Venezuela atraviesa una de las peores crisis económicas en su historia, crisis que, si bien es consecuencia de no haber completado la revolución, nacionalizando las palancas de la economía y planificando la misma en interés de la población, también se ha agravado por las sanciones y bloqueo impuesto por el imperialismo y sus aliados.
Ante este escenario, el gobierno de Maduro, en vez virar a la izquierda y poner bajo control obrero las empresas nacionalizadas y aquellas que cerraran o despidieran trabajadores, ha sostenido una política de pacto y conciliación con la burguesía y los buitres tenedores de bonos, financiando a la burguesía tradicional, a la nueva burguesía “patriota” y pagando la deuda externa. Todo con el fin de generar condiciones atractivas para atraer la inversión extranjera, para lo cual además ha aprobado la Ley “Constitucional” de promoción y protección a la inversión extranjera.
De esta manera, Maduro ha fortalecido su alianza con China y encontrado en Turquía a un nuevo socio, en lo que ha denominado “alianzas estratégicas”, enmarcadas en su política de “Nuevo Comienzo”. Pero, ¿Qué tan estratégicos son estos aliados y qué buscan en Venezuela? Un refrán bastante común entre venezolanos reza: “Dime con quién andas y te diré quién eres”, veamos entonces quienes son estos socios del presidente.
El bonapartismo turco.
Las relaciones diplomáticas entre Turquía y Venezuela cada vez son más estrechas. En 2016, tras el golpe de Estado a Erdogan por una parte del ejército turco, el presidente Nicolás Maduro visitó Turquía para solidarizarse con el mandatario del país.
Este golpe de 2016, es la continuación de pasados intentos fallidos de derrocar al gobierno por parte de un sector de las Fuerzas Armadas, cercanas a sectores de la burguesía tradicional no aliadas a Erdogan. Sin embargo y según varios analistas, el golpe carecía de fuerza y la preparación de los golpistas fue “casi infantil”, ya que no se capturó al presidente (como pasa en la mayoría de los golpes de Estado) y las fuerzas del ejército en la calle hicieron poco para hacerse con el poder, dejando incluso que el presidente se dirigiera a las masas por medios de comunicación llamando a enfrentar a los militares.
Un comentario ampliamente difundido en twitter, señalaba que:
“Lo más probable es que fuera un intento de golpe de Estado real, que era vagamente conocida de antemano, y al que se dejó avanzar, porque sabían que era desorganizado y débil. Esto significa que será seguido por un verdadero golpe de estado del propio Erdogan, y que se perderán los últimos restos de democracia. Así que vamos de mal en peor. El movimiento kurdo y todos los que estamos en la oposición seremos el objetivo en los próximos días. Ya se está formando un movimiento de camisas pardas, para imponer su ley en la calle una vez que el supuesto golpe sea derrotado en un par de días”[1].
Lo que quedaría confirmado luego, con la detención de aproximadamente 40 mil personas y más de 100 mil opositores o supuestos opositores despedidos.
Mientras, el presidente Maduro anunciaba que:
«Yo vengo ahora más claro, el que intente violar el derecho a la paz, la Constitución, y algo que se parezca a un ataque terrorista o golpe de Estado, el presidente Erdogan quedará como un niño de pecho ante lo que yo voy a hacer con este pueblo, con las Fuerzas Armadas y con las instituciones democráticas del país»[2].
Este golpe, sería clave para aumentar la popularidad del AKP (partido de Erdogan) y golpear a la oposición, marco en el cual se llevaría a cabo un referéndum para modificar la constitución (2017), otorgando más poderes a la figura del presidente y debilitando el parlamento. Lo que sería considerado por algunos como “una votación democrática a favor de la dictadura”[3]
Al forzar la aprobación de la nueva constitución mediante toda clase de trucos, como el de permitir que se usaran papeletas electorales no selladas (que sumaron más de 2,25 millones de votos), controlar los medios públicos y aumentar el fervor nacionalista a través de “enfrentamientos” con líderes europeos, y por medio de la avanzada militar sobre la ciudad Siria de Afrín controlada por los Kurdos, Erdogan iría construyendo un Estado a su imagen y semejanza, lo que le permitiría vencer nuevamente en las elecciones de junio de 2018.
