”) que abarca una zona de 120.000 kilómetros cuadrados, desde el norte al sur entre Malakal y Bor y al este en dirección a la frontera etiope. Las pruebas geológicas realizadas por los ingenieros franceses revelaron que el bloque tenía un potencial considerable para la producción de petróleo. En el momento actual se cree que Sudán cuenta con los recursos petroleros sin explotar más importantes de África, incluso mayores que los del Golfo de Guinea. Las exportaciones de petróleo equivalen al 70 por ciento del PIB sudanés. Sin embargo, en 1985, Francia tuvo que suspender las operaciones en la región debido a una guerra entre las fuerzas armadas sudanesas y el Ejército de Liberación de los Pueblos Sudaneses (ELPS). En las últimas décadas el imperialismo francés ha sido el principal apoyo internacional del régimen sudanés, le ha proporcionado armas, tanques, aviones e inteligencia militar para su guerra contra las fuerzas rebeldes del sur.
EEUU, por otro lado, utilizando organizaciones mercenarias y a través de estados africanos intermediarios, ha dado apoyo militar a los rebeldes entrenados en Uganda, Etiopía y Eritrea, para intentar debilitar la posición del gobierno sudanés, para impedir que Total-Final-Elf reiniciaran sus operaciones en el Bloque 5, además de intentar conseguir los contratos de producción y explotación del petróleo. Mientras mantiene la presión militar y anima la desestabilización del país, la administración estadounidense está decidida a impedir que las otras potencias consoliden su posición con relación al petróleo sudanés. Como hemos visto, Francia, a pesar de haber conseguido hace veinticuatro años los contratos de explotación y producción, no ha podido ponerlos en práctica debido a la guerra en el sur. La compañía canadiense Talismán Energy también ha sufrido una intensa presión de EEEU y ahora se enfrenta en un tribunal norteamericano por las acusaciones de “complicidad en el genocidio y crímenes de guerra”, con relación a sus operaciones pasadas en Sudán.
La exploración petrolera en Sudán se remonta a los años sesenta, pero las exportaciones de crudo no empezaron hasta 1993. La empresa estadounidense Chevron se marchó de Sudán en 1985 después de haber invertido 1.500 millones de dólares. Chevron descubrió petróleo en varios lugares, pero a una escala demasiado pequeña como para poder mantener su concesión en una zona de guerra. En el momento que la verdadera escala de las reservas de petróleo fueron evidentes las petroleras norteamericanas ya estaban fuera del país. En 1997 EEUU impuso sanciones económicas y se prohibieron las inversiones estadounidenses en Sudán. Desde entonces, la producción petrolera sudanesa alcanzó los 500.000 barriles diarios, comparados con los 270.000 de 2003 y podría llegar a los 750.000 barriles a finales de 2006. Los beneficios y los recursos petroleros están yendo a las manos de los rivales de EEUU, sobre todo de China.
El surgimiento de China como una potencia importante en la escena mundial representa una amenaza directa a los intereses del imperialismo occidental en general, y del estadounidense en particular. En 2003 las importaciones chinas de petróleo subieron un 40 por ciento con relación al año anterior. En la actualidad, China tiene aproximadamente 50 proyectos petroleros y petroquímicos en todo el mundo. China necesita garantizar sus propias reservas de petróleo. Esta necesidad vital sólo puede satisfacerla desafiando la posición dominante de EEUU.
Ahora las importaciones petroleras de Sudán suponen un 6 por ciento de todas las importaciones petroleras de China. Este porcentaje puede crecer muy rápidamente si tenemos en cuenta las masivas inversiones que ha hecho China en la industria petrolera sudanesa desde los años noventa. La empresa petrolera estatal china, China National Petroleum Corporation (CNPC), posee un 40 por ciento de Greater Nile Petroleum Operating Company (GNPOC), que controla dos de los campos petroleros más importantes de la provincia del Alto Nilo de Sudán. A mediados de 2005 CNPC comenzará a producir petróleo en Melut Basin, al este del Nilo. Otras empresas chinas también están participando en la construcción de un oleoducto de 1.400 kilómetros que iría desde Melut Basin hasta el Puerto de Sudán, conde China está construyendo una terminal petrolera para exportar el crudo. China se ha convertido en el socio comercial más importante de Sudán. Resulta significativo que el único petróleo que está saliendo de Darfur sea el explotado por CNPC.
