¿Qué iba a pensar yo, que un mango, un pan y un café, se convertirían en cómplices de aquel fugaz amor?
Tan fugaz como el impulso, que en una noche, lleno de miedos, le llevó a confesarme su querer.
Caminar montañas, combatir el frío, degustar el cocuy, leer a Neruda, sigue siendo lindo. Pero, cuando se compartía al lado de un revolucionario, era mágico.
Octubre sigue siendo rojo, pero desde que te fuiste, tiene algo de gris.
El armisticio se convirtió en insomnio y en recuerdos que divagan, pues como dice el Gabo, olvidar es difícil, para el que tiene corazón.
Hoy en el norte es otoño, en el sur es primavera, pero acá, mientras milito por la vida no para de llover.
Para nosotros no existía San Valentín, pero el 14 era una fecha anhelada.
Ya no hay fechas, sólo la convicción, que desde donde cada uno se encuentre, luchamos por un mundo mejor.
Hasta siempre, Wilma.