Al no existir una alternativa de izquierda revolucionaria en Turquía que plantee la lucha en términos clasistas, Erdogan para mantenerse en el poder ha usado las divisiones nacionales, atacando a la minoría Kurda del país y persiguiendo a los líderes del partido Kurdo de izquierda, el Partido Democrático de los Pueblos (HDP). La bestial invasión de Afrín, en la que se bombardeó indiscriminadamente a civiles, y se sometió a la población a los más inhumanos y crueles tratos, se da precisamente para golpear al pueblo Kurdo y aumentar el fervor nacionalista, invasión que contó además con el aval de los Estados Unidos, de Rusia (que dejó el espacio aéreo sirio libre para la operación turca) e incluso del régimen de Al Assad (que también enfrenta a los nacionalistas kurdos), como recoge Hamid Alizadeh en su artículo “La ‘Comunidad internacional’ se une a Turquía para aplastar a los kurdos en Afrín”
Como vemos, el régimen de Erdogan, está lejos de respetar los derechos humanos y de ser democrático. Al contrario, es un gobierno capitalista que reprime los derechos de las minorías nacionales y de los trabajadores y sus organizaciones sindicales. Además, el gobierno de Erdogan llegó a un acuerdo vergonzoso con la Unión Europea por el cual Turquía entrenaría a los refugiados (sobre todo sirios) en campos para impedirles su entrada en la UE, a cambio de una sustanciosa cantidad de dinero. De esta manera Erdogan se convertía en agente de la política migratoria racista y xenófoba de las potencias europeas.
Turquía es además un país de la OTAN que bajo el gobierno de Erdogan se implicó en la guerra contra Siria apoyando a milicias armadas de fundamentalistas islámicos reaccionarios. Más tarde, cuando sus aliados iban perdiendo terreno y los EEUU no se decidían a intervenir directamente, cambió sus alianzas, llegando a un acuerdo con Rusia y Siria para la evacuación de Alepo. Así se debilitaron sus relaciones con los norteamericanos, a quienes les señaló que no cumpliría con las sanciones que éstos promovieran contra Irán[4].
El presidente turco desde entonces ha tratado de hacerse con nuevos amigos, entre ellos, el presidente venezolano. En este sentido, Erdogan sería uno de los primeros mandatarios en condenar el atentado contra Maduro, señalando que “Turquía no dejará solo a Maduro” mientras su canciller agregaba que «Turquía continuará apoyando a Venezuela (…) estamos en contra de las medidas de aislamiento, estamos en contra de las sanciones, favorecemos en cambio el diálogo y el intercambio entre los individuos»[5].
El capitalismo chino
Maduro, ha priorizado además las alianzas con China, profundizando el acercamiento que comenzara durante el Gobierno de Chávez quien buscaba nuevos socios para ganar independencia frente a los norteamericanos.
Durante su última visita a China en septiembre, Maduro participó en jornadas de trabajo de alto nivel con expertos económicos chinos, llegando a una serie de acuerdos que tendrían como resultado la visita de varios asesores del Centro de Investigaciones para el Desarrollo del Consejo de Estado de la República Popular China. Expertos a los que el presidente tendrá que escuchar si quiere seguir recibiendo ayuda de los asiáticos.
Una de las cosas que debemos tener en consideración para entender el modelo actual chino, es que la revolución que triunfó en 1949, a diferencia de la revolución rusa, no contó con un periodo de organización soviética de la sociedad bajo lineamientos de democracia obrera, sino que nació bajo el liderazgo de un partido comunista estalinizado. Esto, dio a los sindicatos un carácter corporativo que serviría para domesticar a la clase trabajadora y subordinarla a las órdenes del partido, que, a su vez, aplicaría la represión y la cooptación de líderes obreros para garantizar su hegemonía.