Geográficamente, Sudán ocupa una posición estratégica importante. China está en proceso de consolidar su poder en Sudán, que será después utilizado como una plataforma para el comercio y transporte de petróleo entre África central, Oriente Medio y la propia China. Esta situación es inaceptable para Washington que incluso está dispuesto a dividir el país en dos o más entidades, y de este modo impedir el acceso a los pozos de petróleo. Entre los diferentes grupos implicados en las milicias del sur, la administración norteamericana ha estado promoviendo a aquellos que defienden la secesión del norte del país, y varias “misiones cristianas” particularmente reaccionarias con poderosos apoyos financieros en EEUU que llevan años fomentando el odio racial contra los “árabes”. Pero la administración estadounidense no permite que las consideraciones religiosas interfieran en los asuntos reales. El gobierno norteamericano no sólo ha entrenado militarmente, ha entregado armas y dinero al ELPS, también está apoyando al Movimiento Justicia e Igualdad (MJI) que está vinculado a fundamentalista islámico Al Turabi que ayudó en 1989 a Al Bachir a llegar al poder. Al Turabi fue desposeído por Al Bachir en 2000 y firmó un acuerdo con el ELPS en 2001. Actualmente está detenido por las autoridades de Jartum.
Dictadura, inestabilidad y guerras regionales
El régimen de Al Bachir es una dictadura islámica reaccionaria y violenta. La historia del régimen está plagada de arrestos arbitrarios, apaleamientos, amputaciones, torturas y ejecuciones. Como los regímenes que le precedieron, la dictadura actual es débil e inestable. Descansa esencialmente en el apoyo de la elite dominante musulmana árabe del norte y sobre el aparato represivo del ejército y la policía.
Sudán es un ejemplo contundente del “desarrollo desigual y combinado”. La industria y las relaciones sociales modernas coexisten con las formas sociales y económicas más primitivas. No existe algo parecido a la nación sudanesa. En el norte, principalmente con una población musulmana y de habla árabe, está formada por varios pueblos diferentes extendidos sobre vastas zonas desérticas y semidesérticas. Fuera de las ciudades aún predominan los lazos tribales. Incluso dentro de las ciudades los lazos tribales siguen siendo un factor importante en las relaciones sociales. Hacia el sur Sudán llega al “África negra” no musulmana y no árabe, donde el tribalismo está basado en una base económica y social aún más primitiva. El sur ha padecido la discriminación económica, política y religiosa en interés de la elite dominante del norte. La sharia ley islámica es impuesta tanto a los musulmanes como a los no musulmanes. Las tensiones y el conflicto entre el norte y el sur es una característica recurrente de la historia de Sudán, pero el inicio de esta guerra y el surgimiento del ELPS se remonta a 1983.
La clase dominante y el débil aparato del estado en Jartum nunca han sido capaces de unificar el país y afirmar su autoridad sobre los pueblos de esta parte tan atrasada de África. En los años ochenta, con la dictadura de Nimeiri que fue instaurada en 1969, el ejército sudanés no superaba los 50.000 soldados para una población de 38 millones de habitantes. La inestabilidad de la dictadura se puede resumir en el hecho de que entre 1969 y 1985, cuando finalmente fue derrocada por una huelga general insurreccional en Jartum y Omdourman, se han producido más de 25 intentos de golpe militar, 18 se produjeron en los primeros seis años. Uno de estos golpes, en julio de 1971, estuvo dirigido por el ala de izquierdas y fue apoyado por el Partido Comunista. Nimeiri sobrevivió al golpe y aplastó al Partido Comunista. Al principio, el PC había apoyado a Nimeiri, a pesar de la presencia en el gobierno de la reaccionaria Hermandad Musulmana, ésta última también protagonizó una intento de golpe de estado en julio de 1976.
Nimeiri, frente al creciente descontento social en todo el país, intentó provocar conflictos interétnicos en Dargur y en el sur a través de la “redivisión” territorial en líneas tribales. El sur también se desestabilizó con la llegada de unos 3.000 refugiados armados procedentes de Uganda después de la caída de Idi Amín. En el ejército sudanés el malestar iba en aumento, especialmente entre las tropas originarias del sur. Nimeiri en enero de 1983 llevó a cabo una oleada de arrestos entre los dirigentes opositores del sur y las tropas rebeldes de Bora tuvieron que abandonar el sur. Fueron sustituidas por tropas pro-gubernamentales del norte. Cuando se negaron a irse Nimeiri ordenó a las tropas leales que aplastaran a los amotinados. Como resultado, estallaron motines y deserciones de masas en prácticamente todas las guarniciones del sur, llevando a la formación del ELPS bajo la dirección del coronel John Garang.
Un año después de la huelga general de 1985 se celebraron elecciones legislativas y se formó el gobierno de Sadiq Al Mahdi. La guerra en el sur continuó. Sadiq Al Mahdi prometió revisar la imposición de la sharia, pero finalmente no lo hizo. El ELPS tomó la ciudad de Bor en el sur. En 1989, el gobierno finalmente fue derrocado por un golpe de estado encabezado por Al Bachir que ha estado en el poder desde entonces.
Como hizo Nimeiri antes que él, Al Bachir ha intentado mantener su posición en el norte con una política de “arabización” e “islamización” forzosas. Este programa no puede ser puesto en práctica. Los pueblos del sur de Sudán nunca aceptarán la imposición de la sharia y el gobierno de Jartum es demasiado débil como para derrotar a las fuerzas del sur por medios militares. Por otro lado, el ELPS ha demostrado ser incapaz de tomar el poder en el norte, después de más de veinte años de la guerra, durante los cuales han perdido la vida unos dos millones de personas.
Los términos del “acuerdo de paz”
Bajo la presión de Washington finalmente se firmó un acuerdo con relación a la guerra del sur tomando como base el Protocolo Machakos de 2002. Este incluía una división igual de los recursos petroleros entre el gobierno de Jartum y la “administración autónoma” del sur, con la promesa de un referéndum sobre la independencia del sur después de un período transicional de seis años. Si este acuerdo se llevara a efecto, significaría que un sur “autónomo” que nominalmente estaría bajo el control del ala política del ELPS, pero en realidad sería un satélite petrolero del imperialismo estadounidense. El acuerdo significaba echar a Francia y entregar la mayor parte de las reservas petroleras conocidas a las empresas estadounidenses. Sin embargo, los estrategas norteamericanos no están dispuestos a aceptarlo porque quieren un mayor control territorial, incluidas las tres provincias del centro de Sudán.
Sin embargo, ni el control total de Sudán podrá satisfacer la avaricia de las petroleras y estrategas militares norteamericanos. Su verdadero objetivo es un “cambio de régimen”. A través de la desestabilización económica y política, dando apoyo a cualquier grupo armado que esté dispuesto a luchar contra el régimen de Jartum, los imperialistas estadounidenses esperan socavar y finalmente derrocar el actual régimen. La instalación de un régimen títere pro-estadounidense abriría las vastas reservas petroleras de Sudán a las empresas norteamericanas a expensas de sus rivales. Gran Bretaña, Noruega e Italia están apoyando la estrategia estadounidense, con la esperanza de compartir los botines de la división final. Tony Blair ha declarado que está dispuesto a enviar 5.000 soldados británicos a Sudán. Por supuesto que todo esto sólo es en interés de la “ayuda humanitaria” y el “mantenimiento de la paz”, ¡como ocurre a menudo cuando las grandes potencias se preparan para el saqueo y la guerra!
El estancamiento de la guerra entre el norte y el sur, combinado con las desastrosas consecuencias de hambre y sequía han creado el contexto para la explosión del conflicto armado en Darfur. Dos movimientos armados separados han iniciado la lucha contra el gobierno de Jartum. El Ejército de Liberación Sudanés (ELS) es aliado del ELPS del sur. La administración norteamericana ha financiado y armado esta organización. Después está el MJI, vinculado a Al Turabi, que también se ha beneficiado del apoyo norteamericano, a pesar de ser una línea dura de los fundamentalistas islámicos. Al Turabi es un seguidor reconocido de Bin laden y aplaudió el ataque contra los Torres Gemelas de 2001. Al Bachir ha armado y financiado la llamada janjawid, que ha estado realizando asesinatos de masas, con la ayuda de las tropas regulares, en las aldeas sospechosas de simpatizar con el ELS o el MJI, tomando su tierra, granos y medios de vida. Los ataques janjawid a menudo iban precedidos de incursiones aéreas realizadas por las fuerzas armadas. Por ejemplo, durante el verano de 2003 la aviación gubernamental bombardeó repetidamente las ciudades de Al Tina, Kornoy y Kutum, al norte de Darfur. Kutum fue bombardeada tres días después de la retirada de la oposición armada. El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 1.556 en la que se amenazaba al gobierno sudanés con sanciones si no desarmaba a la janjawid, pero no ha conseguido nada. Al Bachir simplemente reforzó las fuerzas de seguridad en la región e incorporó a muchos de los janjawid a esas mismas fuerzas armadas.