Los estalinistas chinos, si bien lograron desarrollar las fuerzas productivas de uno de los países más atrasados de Asia, lo harían a un costo elevado de vidas producto de la planificación burocrática de la economía del país. Sin embargo, después de la muerte de Mao, Deng Xiaoping, quien es visto como un reformador, iría ampliando los elementos de mercado existentes, ganando el debate sobre la inversión extranjera a lo interno del partido y creando zonas económicas especiales. De esta manera se iniciaría el camino chino al capitalismo, como comenta Michele Fabbri en su artículo “China: ¿’Economía socialista de mercado’ o sólo capitalismo?”. (Ver también el documento de la CMI “La Larga Marcha de China hacia el Capitalismo”)
Este tránsito hacia el capitalismo, terminaría en a finales de los años 90, cuando a lo interno del PCCh se decide reducir el tamaño de la economía estatal en favor de las empresas privadas, lo que significaría miles de despidos y el remate de cientos de empresas poco productivas, tal como pronosticara Trotsky para el caso ruso y que se cumpliría una década antes con la desintegración del bloque soviético y el retorno al capitalismo de los países bajo la égida de Moscú. Por otro lado, y como consecuencia de la victoria de los sectores capitalistas, en 2001 se comienzan a admitir formalmente capitalistas dentro del partido comunista.
En la actualidad, el modelo chino es un ejemplo de la explotación capitalista más agresiva, combinando la ausencia de democracia (siquiera en términos burgueses), en las que el partido y sindicato funcionan como policía política para mantener a las masas al margen de la participación, con precios de la fuerza de trabajo competitivos para las multinacionales. El modelo, que ha servido para una acumulación acelerada de capitales y el desarrollo de la clase obrera más grande del mundo, también está generando grandes desigualdades y ahora, producto de la crisis mundial que atraviesa el capitalismo, también está generando grandes contradicciones, en palabras de Fred Weston, “ahora el espectro de la lucha de clases está regresando para perseguirlos”.
La lucha de los trabajadores de Jasic, empresa dedicada a fabricación de máquinas de soldar ubicada en la provincia de Shenzhen, es un ejemplo de que las cosas están cambiando en China. Los mismos, intentarían crear un sindicato para lo cual reunieron todos los requisitos necesarios, sin embargo, una vez contando con una aprobación de la Federación Sindical China, los trabajadores fueron convocados por la gerencia de la empresa y luego comenzaron a ser atacados, sufriendo incluso palizas por parte de elementos pagados por los dueños de la empresa. Al denunciar estos hechos ante la policía local, en vez de recibir justicia, los trabajadores fueron detenidos[6]. Cabe destacar que en el caso de Jasic, el presidente de la compañía, Pan Lei, es el representante de la provincia de Shenzhen en el Consejo Nacional de Pueblo.
También en Shenzhen, 300 trabajadores mineros afectados con neumoconiosis o “la enfermedad del pulmón negro” producida por la inhalación de carbón o residuos minerales, fueron agredidos junto a sus familiares por parte de la policía cuando exigían frente a las puertas del gobierno regional atención médica y reparaciones por esta enfermedad laboral. Esta manifestación, de noviembre, no sería la primera, sino que es el resultado de la acumulación de casos y de la negativa del gobierno de atenderlos por no considerar que se pueda probar la relación laboral[7].
Ante los atropellos, los estudiantes chinos de las principales universidades de élite han conformado organizaciones de solidaridad con los trabajadores, por lo que el gobierno se ha puesto alerta para evitar que la enfermedad contagiosa del marxismo se expanda por la china “comunista”.
Como señala Zhan Dou Zhe,
“Aunque la lucha local de los trabajadores de las fábricas de JASIC provocó la creación de un sindicato verdaderamente independiente, y la represión del gobierno se centró principalmente en ellos y en el grupo de «Solidaridad de Jasic» basado en los estudiantes, esta batalla es un reflejo importante de fuerzas sociales más amplias”[8].
Es por ello que el gobierno ha recurrido a arresto de varios dirigentes, entre ellos el egresado de la Universidad de Pekín Zhang Shengye quien fue secuestrado dentro del campus universitario.
Así mismo, a los estudiantes se les ha torpedeado la conformación de un circulo marxista en su universidad[9] para lo cual se les solicita un tutor del área que acompañe a la organización, algo que les ha costado por ser estudiantes involucrados con la lucha obrera. Esto demuestra lo podrido del sistema, pues si en China, el Partido Comunista es capaz incluso de perseguir a estudiantes que se reivindican marxistas (aunque tengan una orientación maoísta), entonces sabemos que no tolerará la disidencia de ningún tipo.
Una nueva apertura económica
Estos son los socios, los aliados estratégicos del presidente, sin embargo, debemos preguntarnos ¿Qué aporta Venezuela a esta sociedad de capitalistas y que recibe a cambio? ¿cuáles serán los consejos que los asesores enviados a Venezuela darán al presidente? Esta última pregunta se resuelve por descarte, no serán consejos para profundizar en un modelo democrático, tampoco para construir el socialismo.
Para responder a la primera, sin embargo, será necesario ir siguiendo la prensa y la gaceta oficial, y así dar con el rastro de la creación de empresas mixtas entre turco-venezolanas o sino-venezolanas o de la modificación de la parte accionaria de empresas ya existentes, siendo el área de inversión de los socios los sectores mineros, lo que lejos de facilitar el tránsito a una economía “post rentista” agrava el rentismo y la economía de puertos dependiente.
Tanto en el caso de China como en el caso de Turquía lo que vemos por parte de estos países es una política imperialista clásica. Lo que vienen buscando en Venezuela es acceso a materias primas y recursos energéticos (petróleo, carbón, oro, coltán, etc) y mercados para sus productos.
En el caso turco, por ejemplo, el intercambio comercial ha crecido aceleradamente, pasando de los 803,6 millones de dólares en el periodo 2013-2017, a 892,4 millones de dólares en los primeros 5 meses de 2018, monto que se divide en 52,2 millones de importaciones venezolanas en harina, trigo, arroz, pasta, jabón, mármol y materiales de construcción, y exportaciones por un monto de 834,2 millones en diamantes, metales preciosos, hierro, acero y perlas.
Lo que vemos, es la reproducción del modelo extractivista, que sacrifica la producción de alimentos y las áreas industriales aguas debajo de la minería, en beneficio de las multinacionales, con los consiguientes daños medio ambientales en la zona de explotación minera.
Sólo la exportación de oro, representó 779 millones de dólares, pero además, se plantean también convenios para la inversión en la planta refinadora José Antonio Anzoátegui que serán pagadas con coque, y se acuerda surtir de combustible a los aviones de Turkish Airlines.
Respecto a China, destacan entre los últimos acuerdos el de convertir la Ferrominera del Orinoco en una empresa mixta, otorgar 9,9% de las acciones de Petrosinovensa (empresa mixta del área petrolera) a China, lo que elevaría la parte accionaria asiática a 49,9% (violando leyes introducidas por el presidente Chávez); convenios en materia de extracción de gas con la Corporación Nacional de Explotación del Gas de China (CNODC), de extracción aurífera con la Yankuang Group y de hierro con la Railway Engineering Corporation, además de convenios para la extracción y procesamiento de coltán.
El caso de Ferrominera es particularmente escandaloso. El estado chino proporciona un crédito a Venezuela para levantar una segunda planta de pellas, que va a ser construida por una empresa china (MCC Group) con partes y equipos fabricados en China. Es más China ya tiene el control de la parte minera de FMO, además de que una empresa china tiene el contrato para la reparación del ferrocarril que transporta el mineral a la planta. Al final lo único que queda en Venezuela es la deuda con los bancos chinos, que se paga con petróleo, por el que no se reciben divisas.
Hay que tener en cuenta, además, que estos convenios implican traer mano de obra china para que trabaje junto a venezolanos. Si, los mismos trabajadores del pulmón negro, para así salir de los trabajadores venezolanos que no se adapten a las nuevas condiciones laborales.