Los regímenes del Chad y Libia también tienen interés en defender Darfur. El territorio de los zaghawa se extiende a ambos lados de la frontera entre Sudán y Chad, este grupo étnico sirve de base para dictadura de Idriss Deby en Chad, como ocurrió con la dictadura anterior de Hissène Habré. Los acontecimientos en Darfur tienen una influencia directa en el destino del régimen del Chad. El régimen libio, que está enfrentado con Chad por la disputa sobre la zona fronteriza entre los dos países, está implicado en los acontecimientos en Darfur donde está intentando socavar las bases de Idriss Deby.
Al gobierno francés le gustaría que se firmase un acuerdo de paz en Sudán que le permitiera explotar el petróleo del Bloque 5, pero sabe que las bases de la actual negociación suponen que Francia perdería cualquier perspectiva de desarrollo en el país, dada la posición de EEUU en el sur y la creciente influencia de China en la región. Los acontecimientos en Darfur, como con otros conflictos armados en otras zonas de África, son parte de la continua lucha entre el imperialismo estadounidense y el francés en el continente, una lucha donde Francia ha perdido mucho terreno.
Fundamentalmente, la política de EEUU con relación a Sudán es similar a su política con relación a Libia y a su política antes de la guerra en Iraq. Ésta consiste en imponer sanciones económicas junto con hostigamiento militar, y después utilizar la “zanahoria” de levantar las sanciones al mismo tiempo que amenaza con un bloqueo económico total e incluso la intervención militar directa. El débil régimen sudanés no podrá aguantar este tipo de acoso imperialista indefinidamente. Al Bachir ha intentado cumplir las exigencias de Washington, como indicaban los generosos términos del Protocolo Machakos, que en realidad ponía un tercio del país bajo el control de EEUU. En el lenguaje hipócrita de diplomacia internacional, el sur de Sudán era puesto bajo la “dirección activa de EEUU” como parte de una “atención internacional sostenida” necesaria para “garantizar la paz”. Pero después, como fue el caso de Sadam Hussein y los “inspectores de armas”, exigirán más concesiones. Como ocurrió con Libia, a los estrategas del imperialismo norteamericano les gustaría levantar las sanciones, pero sólo si consiguen poner sus manos en el petróleo y líneas de suministro sudanesas.
Dada la posición de China, que ha tomado ventaja en la lucha entre Francia y EEUU para conseguir una posición fuerte en los pozos petroleros sudaneses, los objetivos de EEUU no sólo se pueden conseguir con el derrocamiento del gobierno de Al Bachir y la instalación de un régimen dispuesto a servir a los intereses estadounidenses. La intentona de golpe militar del 24 de septiembre fue obra de elementos próximos a Al Turabi y el MJI. Incluso si este golpe hubiera tenido éxito, es poco probable que Al Turabi se hubiera podido mantener en el poder debido a la hostilidad hacia él que existe en la capital. La administración norteamericana no le apoyaría debido a su asociación con Bin Laden y su reconocida posición como líder fundamentalista islámico. Washington está dispuesto a animar los ataques del MJI en Dargur para crear dificultades al régimen, pero que EEUU apoye un gobierno del MJI es algo distinto.
En la actualidad, los servicios secretos norteamericanos están intentado ganar a altos mandos del ejército y preparar un equipo de atentes civiles de origen sudanés dentro de EEUU. Dada la situación actual de Iraq, parece improbable que EEUU pueda organizar una intervención militar a gran escala en Sudán. Por lo tanto, según todas las probabilidades, la administración estadounidense trabajará para derribar el régimen desde dentro y después presionará a la ONU para que envíe una “fuerza de paz” que preste ayuda militar al régimen títere interino. Mientras tanto, la crisis de Darfur seguirá en ebullición, sirviendo de excusa conveniente para las sanciones contra Sudán y el fortalecimiento de la presencia de tropas extranjeras en la región de Darfur. La “pelea por África” de las grandes potencias continúa y la población de Sudán, y del resto del continente, está pagando el precio en términos de hambre, enfermedad y muerte.
4 de octubre de 2004
Traducción de Imperialist rivalry behind the Darfur crisis