Esta política entreguista, se asemeja a la política de “apertura” llevada a cabo por Teodoro Petkoff en los años 90, con la diferencia de que las privatizaciones actuales realizan parcialmente, y de que los convenios y acuerdos se realizan sin una licitación previa.
Obviamente, en el contexto de sanciones, Venezuela tiene el derecho y el deber de comerciar con cualquier socio que esté dispuesto. Ahora bien, eso no quiere decir que haya que embellecer esos socios, calificándolos de amigos estratégicos ni cerrando los ojos a sus políticas capitalistas y represoras. Los únicos aliados seguros de la revolución bolivariana son las masas obreras del mundo, no los imperialistas, ya sean yanquis o chinos.
Esta respuesta del gobierno a la crisis, de conciliación con la burguesía y entrega de nuestros recursos naturales a las multinacionales, lejos de resolver el problema de fondo del capitalismo venezolano, mantiene el mismo esquema que ha demostrado catastrófico. La misma, se plantea como un último recurso, entrega de oro por alimentos para impedir una catástrofe, no como una política construida con miras al desarrollo, lo que busca, es ganar tiempo para impedir que la oposición se haga con el poder, a medida que el cerco sobre Venezuela se incrementa.
Los marxistas, hemos defendido en varias oportunidades la necesidad de la nacionalización de las palancas de la economía, entregando las empresas bajo el control democrático y transparente de los trabajadores, única forma de combatir la corrupción asociada a los privilegios burocráticos. La planificación en términos socialistas de la producción, sentaría las bases para la superación del rentismo, acabando con las bases económicas del financiamiento de la burguesía y la fuga de capitales. Sin embargo, el gobierno ha elegido el camino de sus socios, sostenerse en el poder por medios bonapartistas sobre la base de la sobre explotación de los trabajadores y del medio ambiente.
Notas:
[1] Alizadeh, H. (2016). Turquía: Un “golpe chapucero” le sirve a Erdogan de cuerda de salvamento. Disponible en https://www.marxist.com/2016-07-16-17-34-31.htm
[2] Sputnik. (2016). Maduro: Erdogan quedará pequeño si intentan golpe de Estado en Venezuela. Disponible en https://mundo.sputniknews.com/americalatina/201610131064079225-estambul-venezuela-golpe/
[3] Alizadeh, H. (2017). Turquía: ¿Cómo “ganó” Erdogan el referéndum? Disponible en https://marxismo.mx/turquia-como-gano-erdogan-el-referendum/
[4] Infobae. (2018). Recep Erdogan aseguró que Turquía no cumplirá con las sanciones de Estados Unidos a Irán. Disponible en https://www.infobae.com/america/mundo/2018/11/07/recep-erdogan-aseguro-que-turquia-no-cumplira-con-las-sanciones-de-estados-unidos-a-iran/
[5] EFE. (2018). Erdogan dice que “no dejará solo” a Maduro y estudia visitar Venezuela. Disponible en http://www.eluniversal.com/politica/21826/erdogan-dice-que-no-dejara-solo-a-maduro-y-estudia-visitar-venezuela
[6] Young, P., & Dou Zhe, Z. (2018). China: JASIC workers’ struggle reveals rising class tensions. Disponible en http://www.bolshevik.info/china-jasic-workers-struggle-reveals-rising-class-tensions.htm
[7] DWnews. (2018). El reclamo de un trabajador chino de neumoconiosis en Shenzhen fue violentamente disipado por la policía. Disponible (en chino) en http://news.dwnews.com/china/news/2018-11-07/60096715.html
[8] Dou Zhe, Z. (n.d.). Chinese authorities increase crackdown on workers and students. Disponible en https://www.marxist.com/chinese-authorities-increase-crackdown-on-workers-and-students.htm
[9] Dou Zhe, Z. (2018). China: el círculo marxista estudiantil SM se enfrenta a su clausura por apoyar a los trabajadores en huelga. Disponible en http://luchadeclases.org/internacional/26-asia/2843-china-el-circulo-marxista-estudiantil-sm-se-enfrenta-a-su-clausura-por-apoyar-a-los-trabajadores-en-huelga.html